viernes, 1 de noviembre de 2013

CLARÍN: CUATRO AÑOS DE CHICANAS


Transcribo parte de una nota de Julio Burdman que explica claramente cuáles son los caminos que se abren ahora en el enfrentamiento entre el gobierno y el Grupo Clarín. Lo que Burdman omite es señalar que la nueva ley de medios reivindica la potestad del poder político para situarse por encima del poder económico, es decir, que la autoridad pública, otra vez (y ese es un mérito que empezamos a vivir con Néstor Kirchner) le pone el cascabel a los grandes grupos económicos concentrados. 
Burdman aconseja la negociación, y no es improbable que, a pesar de la "desconfianza mutua" que menciona, exista algún canal de diálogo. 
Por cuerda aparte, marcha a nivel judicial la apropiación de Papel Prensa. 
Escribió Burdman:


El Grupo Clarín, cuya posición dominante no registra equivalentes en ningún país democrático del mundo, pareciera haber quedado sin argumentos. Los foros internacionales no representan una opción: tiene más de 250 medios de comunicación audiovisual, sin contar los diarios, las agencias y los electrónicos, y allí se encontrará con evaluadores de países en los que la ley no permite la propiedad de más de uno.
Tampoco lo es el pedido de renuncia a Martín Sabbatella ni la negación del AFSCA: la ley ahora vigente prevé que esté compuesto por políticos. La discusión sobre la legitimidad de la ley ya se cerró.
Pero Clarín sigue teniendo derecho, y siempre lo tendrá, a defender sus intereses. Por eso, tras el fallo de la corte, comienza una nueva batalla, la de la implementación de la ley, que tendrá lugar en términos del negocio y las pérdidas potenciales.


Los dos caminos
¿Cómo va a aplicarse la ley en el caso de Clarín, el único grupo de medios que la ha resistido? Se abren dos caminos por delante.
En uno de ellos, el multimedios y el gobierno llegan a un acuerdo que le permita adecuarse al nuevo marco regulatorio y minimizar el impacto de la desinversión.
En el otro, ambos actores van a una nueva guerra judicial que va a llevar bastantes más años que los que le restan al actual gobierno.
Lo óptimo, como en el famoso Dilema del Prisionero, sería la negociación. Pero la desconfianza entre ambos y la tentación de una victoria absoluta sobre el otro probablemente nos conduzcan al segundo escenario.
El titular del AFSCA, en las días posteriores al fallo, insinuó cuál es la ventana entreabierta para la negociación. El Grupo Clarín nunca presentó su plan de adecuación, cuyo plazo vencía el 7 de diciembre de 2012, y eso habilita a la autoridad regulatoria a intervenir y diseñar uno alternativo.
Pero, como se sabe, el socio minoritario de Cablevisión (Fintech) presentó, un día antes del deadline, una carta en la que declaraba su voluntad de presentar un plan. Entonces, un AFSCA benevolente podría considerar a esa nota como una primera entrega de un documento incompleto pero ingresado dentro del plazo, y solicitar a la empresa que adjunte las páginas faltantes.
Clarín, de esa forma, podría presentar un plan en el que los accionistas dividan al grupo, creando nuevas sociedades propietarias de las licencias que no sobrepasen los límites más bien generosos que contempla la controvertida ley.
Debería crear al menos diez sociedades para poder distribuir las 237 señales de televisión por cable que posee en todo el país -el máximo, por la nueva ley, es 24-, con lo que no habría que descartar que algunos de sus actuales periodistas estrella terminen siendo propietarios o gerentes de las nuevas sociedades. Sería una solución polémica, pero ajustada a la ley.
En el otro camino, Clarín no presenta un plan, el AFSCA se hace cargo del proceso, pero la empresa objeta cada uno de sus actos administrativos.
Por ejemplo, el AFSCA realiza la tasación de una operadora de cable para llamar a licitación, y Clarín rechaza el valor calculado y va a la justicia. O aduce (en la justicia) que el cableado no forma parte del patrimonio de esa operadora, sino de Fibertel, disuadiendo la entrada de todo futuro operador ante el gasto que implicaría cablear todo desde cero. Para no meternos en la costosa decisión de resolver la incompatible propiedad simultánea de Cablevisión y Canal 13. Sería, en definitiva, un camino intrincado y desgastante para todos.
Decíamos que el acuerdo es el mejor resultado posible porque ambos saldrían relativamente bien parados. 
El gobierno se llevaría el premio de haber ganado una larga pulseada. Y el AFSCA, que debió hacer muchas concesiones a diferentes grupos empresarios -ante el temor de que estos hicieran causa común con Clarín- ahora sale fortalecido frente el conjunto del sistema de medios.
A su vez Clarín, aceptando la adecuación, podría mitigar daños y dedicarse a pensar en cómo va a transformarse en un multimedios del siglo XXI, con televisión digital y contenidos por internet, en lugar de quedar empantanado por diez años más en una guerra política por el monopolio comunicacional del siglo XX.

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