jueves, 28 de agosto de 2014

ADELANTAMOS RESULTADO DEL PARETE

Subido a la Pirámide de Mayo, Pablo Miceli arengaba a sus casi 144 seguidores que lo rodeaban coreando “¡Que la crisis la paguen los ricos!” con ritmo de Soda Stereo.
La revolución se actualiza.
Su promesa de hacer miles de piquetes en Buenos Aires se había hecho realidad: hoy, todo Buenos Aires es un piquete, aunque ya se sabe que cuando todo es piquete, no hay piquete.
En suma, se trabajó más o menos normalmente a excepción de algunos grupos de encapuchados de Filosofía y Letras (mas activistas del MAS y el PO) que enarbolaban palos y libros de texto cortando el tránsito en las intersecciones tradicionales y en las autopistas, en vivo y en directo.
Entre ellos se distinguían Vilma Ripoll (sin capucha), Néstor Pitrola (también sin capucha), aclarando a todo el que quisiera oir que Altamira estaba en cama con un fuerte resfriado pero siempre leyendo el Financial Times, Luis Barrionuevo (no necesitaba capucha), Lilita Carrió estrenando su último shock de keratina, el Pollo Sobrero agitando sus revolucionarias guedejas rubias con claritos, Eduardo Buzzi tomado de la mano de Luis Etchevehere tomado de la mano del Momo Venegas, en fin, los coreutas en pleno entonando Las Suplicantes mientras marchaban con la luna rodando por Callao.
Lo que imploraban en esta ocasión (¡hasta la multiitudinaria FUA dijo presente!) era un justo aumento de salarios, un no menos justo aumento del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, y de paso, que se cumpla el fallo del juez Griesa, que no se reforme la ley de abastecimiento con un proyecto extorsivo, que se acaben las confiscatorias retenciones al agro, que no se investigue a los directivos de Donnelley por quiebra fraudulenta, que bajen los gastos estatales sobre todo la AUH porque aumenta el piso del salario, que no cambie la sede del pago a los bonistas que quedaron adentro y afuera, que todo jubilado reciba su 82% móvil aunque no haya con qué pagarlo, en fin, todo por dos pesos con Clarín haciendo punta: Nelson Castro desde la prosa clínica y Osvaldo Bazán aportando su imprescindible poesía, quienes habían hecho campaña durante todo el miércoles, un miércoles militante donde desaparecieron misteriosamente los acuchillados, los niños baleados, las señoritas violadas y las entraderas en hogares de clase media alta.
Eso sí, el dolar blue siguió subiendo.
La campaña mediática del miércoles culminó en una desprolijidad tal que el ataque virulento del doctor Castro contra las autoridades de una escuela del barrio Trujuy, en San Miguel, se convirtió de pronto, sin transiciones, en apoyo no menos virulento cuando alguien en TN debe haber advertido que podía ser otra buena oportunidad como para dar palos al gobierno.
El dólar blue subía y subía, pero lo que Clarín no lograba era que Marcelo Bonelli utilizara una sintaxis digna de un periodista: puede suceder, sucede, que las exigencias estéticas, éticas, informativas y gramaticales de los telespectadores han bajado.
Entretanto, Miceli seguía sermoneando a sus huestes.
Que Miceli sea titular de una fracción sindical obedece a varias razones: unas elecciones internas controvertidas; y un fallo de ésta Corte Suprema que lo benefició poniendo en jaque el modelo sindical inaugurado en 1949. 
El tal fallo nos ha lanzado a la Argentina del futuro, o inversamente nos retrotrajo a la década infame. 
Desde el ’55 a la fecha, todos sabemos que los sindicatos han cambiado, y también sabemos –o creemos saber– cómo y en qué han cambiado, pero la existencia de cinco centrales sindicales (dos de ellas abiertamente fraudulentas, escribe Artemio López) abre la posibilidad, al menos teórica, de infinitas centrales, siempre que haya algún cotizante que respalde.
Aunque sea uno de esos despistados que nunca faltan.
Ahi la tenemos a Vilma Ripoll anunciando que con los piquetes se va construyendo una herramienta revolucionaria mientras los integrantes de la rediviva Mesa de Enlace aplauden. En fin, que la RIpoll ya fue aplaudida en la RuraL. El PO entretanto sigue construyendo (todos construyen, pero no se ven los ladrillos) algún soviet criollo, es decir, otra herramienta revolucionaria. 
Este movimiento obrero ya no es columna vertebral, y se entiende que Cristina no aliente la unidad: para tener esto, es preferible que sigan divididos.
Pero también ha cambiado el sistema productivo. En entender ese cambio hay una clave para la comprensión de la actualidad.

miércoles, 27 de agosto de 2014

FERNANDA VALLEJO MARCA LA CANCHA

Por Fernanda Vallejos


En una nota publicada en La Nación el sábado 23, el titular del BAPRO, Gustavo Marangoni, habla de internas partidarias. Que están muy bien pero fueron pensadas para dirimir entre matices dentro de un colectivo que comparte, en esencia, un mismo proyecto. Sin embargo, la síntesis de Alberdi y Perón, que propone, es un absurdo y una estafa histórica. No se trata de prejuicios contra el liberalismo -y hasta es saludable que existan propuestas de política claramente diferenciadas- pero, en este caso, no se trata de matices, sino de proyectos antagónicos de país. 


