viernes, 19 de junio de 2015

KIRCHNERISMO Y CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO HISTÓRICO DE CAMBIO. SCIOLI O RANDAZZO, ESA NO ES LA CUESTIÓN.



Queda claro que la lucha política está planteada entre la posibilidad de consolidar un proyecto nacional y popular o continuar con la Argentina neocolonial representada hoy con unos personajes opacos y mediocres.
Con la elección de la fórmula Scioli-Zanini, primero está la Patria. Sé que esta opinión ha despertado todo tipo de críticas a derecha e izquierda.
Es preferible tener a Scioli adentro porque en esta época de despolitización e influencia mediática, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires encabeza un fenómeno de difícil explicación pero que está a la vista: tiene un envidiable poder de movilización y ese es acaso su principal capital político sin quedar enteramente clara su explicación. Pero las discusiones respecto de Randazzo son cosa de militantes. Además, insisto en afirmar que se exageraba las cualidades de Randazzo. Otros precandidatos quedaron atrás. Urribarri se había apresurado a marcar su absoluta fidelidad a la etapa nacional y popular. Pero, sin restarle mérito, su provincia ha acompañado firmemente el modelo productor de celulosa de UPM-Botnia en Uruguay mediante extensas plantaciones de coníferas en lugar de recurrir a la industrialización sustitutiva de importaciones.   
La política (cuando no es testimonial) siempre busca triunfar. Los candidatos testimoniales de la izquierda no lo dicen pero se consideran superiores al resto de los argentinos porque son dueños de la teoría revolucionaria. Los candidatos de la derecha, por su parte, en esta época andan como turcos en la neblina porque se saben perdedores. Ayer lo reconocía Nelson Castro refiriéndose a Macri, el representante balbuceante de los grupos concentrados.

Por otra parte, el kirchnerismo no es la superación del peronismo. Por lo contrario, es el peronismo del siglo XXI. Buena lectora de la historia, Cristina busca no caer como Perón. Ha tomado nota de que las fuerzas armadas ya no son la vanguardia de la reacción gorila, sino que ésta ha sido reemplazada por la manipulación mediática globalizada, que opera insidiosamente sobre la opinión de las personas y construye sentido común. Agustín Rossi (uno de los mejores cuadros con que cuenta el kirchnerismo) está haciendo una excelente labor en Defensa y en las fuerzas armadas, enfocadas ahora en la defensa de la soberanía como antes en la seguridad interior asociada a la estrategia de EEUU.
Por otra parte, son incomparables los estilos de conducción de uno y otro, Perón y Cristina.
Son distintas sus historias personales, su lenguaje, sus gestos, y distinto también es el pueblo sobre el que operan. Pero no podemos detenernos en el estilo, que es una visión superficial de la cuestión.
Los enemigos son otros y a la vez son los mismos y enfrentarlos ahora es mucho más complejo que en 1950.
La elección de Zanini, por su parte, es sorprendente y bienvenida. No importa aquí, y no importa en absoluto, su pasado en Vanguardia Comunista. También Beatriz Sarlo tiene un pasado parecido, escribe en La Nación y es una pérfida enemiga del kirchnerismo. Y pasaron por el camino chino Juan Gelman, Ismael y David Viñas, el director de la biblioteca Nacional Horacio González y muchos otros intelectuales que frecuentaban los bares de la avenida Corrientes. Perón había aplaudido a Mao Tse Tung en una exposición industrial en 1973.
Durante su primer gobierno había elegido como compañero de fórmula a un radical como Hortensio Quijano, convocó a los hombres de Forja y alteró totalmente el panorama sindical existente hasta 1945, que marchaba a repetir la fórmula de sindicatos unidos por intereses globales o extranjeros. Que es precisamente lo que revivió la decisión e la Corte Suprema cuando autorizó la existencia de varias centrales sindicales. Por supuesto, el movimiento obrero de 2005 no era el mismo de 1950.
Esos años juveniles, de los que formó parte Zanini, bien pueden ser tomados como errores, de esos errores que están muy bien explicados en el tema musical “Pecados de Juventud” interpretado por Raúl Carnotta. Errores donde fuimos arrastrados por la ola universal de moda entre muchos jóvenes: la lucha armada.

