sábado, 16 de octubre de 2010

Crece la sensación de inseguridad entre los censistas

Como sabe todo quien alguna vez ha participado en un trabajo de campo, es frecuente, para medir los desvíos metodológicos, que se realice previamente una encuesta piloto.
Y el Censo Nacional 2010 de Población, Hogares y Vivienda no escapa a esa regla de oro de la investigación social.
En efecto, en la semana que está terminando, el Indec sacó a la calle a unos 30 censistas en un escenario de simulación de 1.200 casos de todos los pasos de estudio, desde la funcionalidad del cuestionario hasta la sistematización de datos. Como todos sabemos, los censos comenzaron a practicarse en la época del imperio romano. Podría decirse, entonces, que Tiberio es responsable lejano de nuestra sensación de inseguridad.
Ya en aquella época lo había sido, no solo para algunos pueblos originarios como galos, britanos y germanos que sufrieron el embate violento de las legiones, sino especialmente para los jóvenes bárbaros que eran trasladados a la isla de Capri para realizar, a la vista del emperador y con su activa participación, juegos sexuales que harían del padre Grassi un santo impoluto.
Dos hechos contribuyeron esta semana a aumentar la sensación de inseguridad que, como afirmara recientemente Mariano Grondona, no por ser sensación deja de ser real. Y ambas víctimas fueron mujeres. Porque tenemos que decirlo de una vez: si bien el género femenino es el más beneficiado de esta época, también paga en demasía los costos de su liberación.


Inseguridad: caso uno

Ethel Beckerman es maestra de grado y fue convocada por el Indec para realizar la muestra piloto. El miércoles próximo saldrá a cubrir la zona que le asignaron: 5 manzanas en González Catán.
Separada, como el 42,3% de las mujeres de este país en edad de merecer, dejó su modesta vivienda en la calle Belgrano de Isidro Casanova en horas de la mañana, mientras una molesta precipitación pluvial le mojaba la permanente. Al retornar a su hogar, advirtió espantada que unos cacos le habían vaciado la vivienda.
Se llevaron todo, incluyendo la cafetera eléctrica que había ganado sumando puntos con su tarjeta Naranja, el  plástico que usan 9 de cada 10 argentinos para comprarse todo.
Aquí, una visión poética de esos andurriales:




Caso dos, y usted puede ser el próximo

Lejos estaba de imaginar Malena R., cuyo testimonio agregamos abajo, que le tocaría censar al mismísimo Tractorcito Cabrera en su domicilio clandestino de la calle... (censurado, porque el imputado se encuentra prófugo desde que escapó de la cárcel de Ezeiza durante una visita higiénica)... Malena nos cuenta que, ya con las primeras preguntas, advirtió que el individuo censado tenía una actitud por demás inquietante:
- Comenzó mirándome con ojos de carnero degollado y después se empezó a agrandar –afirmó la víctima.
Luego de las insinuaciones, el victimario pasó a los hechos, y no contento con satisfacer sus más bajos instintos, luego despojó a Malena de todas sus pertenencias. La víctima reconoce que incluso se apoderó de su bombacha, prenda íntima que había comprado en Falabella.





Vemos a Cabrera (el que alguna vez se escapó del mismísimo Departamento Central de Policía) pidiendo perdón a la sociedad luego de un delito anterior, el que le costó una estadía temporaria en la cárcel de Ezeiza. ¿Volverá  al castigo que merece? ¿Por qué no tuvo Tractorcito la posibilidad de rehabilitarse haciendo el Servicio Voluntario Civil que propicia el vice Cleto Cobos, eh?



No se confunda con la propaganda oficialista: cuando le toque el timbre el censista, llame al 911 o mejor, no llame.
Ahora vienen por nosotros.

Hoy postea Gerardo Yomal

Como todo blog es autoreferencial y en cierto modo narcisista (como si las opiniones individuales tuvieran la importancia que se les atribuye) reproduzco un repo que me hizo Gerardo Yomal para PUEDE COLABORAR el miércoles pasado
En rojo, agrego aclaraciones que me parecen pertinentes. Y le debía a Gerardo una foto, que aquí pego. 
Regístrese, publíquese, etc.




-¿Qué nivel de participación civil hubo durante la dictadura?

