viernes, 2 de diciembre de 2011

HERNAN BRIENZA: "ES LINDO INFORMARSE"

Confieso que Pacho O'Donnell no me cae bien, ni personalmente ni como historiador. Lo creo un representante del viejo populismo conservador, y tampoco me caen bien su salto acrobático desde el protagonismo en los '90 al kirchnerismo. 
Su pose gangosa me recuerda al ex-canciller (y presidente de la Compañía Gral de Combustibles, una empresa del grupo Motor Columbus creada para piratear gasoil barato de YPF), Nicanor Costa Méndez, quien usaba bastón de marfil para simular ser miembro de la nobleza británica. 
También proveniente del "nacionalismo", Costa Méndez fue un elemento clave en la entrega de las Malvinas (y de su petróleo) y el inicio de esa guerra insensata.
No discuto las razones por las que el Gobierno decidió crear el Instituto Manuel Dorrego (léase Dogggego) como modo de generar un debate sobre la historia oficial, ni que haya designado al divulgador Pacho O'Donnell a su frente. Presumo que nuestra Presidenta también pensó en Galasso, pero por razones políticas se decidió por O'Donnell, quien resulta más potable para el poder por eso de los nuevos consensos. 
Al fin y al cabo, es más importante pelear por la distribución actual del ingreso o el reparto de ganancias entre los trabajadores (entre muchas otras cosas) que sobre el papel de Lavalle en Navarro. Por eso me parece necesario divulgar estos breves textos aclaratorios de Norberto Galasso, a quien Pacho, en TN y ante el gesto divertido de Marcelo Bonelli, señaló como "marxista".    




ACLARACIÓN

Dado que se ha producido un cruce de opiniones entre el compañero Facundo Moyano y el periodista Hernán Brienza, donde este último señala que no acepté incorporarme al Instituto Dorrego y que va a publicar mi carta para demostrar que utilizo “los mismos argumentos
que Sarlo y Lanata”, que los he acusado de “fachos retardatarios” y que me hago “la víctima discriminada”, le solicito la publicación de las 2 únicas cartas que envié a ese Instituto (previas a la aparición del decreto) y que permiten dejar todo aclarado.

Cabe solamente agregar que tiempo atrás, Pacho O’Donnell me hizo llegar la información de que se había constituído dicho Instituto, así como los integrantes y los puestos que ocuparían junto a un proyecto de decreto y una diplomatura designada “La Otra Historia Argentina”, darse en la Universidad de las Ciencias Empresariales, por la módica suma de $ 2.500 por un ciclo de 12 clases, y me ofrecía participara como miembro honorario del Instituto.

A ello contesté:


Buenos Aires, 9 de septiembre de 2011

Al  Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e
Iberoamericano "Manuel Dorrego”

He recibido una comunicación del Instituto,  por el cual  se me propone como “Miembro de Honor”. Sin embargo, como en estos momentos estamos constituyendo un Instituto de Estudios históricos, políticos, económicos y sociales, con un grupo de compañeros, que seguramente
mantendrá posiciones distintas a las que sustenta éste, debo agradecer a ustedes la gentileza pero declinar dicho ofrecimiento para evitar confusiones e incompatibilidades en momentos en que la Argentina necesita la mayor claridad posible y no avanzar en equívocos.
Atentamente,
Norberto Galasso

Luego intervino Víctor Ramos y le contesté:


4 de octubre de 2011

Al Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e
Iberoamericano “Manuel Dorrego”

Respuesta al envío de Víctor Ramos

He recibido un correo electrónico en el cual Víctor Ramos lamenta mi rechazo para integrarme como Miembro de Honor en ese Instituto y manifiesta que ello provoca “confusión” y que mis argumentos  son “enigmáticos”.
Para aclarar la decisión tomada, reseño lo siguiente:

-Desde 1997, en el Centro Discépolo, hemos venido formulando la crítica a la Historia Oficial y asimismo hemos tomado distancia del revisionismo nacionalista de derecha desde nuestra línea de los Cuadernos de Indoamérica publicados por “Frente Obrero” y de Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, de Jorge A. Ramos.

-Así publicamos 30 cuadernillos bajo el rótulo “Cuadernos para la Otra Historia”. En base a ellos dimos conferencias, armamos talleres y el 2005 los convertimos en 10 DVD que ha difundido últimamente el periódico “Miradas al Sur”. Alrededor de esta tarea se fueron
nucleando jóvenes que hoy integran el grupo que redacta –desde 2010- “El Cronista del Bicentenario”.

-Asimismo, desde el 2005 publicamos en la editorial de Madres de Plaza de Mayo, 4 tomos de Los Malditos, personajes silenciados o tergiversados por la Historia Oficial.

-De la misma manera, hemos dado cursos en Cancillería, Sindicatos y Agrupaciones populares especialmente en el conurbano.

De todas estas experiencias surge mi compromiso personal, militante, con el grupo de compañeros que ha llevado adelante esta tarea.
Carecería, pues, de sentido, sumarme a otro grupo donde es fácil advertir que no coincidimos en interpretaciones sobre asuntos importantes, como por ejemplo, la Revolución de Mayo, la caracterización de Rosas, Urquiza, Mitre y Sarmiento hasta diferencias políticas respecto al Golpe del 30 o al menemismo que derivan de la influencia liberal-conservadora que pesa sobre algunos integrantes de ese Instituto así como la influencia nacionalista clerical que pesa
sobre otros.