Con la ilusión como fusil
entra el chango a la vida
buscando dónde echar raíz
de su joven semilla
tan sólo encuentra la oquedad
enfrentada a la prisa.

Pecado de juventud
no comprender el cansancio
y andar buscando la luz
al costado de lo rancio,

Con la esperanza de cambiar
el destino, camina.

Pecado de juventud
no imaginar las traiciones
y jugarse a cara o cruz
porque le sobran cojones.

Con la ilusión como fusil
entra el chango a la vida.

Trabajo que es la dignidad
del hombre va mermando
y así la solidaridad
de a poco van matando.
Sobran traidores, falta fe
y el pueblo aquí esperando.

Pecado de juventud
rechazar la hipocresía
y cuerpear el impudor
de tanta frase vacía.

Con esperanza de cambiar
el destino camina.

Pecado de juventud
del hambre mal aprendido
la impaciencia y el candor
promesas de nunca olvido.

Perón no estaba dispuesto a compartir la conducción con Firmenich, Perdía, etc., cuyos únicos antecedentes políticos se habían reducido a unos cuantos ataques a comisarías y algún ejecución, y cuyo poder de movilización podía explicarse por esa necesidad de cambio urgente que los sectores más marginados de la sociedad habían asumido. Intentó que esa juventud se fuera adiestrando políticamente, acompañando. Pero la conducción de Montoneros pretendía compartir la conducción estratégica porque suponía que tenía suficientes laureles.
Por otra parte, nosotros crecimos en un mundo bipolar marcado por un Otro (un enemigo, si se quiere) definido: el Oso soviético. Y esta juventud está creciendo en un mundo multipolar, con un Imperio que se resquebraja y un enemigo gelatinoso, deslocalizado que aparentemente se llama ISIS. Es sintomático que el terrorismo haya aparecido no bien se derrumbó la Unión Soviética y que esté tan deslocalizado como la producción industrial de las corporaciones.
Es decir, el Imperio inventó a su enemigo. La primera movida (Bush Jr.) fue la fábula mediática de las armas de destrucción masiva ocultas en Irak (2003) para obtener el apoderamiento privado de los yacimientos de petróleo y el descuartizamiento de ese país en tres o cuatro territorios neocoloniales de propiedad de las corporaciones. No es casual que allí mismo haya aparecido ISIS.
Como bien ha marcado Cristina Kirchner, América del Sur es un territorio de paz, alejado, en la medida en que puede, de esos enfrentamientos. No lo puede hacer del todo: se ataca políticamente a Venezuela porque es un gran proveedor de petróleo para el mercado norteamericano. Y los EEUU necesitan asegurarse su provisión futura, cualquiera sea el sector que gobierne a ese país.
En términos de esta época, toda política internacional independiente significa luchar por la independencia en un mundo interdependiente, como pudo prever Perón tras su retorno al país. Y no es que hable nostálgicamente: solo deseo establecer puntos de continuidad. Porque si de alguna continuidad se puede hablar, esa es la de Néstor con Cristina y Perón.


jueves, 18 de junio de 2015

KIRCHNERISMO Y CONSTRUCCION DEL SUJETO HISTÓRICO DE CAMBIO (2)



