miércoles, 27 de febrero de 2013

Boludos peligrosos



A contramano del mundo, la ciudad autónoma de Buenos Aires se va cubriendo paulatinamente de cemento, de plazas secas, de rejas, de avenidas desarboladas, de veredas de cemento (adiós a las baldosas). La avenida 9 de Julio es el ejemplo más reciente.
No es casual que Mauricio Macri tenga al capitán Osvaldo Cacciatore (al que la Revolución Libertadora ascendió a brigadier, premio por haber bombardeado y ametrallado a civiles desarmados el 16 de junio de 1955) como modelo a seguir: Cacciatore inauguró la moda de las plazas secas, a puro cemento, escasas de árboles porque la sombra de las plantas genera inseguridad, peligro inminente, conductas indecentes, sexo, drogas y rock n’ roll. Su esposa y luego viuda, entretanto, se lavaba de los pecados del mundo en la iglesia de la Medalla Milagrosa en Parque Chacabuco. 
Es una historia antigua, pero las nuevas generaciones no pueden olvidarla y  tenemos que saber por qué es el modelo de Macri.
¿Será por el cemento tan generosamente desparramado?
Macri es Macri el cementicio en varios sentidos: por el “ángel” ceméntico que exhibe su cara de nada (él y su grupo: Michetti, Vidal, Rodríguez Larreta, los principales caraduras); porque el cemento es lo que le quedó de las Sociedades Macri (Socma), su actividad económica principal con multimillonaria ganancia; y porque no dudaría en volver a ametrallar civiles desarmados.
Esos caraduras se aglutinan en la Fundación Pensar de la que Macri es presidente honorario. 
Quiénes son, la lista completa, se puede ver aquí. 
Menciono a algunos: Humberto Schiavoni, ex-concejal por la provincia de Misiones, la de Ramón Puerta, presidente del Pro y de la Corporación Buenos Aires Sur; Marcos Peña; el rabino Bergman; Esteban Bullrich; Eugenio Burzaco, hijo del Raúl Burzaco de la dictadura (director del diario que se imprimía en los talleres desapoderados de La Opinión, del torturado Jacobo Timermam. funcionario de Menem, de T&C y del multimedios América propiedad de De Narváez) y ex-jefe de la Metropolitana; Luciano Miguens, ex-presidente de la Sociedad Rural a quien sucedió Hugo Biolcati Magnasco; Federico Pinedo, el sobrino nieto del Federico Pinedo que inauguró un Banco Central de Argentina con capitales y directivos británicos; el sorprendente Rodríguez Larreta; el inefable Jorge Triaca (h); el exaltado Alejandro Rozitchner, hijo gracioso de un Rozitchner más lúcido; en fin, Santilli, Sturzenegger, Michetti... Y hasta hace unos días, la Fundación se completaba con Julio Alberto Cirino, personal civil del Batallón 601 de Inteligencia y con condena firme por haber cometido delitos de lesa humanidad.

Están todos, son el gobierno de la ciudad, los nostálgicos de la dictadura cívicomilitar, en la Fundación Pensar. Eso sí, lo ocultan públicamente.
Estos tipos atrasan.
Aunque pasan por “modernos”, atrasan dos siglos, por lo menos, y siguen repitiendo (sin explicar qué significa eso) que Argentina está aislada del mundo: aislada, en rigor, de la especulación financiera internacional que ellos representan o promueven o ensalzan como mágica receta que lava los pecados del mundo, y mediante la cual sacarían tajada, honorarios y comisiones, hundiendo nuevamente al país (como proyecto de nación posible y no como colonia próspera para algunos) en el círculo perverso de la deuda externa. 
Todo el misterio de la Fundación Pensar se basa en el endeudamiento externo, la receta mágica del Cavallo re-reciclado en la dictadura, el menemismo y el delarruísmo que hundió a la mitad de la población en la pobreza.
Ayer me decía un amigo: “De la Rúa tenía cara de, y pasaba por boludo pero no era; estos son auténticos boludos”.
Sí, boludos peligrosos. Elija usted mismo al que prefiera.

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