viernes, 22 de julio de 2011

Quien quiera oír que oiga (1)

¿No será la hora de terminar con autocríticas, flagelaciones y catarsis?

El resultado electoral del domingo tiene varias lecturas posibles de las que se han ocupado con mejor fortuna intelectuales kirchneristas, periodistas, medidores de opinión y otros. Podrá ser visto como una derrota más, pero no lo es. O lo será, en todo caso, si no se advierte que se ha agotado un modo de hacer política y un modo de construcción en el campo propio. El triunfo de Macri, de repetir en la segunda vuelta, lo confirma como el principal referente nacional del conservadurismo local, sin arriesgar en octubre, es decir, con economía de fuerzas y mayor eficacia que la del campo propio ya que solo expone un distrito con limitada incidencia en el voto nacional aunque con un eventual alto valor como señal opositora. Por lo cual, no valen ni las catarsis ni las autocríticas si no se advierte que así se ha despertado a un monstruo.
Esto no signfica que cambiemos a Jauretche por Durán Barba o que Christian Ritondo se convierta en ejemplo de lo que se debe hacer. Es en medio de los fracasos cuando uno tiende a creer que el error consistió en no seguir la estrategia del enemigo victorioso, que éste era el dueño de la razón y –peor todavía- que terminenos identificados con él como a veces sucede con las víctimas. Pero en cierta medida, tampoco Jauretche es suficiente si no somos capaces de decodificarlo teniendo en cuenta que, aunque las líneas centrales de su visión continúan en pie, vivió en una época muy distinta de la actual. Y sólo lo cito porque el apagon sufrido por el pensamiento nacional es uno de los núcleos de la actual desorientación de la militancia.
La idea que pretendo desarrollar es que este colectivo militante repite una receta que ya resulta anacrónica y que ese modo de “militar”, a la sociedad actual (sociedad o fragmentos superpuestos de distintas sociedades, si se quiere) le resulta exótico e infecundo. En el discurso criticamos con frecuencia la “crisis de la representatividad” pero la practicamos apasionadamente.              
Las concepciones políticas en boga han impuesto definiciones que es preciso resignificar: militancia social vs militancia política, cuadros políticos vs cuadros técnico-administrativos, política de cuadros vs política de masas, etc.
El modelo universal de agrupación o grupo político es el de una de las tantas variantes del partido leninista al que el mito atribuye la toma del poder en la Rusia de 1917: cuadros (pocos) por un lado, masas por otro, locales (cuando los hay), publicaciones con mayor o menor fortuna de acuerdo a los medios económicos y editoriales disponibles, una variada oferta de extensión cultural pero sin una apropiación efectiva del territorio, sin política por cuanto su presencia significaría algún grado de “transformación” de la realidad circundante o abarcable, y careciendo en general de una práctica de formación siendo esta un aspecto de la acción política, y la acción política la única razón de ser de la organización. Cuando este último factor se invierte, el “cuadro formado” se convierte en el evangelizador de una “verdad”. Tampoco se expresa en poder efectivo (y votos) que los locales partidarios ofrezcan -como sucede- clases de yoga, biblioteca, computación o danzas folklóricas.
El problema no es nuevo y tiene varias aristas.
Se está discutiendo al menos desde los primeros 80, entre la política entendida en su concepto original, que requiere dominio del territorio y relaciones interpersonales, y la telepolítica que se desarrolla en el seno de los grupos primarios e incluso en la conciencia de los individuos a través de los medios de comunicación. Se podrá opinar que nada reemplaza a la primera en el momento de la decisión, pero lo cierto es que el segundo se está profundizando y la campaña antipolítica de Macri lo prueba. El amurallamiento (estos somos nosotros) en la agrupación o grupo político de este tipo requiere unos pocos cuadros o líderes, quizás uno solo. Serían idealmente semilleros de nuevos cuadros políticos, pero en la práctica no siempre sucede.