Quiero continuar esta serie de notas respecto de la construcción del sujeto histórico de cambio con un comentario marginal. Soy oyente habitual de un divertido programa que va por la radio Nacional AM 870 todas las tardes. “Todos en cuero”.
En ese espacio se hace una aguda satirización de Eduardo Aliverti quien, según veo, como periodista de Página 12, escritor y analista político tiene una excelente voz de barítono
Ayer hice una pregunta por teléfono y me dejó perplejo la unanimidad con que el conductor y el comentarista político respondieron con un NO rotundo, derivado –creo yo- del desconocimiento histórico de los tiempos de Perón y lo que le siguió, desconocimiento que ya había escuchado anteriormente: sin ir más lejos, cuando se recordaron los 60 años el vil bombardeo gorila a Plaza de Mayo por parte de aviones de la marina y la aeronáutica.
Mi pregunta, que era también una toma de posición fue la siguiente: “¿Ustedes creen que así como solía decirse que el movimiento obrero organizado era o fue la columna vertebral del peronismo, puede decirse que el peronismo es hoy la columna vertebral del kirchnerismo?”.
La respuesta se fundó en la variedad de aliados que confluyen en este gobierno a diferencia del peronismo. 
Quienes creen que el movimiento obrero era un bloque en los años 50, se equivoca. La prueba es lo que sucedió después, durante la llamada Resistencia Peronista, no obstante lo cual Perón insistía en su definición  estratégica. Algunos gremios colaboraron con la Revolución Fusiladora, otros se mantuvieron en una posición neutral, y fueron muy pocos los que se enfrentaron. Antes bien, debería decirse que ninguno se opuso orgánicamente con los gobiernos proscriptivos que siguieron a la caída de Perón, según la propia naturaleza del sindicalismo.
De algunos surgieron militantes aislados que actuaron más o menos anárquicamente oponiéndose a la proscripción y la paulatina desaparición de las conquistas sociales, cuando no de la represión estatal.
Hubo incluso un grupo de gremios stalinistas que conformó el MUCS antiperonista.
La respuesta negativa de Jorge Halperin y Carlos Barragán a mi interrogante fue sonora y rotunda. El kirchnerismo es mucho más que el peronismo, dijeron.
Extraño, porque nuestra presidenta se define como peronista (lo es), y amplios sectores medios se le oponen. Como a Perón, por razones similares y diferentes. Ayer eran los cabecitas negras, hoy los “consumidores de impuestos”. Las decisiones políticas son respuesta a sociedades diferentes: en gran medida, la realidad que deben afrontar los Kirchner es mucho más compleja porque la sociedad está más fragmentada, el mundo ya no es bipolar, los “fierros” son la manipulación mediática y se han acabado los llamados “grandes relatos”.
Sin embargo, al día siguiente, la decisión de Cristina de señalar la fórmula Scioli-Zannini vino a darme la razón elípticamente.
Se estaba presentando a Florencio Randazzo como una especie de Néstor resucitado, un representante genuino de la militancia que en los ’70 había abandonado la Plaza de Mayo luego de que un Perón enojadísimo los llamara “imberbes” etc. Un hecho –éste- que puedo asociar con la reacción dolida –y potencialmente mortal- de Néstor Kirchner ante el asesinato de Mariano Ferreyra por parte de una patota sindical.

No me retiré de la Plaza ese día aciago. De inmediato, Montoneros tomó algunas decisiones equivocadísimas: pasó a la clandestinidad, comenzó a atacar duramente a José Ber Gelbard, ministro de Economía designado expresamente por el propio Perón e inició el período de las contraofensivas donde sus militantes caían como moscas mientras la conducción, disfrazada de soldaditos, marchaba victoriosa por Nicaragua. En esa época, Firmenich filmaba ese bodrio titulado “Venceremos”, dirigido por el Tata Cedrón, donde se autodefinía como la vanguardia del movimiento peronista enfrentado a la dictadura. Sabemos bien que fue Saúl Ubaldini el que, tras la consigna de “Paz, Pan y Trabajo” movilizó por primera vez al peronismo. Los cerveceros debían mucho a Perón: en 1950 el peronismo había disuelto el grupo Bemberg, dueño de todas las cervecerías del país, y en 1953 se lo entregó al sindicato, hecho que fue inmediatamente dejado sin efecto por Aramburu.
Quizás Firmenich no se había enterado por un error de origen: la lucha peronista no se había iniciado con el ajusticiamiento de Aramburu sino inmediatamente después de la caída de Perón en 1955.
Perón, estimo, desconfiaba de los verdaderos fines y orígenes de la organización Montoneros. Esa opinión me la trasmitieron compañeros de la juventud que lo entrevistaron en dos o tres oportunidades. De todos modos, y a pesar de su salud quebrantada y sus 81 años, el Líder mantuvo a raya como pudo a los asesinos de la triple A, demonios que quedaron liberados tras su muerte. Hablé en varias oportunidades con un oficial Segura que había descubierto fuera de tiempo y casualmente las reuniones de los integrantes de las AAA, por lo cual fue asesinado presuntamente luego de que no se abriera su paracaídas sobre el Lago San Roque en Córdoba.