El espacio que expresa la ideología con la que dice comulgar Marangoni se ubica dentro del macrismo. Nada más claro que las palabras del propio Alberdi para ilustrar el conservadurismo político y liberalismo económico en cuestión: "No participo del fanatismo... hipócrita, que pide libertades políticas a manos llenas para pueblos... pero deseo ilimitadas y abultadísimas... libertades económicas. (...) La libertad protege al capital de muchos modos, pero hay... modos en que la libertad se identifica con sus intereses..."
Esa concepción liberal que plantea Alberdi, en la que se inspiró a la hora de sustentar la Constitución de 1853 está en las antípodas del paradigma peronista que, con la Constitución de 1949, vino, justamente, a reparar para el Pueblo los derechos que el liberalismo le había negado en nombre de libertad de empresa. 

El peronismo no sólo amplió las libertades políticas populares institucionalizando el voto femenino como el kirchnerismo lo hizo con los jóvenes, sino que entendió, junto con la doctrina social de la Iglesia, que la economía debe estar al servicio de la persona humana y no a la inversa, tal como lo viene sosteniendo el Papa Francisco. El encargado de alcanzar una armonía, poniendo la felicidad del pueblo como límite de los negocios, necesariamente es el Estado. Decía Raúl Scalabrini Ortíz: "Para Alberdi, el Estado es el peor enemigo...".
Perón, en cambio, dio centralidad a un Estado al servicio del interés popular, como garante de los derechos sociales y de la igualdad, en el más amplio sentido. También en el redistributivo, lo mismo que el kirchnerismo, donde los salarios pasaron de participar en apenas el 34% del ingreso nacional, en 2003, a casi el 50% en la actualidad. O donde el coeficiente de Gini se redujo desde 0.54 a 0.41, en igual periodo. Tan en las antípodas está el liberalismo que propone Marangoni del peronismo y del kirchnerismo que mientras estos últimos tienen por objetivo primario de política económica la inclusión plena de los 40 millones de Argentinos por medio del trabajo, Alberdi sostenía que "garantizar trabajo a cada obrero sería tan impracticable... sino a expensas de la libertad y de la propiedad..."
En la única lógica que resulta posible, entonces, inscribir la identidad a la que se refiere Marangoni es la del "justicialismo" menemista, que fue un momento donde el neoliberalismo cooptó al partido justicialista. Efectivamente, la mirada económica que explicita el titular del BAPRO, reafirma una línea de continuidad con el menemismo y con la visión que encarnan los economistas neoliberales del monetarismo neoclásico que revisten en las filas del macrismo. Igual que ellos, rechaza el rol del Estado en su función de control y protección del consumidor, así como con el eufemismo de "reglas de juego claras" que no es otra cosa que retracción del Estado en la esfera económica, lo que equivale a desproteger al eslabón más débil, o sea, los trabajadores y consumidores, en nombre del famoso laissez faire. Esta posición es idéntica a la sostenida por Santiago Montoya, durante la última emisión de "A dos voces", por lo que parece hablar de una visión orgánica de ese sector. Perón, por el contrario, interpretó que "la economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado, en beneficio del pueblo, o la controlan las corporaciones, en perjuicio de éste".
En términos estrictamente económicos, la cosmovisión heterodoxa de la economía que caracteriza la política kirchnerista interpreta que la principal determinante de la inversión, lejos de cuestiones meteorológicas, como "climas de negocio", o de fe, como la "generación de confianza", está de la mano con la demanda efectiva y el consumo, sobre lo que se sustenta el círculo virtuoso de la economía. Por lo demás, como sostiene el colega Fabián Amico "la correlación entre déficit fiscal e inflación... es prácticamente inexistente", al tiempo que "al revés del monetarismo, no es la inflación sino la devaluación la que está al inicio de la cadena causal, la que a su vez genera inflación y crea la emisión monetaria endógenamente”. 

Claramente, la visión política, teórica y epistemológica de la economía de Marangoni, que en la práctica deriva en la receta del ajuste y el recorte del gasto (o de la "austeridad" como le llaman hoy por hoy en la Europa que ya lleva seis años de recesión), en poco se diferencia de la de Sturzenegger, pero nada tiene que ver con la política económica que condujo Néstor Kichner y que hoy sostiene la Presidenta.
Por último, en la propuesta de Marangoni de "...salvar esta situación con los holdouts" (en mi Patria le llamamos buitres), ratificando que "habiendo un fallo, lo que hay que ver es cómo cumplirlo", una vez más queda en evidencia la sintonía de ese pensamiento con el del Jefe de Gobierno porteño que sostuvo que hay que "hacer lo que diga el juez", omitiendo los riesgos del fallo Griesa y lo que subyace al mismo: la vocación de reinsertar a la Argentina en la rueda del sobreendeudamiento externo (por más de 120.000 millones de dólares), poniendo, una vez más, las capacidades de nuestra economía al servicio de la deuda externa, sacrificando el desarrollo económico y social de la Nación. Claro que tal postura es coherente con la visión del liberalismo que, con Alberdi, se jactaba de que "la Constitución federal Argentina es la primera en Sud América... que ha consagrado principios dirigidos a proteger directamente a... capitales extranjeros" lo que fue equivalente a entregar la economía al extranjero para que la organizara en función de su técnica y conveniencia. Entonces fue el capital inglés, como durante el menemismo "las relaciones carnales", y hoy los buitres de la usura global.
Quien adscriba a ese proyecto de sometimiento al bloque hegemónico, hoy conducido por el capital financiero internacional, que es el de Macri, tiene su lugar en las PASO, indudablemente. Pero en las del PRO, no en las del FpV.


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