Ese modelo de organización se adecua a un escenario de resistencia al poder instituido, cualquiera fuera. Su éxito es anacrónico e históricamente falaz, pero funciona bien en una estrategia defensiva.
(El cambio político producido desde 2003 en el gobierno le incorporó otro ingrediente: los recursos siempre escasos para funcionar pueden provenir ahora del Estado, con lo cual las agrupaciones se convertirían en extensiones o puntos de apoyo de la lucha por el espacio en las reparticiones de gobierno, sin que ello necesariamente signifique que confrontan distintas políticas o concepciones. En ese sentido, la universalización de las prácticas de las privatizaciones periféricas (asociadas con la crisis de las “instituciones totales” propias del Estado de Bienestar) a nivel estatal, agregan una dimensión nueva donde con frecuencia se están defendiendo o enfrentando intereses privados que preservan porciones ganadas dentro del Estado o intentan capturar otras. Esta realidad está más allá de nuestra voluntad y en todo caso los cuestionamientos éticos forman parte de otra discusión ajena a lo que aquí se plantea: la ética no es eterna e invariable, sino una construcción histórica del poder y del sentido común dominante).
Otro elemento de confusión es que el modelo organizacional de agrupación o grupo político local tiende a culminar en la conformación de un partido activo, con su política de formación de cuadros, constitución de una burocracia dirigente, etc. El kirchnerismo ha heredado, por su lado, la idea de un partido que sólo funcionaría en épocas electorales y que se desactiva en las que no lo son. Eso facilita, cuando se producen derrotas electorales por ejemplo, las críticas y las culpas sobre las superestructuras en una etapa en la que el adversario, con los recursos casi ilimitados del poder tradicional, abre generosamente las puertas a una “pata peronista”.
Nada nuevo, en realidad, desde aquello del hecho maldito del país burgués (Cooke): un partido domesticado que prioriza la gobernabilidad (la ausencia de política legislativa es la prueba más palpable) habla de una dirigencia que ha confundido su rol y acaba dominada por el adversario.
Sin embargo la confusión no termina allí, porque las críticas desde las agrupaciones locales suele excluir el propio rol en la transformación de la realidad efectivamente abarcable, que eso es el poder. “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre” (sultana Aixa a su hijo Boabdil, año 1492, tras la pérdida de Granada). In extremis, la acción política termina convirtiéndose en comentario, opinión.
A ello se suma la ausencia de hegemonía en los distintos sectores del kirchnerismo porteño, al menos tres, donde es visible no tanto la fragmentación como sí su heterogeneidad. Filmus se afirmó sobre uno de ellos, el progresista de tradición no peronista, que si bien tuvo un mejor desempeño en algunas comunas, no alcanzó a revertir el resultado porque carece de poder interno y no es reconocido por los otros sectores kirchneristas.           

Los dos frentes principales o campos de batalla son al interior del Estado y en el seno de la sociedad.
Desde 2003 se produce una paradoja: por un lado, al incorporar la dimensión (y autoridad) política, el gobierno ya no responde automáticamente al poder diversificado, pero sus cambios no se ven reflejados en cambios simétricos en el seno de la sociedad.
El porqué de esta asincronía obedece a distintas cuestiones: entre ellas, la confusión respecto de cuál es el campo donde se batalla. En la cristalización de esta confusión el gobierno tiene una incidencia relativa, limitada a plantear un cambio de escenario que puede ser comprendido, aprovechado o rechazado en el seno de la sociedad. El kirchnerismo, entretanto, y en él caben tanto las agrupaciones como el fenómeno bloguero, comenta las acciones de gobierno como un amplio y diverso seisieteocho.    

El kirchnerismo combina dos tradiciones: una vocación de mayorías tributaria del peronismo, y su espejo, la de los grupos progresistas de vocación minoritaria y variada tendencia que insisten empecinadamente, aún con todas las autocríticas a través de los años, en pretender que la sociedad se ajuste a sus cosmovisiones.  
Resuenan en ellas todas las variantes del “esclarecimiento”, cualquiera fuera, como una catequesis laica, incluso la de marca propiamente peronista.
Esto genera una desconcierto propicio a los microclimas. En gran medida, un microclima multitudinario es lo que se vivió en la campaña electoral. Porque ciertamente, ningún grupo político supera en número y entusiasmo a esta militancia. Pero es pertinente recordar que el mismo fervor se vivió en 2009, y con eso se cosechó un 11% de los votos (Heller). El fenómeno reconoce cierta similitud con la capacidad de movilización de la ultraizquierda no-kirchnerista o anti-kirchnerista: esos miles de activistas que llenan las calles son los únicos que votan por sus candidatos, pero son vistos como extraños por la sociedad.
Como los resultados se miden en votos y no en claridad conceptual, sería necesario advertir primero que no hay una generación espontánea de los espacios de militancia; por el contrario, estos se inscriben en la historia del peronismo, o si se quiere del campo nacional y popular, marcando la continuidad de un espíritu resistente que podría rastrearse hasta 1955.
Contra la proscripción en las épocas de la democracia restringida y proscriptiva, contra el modelo neoliberal en los 90. En la primera, la crítica más frecuente era que esa capacidad de resistencia impedía la consolidación del enemigo pero no alcanzaba para tomar el poder. Esa limitación llevaba a distintas estrategias cuyo detalle no vale la pena detallar aquí, pero sí es pertinente señalar:
a) que Perón volvió a la Argentina por la lucha de la JP, ya que los sectores políticos del PJ y el sindicalismo estaban dispuestos a acordar con el régimen una suerte de peronismo sin el líder. Esto no significa entrar en la lógica de la traición, sino plantear las limitaciones y la propia naturaleza de esas estructuras. b) que la irrupción de la juventud en la lucha política fue inesperada, pero sobre todo una pura “creación” surgida en los pliegues de la sociedad.     
En la segunda etapa, a la que pertenecen la mayor parte de los militantes actuales, el enemigo (ahora encaramado en la propia cúpula del PJ) se adueñó de la palabra y de las significaciones, degradándolas y convirtiendo a la política en una eficaz herramienta de ascenso social. Frente a ello, “la corrupción es sistémica” (Chacho Álvarez) pero no más que eso. La protesta se invisibilizó y los protestantes, a la defensiva, resistieron cada uno según sus posibilidades y suerte.
La gran apertura marcada por Néstor Kirchner nos ubicó en otro lado, desinvisibilizando esa resistencia de muchos militantes y grupos que no habían sido cooptados por el poder hegemónico.
Esa hegemonía se ha corrido a nivel del gobierno, pero no en el seno de la sociedad.
En el paso de una etapa a la otra, las agrupaciones no se transformaron. Siguieron funcionando con el mismo modelo, con el agregado de que habían cambiado las señales desde arriba, y con ello, una parte del tiempo de militancia comienza a ser usado para comentar o interpretar esas señales sin que se tenga la capacidad para incidir en lo más mínimo en ellas. Y cuando el nivel de comprensión es mínimo o nulo, queda siempre el recurso de explicar las medidas del gobierno como desconocidas “razones de Estado” solo practicables a los iniciados que las explican por no menos desconocidos vínculos con los pliegues del poder.   

