viernes, 4 de marzo de 2016

MACRI PARA RECIÉN LLEGADOS


Ya lo dijo Mauricio: el salario es un costo más.

Muchos de quienes lo votaron, más pendientes de los relatos mediáticos, no se detuvieron a medir el alcance de sus palabras.

Con todo desparpajo, que el salario es un costo más.

Hoy día, si anunciara que el dólar se cambia por 35 pesos argentinos, los de los globitos amarillos seguirían ciegos, sordos y mudos, o repitiendo sí, se puede, porque no advierten la relación que hay en este contexto recesivo, de aumento de precios y de despidos.

Cada vez que se le sale la cadena, Mauri se sincera.

Es un empresario exitoso, si significara algo ser dirigente de un equipo de futbol y ejecutivo de empresas del padre. En el colegio Cardenal Newman y la Universidad Católica donde cursó, dictan una versión sesgada y anticuada de la economía política, o mejor, una versión funcional a los nuevos ricos, poderosos o futuros poderosos con las herramientas que servirán a sus intereses. Por otra parte, no fue especialmente brillante en sus estudios.

Y además la economía no es una ciencia exacta.  

Su padre fue seguidor de un pequeño partido italiano conocido como el Partido del Hombre Común (Cualunque). Los mandatos pesan aunque se nieguen. Lo demuestra el propio Mauri cada vez que improvista unos pasitos de baile o balbucea alguna frase de más de cinco palabras.





Su formación económica finaliza con Adam Smith, Stuart Mill, Say y los fisiócratas (Quesnay, etc.) para quienes la única riqueza proviene de la renta agraria, y por eso se especializa en cubrir el país de metrobuses y bicisendas. Varios de los que lo rodean sufren la misma carencia, alucinación o tara. La vice Michetti lo expuso con claridad: tomar deuda externa en dólares al 4% anual y que el BCRA preste esos dólares en el mercado interno convertidos en pesos al 35% es muy pro, muy patriótico. En mi patria se llama bicicleta financiera.
Como bien lo demostró el economista Eduardo Basualdo, esa, la de la tasa diferencial en pesos, precisamente fue la política económica que aplicó José Alfredo Martínez de Hoz en la dictadura, que nos dejó una deuda externa impagable, una inflación creciente y una desocupación mayúscula. También en esa época los dólares eran baratos: los llamaban petrodólares y provenían de los manantiales árabes.

Pero los chicos de globitos amarillos no son fuertes en historia.

Lo que separa a Macri de los fisiócratas es que no pretende retroceder hasta un país agrario, sino convertirlo en un supermercado aprovechando nuestras ventajas comparativas. Por eso la importancia que le otorga a la agroindustria. Ya no venderemos soja, sino aceite de soja y soja procesada como alimento.

Pero se debe olvidar la sustitución de importaciones industriales.

Y como se ve, la aristocracia de entonces ha sido reemplazada por una tosca oligarquía de multinacionales.  

Incluso de Say, Macri tiene un aprendizaje erróneo. Henry Ford inundó de automóviles Ford T el mercado norteamericano, comenzando por todos los operarios de sus plantas en Detroit, porque creía que toda oferta genera su demanda, que es precisamente lo que enseña Say. Las guerras mundiales terminaron con estas ideas, así como las de los perimidos fisiócratas preindustriales.

El éxito político en las democracias modernas consiste en saber interpretar los deseos de sus pueblos y el interés de sus naciones, y en las modernas democracias sudamericanas en el rol previamente asignado por los países industrializados y post industrializadas, que consiste en habernos reservado el de productores de materias primas o commodities. Que en el mercado central de Chicago están cayendo en picada.

Desde Napoleón Bonaparte por lo menos, Europa se fue convirtiendo en el Centro y el sentido del mundo, al que era imperativo subordinarse. Cuando el pueblo haitiano intentó asumir como propia la Revolución Francesa, Napoleón lo impidió a sangre y fuego porque ese era un asunto europeo. Ese sentido único desde entonces, busca cualquier modo de universalizarse, sea pacífico, bélico, o por el terror. Pero el capitalismo evolucionó, y hoy la globalización está conducida por grandes multinacionales anónimas. Las burguesías europeas triunfaron y ahora gozan de sus beneficios o viven de sus glorias pasadas (o del turismo). Esto no es homogéneo: con todas sus viejas glorias pasadas, Grecia acumuló una deuda externa de 400 mil millones de euros, y ahora se plantea convertir al Partenón en un parque temático y alquilar las islas del Egeo. Lo que demuestra que son los europeos industrializados los que crecieron y no los periféricos que viven del turismo, dependientes de los primeros.

No es cierto que toda oferta genere su demanda, porque para eso debe haber demanda. El Premio Nobel Paul Krugman demostró que fue la guerra mundial el gran acelerador de la demanda interna por los sueldos que gastaban las esposas de 20 millones de soldados norteamericanos que peleaban en los distintos frentes bélicos. Y esto algo significa para nosotros: para Macri, no existió Keynes.

¿Y quien fue Keynes? 
Un economista británico para el cual era central estimular la Demanda Global, tarea a cargo de la inversión pública cuando es insuficiente la iniciativa privada. ¿Y cuando existe esa iniciativa? Cuando hay inversiones privadas externas, extremo bastante raro en la Argentina porque el mercado de capitales locales es reducido o se encamina a la renta financiera, agraria e inmobiliaria, ya que no hay formalizada una cultura industrialista.

Para los neoliberales locales, Keynes era una especie de barón rojo. Nada mas lejos de la realidad ni en general el sistema capitalista no tiende al pleno empleo: el salario es un costo más y los capitalistas tienden a pagar a los trabajadores el menor salario que estén dispuestos a recibir, como ya se encargó de aclarar el ministro Prat Gay repitiendo las mismas monsergas escuchadas desde el siglo XIX.

Sería ideal que trabajaran por moneditas, claro.

Por eso Perón impulsó la sindicalización obligatoria.

Además, cuando no hay empleo genuino, el Estado debe cubrir esa carencia reemplazándolo mediante el uso público de distintas herramientas. Como lo demostró el kirchnerismo.

Otro “secreto” de la política macrista es que toda financiación estatal, cuando no proviene de endeudamiento externo, puede promover una fuerte devaluación del peso. Por eso los nuevos billetes de 200 y 500 pesos con imágenes de animales vivos o muertos, ya que no tienen espacio para insertar las figuras del ex intendente Cacciatore o de Martínez de Hoz, sus maestros.

Y esa iniciativa anticipa que el peso tendrá cada vez menos valor. Aceleradamente. Podrían haber reemplazado a la ballena franca muerta por Carlos Tejedor, sin que hubiera mucho revuelo. Además de certificar que volvemos al estado de colonia.

Esto, pues, es Macri, el último representante del hombre cualunque. Esto es el neoliberalismo.

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