martes, 2 de septiembre de 2014

EVOLUCIÓN DEL SALARIO MÍNIMO EN ARGENTINA


La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció el aumentó para Septiembre de 2014 del Salario Mínimo, Vital y Móvil, donde se estableció que será de $4.400 hasta el 31 de diciembre, y $4.716 a partir del 1 de Enero de 2015.
La Presidenta destacó que desde 2003 a la fecha, el salario mínimo vital y móvil creció un 2.258%, recordó también que en junio de 2003 sueldo mínimo era de 200 pesos.
"Este aumento lo convierte en el salario más importante de toda la región latinoamericana en terminos nominales, y en paridad de poder adquisitivo", señaló y subrayó que "esto se mide en su equivalente en dólares, y cuántas cosas puede comprar un trabajador en la Argentina comparado con la región, con el mismo dinero".
Cristina sostuvo que un trabajador en la Argentina puede adquirir "muchas más cosas que en Brasil, Uruguay, etc."; "y sino pónganse en las fronteras y miren para que lado viene la gente", remarcó.
La mandataria sostuvo que "nada aumentó un 2.258% en éste período", y desestimó "algunas discusiones sin mayor asidero en la realidad económica y el sentido común".
Destacó también la ampliación de la moratoria previsional sancionada por el Congreso, a raíz de un proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, que logra "una cobertura del 100%, situación única en Latinoamérica, y un grado de movilidad jubilatoria de dos veces al año superior a cualquier índice".
Por otra parte, la Jefa del Estado sostuvo que "tenemos que seguir sosteniendo este modelo", y que si bien "hay algunos problemas en la activiad industrial, especialmente por el peso específico del sector automotriz y su retracción", esto se debe "no a la falta de importaciones, sino a la disminución de las compras del mercado brasilero que está en un momento económico complejo".
Asismismo afirmó que "hay problemas de avivadas: por un lado se dice que no hay actividad y por el otro no se ofrecen autos, hay fábricas que dicen que no venden autos, pero parece que los están acopiando esperando que ocurra algo maravilloso que les haga ganar mucho dinero", aseguró.
"Tenemos que apostar muy fuerte al desarrollo y sostenimiento de nuestro mercado interno, para esto necesitamos poder adquisitivo e inversión por parte de la industria, y el uso de la capacidad instalada", afirmó refiriéndose a mediciones que arrojan que el sector industrial no está al máximo de su potencial productivo.

domingo, 31 de agosto de 2014

EL FACTOR HUMANO


Cuando titulo “el factor humano”, no me estoy refiriendo a la novela homónima de Graham Greene ni a sus dos versiones cinematográficas, una dirigida por el canadiense de origen ucraniano Edward Dmytryk y la otra por el también ucraniano (proveniente de una ciudad que por ese entonces era parte del Imperio Austrohúngaro) Otto Preminger, de 1975 y 1979 respectivamente.
Ambas excelentes: el autor inglés, la novela, las películas y la vida de sus directores serían materia suficiente como para escribir con largueza sobre la edad de oro del cine, pero hoy tenemos otras prioridades.

Sabemos que la desocupación en Argentina se ubica un poco por encima del 7%, un punto mas arriba de su 6% histórico alcanzado durante el peronismo. La oposición, con malas artes, cuestiona este porcentaje con el argumento de que los planes sociales y la AUH no son trabajo. En los últimos 30 o 40 años ha cambiado dramáticamente la naturaleza de la fuerza del trabajo y el modo de producción en Argentina y el mundo.
Al volver en 1973, Perón debe haber percibido este cambio que se avecinaba, como así también que en muy poco tiempo todas las experiencias populistas (en el sentido que le dio Laclau) en América del Sur caerían como un castillo de naipes.
Por eso recurriré nuevamente a un ejemplo que ya he dado, y que creo paradigmático por la centralidad de la industria siderúrgica para una estructura productiva desarrollada.
En 1975 Acindar tenía alrededor de 4.000 operarios y compartía su nicho de mercado con otras siderúrgicas (16 en total, destacándose Aceros Bragado, Ohler, La Cantábrica, Santa Rosa, Fortuny, Gurmendi, Tamet, Industrias Grassi, Genaro Graso, etc.), que fueron absorbidas, licuadas o quebradas por la política desindustrializadora de la dictadura primero y el menemismo-cavallismo después. Acindar y Techint hicieron esa faena.
Hoy, habiendo ampliado su producción, la dotación de Acindar se redujo a 800 operarios. Como anécdota, La Cantábrica –una de las absorbidas-  era conducida por el joven economista Roberto Lavagna.
Además, en aquel entonces Acindar era de capitales nacionales y ahora, su dueño Acelor Mittal es un gigante global de origen anglohindú.
Por otra parte, antes competía y ahora es monopólica, repartiéndose el mercado siderúrgico con Techint. Esta última en chapa de acero, Acindar en alambres y hierros de construcción aletados.
En ese 1975 había cambiado su sistema productivo por uno de reducción directa y hornos eléctricos, más económico y eficiente que el tradicional alto horno alimentado con coque (carbón de piedra proveniente de Río Turbio) que caracterizó a Somisa.
Y para completar, la deuda externa de Acindar fue estatizada por Cavallo en 1981: 649 millones de dólares de aquella época, unos 6.500 millones en la actualidad. En aquel entonces el barril de petróleo costaba menos de 10 U$S, hoy unos 100 U$S.
Coincidentemente, en esa misma época –más precisamente desde marzo de 1974-  se desarrolló una fuerte lucha sindical contra las empresas de la zona de Villa Constitución donde está ubicada Acindar, y también contra la dirigencia de la UOM a la que se calificaba como “burocracia sindical”.
Para el activismo no-peronista aquello (el “villazo”, por Villa Constitución) fue una “gesta” y la represión lo denominó “Operativo Serpiente Roja”.
Los Acevedo –dueños de Acindar- convocaron al general López Aufranc para dirigir la represión.
No era un militar del montón: aristocrático, fue quien introdujo la doctrina francesa de represión estrenada en Argelia, y había sido eyectado de la jefatura del Estado Mayor del Ejército por Cámpora. Con López Aufranc también asumió José Alfredo Martínez de Hoz, que llegaría más lejos como todos sabemos. Ya para 1975, Acindar formaba parte del grupo selecto de civiles y militares que preparaba el golpe. y colocará al ministro de Economía.
Para los dirigentes de la Lista Verde que protagonizaron el “villazo”, nada sustancial distinguía a Perón de los gobiernos de Aramburu, Frondizi, Guido, Onganía, Illia o Lanusse. Perón también era el enemigo de clase, y esos dirigentes se veían a sí mismos como el sector iluminado por una ideología revolucionaria y proletaria para la cual el Líder era más peligroso que sus antecesores ya que lideraba una doctrina que anestesiaba a la clase trabajadora.
Esto es archisabido, pero corre mos el riesgo de cometer el mismo error de enfoque con el peligro que eso conlleva.
De aquella época a ésta, algunas cuestiones cambiaron. Entre ellas podemos citar:

- A fines de los 80 colapsó el imperialismo ruso o socialismo real por el imperativo tecnológico: la URSS no podía competir con el capitalismo en innovación tecnológica. Ha desaparecido una Otredad, en este y en muchos sentidos,

- El modo de producción hacia dentro del capitalismo se transformó. 
Se había advertido que el mercado no generaba la necesidad, propio de la época “imperialista” (¡¿etapa superior del capitalismo?!, Lenin dixit) y del fordismo; hoy se introduce la nueva necesidad y luego aparece el producto que la satisface, con lo cual la creación continua de nuevas necesidades marca decisivamente la vida humana. Como corolario de ello, el paradigma de la Modernidad según el cual la “interioridad” es privativa de cada individuo, está al menos puesta en cuestión por cuanto esa intimidad hoy es el blanco favorito del “mercado”. Confróntese con la protección constitucional respecto de los actos privados de los hombres... etc., y con la centralidad asignada a las llamadas “redes sociales” y los medios de comunicación en manos de o aliados al imperio.

- Mientras en el siglo XX era decisivo que un empresario invirtiera donde la mano de obra era más calificada, hoy ese aspecto ha pasado a un segundo plano: las máquinas han reemplazado en gran medida esta mano de obra y la producción ha dejado de ser problemática. Es posible conseguir en el mercado un legítimo perfume francés, un legítimo casimir inglés y un genuino calzado italiano... fabricados en China o la India. 
El capitalismo se ha concentrado y trasnacionalizado, y la producción empresaria se ha deslocalizado.
Por lo tanto, las empresas se dirigen allí donde la mano de obra es más barata, y donde los controles estatales son más laxos. Esta es una de las razones por las que se ataca al Estado argentino: no se soporta un salario real alto ni un control mínimo de la actividad privada (nueva ley de abastecimiento, por ejemplo). 
Reivindicar la centralidad del trabajo es contradictorio con el discurso dominante. Hoy, conseguir 400 nuevos empleados es más complicado que 4000 o 40000 puestos nuevos hace 30 años.  

- Un elemento que ha permanecido invariable es que a América del Sur se le asignó históricamente el rol de proveedor de materia prima, desde la plata de Potosí a la actualidad. Es lo que Cristina denomina “reprimarizar la economía”. Todo gobierno que intente cambiar este rumbo encontrará un juez Griesa que ponga piedras en su camino, una invasión militar, inclusión en el Eje el Mal, financiamiento generoso a la oposición, falsas denuncias de tenencia de armas de destrucción masiva o cualquier otra patraña por el estilo.
En efecto, sea con la política de Martínez de Hoz, sea con la de Menem-De la Rúa, el poder real no nos molestaría, como no nos molestó. Es más, tuvimos su aplauso porque ambos destruían industria local. Para el FMI, el gobierno de Menem era “el más exitoso de la Tierra”: 160 mil millones de dólares de deuda externa.

Son los pueblos los que a veces se rebelan a ese destino preconfigurado desde el imperio, y al que es preciso amoldarse, a palos si es necesario.

- Esta supuesta racionalidad de necesidades y su satisfacción ex post facto ha generado muchos excluidos que hoy se cuentan por miles de millones en todo el mundo.
En ese mundo, se ha reducido el poder de los Estados nacionales en favor de las corporaciones, pero también, y por eso mismo, las perspectivas “de clase” no sirven para entender el camino argentino.
Más allá de discutir si hoy existen las clases sociales tal y como se veían treinta, cuarenta o cien años atrás, el incremento del control imperial sobre los pueblos dominados obliga a ubicarse en una nueva centralidad: la de la cuestión nacional. No tanto porque sean naciones las que se enfrentan con las hipótesis de conflicto de la era de la descolonización sino porque lo que está en juego es el rol de los Estados. Nacionales.
Siempre presentes, eso sí, para jugar a favor del pueblo y de su grandeza, o a favor del imperio.

Ese es el factor humano que interviene. Los pueblos con destino de nación o de colonia. Como dijo Cristina, “una manera de mirar al mundo y a la Argentina dentro de él”.  


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