Digo y repito que a pesar de las numerosas víctimas que dejó la represión ilegal, Perón, y no Montoneros, fue en su época el sujeto histórico de cambio. Había construido su legitimidad desde las conquistas sociales de 1945 y sus dieciocho años de exilio. En 1973 proponía alcanzar la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, la defensa del medio ambiente, contruir una cultura nacional, una mirada situada nacional en el ámbito univeritario y la reconstrucción de la Patria Grande bolivariana.
De paso, no es cierto que Evita produjera el 17 de octubre de 1945. Como Galasso, considero que “el evitismo es la forma superior del gorilismo”.
Hoy ese sujeto de cambio social es Cristina –y ayer Néstor- comenzando un nuevo ciclo de creciente democracia real. 
Creo que contra toda opinión políticamente correcta, fueron los errores tremendos de la cúpula de Montoneros los responsables de la instauración del Estado terrorista y los 30 mil desaparecidos. Nosotros, los que coreábamos por la patria socialista, despreciábamos datos de la realidad tales como: Nixon había abandonado la convertibilidad del dólar (16 por onza de oro); Salvador Allende caería a sangre y fuego, inaugurando Pinochet la primera dictadura de los Chicago Boys en el mundo; Argentina quedará rápidamente rodeada por dictaduras de derecha en América: Banzer, Pinochet, Garrastazú Medici, Morales Bermúdez, Stroessner, etc.; inundarán todo el mundo los petrodólares y los préstamos baratos; el barril de petróleo pasará de 3 a 10 dólares.
En una historia contrafáctica, el triunfo de la “patria socialista” por la que luchábamos hubiera provocado 60 a 100 mil muertos, porque ¿qué socialismo en sus varias versiones hubiera triunfado? Ya sabemos lo que sucedió con la Guerra Civil Española, y a costa de qué. Y lo que ocurrió con el stalinismo, en las luchas internas en la ex-Checoslovaquia y la ex-Yugoslavia, en Hungría, en Polonia, en Rumania, en Egipto.
De modo que: sigamos apoyando a la tercera tiranía, el sujeto histórico de cambio en Argentina. Y pongamos el ojo sobre la utilización y propiedad de los bienes simbólicos y materiales de nuestro país.
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miércoles, 17 de junio de 2015

KIRCHNERISMO Y CONSTRUCCION DEL SUJETO HISTÓRICO DE CAMBIO (1)



 Dicen que soplar no es hacer botellas. Y Cristina brindó una pista sobre el sujeto histórico de cambio al final de su discurso del lunes 13 de junio recordando a Néstor Kirchner. Cuando se le advirtió en 2003 sobre el exiguo porcentaje electoral obtenido enfrentando a Menem, él respondió con su espontánea jovialidad: “quedate tranquilo que voy a ir construyendo legitimidad”.
Y cumplió su palabra.
O para decirlo en palabras de Marianito Grondona: una misma línea histórica, Rosas, Perón, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