La vigencia del “enemigo” en términos de democracia nos debería servir para evaluar cuáles son las herramientas más adecuadas para derrotarlo, teniendo en cuenta que la gran batalla cultural del siglo XXI está en la subjetividad de los ciudadanos.
En efecto, Buenos Aires fue la ciudad culta, opulenta y cosmopolita situada a espaldas del país real, de cara al Imperio y viviendo de las rentas extraídas del interior. De aquella opulencia dio cuenta el 2001, cuando ya las recetas economicistas del Banco Mundial habían desarticulado el sistema educativo, y hoy solo queda su inveterado cosmopolitismo, marcado en la actualidad por redes sociales, medios de comunicación y otras herramientas globales dirigidas desde el Imperio que construyen el sentido común dominante.
El poder imperial tiene tres patas: el dominio militar que funciona como amenaza, la propiedad de la innovación tecnológica y los medios de comunicación (Emir Sader).
La lógica de centro-periferia subsiste en esta etapa del capitalismo, pero de un modo diferente al que se dio en la posguerra y que fuera estudiadas por los teóricos de la dependencia (Furtado, Jaguaribe, etc.).
La tributación de la periferia al centro, el flujo desigual de bienes materiales e intangibles, se realiza ahora entre países y corporaciones, entre países periféricos y centrales, pero también entre ciudad e interior, y dentro de las ciudades, entre sectores de la población.
El flujo desigual de bienes intangibles permite la actual hegemonía del pensamiento neoliberal en sectores sociales que pueden ser sus víctimas objetivas, lo que da cuenta de una subjetividad escindida, marginalidad, indiferencia social, violencia, individualismo, consumismo, etc.

Escisión que no puede entenderse en términos anticuados como “clase social”, ya que víctimas y victimarios se inmolan en la misma hoguera de las vanidades: el mercado. O dicho en otros términos: “todos somos capitalistas”, no hay una alteridad que funcione como contraidentificación.
Esto también permite entender lo que sucede con el macrismo, porque esta “mayoría silenciosa” hoy está en condiciones de imponerse electoralmente y remite a la misma alianza de sectores sociales que consagró al menemismo, donde las víctimas elegían alegremente a sus victimarios. 
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jueves, 21 de julio de 2011

Segunda vuelta, perplejidad


Respecto de mi post anterior, escrito por el entrañable amigo Teodoro Boot, agrego un fragmento cortito, diez líneas a lo sumo, de Manuel Vázquez Montalbán.
Lo trasncribo de su novela Sabotaje Olímpico, quizás la más surrealista de la serie de Pepe Carvahlo aunque no de las que más me han gustado, y es como sigue:

Carvalho alzó una ceja como lo hacía Gregory Peck cuando quería expresar sentimientos, falta de sentimientos, sentimientos encontrados, pasión, compasión, instinto, emotividad, cordialidad, delicadeza, conmoción, efusión, introversión, extroversión, trauma psíquico, alegría, odio, pena, patetismo y perplejidad, sobre todo perplejidad...

Espejismos porteños

Espejismos porteños
por Teodoro Boot


La relación enfermiza entre Buenos Aires y el conjunto del país viene de antiguo, es en realidad anterior a la independencia y ha pasado por distintas etapas que no viene al caso enumerar ni analizar acá, aunque sí, tal vez, tenerlas presente.
No hay tampoco nada extraño ni extraordinario en esto, ni en la macrocefalia porteña, esa cabeza de Goliat que algunos creyeron ver emplazada en un enclenque cuerpecito argentino: es condición de la dependencia y el colonialismo y regla común a todo el Tercer Mundo; deformidad tenida por normal y que provoca asombrosas distorsiones de la percepción, que va desde creer economía nacional al comercio exterior y llamar economías regionales a la economía nacional, hasta considerar “pajueranos” a los habitantes del interior argentino, convertidos para esa distorsionada mirada porteña en oriundos de un exterior ajeno y a menudo hostil.
Hay años de colonización cultural y pedagógica detrás de esta alteración de las percepciones, que no habría que tomarse muy a la ligera, habida cuenta el rol que en la era actual cumple la instantaneidad y universalidad de las comunicaciones, por más que en rigor hablemos de una universalidad relativa o acotada.
Los medios de comunicación “nacionales” son y no son nacionales: lo son en tanto llegan con su imagen, su voz y sus textos a todo el país, pero no lo son en tanto llegan a todo el país trasmitiendo una problemática que no es la de todo el país, sino apenas la de la ciudad de Buenos Aires, con la episódica inclusión del Gran Buenos Aires, pero sólo como productor de “inseguridad”.
No es ya cuestión de decir que un rosarino, un cordobés, un pampeano o un jujeño están perfectamente al tanto de todo cuanto ocurre en Buenos Aires sin que ningún porteño tenga la más remota idea de qué ocurre en Jujuy o Rosario, excepto alguna catástrofe climática, humanitaria o política, sino que tampoco ningún porteño tiene la más remota idea de lo que ocurre en Avellaneda, ciudad más cercana al centro político y administrativo de la ciudad de Buenos Aires que los barrios porteños de Saavedra, Villa Pueyrredón o Villa Devoto, mientras el vecino de Avellaneda, Quilmes, San Justo o José León Suárez se encuentra permanentemente bombardeado por una problemática porteña que, en gran medida, no se corresponde con su propia cotidianeidad.
No debe quejarse: esa “problemática porteña” trasmitida a todo el país tampoco concuerda con la propia cotidianeidad del vecino de Buenos Aires, pero llega a obnubilarlo, distorsionando su propia mirada hasta hacerla parecerse a la realidad mediáticamente trasmitida.

