domingo, 28 de julio de 2013

LA HORA DE INTEGRAR


Las PASO serán un buen termómetro de lo que sucederá en las próximas elecciones de octubre.
El FPV tiene grande posibilidades de ganar y retener, en octubre, la mayoría legislativa, pero ojo, no será un triunfo "de taquito".
Aquí debe comprenderse, debemos estar totalmente convencidos, de que será necesario "traspirar la camiseta", patear la calle, militar, convencer. Casa por casa, vecino por vecino. Si bien no se niega el rol que tienen los medios de comunicación masiva, el contacto personal sigue siendo decisivo.
No es necesario ni conviene un triunfo arrollador, como para no asustar al chancho.
Venimos de décadas donde los amplios y variados sectores medios fueron primero disciplinados y luego cooptados por el peor individualismo de la dictadura cívicomilitar primero, del menemismo después, para terminar con "el aburrido" huyendo en helicóptero luego de la flexibilización laboral.
Esos sectores antikirchneristas no registran que la flexibilización, de la que eran sus víctimas, fue derogada por esta administración. Pero conviene recordar que subsisten niveles muy altos de informalidad laboral basados en las nuevas condiciones de la actividad económica por las cuales es necesario negociar continuamente sector por sector para que las empresas más concentradas no elijan mudarse a países con costos laborales menores. Hasta la época terrible de Videla y Martínez de Hoz, Argentina era un país con una desocupación estructural del 6% donde el trabajo en negro era marginal, y en general localizado en "el campo", una realidad ominosa que el "dirigente" entre comillas Momo Venegas se empeñó y empeña en sostener. Por eso es opositor: porque las nuevas leyes del peón rural y de extranjerización de la tierra rural no le convienen, le quitan poder derivado de su relación con los grandes propietarios..
El sector agropecuario tampoco registra que el período anterior donde existían retenciones a los cereales, combinada con una alta tasa de obra pública, fue la dictadura de Onganía con Krieger Vasena en el ministerio de Economía. En esos años no abrían la boca, quizás porque tenían dirigentes más serios y coherentes que Eduardo Buzzi o Alfredo De Ángeli.
El problema del kirchnerismo es estructural a los "populismos" argentinos. Lo padeció el yrigoyenismo y el peronismo: es "la herencia" o sucesión, acaso porque esta es antagónica con la conduccion tal y como existe. Todos lo saben pero prefieren callarlo o decirlo en voz baja, como lo hace ahora quien esto escribe.
Como sucedió con el mejor Perón, es difícil o acaso imposible encontrar un dirigente capaz de hacer sombra a Cristina, una auténtica joya política a quien el término "carismático" le queda muy estrecho. Algunos podrán criticar su estilo, pero nadie duda que conduce.
Recordemos, por ejemplo, el baño de sangre que provocó Montoneros cuando imaginó que podía quitarle el liderazgo a Perón. Y pensar que todavía existen algunos tontos que siguen sosteniendo que esa orga era el sujeto político de cambio en los 70, con lo cual Perón entraba automáticamente en la categoría de enemigo del pueblo.
Lo incomprensible de la conducción es que el kirchnerismo no es un partido político ni pretende serlo, sino un movimiento nacional en construcción, algo que escapa a la comprensión de las mentes entrenadas históricamente en un eurocentrismo que ahora, viendo lo que sucede en el hemisferio norte, moderno e industrializado, realmente dan pena.
¿Acaso los europeos llegaron a entender al peronismo? Jamás, porque ellos habían hecho sus revoluciones burguesas en los siglos anteriores. Y con esto no quiero decir que el peronismo, o el kirchnerismo, hayan sido o se propusieran ser "movimientos burgueses", pensando a la Argentina desde Europa.
La cuestión en Argentina comenzó con Mitre, y no con Roca como sostiene Bayer. Mitre organizó la república limitada a los comerciantes importadores-exportadores del puerto de Buenos Aires. En nombre del Progreso, Roca nacionalizó a la oligarquía dominante e introdujo al país en la división internacional del trabajo reservándonos el papel de país productor de materias primas. El granero del mundo.
En ese contexto, Yrigoyen integró a los sectores medios y Perón integró a las grandes masas del interior, los cabecitas negras. 
Esta es también una época de integración. 








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