jueves, 6 de enero de 2011

Jorge Wermus, o Altamira: ¿Whither goest thou?

El maestro Galasso me sabrá perdonar el título:



Escribe Norberto Galasso

Nunca nos hemos tratado, pero nos conocemos y tenemos un punto teórico común: es necesario crear la sociedad solidaria, igualitaria, donde brote y se consolide el Hombre Nuevo. Eso creo yo y ahí pongo mis modestos esfuerzos: en la liberación nacional y social de una América Latina unida. Vos decís que también luchás por ese objetivo. Entonces, me creo con el derecho a preguntarte: ¿Adónde vas, Altamira? ¿Adónde? ¿A qué conduce tu política?

Disculpame, pero yo no creo que en lo profundo de vos mismo puedas suponer que la interrupción del kirchnerismo en el gobierno va a llevar al P.O. a la Casa Rosada, ni tampoco que le va a provocar un gran crecimiento político. No. No creo que estés tan al margen del desarrollo de la lucha de clases ni que, en nombre del marxismo, saques conclusiones que sólo es posible admitir en un adolescente generoso y utópico – de esos que, en pequeño número, te siguen - y que cree que se puede asaltar el cielo así como así, mañana mismo, con la revolución perfecta, completita, sin contradicción, ni imperfección alguna. No. A los pibes los entiendo – a “tus pibes” – y eso me duele, porque así seguramente pensaba el pibe Ferreyra. Porque a los 18 o los 22 años es posible querer salir de las desgracias, del desaliento, de la injusticia, luchando contra todos al mismo tiempo y de una vez, a todo o nada. Lo lamento por los pibes porque ellos ponen el cuerpo y la derecha no anda con vueltas.

Pero, a vos no te lo puedo entender. Vos viste lo que pasó con el corte de vías el otro día: 20 muchachos rebeldes, en nombre de 60 compañeros tercerizados, provocaron la bronca de miles de usuarios del ferrocarril en Plaza Constitución y esa bronca fue usada por grupos duhaldistas y macristas, por las barras bravas de Barrionuevo, por los comandos de Ritondo, por las bandas de Duhalde. No es como dice tu compañero Ramal que “sería delirante suponer que el P.O. cortaba en Avellaneda y también el P.O. actuaba” en Plaza Constitución. Si algo hay delirante es precisamente lo de Ramal, porque nadie seriamente ha dicho eso. Lo ocurrido es que, en los hechos, esos muchachitos idealistas que cortaron las vías quedaron aliados, en un mismo operativo de pinzas que vos no previste pero se dio en los hechos, con las bandas de derecha.

Entonces, cuando dicen “el P.O. aliado al duhaldismo” no te enojés: en la teoría no es así; en los hechos, sí. Es decir, en la política concreta, el macrista Ritondo es aliado tuyo y también Cecilia Pando y Posse y Redrado y Puerta y Barrionuevo y Toma. Vos y tus compañeros atacan al gobierno porque lo que no ha hecho, por lo que falta; ellos lo quieren voltear por lo que ha hecho y lo que ha hecho es suficiente para que no lo soporten. Pero en conjunto vos y ellos creen que es conveniente interrumpir el avance del kirchnerismo, es decir, la reelección de Cristina.

Claro, ellos, la derecha, están en lo suyo, no soportan la Ley de Medios, no soportan el recupero de los aportes jubilatorios por el Estado, ni la Unasur, ni tampoco la asignación universal por hijo, ni ponerle coto al FMI. Ellos están molestos por el protagonismo popular, por “los oscuramente pigmentados” (como decía el conservador Reinaldo Pastor) y entonces dicen ahora, haciéndole ‘el bocho’ a los vecinos más reaccionarios: “Somos xenófobos y ¿qué?: los bolivianos y paraguayos nos ocupan las escuelas y los hospitales”. Pero vos no podés coincidir con eso. Ya sé que no coincidís en la teoría, pero en los hechos, sí. En la teoría vos sabés de la gesta altoperuana contra los realistas y seguramente sabés del “Moto Méndez” y “el indio Camargo” y Juana Azurduy” y tenés afecto por bolivianos y paraguayos (¡Cómo no tenerlo por Solano López, compañero de lucha contra el mitrismo oligárquico financiado por el Imperio Británico!) pero, sin embargo, vos tocás en la misma orquesta de los xenófobos. Es en la misma orquesta, mi viejo, aunque no estés orquestado en conspiraciones de café. En los hechos, sí.

