jueves, 24 de enero de 2013

Peronismo afuera, peronismo adentro


Moyano, Venegas, etc., se reivindican “peronistas”, ¿pero cantar la marchita te convierte en peronista?
Micheli no podría hacerlo sin caer en el ridículo con sus eventuales “bases”. Recordemos esa acordada de los Supremos en favor de la “diversidad” gremial que el sector de Micheli aplaudió a rabiar. La acordada reconocía la existencia, dentro del movimiento obrero organizado de un sector no-peronista o acaso antiperonista. 
Pero el significante “movimiento obrero organizado” no es el mismo en 1952, en 1955, en 1969 y en 2013. Y el sector de Micheli tiene una dudosa legitimidad, ya que perdió las elecciones en su distrito. Venegas pertenece a un gremio privilegiado (curioso, los peones rurales que trabajaban "de sol a sol", minga de ocho horas y descanso dominical) que a la par conserva los más altos índices de trabajo en negro (“informalidad” es un eufemismo) y Moyano simplemente perdió el rumbo.
Así como se van sucediendo las etapas históricas, el rol de sus actores se modifica, estos desaparecen o se convierten en otra cosa, y así.
Hablamos entonces de la construcción de un sujeto histórico, histórico en tanto y en cuanto se modifica en el tiempo de acuerdo al papel real que vaya teniendo en las distintas etapas.

La “diversidad”, como cualquier otra cosa, no es un valor en sí mismo, no es un absoluto, aunque hoy se lo reivindique como tal. ¿Cuál es el límite de lo diverso sino la pura individualidad, toda vez que todos somos distintos? ¿Pero acaso no somos también iguales ante la ley?
¿Cómo se mide la tensión existente entre la pertenencia a una nación como proyecto común con las múltiples y acaso antagónicas ideas de nación que contiene? Así, por ejemplo, ¿es posible que los privilegios (sociales, económicos, etc.) sean tomados como legítimos derechos adquiridos o derechos naturales?  
Si somos iguales (ante la ley) pero socialmente diversos, distintos, diferentes, ¿en qué lugar encontramos el término de unidad?
En la necesidad. Allí donde hay una necesidad, surge un derecho.
Así, cuesta creer que la “colimba” haya tenido aspectos positivos alguna vez. Sin embargo los tuvo, porque antes de ser esa escuela de degradación humana que terminó siendo, sirvió para integrar a la “civilización” a miles de pibes que jamás habían visto un médico, conocido un ambiente aséptico, comido un bife o asistido a una clase de alfabetización.
Es decir, la “inclusión” es un tema pendiente de la Argentina desde su propio nacimiento como nación no-inclusiva, no se descubrió ahora.
La “patria” de Mitre era sólo y exclusivamente la del sector de los comerciantes ligados al puerto de Buenos Aires en la importación-exportación. Roca “nacionalizó” a ese sector, unificó a los comerciantes de todo el país ligados al puerto. El “resto” quedaba afuera. Por eso se fueron hundiendo periódicamente las llamadas economías regionales.
Y la inclusión es el EJE de lo peronista en su rol histórico: un peronismo que no incluye socialmente será cualquier cosa, pero seguramente no es peronismo. Podría decirse que está es su propia naturaleza, su sustancia, ya que de allí proviene su permanencia y continuidad: de otro modo, habría desaparecido sin pena ni gloria.
Hay un costado de “diversidad” en esta cuestión, pero por favor, es imposible reivindicar “lo diverso” y “lo originario” sin los beneficios de “la civilización”.
Algo así sucede, sobre todo durante las vacaciones, cuando todo rancho lleno de pulgas, vinchucas, roedores, moscas y mosquitos transmisores de enfermedades incurables y endémicas, es tomado por los turistas como ejemplo de “diversidad”, sin advertir, tales turistas, que a esos lugares no llegaron tales beneficios.
¡Que hermosa, que gratificante a nuestros ojos viajeros esa miseria ajena para fotografiarla como espectador y volver rapidito a la civilización, que será insegura pero al menos ofrece cierto confort siempre preferible al piso de tierra, al techo con goteras y a las paredes de adobe plagadas de vectores trasmisores del Mal de Chagas-Mazza!
Sin embargo, también allá hay inseguridad.
Una se refiere a la legítima posesión de bienes propios; la otra, a la imposibilidad de acceder a ellos, pero en términos absolutos, porque en un caso hablamos de nuevas necesidades (no hay día en el que no se cree una nueva), y en el otro de necesidades básicas: el acceso a la salud, la vivienda, la educación, etc., y a todo ello le agregamos lo sustantivo: que sean públicas y gratuitas, aspectos que algunos consideran un privilegio inadmisible desde su individualidad privilegiada.

