viernes, 8 de febrero de 2013

Rajoy, la regla que confirma la regla


El equipo de Rajoy cobró sobresueldos en negro con fondos estatales, es decir públicos, en un momento en el que todo el gasto estatal español baja estrepitosamente. Baja el gasto en educación, en trabajo y en salud.
Seis millones de desocupados.
No nos puede asombrar.
Sea cual fuere el argumento, eufemismo o subterfugio que se emplee, las razones por las que el equipo de Rajoy cobró sobresueldos (y lo seguirá haciendo, con mayor cuidado, pero lo seguirá haciendo) son estas:

1) los salarios estatales son bajos, incluso en el área del euro, en relación con lo que se recibirían en la actividad privada, sobre todo en la financiera.
2) en la actividad privada, además de salarios, se cobran  beneficios y bonificaciones en negro, informales, no declaradas, porque ninguna gran empresa cometería la torpeza de tener todas sus finanzas en blanco, incluso o sobre todo en los ordenados países centrales.
3) Siendo así, los funcionarios de Rajoy, todos ellos anteriormente ejecutivos privados, ¿no tienen derecho a mantener el nivel de sus remuneraciones privadas sin vergonzosos descuentos públicos?

Aquí pasó lo mismo en distintas oportunidades. 
Antes de la crisis de EEUU primero y los periféricos del euro después, cuando en Europa no se conseguía.
En los ’90, un alto ejecutivo de Bunge & Born (una cerealera multinacional argentina que hoy tiene su sede en un paraíso fiscal, y a la que también reportaba el dirigente ultrarevolucionario y ultracharlatán Julio Bárbaro) llamado Ángel Perversi llegó a la función pública (Anses y Pami) con el mismo objetivo que enarbola hoy la banda de Rajoy: “tenemos derecho a cobrar lo mismo, y lo vamos a lograr de cualquier manera”.
Menem lo echó rápidamente porque Perversi era demasiado explícito para su gusto: entre tanto salariazo y revolución productiva en el país más exitoso de la Tierra, alguien que reconociera una verdad tan sencilla como esa era potencialmente peligroso.
Después de Bunge & Born, después de la corta actividad pública, Perversi saltó al Exxel Group, un grupo empresario de características mafiosas dirigido entonces por un tal Juan Navarro.
Nada nos asombra: son lo mismo de siempre, pero se disfrazan según la ocasión.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Héroes y villanos en el Bicentenario



Aunque las agendas mediáticas parecen obligarnos a discutir el ataque contra Kiciloff en el Buquebus o las actitudes insólitas del director Campanella, nosotros preferimos seguir con el Bicentenario.
Se han celebrado, hasta ahora, los respectivos aniversarios de la Asamblea del Año XIII y del combate de San Lorenzo, dos hitos, según se mire, de la historiografía oficial mitrista o de la Independencia.
En la primera se omite señalar, se oculta o se minimiza que, a esa altura, la de la Asamblea de 1813, la corriente independentista, excluido Artigas con sus representantes, se estaba encerrando en sí misma para, en  poco tiempo, acabar derrotada con Bernardino González Rivadavia, más conocido sin el González.

Respecto del combate, se lo recuerda con un San Martín alto y rubio, excluido de su origen americano y (con un término que hoy suena discriminatorio) bastardo; también se oculta la historial real de Juancito Sosa. 
Y ocultando o minimizando que si fue el único enfrentamiento armado que protagonizó en estas tierras, es porque comprendió tempranamente, San Martín, que había que acabar con el núcleo duro del poder español en el Perú, solucionado lo cual los comerciantes del puerto de la Santísima Trinidad, también conocido como Buenos Ayres, terminarían cayendo en la volteada según el célebre castillo de naipes.
Pero no solo eso: en las alternativas del breve combate, un sargento que no era sargento sino soldado raso y presumiblemente ni siquiera se llamaba Cabral, dice Mitre que gritó, para los libros escolares y la circunspección del diario La Nación “Muero contento, hemos batido al enemigo” en castellano académico, cuando lo más probable es que al caer herido exclamara algo así como “hijos de una gran puta” y en guaraní.
Mitre, el pomposo, inventó un relato literario de la Argentina donde una y otra vez devolvía a la ciudad de Buenos Ayres “las legiones intactas” o “casi intactas” cuando la realidad marcaba lo contrario; y prometía "En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en tres meses en la Asunción” cuando en realidad fue eyectado por los brasileños del mando de las tropas de la Triple Alianza luego del desastre sin atenuantes de Curupaytí, y la guerra no duró 3 meses sino 5 largos años.

En el combate de San Lorenzo también se destacó el alférez Hipólito Bouchard, de origen francés pero a esa altura, en febrero de 1813, con carta de ciudadanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata. 
Poco después, Bouchard, junto con el irlandés Guillermo Brown, incursionó por el Pacífico Norte apoderándose de la capital de California, todavía española. Pero Mitre minimizaba u ocultaba lo que tuviera aroma francés y napoleónico tanto como ensalzaba la inglesidad, lo que me recuerda a un personaje literario, un bóer que se sentía inglés de pura cepa luego de que se le trasplantara el corazón de un británico fallecido.
La inglesidad de Mitre se percibe claramente cuando eleva a la categoría de héroes nacionales a tres ingleses que en realidad fueron absolutamente fieles a Su Majestad Británica (SMB).
Me refiero a  Lord Thomas Cochcrane, sir Home Popham y sir Charles Hotham.

El filibustero Cochcrane, décimo conde de Dundonald, transportó al ejército libertador desde Chile a Lima en el momento más peligroso de la campaña sanmartiniana y cobró, Cochrane, una importante suma en metálico por sus servicios. La prueba flagrante de su fidelidad a la Corona es que sus restos descansan en un mausoleo de la muy exclusiva Abadía de Westminster, en el propio altar, lugar reservado para los héroes británicos.

