Cuando titulo “el factor humano”, no me estoy refiriendo a la
novela homónima de Graham Greene ni a sus dos versiones cinematográficas, una dirigida
por el canadiense de origen ucraniano Edward Dmytryk y la otra por el también
ucraniano (proveniente de una ciudad que por ese entonces era parte del Imperio
Austrohúngaro) Otto Preminger, de 1975 y 1979 respectivamente.
Ambas excelentes: el autor inglés, la novela, las películas y la
vida de sus directores serían materia suficiente como para escribir con largueza
sobre la edad de oro del cine, pero hoy tenemos otras prioridades.
Sabemos que la desocupación en Argentina se ubica un poco por
encima del 7%, un punto mas arriba de su 6% histórico alcanzado durante el
peronismo. La oposición, con malas artes, cuestiona este porcentaje
con el argumento de que los planes sociales y la AUH no son trabajo. En los últimos 30 o 40 años ha cambiado dramáticamente la
naturaleza de la fuerza del trabajo y el modo de producción en Argentina y el
mundo.
Al volver en 1973, Perón debe haber percibido este cambio que se
avecinaba, como así también que en muy poco tiempo todas las experiencias
populistas (en el sentido que le dio Laclau) en América del Sur caerían como un
castillo de naipes.
Por eso recurriré nuevamente a un ejemplo que ya he dado, y que creo paradigmático por la centralidad de la industria siderúrgica
para una estructura productiva desarrollada.
En 1975 Acindar tenía alrededor de 4.000 operarios y compartía su
nicho de mercado con otras siderúrgicas (16 en total, destacándose Aceros
Bragado, Ohler, La Cantábrica, Santa Rosa, Fortuny, Gurmendi, Tamet, Industrias
Grassi, Genaro Graso, etc.), que fueron absorbidas, licuadas o quebradas por la
política desindustrializadora de la dictadura primero y el menemismo-cavallismo
después. Acindar y Techint hicieron esa faena.
Hoy, habiendo ampliado su producción, la dotación de Acindar se
redujo a 800 operarios. Como anécdota, La Cantábrica –una de las absorbidas- era conducida por el joven economista Roberto
Lavagna.
Además, en aquel entonces Acindar era de capitales nacionales y
ahora, su dueño Acelor Mittal es un gigante global de origen anglohindú.
Por otra parte, antes competía y ahora es monopólica, repartiéndose
el mercado siderúrgico con Techint. Esta última en chapa de acero, Acindar en
alambres y hierros de construcción aletados.
En ese 1975 había cambiado su sistema productivo por uno de
reducción directa y hornos eléctricos, más económico y eficiente que el
tradicional alto horno alimentado con coque (carbón de piedra proveniente de
Río Turbio) que caracterizó a Somisa.
Y para completar, la deuda externa de Acindar fue estatizada por
Cavallo en 1981: 649 millones de dólares de aquella época, unos 6.500 millones
en la actualidad. En aquel entonces el barril de petróleo costaba menos de 10
U$S, hoy unos 100 U$S.
Coincidentemente, en esa misma época –más precisamente desde marzo
de 1974- se desarrolló una fuerte lucha
sindical contra las empresas de la zona de Villa Constitución donde está
ubicada Acindar, y también contra la dirigencia de la UOM a la que se
calificaba como “burocracia sindical”.
Para el activismo no-peronista aquello (el “villazo”, por Villa
Constitución) fue una “gesta” y la represión lo denominó “Operativo Serpiente
Roja”.
Los Acevedo –dueños de Acindar- convocaron al general López
Aufranc para dirigir la represión.
No era un militar del montón: aristocrático, fue quien introdujo
la doctrina francesa de represión estrenada en Argelia, y había sido eyectado
de la jefatura del Estado Mayor del Ejército por Cámpora. Con López Aufranc
también asumió José Alfredo Martínez de Hoz, que llegaría más lejos como todos
sabemos. Ya para 1975, Acindar formaba parte del grupo selecto de civiles y militares que preparaba el golpe. y colocará al ministro de Economía.
Para los dirigentes de la Lista Verde que protagonizaron el “villazo”,
nada sustancial distinguía a Perón de los gobiernos de Aramburu, Frondizi,
Guido, Onganía, Illia o Lanusse. Perón también era el enemigo de clase, y esos
dirigentes se veían a sí mismos como el sector iluminado por una ideología
revolucionaria y proletaria para la cual el Líder era más peligroso que sus
antecesores ya que lideraba una doctrina que anestesiaba a la clase trabajadora.
Esto es archisabido, pero corre mos el riesgo de cometer el mismo
error de enfoque con el peligro que eso conlleva.