Los medios ya no son medios

Uno no va a pretender descubrirle el agujero al mate diciendo que los “medios” han ido evolucionando hasta convertirse en “sujetos”: ya no son instrumentos de trasmisión sino sujetos trasmisores, y se encuentran en el centro del debate político y la pelea por el poder real. Pero, curiosamente, esto que todos sabemos, suele olvidarse. Se olvida, por ejemplo, cuando se analizan o más bien se describen las recientes elecciones porteñas y se habla de la campaña de Macri, como si la campaña de Macri fuera la que diseñó Durán Barba, siendo que la campaña de Macri, o la de ese sector que se opone frontalmente a la dirección que el kirchnerismo le ha impreso a la política y la economía argentinas, es diseñada y ejecutada por los grandes medios de comunicación, que no son instrumento de Macri o de cualquier otro factor político sino que sucede exactamente a la inversa. Es así como mientras los medios destruyen sistemáticamente lo que pueden destruir del kirchnerismo e ignoran el resto, el “candidato” se limita a sonreír amablemente y a distribuir globos a los niños y libros a los viejitos.
Está bien, ¿quién puede objetarlo? Se pelea con los instrumentos de que se dispone, con todos los instrumentos de que se dispone. Y eso hay que tomarlo en cuenta, pero no puede pretenderse que un candidato llamémosle kirchnerista se limite a sonreír y a repartir globos y novelas, porque estaría aún en mayor desventaja. Quienes eso pretenden, exigen o recriminan, olvidan quién hace la política, la auténtica política de ese magma llamado “macrismo” y creen que la política eficiente, exitosa, es la que diseña Durán Barba.
Pero la distorsión surgida del uso del resultado electoral por parte de los estrategas de esos instrumentos llamados Pro, Macri, Durán Barba, llega más allá y obnubila el entendimiento hasta de aquellos que deberían tener por lo menos algún entendimiento. Es así como algunos sectores  intelectuales y aun políticos se abocan a las catarsis colectivas indiferentes al punto central de la política argentina, que no es ni puede ser una elección para elegir al intendente de Buenos Aires sino la instrumentación del resultado de ese acto electoral para instalar a Mauricio Macri como gran esperanza blanca para las elecciones presidenciales del 2015.
En el 2011 Macri ya no puede ser candidato presidencial ni jefe o cabeza de una alianza o espacio de esa suerte de menemismo fashion y facho que se ha impuesto en las elecciones porteñas, tuvo un notable desempeño con un candidato claramente impresentable en Salta y amenaza con romper records en Santa Fe. Y no puede serlo porque le resultó imposible conjugar en la capital buena imagen y chances electorales de algún sustituto, como podía ser el caso de Gabriela Michetti, con la continuidad de los grandes negocios garantida únicamente por Rodriguez Larreta y su “equipo”, razón por la que tuvo retirar su candidatura nacional para presentarse en la ciudad como único modo de mantener su fuerza política en el distrito. De no ser por esta debilidad estructural, es razonable sospechar que tras un seguro segundo puesto en las elecciones presidenciales habría quedado instalado como gran referente opositor y seguro candidato de una alianza “menemista fashion y facha” para el año 2015. La conducción de todo este proceso, basada en el buen desempeño del Pro en las elecciones porteñas, consiguió disimular esta debilidad e instalar a Mauricio Macri como gran ganador y seria amenaza contra la capacidad electoral de la presidenta de la nación, espejismo construido con la invalorable ayuda de intelectuales, activistas y no pocos dirigentes del kirchnerismo, tan obnubilados por la manipulación como el más inocente de los ciudadanos porteños en particular y argentinos en general.