Sabemos, inversamente, que tipo de democracia pretende congelar el conservadurismo local: es siempre una democracia restringida, apolítica, formal, “para la gente” como María Eugenia Vidal o el propio Macri: caras de boludos y boludas que sostienen algo y lo contrario con minutos de diferencia, capaces incluso de generar compasión en silla de ruedas simulando dolencias irreversibles y crónicas cuando todos sabemos que la Michetti puede caminar pero se niega a hacerlo frente a las cámaras.
Si vos, gente, estás en todo, no estás en ningún lado.
Tanto falsa apoliticidad simulan que se animan sin sonrojarse a presentar, como en Santa Fe, a un candidato homofóbico e impresentable que durante veinte años se dedicó a hacer comicidad de baja estofa vinculada siempre con las nalgas femeninas y las emisiones intestinales. El cenit de su actividad actual es saltar como un chimpancé.
Y tienen, o buscan en cada provincia, otros candidatos “que no vengan de la política” como si ésta, la política, fuera detestable cuando ellos la vienen haciendo desde Bernardino Rivadavia y Bartolomé Mitre.
Seguramente tiene que ver conque hace ya 25 años que un hegeliano como Francis Fukuyama decretó “el fin de la historia” y ese tópico se ha incorporado a la ideología dominante en un proceso global donde las concepciones de las burguesías “nacionales” europeas aliadas al Imperio pretenden expandirse a todo el globo, por las buenas o por las malas, negando la existencia de un Otro.
Por eso suele decirse que el peronismo, como otros populismos, no es comprendido por los europeos.
Hay que decir, es cierto, que la aparición de una burguesía nacional en Argentina ha sido el karma del peronismo, aunque algunas cuestiones nos pueden orientar cuando Perón sostenía que prefería no derramar sangre: todo en su medida y armoniosamente en reemplazo de revoluciones cruentas como las que se produjeron en los países centrales.
Porque la constitución originaria de las Naciones a cuyo frente se pusieron las respectivas burguesías en Europa, constituyendo esas naciones, produjo mucho sufrimiento y mucha sangre que los europeos de hoy están muy dispuestos a olvidar o directamente olvidaron/nunca se enteraron.
Hasta ese momento (más o menos a principios del siglo XIX) no existía el concepto de nación como lo conocemos hoy, así como el término “revolución” sólo tenía un significado físico-astronómico.
La imposición del régimen burgués como sucesor del antiguo régimen nobiliario en Europa significó no solo numerosas guerras sino también, para los trabajadores hombres y mujeres, agotadoras jornadas de trabajo de 16 horas diarias con un solo día semanal de descanso y trabajo infantil generalizado entre otros horrores. En cuanto a muertes, contemos sólo las que produjeron las dos guerras mundiales del siglo XX. 
Es muy extenso como para relatarlo en unas pocas líneas, pero lo cierto es que en la primera mitad del siglo XX, los trabajadores europeos comenzaron a participar de las ganancias extraídas de los países productores de materias primas como Argentina y lograron la jornada laboral de 8 horas. El poder dominante de nuestro país, por su parte, era un socio participante de ese proceso gracias a la renta agraria diferencial que obtenían (ventaja comparativa). Fueron los “populismos” como el peronismo o el kirchnerismo los que lograron una parcial apropiación de esa renta para iniciar procesos keynesianos de sustitución de importaciones y redireccionamiento de la demanda global.
La misma política “keynesiana” que sirvió a Gran Bretaña y EEUU para salir de la crisis de la Segunda Guerra Mundial.
Diversos hechos vienen demostrando que ese supuesto fin de la historia es una tontería impuesta en todo el mundo occidental como Verdad Revelada y precepto religioso, impuesto por la paulatina desaparición del espíritu crítico, el disciplinamiento social, la manipulación mediática y la desmemoria mediante un progresivo apoderamiento de “la interioridad”, los gustos y los deseos.
Los “fierros” usados para obtener ese acatamiento fueron en el pasado cúpulas militares aliadas al poder central que ejercían la represión y el terrorismo estatal. 
Hoy los “fierros” son mediáticos e intentan ejercer el poder por manipulación social y cultural. No podemos decir que hayan sido derrotados, teniendo en cuenta que en muchos aspectos también la ideología se genera en los países centrales y es preciso situarse desde nuestros propios intereses. El fenómeno nuevo es que esa derecha ahora es pretendidamente democrática aunque ideológicamente sólo creen en el voto calificado (a lo sumo).
Por eso, es muy importante que algunos se dediquen a deconstruir esa manipulación construyendo más y más democracia real en todos los resquicios de una sociedad y un mundo que tienen poco que ver con el de 1945, 1955 o 1973. 
El Estado actual de Argentina ha sido construido durante 200 años para servir los intereses de los sectores dominantes, el granero del mundo, los 5 a 6 metros de tierra fértil de las pampas argentinas.
Como sostuvo recientemente Máximo Kirchner, de espaldas al pueblo.
Y esa es precisamente la construcción del sujeto político de cambio. Porque de ninguna manera la historia se ha terminado. Y estamos, señores, ante la tercera tiranía. ¡Con una mujer como conductora!