Trabajemos, pues, cada uno por nuestro lado. Por esta razón, señalé en mi declinación al nombramiento, que deberíamos evitar equívocos  para dar la polémica a la Historia Social con posibilidades de éxito. Para esa polémica es necesario, a nuestro juicio, tener en claro que hay
enorme distancia entre saavedrismo y morenismo, entre rosismo y “chachismo-varelismo”, entre uriburismo e irigoyeinismo, entre menemismo y peronismo histórico, entre nacionalismo e izquierda nacional.

Saludo a ustedes atentamente,
Norberto Galasso

De este modo le evito al Instituto la preocupación por publicar estas cartas, las cuales demuestran que no afirmé lo que sostiene Brienza, sino una posición clara y consecuente con las ideas que vengo sosteniendo desde hace largos años.
Escribo estas líneas porque “es lindo informarse”, como sostiene Brienza.

Norberto Galasso

jueves, 1 de diciembre de 2011

¿HACEMOS POLÍTICA CUANDO HACEMOS POLÍTICA?

Los conceptos “activista”, “militante” y “cuadro político” provienen del modelo leninista de partido, compuesto de dirección, organización de cuadros y organización de masas. Su universalización a partir de 1917 no es producto de la influencia ideológica que el leninismo hubiera tenido sobre algunos movimientos políticos opuestos a esa concepción, sino del arrollador éxito que tuvo Lenin para tomar el poder, preservarlo y consolidarlo en la Rusia zarista. Fue ese éxito el que lo convirtió en modelo.
De las tres etapas, la toma del poder es relativamente más sencilla que las siguientes: fue sistematizada por Curzio Malaparte en su Técnica del colpo di Stato (Técnica del golpe de Estado). Malaparte fue uno de los fundadores del partido fascista italiano, fue encarcelado por Mussolini, luego se afilió al PC, dirigió cine en Hollywood durante los ‘50, escribió la novela “La Piel” (también llevada al cine por Liliana Cavani) y finalmente abrazó el catolicismo.
Ese modo de organización se asemeja a un cuerpo de ejército (Napoleón) con generales que conducen, oficiales preparados en las distintas artes militares (artillería, logística, infantería, inteligencia, etc.) y una masa de soldados, donde el objetivo es acceder al poder político así como un ejército ocupa un territorio o toma un objetivo.
Como profesor en la Escuela Superior de Guerra, Juan Domingo Perón utilizó estos (y otros) conocimientos previos del orden civil y militar en el arte de la conducción política, donde la organización adquiere su sentido (su concepción) en cuanto se propone la emancipación del pueblo y la construcción de la Nación en términos de libertad, independencia y soberanía.
La acción que realiza esta tal organización es la acción política, en tanto la política consiste en transformar la realidad.
Esa transformación se expresa en la doctrina –sostiene Perón en “Conducción Política”- entendida como una exposición sintética de grandes líneas de orientación, basada en una teoría.
La acción política, continúa Perón, no puede estar así “librada a la heterogeneidad de las interpretaciones de los hombres...” sino a una formación doctrinaria que explica y enriquece la acción, para lo cual se requiere unidad de concepción (teoría / doctrina) y unidad de acción en la tarea de transformar la realidad. Más adelante, Perón sostiene: “No debemos hacer lo que nos conviene a nosotros sino lo que conviene a todos... y por eso cuando hablo de la moderna conducción, hablo de la necesidad primaria de organizarse para actuar con unidad de concepción que nace de la doctrina y de la común unidad de acción, que nace de la unidad de concepción”. Y luego: “la doctrina se inculca, la teoría se enseña”.
No siempre hacen política los que circulan en los ambientes políticos.
Cuando no existe la voluntad y la decisión de transformar la realidad en términos de felicidad del pueblo y grandeza de la Nación, estamos haciendo política con objetivos puramente personales.




Estos objetivos personales (no peronistas) son variados. A veces consisten en alimentar el narcisismo de los individuos cuando la acción es reemplazada por el comentario o la opinión, conducta propia de diletantes y aficionados que carecen de un conocimiento acabado de la cosa, o que no tienen la voluntad ni interés en cambiar la realidad.
Otro objetivo personal es usar la política como un modo rápido de ascenso social, por el enriquecimiento esperado alrededor de la corrupción que se dice anexa al poder y por la cuota de poder que se puede obtener en determinada institución u organización pública. En este sentido vale recordar que “El peronismo es esencialmente popular. Todo circulo político es antipopular, y por lo tanto, no es peronista” y  “El peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un circulo, o a un caudillo, lo es sólo de nombre”.
La doctrina que se incorpora, se inculca y se defiende; y la teoría que se aprende y luego se enseña, hacen a la formación del militante. Toda formación es útil para el triunfo del Movimiento en tanto y en cuanto sirve a la acción política y no para alimentar objetivos personales, sean los expuestos arriba o cualquier otro.
La formación política en el peronismo consiste en aprender a practicar o utilizar el pensamiento situado, por cuanto la acción política se desarolla en un escenario determinado con unos actores determinados. 
Es decir, se debe aprender a pensar desde otro lugar, la Argentina real, toda vez que en nuestra educación previa hay una cierta alienación, disociación o clivaje provocados por la hegemonía cultural del imperio y el poder concentrado local.
    

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