La real realidad

De repararse las cifras crudas y objetivas de la elección porteña surge con claridad su relativa insignificancia real, que contrasta fuertemente con la construcción simbólica que de esa elección se ha hecho.
Sobre un padrón de 2. 400 mil habilitados para sufragar, el Pro obtuvo 830 mil votos, el Frente para la Victoria prácticamente 500 mil, Proyecto Sur 225 mil, todas las demás fuerzas reunidas unos 300 mil votos, mientras no concurrieron a votar 650 mil ciudadanos, una cifra nada desdeñable al ser colocada junto a las demás.
Si se analizan los diferentes desempeños en función de lo que más importa a la conducción de este proceso y hasta al Pro mismo, más allá de concluir en que Marricio Macri se encuentra muy cerca de ser consagrado jefe de gobierno, puede observarse con mucha claridad que la diferencia entre el Pro y el FPV es de apenas 330 mil votos y que en camino a la elección presidencial los 500 mil votos obtenidos por Daniel Filmus no son un techo sino, por el contrario, el piso del que parte la candidata a presidenta Cristina Fernández, mientras que los 800 mil votos del Pro carecen de un candidato claro con el que encolumnarse, pudiéndose conjeturar que tenderán a dispersarse, yendo en un buen porcentaje a engrosar los votos de Cristina Fernández.
Y esto es así porque, no obstante el “discurso” mediático, el Frente Para la Victoria ha hecho una muy buena elección, tan buena como la del Pro, o acaso relativamente mejor, de comparársela con la elección para jefe de gobierno del año 2007, cuando en la primera vuelta Macri obtuvo 798.000 votos, apenas 32 mil menos que los 830 mil obtenidos el 10 de julio.
El Frente para la Victoria había obtenido en el año 2007, 414 mil votos,  75 mil menos que los 489 mil del 10 de julio.
En cuanto a la segunda vuelta, en el año 2007, Macri recibió 1.007.800 votos mientras que los de Filmus fueron 645.780. En otras palabras, Filmus necesita 156 mil votos más que los obtenidos para igualar su desempeño del 2007, mientras que, para lo mismo, Mauricio Macri necesita sumar 237.800.
En realidad, el desempeño de electoral del Pro fue más o menos equivalente al cumplido el año 2007. Lo que ha cambiado es la percepción, y esa percepción cambia no justamente por la observación directa y fría sino debido a la construcción mediática que ha colonizado a los propios kirchneristas porteños, a sus candidatos y, sorprendente o no tan sorprendentemente a sus intelectuales: todos ellos han sido incapaces de elaborar un discurso, no contrapuesto al de los medios, porque no se trata de algo tan tonto, sino un discurso operativo que surja de una observación fría y objetiva de la realidad y ayude a los activistas y simpatizantes kirchneristas a observar la realidad con la debida perspectiva y no a través del ojo de la cerradura de los medios porteños.
No ha fallado la campaña electoral ni el desempeño electoral: ha fallado la capacidad de los dirigentes, cuadros e intelectuales del kirchnerismo de la ciudad de Buenos Aires, que siguen creyendo en la existencia de una verdad objetiva y, mucho más grave aún, de la existencia de una suerte de tribunal de la Razón que parece residir en la suma de los votantes anónimos.
Ni una cosa ni la otra existe, pues “la verdad” es siempre relativa, subjetiva e instrumental, y no existe una “Razón a la que apelar sino una emoción, una pasión y una esperanza que despertar.

EL PIBE MUERTO EN HUMBERTO I° Y PASEO COLÓN

Ayer por la tarde, el horror nuevamente recorrió las cámaras de televisión: un chico de 22 años que salía de su trabajo murió a consecuencia de un disparo efectuado por un cabo de la Policía Federal que hacía guardia en el Registro Nacional de las Personas donde se confeccionan y entregan los nuevos DNI.
El Ministerio de Seguridad asignó a la Gendarmería Nacional que investigue el caso.
Los voceros de la Policía Federal explicaron a minutos del suceso, que al cabo Mendoza se le cayó el arma y que esta se disparó accidentalmente, pero con el correr de las horas -y con el cadáver del chico tirado varias horas sobre el pavimento de la avenida Paseo Colón- prefirieron guardar silencio. El argumento del disparo accidental ya es un clásico en la PF.
Algunos hablan de un grupo de estudiantes que celebraba el día del amigo mientras cometían desmanes. Otros, de un grupo de carteristas que estaban actuando en la zona.
No es habitual que usen armas de fuego los estudiantes secundarios o los carteristas. Y la represión debe ser proporcional a la amenaza: es inentendible que el cabo Mendoza haya desenfundado la suya, apuntando a la cabeza, para reducir a un estudiante o a un carterista.
Estando enfundada, el arma apunta hacia abajo.
La instrucción elemental de un policía, incluso de un policía en Uganda, señala que en esos casos, la actitud correcta, si es que el individuo no tiene más alternativa que desenfundar su arma de puño, es que la porte apuntando hacia arriba, no a la cabeza de un sospechoso.
Sobre el arma homicida, los datos son confusos. Se está hablando de una Browning, que fue dotación policial en el pasado. Salvo que el cabo Mendoza fuera uno de los personajes de cera del museo policial,  es improbable que portara una de esas Browning.
La información disponible indica que el arma de puño actualmente utilizada por la Policía Federal es la Bersa Thunder de doble acción, aunque Página 12, citando fuentes de la Gendarmería, menciona una Sig-Sauer, también de doble acción.
Este dato no es menor, porque la Bersa 9 mm no puede dispararse sola. Informa la fábrica que el seguro mantiene el percutor bloqueado mientras no se accione la cola del disparador, lo que impide un disparo involuntario por caídas, golpes, vibraciones, etc.  
El sistema de doble acción, sostienen los especialistas, requiere que primero se amartille el percutor y luego se introduzca el dedo en el guardamontes dentro del cual se haya la cola del disparador: el cabo Mendoza apuntó a la cabeza de Ariel Domínguez y disparó.
  