Y así, lo “originario” no es la recuperación de una lengua muerta, de una costumbre pintoresca o un culto religioso que apenas (o nada) entendemos: significar lo originario desvinculado de las relaciones de propiedad de la tierra comunitaria que se laborea es bastante parecido a un acto masturbatorio típico de vecinos sensibles de las grandes ciudades que no entienden un pomo.
Unos cuantos, pocos o muchísimos, no compartirán estos conceptos, porque a esta somera explicación le faltan todavía unos cuantos acordes: si es así, ¿por que Perón optó por la derecha y no por la izquierda en su retorno? Si uno a “derecha” le agrega “reaccionaria” y calificara a la “izquierda” como “liberadora”, ¿dormiremos más tranquilos con la certeza de haber estado en los 60/70 del lado correcto, el de (por supuesto) la “liberación”?
¿Qué significaba en 1955 ser “columna vertebral” y qué significa hoy, si es que significa algo teniendo en cuenta, por ejemplo, que los sindicatos no representan, ni quieren hacerlo, al 40 ó 50% de trabajadores en negro? Por demás, una cosa es ser “columna vertebral” de un Todo, y otra muy distinta arrogarse la representación total de ese todo.
¿Por qué, en definitiva, Perón optó por lo “reaccionario” descartando (y enfrentando a lo “liberador? ¿Eso sigue importando hoy fuera de lo histórico?
Esos interrogantes, creo, todavía no están suficientemente elucidados. Y pueden y deben abordarse con calma y (si se quiere) cierta paz.
Hay una multitud de temas nacionales en este estado de indefinición, porque entre todas las batallas, la de la significación es de las más importantes.
Por ejemplo, cuando se reivindica “lo originario” divorciado de las relaciones de propiedad de la tierra que ocupan los pueblos para vivir de acuerdo a sus costumbres ancestrales. Sólo se requiere ver un poco de CNN: este tema ni siquiera se esboza en sus noticias.
El pintoresquismo vs lo real real. Estamos en el horno si comparamos a Ho Chi Minh con San Martín.
El daño (a la credibilidad, cuando no a la veracidad) es instantáneo e inmediato, y no alcanza que esperemos a las 21 hs para, eventualmente, esbozar otra significación.
Es como cuando en el sentido común dominante repetimos como loros achispados  que si se usara “la plata del Anses” para pagar jubilaciones, viviríamos el mejor de los mundos. En rigor, el giro del Anses (lo que se recauda mensualmente) sólo alcanza para pagar jubilaciones miserables, y si distribuimos además su cartera o fondo de capitalización para subirlas artificialmente, en poco tiempo se acabarían los recursos y cobraríamos $ 0. Discutir cómo se conforman las jubilaciones (“la plata del Anses” mas recursos de otro origen) es otra discusión. Por demás, se necesitan entre 4 y 5 trabajadores activos para pagar una jubilación razonable. y aquí aportan menos de dos. Un ministro japonés propuso, por eso mismo, matar a los jubilados para reducir el consumo: subió la expectativa de vida.
Seamos libres que lo demás no importa nada, o andemos en pelotas como nuestros amigos los indios...
Dicen que todo tiene que ver con todo.

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