martes, 16 de junio de 2015

16 DE JUNIO

Tengo edad suficiente como para haber sido espectador infantil del bombardeo del 16 de junio de 1955 sobre Plaza de Mayo. La orden era: ¡Maten a Perón!
A diferencia de éste 16, un auténtico día peronista de sol pleno, aquel amaneció gris, lloroso.
Veía desde la terraza de mi casa, ubicada en las inmediaciones de las avenidas Alvarez Thomas y El Cano, los aviones Gloster picando en el horizonte plomizo, y luego de eso, el temblor continuo de las bombas que explotaban. Esos aparatos, modernos bireactores en su época, pertenecían a la Fuerza Aérea creada por el propio Perón: de modo que cuando se sostiene que su bautismo de fuego fue la guerra de Malvinas, mienten vergonzantemente.
También participaron aviones a hélice North American y Beechcraft de la aviación naval.
Había un silencio absoluto en el barrio, y se percibía una inmensa tristeza. Los valientes pilotos, agotada su carga de muerte, volaban a Uruguay y pedían asilo, como ratas que eran. En esos años, la Banda Oriental era muy receptiva a lo que luego se conocería como gorilaje, trasmitienfo sus consignas desde radio Carve.

Uno de esos valientes era el capitán Osvaldo Cacciatore, degradado luego del asesinato masivo, ascendido a brigadier por Aramburu y reivindicado una y otra vez por Mauricio Macri como el mejor intendente que tuvo la ciudad antes de que Durán Barba lo hiciera callar por bocón.
Se arrojaron 14 toneladas de bombas de fragmentación y hubo más de 350 muertos civiles.
Esos cobardes improvisados arrojaron su carga de muerte lejos de la Casa de Gobierno, llegando, como ya se relató aquí, a la Plaza Lorea y a un local del frigorífico La Negra sobre la avenida Santa Fe.
Esos cobardes sentían por Perón un miedo reverencial: por eso recurrieron al expediente del bombardeo, la muerte a distancia. Y un desprecio insuperable por el pueblo que concurrió espontáneamente a la Plaza para defender sus conquistas.
Ese desprecio no disminuiría. Por el contrario, se intensificará en los gobiernos posteriores y tendrá su clímax con la dictadura cívicomilitar en marzo de 1976.
Perón estará 17 años exilado y se convirtió, cuando volvió al país, en el sujeto político del cambio que necesitaba la Argentina para intentar convertirse en una Nación. Lo mismo que hoy va consolidando Cristina Kirchner como heredera de Néstor con sus políticas inclusivas.
Porque ese es el signo distintivo del peronismo: la inclusión social.
Perón estaba viejo (tenía 81 años) y enfermo cuando volvió en 1973. Pero esa, esa es otra historia.




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