La dictadura contó con cierto apoyo de la opinión pública. Derrocar al gobierno legítimo no había sido parte de la llamada lucha antisubversiva sino, al revés, fueron los poderes tradicionales los que “animaron” a los comandantes porque no toleraban los cambios económico-sociales producidos. Aquello no difiere mucho de lo que sucede hoy con el grupo A, y debe alertarnos sobre la falta de límites de esos tipos.
Hay indicios ciertos de una reunión entre los tres jefes con directivos de empresas extranjeras y voceros del establishment local que se realizó a mediados de 1975 en la Bolsa de Comercio, respondiendo a una convocatoria de Martínez de Hoz. A partir de entonces ya no tuvo importancia que otras elecciones corrigieran las falencias del gobierno de Isabel. Sólo se esperaba el momento oportuno. Grondona comenzó a repetir que el gobierno tenía legitimidad de origen pero no de ejercicio. Miente el Tata Yofre cuando afirma que los comandantes se reunieron con distintos economistas para elegir libremente, ellos, la línea económica que se vendría. Fue al revés: el poder económico eligió a los militares. Con desapariciones y militarización en algunos casos, la administración estatal siguió funcionando con gente adicta al frente de las reparticiones. Hubo quienes simularon adhesión, hubo miedo, indiferencia, y también cierta resistencia pasiva. Pero la sociedad se disciplinó, y la tablita cambiaria, la plata dulce, trajeron felicidad a los sectores medios que olvidaron rápidamente las locuras libertarias de los 70. Con hegemonía del poder tradicional, el consenso social alcanzado se pareció mucho al de los 90’ y al que ahora quiere reeditar Macri y los menemistas residuales. 
Pero también hubo civiles que participaron activamente de la represión, aunque no se puede calcular cuántos. Hubo delaciones, y está acreditada la participación de técnicos del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores en las sesiones de torturas que sufrieron empresarios nacionales para entregar sus bienes a los grupos económicos que detentaban el poder. En el período desaparecieron unas 600 empresas de capital nacional, y muchos de sus directivos fueron secuestrados: los Gutheim, Grecco, Basil, Grassi, Oddone, Chavanne, Taub, Saiegh, Iacarinno, son algunos. 

-¿Cómo es tu evaluación sobre el tema Papel Prensa?

Papel Prensa está indubitablemente asociado a la nueva Ley de Medios. En el reino del capitalismo financiero global, está todavía por verse hasta dónde pueden regular los Estados, más allá de esa suerte de medidas seudokeynesianas de capitalización a los grandes bancos. La Ley de Medios busca regular una actividad económica, además estratégica porque es una pata de dominación imperial, y cuya influencia sobre la construcción de ideología, sentido común, opinión, pautas culturales o como quiera llamárselas, están fuera de toda duda. 
La mayoría accionaria de Papel Prensa estaba en manos de David Graiver, quién la había logrado con créditos del Banade facilitados por Gelbard y fondos propios. Lo de los Born se produce un año después. No lo despojan por su condición de judío, como sostiene el diario Miradas al Sur, ni es creíble que muriera en México por Papel Prensa. Masera ordenó que su patota pegara dos tiros en la cabeza al abogado Miguel Padilla, un colaborador de Martínez de Hoz que le estorbaba, pero el atentado al avión tiene una sofisticación ajena a las hordas locales. 
Graiver también había comprado todas las acciones de la Ítalo que cotizaban en Ginebra, sede de Motor Columbus, y había pagado a economistas como Guido di Tella y Alieto Guadagni para que la valuaran. Con la estatización (algo inconcebible para un liberal) ese grupo suizo-británico fue indemnizado por la compra de 2 turbogeneradores instalados a fines de los 60, que en realidad había pagado el Banade como avalista. Y Martínez de Hoz, con los Soldati y los Alemann, pertenecían al directorio de la Ítalo. Además, todavía no se ha estudiado a fondo lo sucedido con Acindar, de la que Martínez de Hoz también era director, que durante la dictadura eliminó a toda la competencia y hoy ni siquiera pertenece a los Acevedo. Eso explicaría el secuestro de los directivos de Industrias Grassi, y no por su relación indirecta con Graiver, que la tuvieron a través del Banco de Hurlingham. Ya siendo ministro, Martínez de Hoz le habría dicho a Grassi: “Me vendés la empresa o te la saco”. Lo cierto es que esa industria rosarina era crucial para dominar el mercado de laminados no planos. 
Esta fue una lucha de grupos económicos: uno, el triunfante, usó el aparato represivo del Estado para apurar la concentración en favor de intereses extranjeros y del poder tradicional, el del quimérico granero del mundo. Y el otro, el desalojado, fue esa suerte de burguesía nacional que constituye el karma del peronismo. 
Independizarse del imperio supone cierto lugar para la burguesía nacional, pero lo cierto es que la nuestra, rentística, está muy lejos de la innovación shumpeteriana de la paulista. 
Es interesante el rol que quiere hacerle jugar Kirchner. Al fin y al cabo, hoy el principal inversor de la Argentina es el Anses. Hasta cierto punto, “burguesía nacional” es también un constructo colonial. 

- ¿Qué función política cumple poner esta temática en la agenda pública?