miércoles, 20 de julio de 2011

Papel Prensa, Inadi y el camarista José Luis Monti

Me llega esta información del estudio Barbagallo y Asociados:



El juez federal Sergio Torres, interinamente a cargo del Juzgado 9, investiga al juez de la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, José Luis Monti, ante el hallazgo de una cuenta en Suiza a su nombre, y de sus hijos, por un millón y medio de dólares (U$S 1.500.000). Monti está denunciado por los delitos de enriquecimiento ilícito y omisión de declarar los fondos en sus declaraciones juradas. Los posibles vínculos de esos fondos con la extravagante actuación del juez en varios casos multimillonarios.


El Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N. 9, interinamente a cargo del juez Sergio Torres, lleva adelante la causa penal N. 8321 contra José Luis Monti, integrante de la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial.
La denuncia se generó como una ramificación de la causa tramitada por el juez federal Bonadío, donde se investigan operaciones de fuga de capitales al exterior a través de una cueva financiera que funcionaba en el BNP Paribas ubicado en el piso 27 de Leandro N. Alem 855. La nueva denuncia penal contra Monti se basa en el hallazgo de una cuenta 521337 en el ING Bank en Suiza a su nombre del camarista, y el de sus hijos, por la suma de un millón y medio de dólares (U$S 1.500.000), sobre la que informó Clarín el jueves pasado.
El fiscal Sandro Abraldes, subrogante en la Fiscalía de Instrucción N° 49, involucró a Monti junto a otra decena de funcionarios y 37 particulares acusados por lavado de dinero. Los montos transferidos al exterior por ese circuito financiero marginal alcanzarían la cifra de 250 millones de dólares. Sin embargo, los archivos incautados darían cuenta de que al mes de marzo de 2007 el monto total podría trepar a la suma de 905 millones de dólares en inversiones transferidas a Suiza, Luxemburgo, Miami, Panamá y Bahamas, informó la periodista Luciana Geuna.
El fiscal Abraldes detectó en los listados de la cueva financiera la presencia de funcionarios y magistrados. Luego de cotejar esos importes con sus declaraciones juradas y de comprobar que no figuraban incluidos, los denunció a la justicia federal. Entre los acusados se encuentra el ex vicecanciller García Moritán; el ex secretario de Planeamiento del Ministerio de Defensa José Antonio Romero; una ex contadora del Cuerpo de Peritos oficiales de la Corte Suprema; y el juez de la Cámara Comercial José Luis Monti junto con su esposa, la secretaria letrada de la Corte Suprema María del Carmen Foltyn.
La denuncia contra Monti y su mujer resultó radicada ante el juzgado federal N. 9, quien lleva adelante la investigación sobre el origen de los U$S 1.500.000 para determinar si serían el resultado de un enriquecimiento ilícito obtenido a través del ejercicio de sus funciones, además del ocultamiento de ese dato en sus declaraciones juradas.
El fiscal federal Guillermo Marijuan contestó la vista del artículo 180 CPP formulando el correspondiente requerimiento de instrucción para que se investigue la conducta del juez de la Cámara Comercial.
MyT había anticipado, en reiteradas notas, la conducta extravagante del juez Monti en una serie de causas que motivaron denuncias ante el Consejo de la Magistratura desde las más altas esferas del Ministerio Público.
Hacia fines del año pasado, el Procurador General de la Nación, Esteban Righi –a pedido de la Fiscal General de la Cámara Alejandra Gils Carbó- remitió tres denuncias al Consejo de la Magistratura para que investigue al juez José Luis Monti y a sus colegas de la Sala C, Alfredo Kolliker Frers y Juan R. Garibotto. Estos tres jueces habían dictado sentencia omitiendo el dictamen de la fiscalía de cámara –que establece la ley de concursos-, y fijándole plazos mínimos de 5 o 10 días para dictaminar, en tres expedientes de gran complejidad donde se ventilaban intereses multimillonarios que requerían la mayor transparencia. El Ministerio Público se avoca a estudiar la posible vinculación entre los fondos hallados y la conducta extravagante del juez en esos  casos.
Monti y los grandes holdings
De los tres casos antes mencionados, Papel Prensa es el que más atención ha recibido. Allí Monti, junto a los jueces Garibotto y Kolliker Frers, no sólo revocó la intervención judicial que el juez Eduardo Malde había dispuesto para un mejor control de la empresa sin dar vista a la fiscalía, sino que llegó al extremo de tildar a la fiscal general de poseer ideas afines al Tercer Reich Alemán por haber atribuido al Estado facultades supraestatutarias y supralegales, obviando lo más evidente del asunto: el Estado no dispuso ninguna intervención sino que acudió a la justicia pidiendo la medida en defensa de sus derechos como accionista.
En el mismo caso, los mencionados jueces de cámara resolvieron –contra todos sus precedentes anteriores- que la Comisión Nacional de Valores no tiene la facultad legal de declarar ineficaces e irregulares los actos sometidos a su supervisión, pese a que hay una norma expresa que así lo determina y la propia cámara legitimó es facultad reiteradamente. Luego de que la fiscalía interpusiera recursos extraordinarios en este caso, los jueces comenzaron a retacear su intervención bajo el argumento de que las denuncias realizadas por el socio estatal contra la fábrica que provee de papel al 95% de los medios gráficos en la argentina son intereses privados ajenos al interés general que vigila la fiscalía.
MyT también destacó el insólito accionar del juez Monti en la causa iniciada por la ANSES contra Transportadora Gas del Norte, donde el organismo planteó la nulidad del Acuerdo Preventivo Extrajudicial celebrado por la compañía por 347 millones de dólares. Allí, los jueces Monti y Kolliker Frers se habían negado a remitir el expediente a la Fiscalía General -aunque es parte en la homologación de acuerdos preventivos- según la ley de concursos. Pese a la insistencia de la fiscal y la ANSES que habían detectado la insólita omisión de dar vista a la fiscalía, Monti y Kolliker Frers dictaron sentencia omitiendo el dictamen fiscal obligatorio en los concursos.
Luego, los jueces tampoco quisieron remitir el expediente a la fiscalía para notificar el fallo, en cambio, enviaron un oficio haciendo saber la negativa a darle intervención y aclarando que los plazos para recurrir a la Corte le corrían igual al Ministerio Público, sin tener el expediente a la vista.