De aquella época a ésta, algunas cuestiones cambiaron. Entre
ellas podemos citar:
- A fines de los 80 colapsó el imperialismo ruso o socialismo real por el imperativo
tecnológico: la URSS no podía competir con el capitalismo en innovación
tecnológica. Ha desaparecido una Otredad, en este y en muchos sentidos,
- El modo de producción hacia dentro del capitalismo se
transformó.
Se había advertido que el mercado no generaba la necesidad, propio
de la época “imperialista” (¡¿etapa superior del capitalismo?!, Lenin dixit) y
del fordismo; hoy se introduce la nueva necesidad y luego aparece el producto
que la satisface, con lo cual la creación continua de nuevas necesidades marca
decisivamente la vida humana. Como corolario de ello, el paradigma de la
Modernidad según el cual la “interioridad” es privativa de cada individuo, está
al menos puesta en cuestión por cuanto esa intimidad hoy es el blanco favorito del
“mercado”. Confróntese con la protección constitucional respecto de los actos
privados de los hombres... etc., y con la centralidad asignada a las llamadas
“redes sociales” y los medios de comunicación en manos de o aliados al imperio.
- Mientras en el siglo XX era decisivo que un empresario
invirtiera donde la mano de obra era más calificada, hoy ese aspecto ha pasado
a un segundo plano: las máquinas han reemplazado en gran medida esta mano de
obra y la producción ha dejado de ser problemática. Es posible conseguir en el
mercado un legítimo perfume francés, un legítimo casimir inglés y un genuino calzado
italiano... fabricados en China o la India.
El capitalismo se ha concentrado y
trasnacionalizado, y la producción empresaria se ha deslocalizado.
Por lo tanto, las empresas se dirigen allí donde la mano de obra es
más barata, y donde los controles estatales son más laxos. Esta es una de las
razones por las que se ataca al Estado argentino: no se soporta un salario real
alto ni un control mínimo de la actividad privada (nueva ley de abastecimiento,
por ejemplo).
Reivindicar la centralidad del trabajo es contradictorio con el
discurso dominante. Hoy, conseguir 400 nuevos empleados es más complicado que 4000 o 40000 puestos nuevos hace 30 años.
- Un elemento que ha permanecido invariable es que a América del
Sur se le asignó históricamente el rol de proveedor de materia prima, desde la
plata de Potosí a la actualidad. Es lo que Cristina denomina “reprimarizar la
economía”. Todo gobierno que intente cambiar este rumbo encontrará un juez
Griesa que ponga piedras en su camino, una invasión militar, inclusión en el
Eje el Mal, financiamiento generoso a la oposición, falsas denuncias de
tenencia de armas de destrucción masiva o cualquier otra patraña por el estilo.
En efecto, sea con la política de Martínez de Hoz, sea con la de
Menem-De la Rúa, el poder real no nos molestaría, como no nos molestó. Es más,
tuvimos su aplauso porque ambos destruían industria local. Para el FMI, el
gobierno de Menem era “el más exitoso de la Tierra”: 160 mil millones de
dólares de deuda externa.
Son los pueblos los que a veces se rebelan a ese destino
preconfigurado desde el imperio, y al que es preciso amoldarse, a palos si es necesario.
- Esta supuesta racionalidad de necesidades y su satisfacción ex
post facto ha generado muchos excluidos que hoy se cuentan por miles de
millones en todo el mundo.
En ese mundo, se ha reducido el poder de los Estados nacionales en
favor de las corporaciones, pero también, y por eso mismo, las perspectivas “de
clase” no sirven para entender el camino argentino.
Más allá de discutir si hoy existen las clases sociales tal y como
se veían treinta, cuarenta o cien años atrás, el incremento del control
imperial sobre los pueblos dominados obliga a ubicarse en una nueva
centralidad: la de la cuestión nacional. No tanto porque sean naciones las que
se enfrentan con las hipótesis de conflicto de la era de la descolonización
sino porque lo que está en juego es el rol de los Estados. Nacionales.
Siempre presentes, eso sí, para jugar a favor del pueblo y de su
grandeza, o a favor del imperio.
Ese es el factor humano que interviene. Los pueblos con destino de nación o de colonia. Como dijo Cristina, “una
manera de mirar al mundo y a la Argentina dentro de él”.
3 comentarios:
"Además, en aquel entonces Acindar era de capitales nacionales y ahora, su dueño Acelor Mittal es un gigante global de origen anglohindú." -> ArcelorMittal
"Esta supuesta racionalidad de necesidades y su satisfacción ex post facto ha generado muchos excluidos que hoy se cuentan por miles de millones en todo el mundo." -> También ha generado muchos CENTENARES de millones de INCLUIDOS en el sudeste de Asia. Además la población mundial es de siete mil millones ¿cómo se generaron MILES de millones de excluídos? Digamos que eran excluidos y lo siguen siendo.
Digamos que este sistema ha generado mas de 1.500 de excluidos, miles de millones
Publicar un comentario