lunes, 15 de septiembre de 2014

IRON MOUNTAIN, una montaña de sospechas

Parece inconcebible que una empresa creada para defender personas y dinero de ataques nucleares (la mayor catástrofe que haya producido hasta ahora el ingenio humano) tenga una seguidilla de burdos incendios en EEUU, Canadá, Italia y Argentina, producidos siempre en archivos obsoletos incapaces de soportar la seguridad de la propia papelería que custodian, acaso por la acción de cañitas voladoras o un simple fósforo.

No menos sorprendente es que esos incendios se produzcan siempre cuando se están realizando investigaciones oficiales sobre sectores económicos concentrados que casualmente guardan su información en Iron Mountain.
Todo lo muy poco que se sabe sobre el incendio del depósito de Iron Mountain, y el misterio que rodea a la firma con sede en el paraíso fiscal de Luxemburgo y su propietario mayoritario en otro paraíso fiscal, las islas Caimán, ya se ha dicho en una nota esclarecedora  firmada por Tomás Lukin enPágina 12.
La empresa está sospechada de lavado de dinero según denuncia de la AFIP ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal No 12 a cargo del doctor Torres; tiene buenos balances pero no paga impuesto a 
las ganancias, posee 300 empleados pero carece de utilidades, algunos de esos empleados están especializados en seguridad industrial pero los que murieron fueron diez bomberos que intentaban apagar las llamas en una construcción añosa donde extrañamente no se activaron los modernos sistemas automáticos de extinción que existían, al parecer, porque el edificio estaba habilitado por la CABA, y según la tipología codificada por Bomberos, un depósito de papeles es una actividad peligrosa.  
La empresa fue fundada en 1951 y su sede estaba ubicada en una vieja mina de hierro abandonada (de ahi su nombre) y hundida en el fondo de un cerro. Para prevenirse de un ataque nuclear proveniente de la URSS. Plena guerra fría. 
La URSS ya no existe, en cierto modo ahora todos somos capitalistas, pero los arsenales nucleares no sólo están en manos de los EEUU, Rusia, Ucrania, China, Corea, Francia, Gran Bretaña e Israel. Se han diseminado entre países poco confiables y grupos armados que sólo reportan a sí mismos.
Poco tiempo después de la fundación de Iron Mountain, relatan ellos mismos en su página oficial, adquirieron otra calera abandonada con el mismo fin: protección contra ataques nucleares a gran profundidad.
Según un informe periodístico de la BBC, fechado el 13 de julio de 2006, "un gran incendio arrasó un depósito de almacenamiento de papel de seis pisos" en la capital londinense y en el siniestro debieron intervenir "cerca de 100 bomberos".
Además, en el mismo informe, la BBC cita que sólo una semana antes de ese incendió otro establecimiento de Iron Mountain también se había prendido fuego en Ottawa, con miles de cajas de registros en su interior.


Años antes, el 21 de marzo de 1997, el diario estadounidense The New York Times publicó un informe sobre un "misterioso incendio" que destruyó un "depósito de documentos corporativos" en Nueva Jersey, dos días después de otro incendió en un depósito cercano, ambos pertenecientes a Iron Mountain.
El diario citó en el informe a Robert Davidson, jefe de bomberos municipal, quien entonces se declaró "seguro de que el primero de los incendios se había producido intencionalmente" y que era "probable" que el segundo también.
¿Por qué se incendia con tanta facilidad la papelería corporativa? Se sabe que en el depósito quemado en la calle Azara había documentación bancaria ultrasensible. La Procuraduría Adjunta de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) a cargo del doctor Pedro Biscay y la Comisión Nacional de Valores (CNV) están finalizando la investigación sobre la documentación que resultó destruida por las llamas. Los resultados preliminares de ese análisis advierten que durante el siniestro se perdieron cajas con datos claves para investigaciones por presunto lavado de dinero que involucraban a los bancos Patagonia, HSBC, JP Morgan y BNP Paribás.
Según la información periodística “la AFIP emitió cuatro Reportes de Operaciones Sospechosas (sobre Iron Mountain) y se solicitó información a las islas Caimán donde está radicada su propietaria mayoritaria, aunque el territorio británico de ultramar todavía no respondió”.
Ni va a responder, como no respondería Suiza.
Ha habido en las últimas décadas otros incendios sospechosos. Por ejemplo el que en 1994 destruyó los archivos de deudores del Banco Nacional de Desarrollo en la calle 25 de Mayo.
Habría que preguntar por ejemplo al señor Hugo Biolcati, ex presidente de la Sociedad Rural, si pagó la deuda que tenía Magnasco, entonces de su propiedad, con el Banade. No se sabe, porque las constancias desaparecieron comidas por las llamas.
Concluye la nota de Lukin: “¿Cuál es la lógica comercial y financiera que lleva a sostener una empresa que no genera utilidades, aumenta su patrimonio neto, sostiene un numeroso personal y requiere la permanente inyección financiera de un préstamo con origen en paraísos fiscales?”. La denuncia de AFIP está enmarcada bajo la ley 25.246 que en su artículo 21 considera como operaciones sospechosas de lavado de dinero: “aquellas transacciones que de acuerdo con los usos y costumbres de la actividad que se trate, como así también de la experiencia e idoneidad de las personas obligadas a informar, resulten inusuales, sin justificación económica o jurídica o de complejidad inusitada o injustificada, sean realizadas en forma aislada o reiterada”.
Y en su página web: "Iron Mountain, cuyos ingresos en 2010 fueron de 3.130 millones de dólares y que cuenta con la plataforma más amplia destinada a los mercados internacionales, invierte constantemente en sus equipos de profesionales, sus procesos y tecnologías para garantizar un servicio de excelencia... "

Los depósitos de documentación sensible de Iron Mountain son 100% garantizados (con expertise probada en Hiroshima y Nagasaki) contra explosiones atómicas o termonucleares pero no pueden impedir el accionar monstruoso de un módico fósforo Fragata.
 





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