Por un lado, Clarín se considera por encima de la ley porque aquí, la seguridad jurídica que reclaman es un eufemismo. En este sentido, se avanzó mucho desde 2003, pero el camino es todavía más largo. Esta gente nunca respetó la ley y construyó el Estado para servir a sus propios intereses.
En segundo lugar, estos medios parecen malos alumnos de sus iguales en los países centrales. Parecen digo, (en realidad son excelentes alumnos) porque allá en el Norte no se concibe que el periodismo predique contra su país y aquí sí.
Por otro lado, el enfrentamiento con el Grupo pone de manifiesto una huella profunda de la realidad, en la que los medios han desalojado a la construcción política, y por eso resulta tan difícil edificar un sujeto de cambio. Es cierto que hay un discurso único dominante, pero no todo es discurso. Esto ha llevado a sobrestimar el papel transformador de las nuevas tecnologías. Respecto de ellas, yo preguntaría: ¿quién es el tal Lucas Carrasco? 
Salvo algunas pocas excepciones, hay mucha chatura autoreferencial en todo eso. En este sentido, y sin creer que todo pasado fue mejor, porque no lo fue, reivindico el papel transformador de la juventud de los 60 y 70 como pura creación social que adquiere significación por una serie de factores, sin la cual Perón no hubiera podido volver a la Argentina. Y no me refiero a las organizaciones armadas (en esa época quizás no había otra vía posible) sino al involucramiento personal y colectivo liberadores o independentistas. Los sindicatos tenían entonces un fenomenal poder de convocatoria, pero los paros generales tendían a la negociación, aunque eran capaces de destruir la política económica de todos los gobiernos proscriptivos de entonces. Y esto no puede y ni debe leerse en términos de lealtad-traición, ya que el sindicalismo forma parte de la realidad corporativa, y el sindicalismo podía cumplir un rol de resistencia que no era suficiente como para tomar el poder.  
La batalla contra los medios hegemónicos adquiere centralidad más allá de las intenciones de los actores. Y a pesar de toda esa confusión y caos, la juventud actual, cierta parte de ella, está girando su mirada hacia lo que realmente interesa: el cambio hacia un país más justo, independiente e inclusivo, lo que en cierto modo, implica crear otra agenda, una propia, una agenda nacional. 
No me parece tan importante la mentada fragmentación como la definición de sentido, y por eso repito a mis amigos blogueros: si hay una lucha por el sentido, ¿quién es el tal Lucas Carrasco?
Cuando hablo de movilización juvenil como creación, me refiero a una significación nueva en la sociedad, inesperada, que transformó las condiciones de cambio social.  

-¿Qué es lo mejor y lo peor del kirchnerismo?


No respondería en esos términos. Que de la clase política argentina real haya surgido este escenario, es volver a creer que un país mejor es posible, posible en serio si insistimos, si no bajamos los brazos y si no nos caemos por alguna derrota más o menos. El límite es que los avances producidos por este gobierno no han sido acompañados por transformaciones profundas en la sociedad, y los cambios permanentes sólo se consiguen cuando la sociedad los percibe como propios y los defiende caiga quien caiga. Además, el discurso dominante nos ha disciplinado a creer que todo lo queremos ya, mágicamente.
Estoy orgulloso de la presidenta que tenemos, y si uno recuerda ciertos escritos de Bertold Brecht (pienso en El alma buena de Sechuán), podrá entender cómo la astucia de Kirchner funciona en favor del bien, así como la malicia perversa de Menem estuvo puesta al servicio del enemigo del pueblo. No creo que exista una construcción ideológica denominada kirchnerismo, eso sí. Pero no me parece un tema tan relevante como quieren hacerlo ver los progre. El kirchnerismo es un espacio nuevo y un modo de hacer política, y eso sí es verdaderamente relevante. Explicándolo en términos de Radio Barcelona, cuestionar al kirchnerismo por no tener una ideología precisa, es hacerle el juego a la derecha.
Pero es posible leer de otro modo el discurso de Néstor: cuando dice que crezcan mil flores, no se refiere a que los compañeros, para construir política, insistan en colgarse de los funcionarios que miden. Hablo en términos de cierta autonomía de la administración estatal. Hay que releer a Poulantzas además de Laclau.
La explicación que encuentro se refiere a ciertas interpretaciones simplificadoras según las cuales el peronismo original habría sido una revolución desde arriba.
No estoy de acuerdo con la actual política petrolera, o con la idea de planes sociales focalizados, entre otros, pero uno no puede pelearse con todos al mismo tiempo si es consciente de su propia debilidad, y cuando votamos no podemos poner medio voto. Se elige.
Veo que el nivel de discusión es sumamente insuficiente. Un ejemplo es la minería a cielo abierto. Ciertas almas sensibles sufren porque les van a cambiar el paisaje, pero sólo la industria del GBA consume más cianuro que el de todas las mineras juntas. Esa actividad ha generado cierto desarrollo local. Es cierto que pagan retenciones insuficientes o no pagan ninguna, y también es cierto que se necesita mayor presencia estatal. Pero hay TBI, contratos y leyes vigentes desde los 90. No podemos pelear con todos al mismo tiempo: para eso se necesita una construcción sólida que no existe. Las críticas a la minería obedecen a un pensamiento light que también vemos en las protestas contra las pasteras, un punto de vista funcional a intereses nada light.

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