Recién dos días antes de que venza el plazo, la fiscal Gils Carbó logró que la Sala C remitiera el expediente pidiéndolo “ad effectum videndi” desde otra causa. En esa oportunidad, cuando llegó el expediente a la fiscalía, aparecieron tres abogados, dos de la ANSES y otro de varios acreedores de Transportadora Gas del Norte - empresa controlada por Techint - clamando desesperadamente al personal de la fiscalía que les permitieran ver el expediente, porque la Sala C también les había negado revisar la causa mientras les corría el plazo para el extraordinario.
El tercer gran caso que puso a Monti en la mira fue el concurso preventivo de Sociedad Comercial del Plata, del Grupo Soldati. En ese entonces Monti, juez subrogante en la Sala D, homologó junto a María Lilia Díaz Cordero y Felipe Cuartero un concordato que representaba el pago de un 6% del valor real de los créditos verificados. Los principales perjudicados eran los titulares de obligaciones negociables por la suma de 258 millones dólares que habían invertido sus ahorros en la holding de una compañía petrolera y el Tren de la Costa. El pasivo total rondaba los 900 millones de dólares.
En pleno trámite del concurso la Sala integrada por Monti, autorizó la venta del principal activo concursal, esto es, el 81% de la compañía petrolera Compañía General de Combustibles, con 16 yacimientos, por la absurda suma de 23 millones de dólares, a favor de un ex directivo de la compañía, Norberto Morita, en una época donde el precio internacional del petróleo se había disparado a records históricos. Para obtener las mayorías que exigía la ley, Comercial del Plata había recurrido al voto de compañías offshore que compraron los créditos de los principales bancos acreedores.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación anuló el fallo homologatorio de la Cámara en durísimos términos y advirtió a los jueces que debían resguardar la transparencia y la captación “de buena” fe de los votos en los acuerdos.
Monti y las off-shore
Bajo otro perfil, el juez Monti se ha desempeñado como defensor del sistema de sociedades offshore, lo que le trajo aparejado la anulación de más de un fallo por la Corte. En el caso “Compañía General de Negocios s/ pedido de quiebra por Mihanovich”, un ahorrista pretendía llevar a la quiebra a una “cueva” tomadora de ahorros de los argentinos que fugaba capitales al exterior. El juez Monti falló a favor de la cueva instalada en el Banco General de Negocios.
Compañía General de Negocios era una entidad financiera uruguaya offshore que, en virtud de ese sistema de fraude a las leyes, tenía prohibido ejercer actos de comercio en el Uruguay y sólo podía operar en el exterior. Así había actuado en la Argentina como financiera sin autorización del Banco Central. Los directivos de la entidad se encontraban procesados por asociación ilícita y fraude ante la justicia nacional y había importantes créditos a cobrar en la Argentina que los depositantes argentinos estafados pretendían embargar a través de un pedido de quiebra local.
Monti juzgó que la justicia argentina era incompetente para decretar su quiebra y proceder al embargo porque el domicilio social inscripto estaba en el Uruguay. Vale decir, una financiera trucha que operó ilícitamente en Argentina y no había actuado en Uruguay, según Monti, debía de ser juzgada en otro país donde no realizó ninguna otra actividad, salvo obtener la de obtener la creación de una sociedad pantalla para defraudar ahorristas argentinos.
La Corte revocó el fallo haciendo aplicación del artículo 124 de la Ley de Sociedades, el cual dispone que una sociedad extranjera que cumple su objeto social exclusivamente en el país debe ser considerada local a todos los efectos legales. Una norma pasada al olvido por académicos y jueces corporativos que defienden el sistema offshore de impunidad. Al conocer la noticia, el juez Monti sintió herido su orgullo y envió a sus amigos su sentencia anulada queriendo demostrar que contaba con sólidos fundamentos.
Nuevamente, el favoritismo del Monti por el sistema offshore se puso en evidencia en el concurso preventivo de un acaudalado administrador de participaciones accionarias en laboratorios, Manuel Vilar, residente en un lujoso country, propietario de obras de arte que adornaban su mansión y procesado tres veces por no pagar alimentos a su hija desde 2002.
Vilar se presentó en concurso preventivo invocando una deuda contraída con una sociedad uruguaya offshore, Fimelux Internacional, por la suma de 750 mil dólares. El resto de los acreedores eran su ex mujer, su hija, y sus abogados en los juicios civiles reclamando el pago de alimentos. Con el voto de la sociedad offshore se aprobó un concordato que transformaba en migajas el crédito de la ex mujer y la hija. Éstas venían de litigar durante ocho años en el fuero civil para que les reconozcan sus derechos, cuando Vilar –con la ayuda del juez Monti- logró detener la subasta ordenada en sede civil de una de sus obras de arte, de Fader, valuada en 125 mil dólares.
La Fiscal de Cámara pidió la nulidad del proceso destacando que el propio síndico decía que el concursado no estaba en cesación de pagos y denunciando la falsedad del crédito de la sociedad offshore, que ya había sido declarada rebelde en el juicio de simulación promovido por las víctimas.
Sin embargo, el juez Monti llamó a una audiencia de conciliación donde intentó convencer a la ex mujer que resigne parte de su reclamo, pese a que el concursado y el representante de la sociedad uruguaya no habían concurrido a la audiencia. En la audiencia –dijo una fuente allí presente- llamó la atención el empeño de Monti por ayudar al concursado ausente en el acto. La ex mujer y la hija recusaron a Monti y lo denunciaron al Consejo de la Magistratura. El Consejo rechazó la denuncia, a la brevedad, sin interesarse en lo ocurrido en el expediente. Sus pares hicieron lo mismo con la recusación.
Pasado más de un año, la Sala C integrada por Monti dictó “una medida para mejor proveer” para que el síndico diga si la ex mujer o su hija habían cobrado cuotas concordatarias. En cambio, la Sala no ordenó ninguna de las pruebas solicitadas por la fiscalía para probar que el crédito de la sociedad uruguaya era falso.
Ante la evidente inminencia de un fallo en contra, la Fiscal Gils Carbó denunció los hechos al Instituto Nacional contra la Discriminación y Xenofobia (INADI) por violencia económica, patrimonial e institucional contra la ex mujer de Vilar y su hija. El INADI se presentó en el expediente, ante lo cual, finalmente, luego de dos años de acaparar la causa en cámara, la Sala de Monti dictó sentencia excluyendo el crédito de la ex mujer y la hija del concurso.
Fuentes judiciales calificaron el fallo como un malabarismo insólito destinado a apaciguar al INADI, pero sin admitir ninguna imputación de fraude concursal que permitiera echar alguna luz sobre las prácticas concursales abusivas que supieron proliferar en el fuero comercial al amparo de algunos jueces.

