lunes, 19 de enero de 2015

GUERRA DE CIVILIZACIONES, Y ENCIMA LO LIQUIDAN A NISMAN


Los agudos periodistas de los medios concentrados (Santoro de Clarín, Alconada Mom de La Nación) fueron muy perspicaces para señalar que el canciller Timerman no estaba en la primera fila de los enlutados asesinos seriales de Europa pero se les acabó la agudeza cuando hubo que señalar la incomprensible ausencia del gobierno de EEUU en el magno evento. 
¿Habrá sido porque el Imperio es el creador del monstruo y ahora lo niega, o expresa culposos arrepentimientos luteranos? ¿Acaso EEUU ensaya un aislacionismo selectivo que después del 11S tiene una nueva y siniestra connotación?
Entretenidos en las correrías del finiquitado fiscal Nisman por los suburbuios de una causa fraguada, tampoco dieron mucho espacio a la noticia del acuerdo de cooperación firmado por el secretario de Estado John Kerry y François Hollande. 
Francia y Estados Unidos acordaron reforzar la cooperación bilateral antiterrorista, nueve días después de la masacre perpetrada contra el semanario satírico en París. La visita de Kerry también busca hacer olvidar la ausencia de Estados Unidos en la marcha multitudinaria del domingo pasado, informó Télam. Ambos acordaron reforzar la cooperación bilateral antiterrorista, lo que implica intercambio de informaciones (arrancadas bajo tortura). 
El canciller francés Laurent Fabius subrayó que "el combate contra el terrorismo requiere una acción internacional y un mayor trabajo en las prisiones". ¿Tormentos más refinados que los de Guantánamo, como por ejemplo una larga exposición a TN?
Y reapareció Samuel Huntington en los comentarios, como si de veras estuviéramos en vísperas de un choque de civilizaciones.
En verdad, se quiere forzar a que la gente crea que un choque de civilizaciones es inevitable tarde o temprano.
Huntington fue un publicista a quien el pensamiento único considera heredero de Arnold Toynbee, con la diferencia de que este último fue un pensador de la historia, y Huntington, un cronista que hubiera pasado desapercibido en otras circunstancias. 

 Hungtinton (que es también el nombre científico del Mal de San Vito, enfermedad de Huntington) es contemporáneo de Fukuyama, el hegeliano de derecha que predijo el fin de la historia y las ideologías, es decir, el triunfo universal del neoconservadurismo en los `90, una época en que se dudaba si acaso no sería así. 
El marxismo, que disfraza su carácter eurocéntrico y sobredimensiona haber dado vuelta la ideología de Hegel (reinado de la sociedad sin clases vs. reinado de la Idea, todo ello como culminación dialéctica), no ha tenido respuestas convincentes ni superadoras a Huntington y Fukuyama (ambos al calor de la caída de la URSS), pero apareció el ecléctico Slavoj Žižek que, tomando un poquito de Freud, una pizca de Marx y los estructuralistas y algunos términos lacanianos, considera que los musulmanes no tienen demasiado derecho a protestar por una sátira.
Cita textual: "Qué frágil debe ser la creencia de un islamista si se siente amenazado por una caricatura estúpida en un periódico semanario satírico". No, no es frágil: el islamita tiene distintas significaciones imaginarias que las de un occidental. Es más: contradiciéndolo, creo que sus creencias, las de muchos islamitas, son más firmes que las nuestras, enceguecidos como estamos por la sociedad de consumo. No solo de bienes materiales: también de bienes simbólicos.
El periodismo satírico es un género menor: lo que aquí verdaderamente está en juego son las concesiones petroleras de Medio Oriente. Lo que está en juego es la universalización del Uno neoconservador. 
Huntigton y Fukuyama auguraban por añadidura el fin de los Estados-Nación. Que es precisamente lo contrario de lo que se insiste aquí, que eso en suma es lo nacional y popular: la reivindicación de un Estado inclusivo.
 
Por una vez vamos a darle la razón a la revista Barcelona: si una sátira desató semejante revuelo, ¿qué podría suceder con la parodia? 
 Invito a los lectores a pasearse cada tanto por la CNN, donde se podrá ver qué le interesa al Imperio que veamos para incorporar (y machacar) como significaciones universales.
No soy Charlie ni creo en la guerra de civilizaciones, y creo que la Argentina debe permanecer al margen de esta contienda, muy al margen.

No hice campaña a favor del Tratado de Maastricht.
Nunca he apoyado los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia.
Nunca he pensado que Cuba es una dictadura.
Nunca pensé que Chávez era un dictador. 

Nunca aprobé el bombardeo de Libia.
Nunca me alegré del asesinato de Gadafi.
En 2006 estuve en contra del ataque de Israel a Líbano.
No tomo partido sistemáticamente por Israel contra los palestinos.

No cierro los ojos al nazismo en Ucrania.
No creo que Rusia sea un país peligroso para la paz mundial.
No creo que Rusia sea responsable de la situación en Ucrania al contrario que la UE y la OTAN.
No llamé a la intervención en Siria.
Nunca he considerado héroes a los opositores sirios, siempre he pensado que son fanáticos islamistas más o menos manipulados.

Por supuesto, esta es la visión de un europeo.

En medio de esta hollywoodense guerra de civilizaciones o guerra de los mundos, no se bien, muere el fiscal que, lejos de contar con alguna prueba (se dice que los famosos CD tenían grabada música de Ricardo Arjona), no hizo sino tapar la participación de Siria en el atentado, ocultar que en la AMIA se realizaban actividades poco típicas de una ONG benéfica y (Verbitsky escribe) "apuntalar la versión que acordaron hace más de veinte años los gobiernos de Israel y Argentina con el respaldo de Estados Unidos". 
No hay mucho más que eso. Aunque algún loco escriba mañana que Nisman es otro mártir de AlQaeda.
Pero no, fue un suicidio inducido.

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