viernes, 4 de julio de 2014

También la OEA



Este es uno de esos momentos excepcionales en el que se verá si un gobierno y su pueblo tienen destino de nación o de colonia.
Algo similar ocurría cuando, en los primeros '40, el gobierno de EEUU presionaba a Argentina para que cambiara su política de neutralidad en la guerra contra el Eje de Alemania-Italia-Japón. La presión no fue sólo verbal: hubo continuas amenazas de embargo e intervención militar, obstáculos a las exportaciones, dumping, campañas de prensa, coacción diplomática, falsas denuncias (como El Libro Azul), etc. 
El secretario de estado de EEUU Cordel Hull mantuvo incólume su encono contra nuestro país durante sus 11 años (1933-1944) en funciones oficiales. Thomas Griesa parece el Cordel Hull del siglo XXI.
Un Roosevelt republicano (Teddy) había creado la “política del garrote” a principios del siglo XX. Otro Roosevelt demócrata (Franklin D.) la convirtió en “política del buen vecino” durante el ascenso, apogeo y caída estrepitosa de Hitler. En ambas se había puesto en práctica la versión de la doctrina Monroe que más convenía a los intereses norteamericanos del momento. 
La del "buen vecino" significaba usar el reconocimiento diplomático de Washington siempre y cuando los países de América del Sur fueran obedientes a EEUU. El primer Roosevelt , en canbio, aplicaba un emético: bombardear con la flota a todo país díscolo, invadirlo y colocar un virrey en la casa de gobierno con protección de los marines.
Argentina tenía y tiene particularidades que la hacen competir con EEUU: su territorio, apto para cereales y cría, es similar al de las praderas  del Medio Oeste en la oferta de trigo y carnes. Pero la aristocracia local, dueña de la tierra, prefería seguir siendo aliada del Reino Unido, su principal comprador. Estaba vigente el pacto Roca-Runciman.
Por eso, si eran anti norteamericanos durante la década infame, no eran menos pro-británicos. 
Al producirse la revolución de junio del ’43, el enfrentamiento se profundizó aunque por razones muy diferentes: ahora, el país dejaba de ser “buen vecino” de EEUU si intentaba un desarrollo industrial autónomo. La condición necesaria para congraciarse con Washington consistía en seguir siendo proveedor de materias primas, fueran éstas caña de azúcar, cacao, trigo, carne o minerales porque en caso contrario, la política de sustitución de importaciones competía con la libre introducción de bienes de la industria norteamericana y eso era intolerable para Washington.   
Esta no es, de todas maneras, una historia de la intervención de EEUU en su patio trasero. Para los interesados en el tema, ver http://patria-o-colonia.blogspot.com.ar/2013/03/historia-de-la-intervencion-de-eeuu-en.html

En el ’43 se acusaba de “filonazi” al gobierno surgido de la revolución de junio; hoy se le atribuye no haber hecho los deberes según las recetas neoliberales que llevaron al país al 2001, al default, a una deuda externa impagable y a cifras inéditas de pobreza y exclusión, una suerte de “filoestatismo” en una época en la que las corporaciones multinacionales superan el poder de los Estados, como lo revelan las declaraciones de Obama sobre el conflicto de fondos-buitre y las decisiones de su Corte Suprema, independiente del poder político pero no del poder fáctico que busca otorgar sentido universal. Paralelamente se verifica la paulatina quiebra del Estado de Bienestar en Europa y la lenta declinación del Imperio.
En el conflicto con el juez Griesa ya se han pronunciado a favor de nuestro país el G77+China, Rusia, Unasur, la Cepal, el Brics, la OEA.
Y el Vaticano, que cumplirá un papel central en la negociación.
La oposición ha declamado su alineamiento con el gobierno. Declamado, porque la verdadera oposición son los medios concentrados.
La diputada privatizada representante del NML Laura Alonso, por ejemplo, no puede ocultar su gozo por el entuerto y el resultado que imagina: la Argentina de rodillas.
También se esperan los demorados pronunciamientos de la Corte Suprema; y de las Cámaras de Diputados y Senadores: los tres poderes del Estado deberían pronunciarse, habida cuenta de que este es un contencioso entre un juez de condado (así lo calificó el diputado -FPV Mendoza- Guillermo Carmona) y un Estado soberano.
 

Debemos separar cuidadosamente la posición asumida de la relación de fuerzas en lo internacional, porque es bueno ser pragmático, pero es mejor tener un objetivo. Y este Gobierno ha demostrado tenerlo. 
Por eso el apoyo de la OEA interesa, aunque en los hechos sea un organismo anquilosado y sujeto a los vaivenes de la política internacional.
Tan anquilosado que su Secretario Insulsa aseguró recientemente la falta de fondos para seguir actuando, aunque se sabe que está financiada mayoritariamente por EEUU: el aporte societario está definido por PBI y número de habitantes, pero Washington los retacea al advertir que América del Sur se decide por la Celac, Unasur, etc.

El capitalismo sin reglas ha traspasado sus propios límites. Lo que preocupa es que Argentina quiera ser tomada nuevamente como caso testigo de algún experimento mundial, y que el pueblo sufra las consecuencias. 
No se entiende qué significa realmente un Nuevo Orden Internacional, pero lo cierto es que la organización institucional actual, producto del fin de la segunda guerra y de la llamada Guerra Fría, ha entrado en crisis. Por ejemplo, si el FMI fue creado para estabilizar las balanzas de pago del área dólar, el fin de la convertibilidad decretado por Nixon y la avalancha de petrodólares lo hirieron de muerte. Pero sobrevive, y hasta pudo aplaudir calurosamente las políticas desreguladoras de Menem-Cavallo.

El artículo 15 de la Carta de la OEA (Bogotá, 1948) estipula:
Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir, directa o indirectamente, por ninguna razón, en las cuestiones internas o externas de cualquier otro Estado. El principio precedente no solo prohibe la fuerza armada, sino cualquier otra forma de interferencia o amenaza intentada contra el Estado o contra sus elementos políticos, económicos y culturales.

El artículo 16 de la Carta establece:
Ningún Estado puede usar o incitar al uso de medidas coercitivas de carácter económico o político con el objeto de forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de él ventajas de cualquier tipo.
El juez Griesa es el Estado de EEUU. Los fondos-buitre pretenden una ventaja ante el 93% de los holdsin. La posibilidad de desatar un default, arrastrando a otros países endeudados como Perú, Panamá, Congo, etc., es una interferencia contra una política legítima del Estado. ¿Por qué se cedió con la deuda de Bélgica?
No obsatante Obama en la Casa Blanca, la OEA sigue siendo la oficina colonial de EEUU para "las Americas". La Doctrina Monroe sigue vigente, hoy en "la versión Griesa".

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