martes, 19 de julio de 2011

¿Por qué no paran la inflación?

Para el monetarismo (desde los fisiócratas, Bentham, Say, etc., hasta los denominados hoy neoliberales, hijos del grupo Mont Pelerin y la Escuela de Chicago), la inflación se produce por la expansión de los medios de pago (dinero en todas sus formas).
Deben tener razón, ja.
Hasta 1971, la moneda norteamericana cotizaba a razón de 35 dólares la onza troy de oro. Una onza troy pesa 31.103476 gramos. Nixon acabó con el patrón oro, y dos años después, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes, asociados con las principales empresas petroleras, denominadas Las 7 Hermanas (1) por Enrico Mattei, presidente en aquel entonces del ENI (Ente Nazionale Idrocarburi) y la AGIP, duplicaron unilateralmente el precio del barril de petróleo, que en ese entonces costaba 3 dólares. Los ingresos se convirtieron en petrodólares depositados en el Primer Mundo y prestados "generosamente" al Tercero para constituir una deuda externa impagable.
Hoy, el petróleo no se consigue a menos de 100 dólares (96,83 el WTI, 116,60 el Brent).
Entonces, en 1971, el precio oficial y anclado en EEUU era de 35 dólares la onza de oro. Hoy, esa onza de oro vale 1.600 dólares.
La ironía de Mattei, que pretendía  una política energética italiana independiente, le costó la vida: en 1962, su avión explotó y cayó a tierra. 


(1) Había llamado Siete Hermanas a la Standard Oil de New Jersey, hoy ExxonMobil; la angloholandesa Royal Dutch Shell; la Anglo-Iranian, luego British Petroleoum, luego BP; la Standard Oil de New York, luego Mobil, hoy fusionada nuevamente con la Exxon (tras sortear la ley antimonopolios de EEUU); la Standard Oil de California, luego Chevron, luego Texaco; la Gulf Oil, comprada por la BP; y Texaco, luego fusionada con Chevron.






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