El almirante Sir Home Popham, caballero de la Orden del Baño, fue un aventurero protagonista de las Invasiones inglesas como responsable del control militar de Buenos Ayres. La invasión, recordemos, estaba a cargo del luego degradado Guillermo Carr Beresford. Fracasado el intento, Popham volvió a ensayar el modelo de la invasión militar-comercial en todo el ancho mundo colonial de aquel entonces. Eran los años en que, con la Royal Navy, Inglaterra “gobernaba sobre las olas” de todos los océanos.

El tercer héroe mitrista británico es Sir Charles Hotham, quien durante toda su vida luchó por la libre navegación de los ríos, obteniendo la del Paraná como concesión a los comerciantes ingleses luego de caído Rosas, mediante un acuerdo que firmara Hotham junto a Urquiza.
En el Bicentenario hubo héroes y villanos, pero hay miradas que no coinciden ni pueden coincidir nunca. 

martes, 5 de febrero de 2013

Lo escrito del otro lado es falso

Si “la verdad no existe”, como sostuvo recientemente J. Pablo Feinmann, los últimos títulos de este blog: “Rajoy miente”, “La mentira de la locomotora descarrilada” y “La mentira, una tradición argentina” son paupérrimos en términos de sinonimia pero también están algo desenfocados en cuanto a la realidad actual, por cuanto si toda verdad es relativa (uno de los varios significados de la afirmación) o contingente (otra), también la mentira lo es. 
Y no me refiero a la exageración, que se parece bastante a una mentira relativizada, sino a una auténtica, dura y total falacia.
No sabemos si Feinmann se refirió a la verdad o a la Verdad, a la manera francesa. No olvidemos tampoco que Napoleón Buonaparte (tal la grafía original del apellido, sin olvidar que en el dialecto corso, Napoleón es Nabuliune, es decir, León del Desierto) inauguró oficialmente el uso simbólico de mayúsculas para subrayar el reconocimiento oficial, más importante que el social, de ciertas jerarquías oficialmente reconocidas por él, Napoleón. El mundo está loco, loco, loco.
Podríamos hablar entonces de Verdad y verdades.
De todos modos, Clarín y La Nación informaron que la locomotora descarrilada en Plaza Once pertenecía al ex-Sarmiento cuando en verdad era de Ferrobaires. ¿Lo ocultaron, olvidaron mencionarlo o directamente mintieron?
Clarín y La Nación se niegan a reconocer la corrupción del gobierno de Rajoy, escondiéndola detrás de varios eufemismos, es decir, mentiras políticamente correctas.
Clarín y La Nación recurren a opiniones de italianos para titular que la mentira es una inveterada costumbre argentina sin opinar, por ejemplo, sobre los excéntricos ocultamientos, exageraciones y embustes del Cavaliere Berlusconi, para no mencionar a Mussolini.
Quizás se refieran, Clarín y La Nación, a cuando Argentina, allá por 1998 o 2000, era el país más exitoso de la tierra o acaso del universo todo.
Las brujas no existen, pero que las hay, las hay. 
Y las mentiras también.
Es decir, en términos relativos, esas verdades son POR LO MENOS MIS VERDADES, y sospecho de algunos otros, ...igual que la calandria que azota el vendaval, y traigo mil canciones como leñita fresca...

Rajoy miente

Retrocediendo centímetro a centímetro desde la negativa cerrada a la admisión parcial, que previsiblemente acabará en un total reconocimiento, los diarios Clarín y La Nación protegen a Rajoy, al PP y a la actual política de despidos, desocupación masiva, reducción del gasto público y caída de la producción. 
Protegen, ocultan, disfrazan o minimizan semejantes consecuencias, como si fueran el colofón natural, el precio de seguir perteneciendo al Primer Mundo.  
El primer ministro Rajoy declaró textualmente: El asunto se está estudiando. Tengo que reiterar que todo lo que se refiere a mí y a los compañeros del partido no es cierto, salvo alguna cosa que es la que han publicado los medios de comunicación”.
O sea, todo aquello que NO ES CIERTO, ES CIERTO.
Es como ese juego en el que tenemos una hoja escrita en ambos lados, anverso y reverso, con esta frase: "Lo escrito del otro lado es falso"
O en otros términos, Rajoy miente y los mencionados diarios Clarín y La Nación suben títulos falaces, defendiendo al PP, defendiendo la pertinencia de cobrar tales sobresueldos ilegales, y defendiendo a Rajoy, que miente descaradamente.

lunes, 4 de febrero de 2013

La mentira, una tradición argentina


Feos, sucios y malos

El título de La Nación de hoy es: EN ITALIA DESTACAN QUE LA MENTIRA ES UNA TRADICIÓN ARGENTINA.
El diario La Nación conoce bien de mentiras y tradiciones, de unas y otras sin excepción, porque ha sido dueña, por décadas, de la tradición como mentira y de la mentira como tradición.
¿Pero justamente desde Italia?


Firmada por Elisabetta Piqué, la misma que dos meses atrás, y trabajando para TN, auguraba la pronta entrega de la fragata Libertad a un fondo-buitre porque "se debían honrar las deudas", la nota de La Nación se refiere a Argentina,pero parece opinar sobre ellos, los italianos, cuando se refiere a un largo historial de exageraciones, omisiones y bolazos (que) parecen siempre un asunto de Estado.

¿Los italianos, reyes sin rival de las exageraciones, las omisiones y los bolazos tomados como razón de Estado, pretenden señalarnos a nosotros, los argentinos, como dueños de un largo historial de exageraciones, omisiones y bolazos (que) parecen siempre un asunto de Estado?






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