Por eso te repito: ¿Adónde vas, Altamira? Porque vos debieras saber, lo sabés, supongo, que en política es fundamental conocer al enemigo principal (manual elemental de todo socialista en serio). Y no podés confundir al gobierno - con todas las asignaturas pendientes que vos quieras - con la alianza Duhalde, Macri, Pando y todos los que ya conocemos. No. Eso no te lo voy a entender nunca, ni a justificar.

Por otra parte, vos te formaste en una concepción de la política que otorgaba importancia fundamental, al conocimiento de la correlación de fuerzas. Hay que preguntarse, en cada momento de la lucha, cuál es la correlación de fuerzas. Esto lo aprendiste, como yo, hace muchos años, en los manualitos del socialismo, es el ABC, el primero inferior, como se decía en nuestros tiempos. Y entonces, ¿cuáles son las opciones en juego? No me explico cómo no entendés las fuerzas en juego y la opción consiguiente: la vuelta al 2001 o a 1942, según algunos, es decir, el retroceso profundo con respecto a los avances del kirchnerismo, con todas las imitaciones en que probablemente vos y yo coincidamos o la prosecución y profundización de lo que se está haciendo desde el gobierno. ¡Y no podés decirme a mí que aprendiste en los textos clásicos que estas son luchas interburguesas y que es lo mismo Cristina en el gobierno que la Pando o Duhalde! No, vos sabés que no podés decirme eso, porque eso te invalidaría para actuar concretamente en las luchas políticas que se están dando hoy y aquí.

Vos viviste muchas cosas, Altamira, como las viví yo. ¿O perdiste la memoria? Y las que no viviste, te informaste por una abundante literatura política. ¿Qué hizo la izquierda abstracta, toda la izquierda, desde anarquistas, socialistas, comunistas hasta trotskistas, en el 30? Todos contra Yrigoyen. Y vino Uriburu y después él mismo se encargó de torturar y fusilar, incluso a algunos de estos izquierdistas teóricos que habían sido funcionales a esa derecha fascista. ¿Era lo mismo Uriburu que Yrigoyen? Evidentemente, no. ¿Había que hacerse yrigoyenista, en ese principio de la decadencia del radicalismo? Tampoco. ¿Correspondía colocarse al margen de esa lucha porque eran luchas interburguesas? Menos aún. La única política correcta era la que enseñan los clásicos: al lado del yrigoyenismo, con independencia, junto a la clase media que hacía su experiencia de poder y evidenciaba sus limitaciones. Porque no fue por las limitaciones sino por los aciertos que torturaron y asesinaron radicales en 1931 y había que estar ahí, contra la dictadura y al mismo tiempo junto a “la resistencia radical” denunciando al alvearismo entreguista. Claro que después el radicalismo terminó en De la Rúa y todo lo que conocemos, pero eso no significa que hubiese que atacarlo en su mejor momento, cuando tenían a la mayoría popular apoyándolo. Vos lo sabés bien, porque eso se llama “dialéctica” que en lenguaje de barrio quiere decir: no hay que dejar de enamorar a una mina de 20 años pensando que dentro de 60 años estará arrugada y desdentada. O de otra manera: la degradación del menemismo no justifica a quienes estuvieron con Braden y contra Perón, en el 45.

No puedo creer que no me entiendas, porque entonces sería vano este escrito, inútil totalmente. Y no me digas tampoco… “en esa época, nosotros éramos muy chiquitos y nos hacíamos pipí en la cama”, porque te contestaré como Jauretche, lo peor es que siguen meando en la cama también ahora. Porque también en el 45 y en el 55 sucedió lo mismo, salvo la posición de “Frente Obrero” y sus seguidores de la Izquierda Nacional, que salvaron el honor del socialismo revolucionario junto a los trabajadores peronistas. De lo que ocurrió después que cayó Perón, ¿te acordás?, sin duda. ¿Qué vino? ¿El socialismo, acaso? Sí, quizás el de “Norteamérico” Ghioldi justificando los fusilamientos del ‘56 porque “la letra con sangre entra”. No eran lo mismo Perón y el almirante Rojas, lo sabe cualquier laburante sin haber leído jamás a don Carlos ni a Vladimiro Ilich. Lo sabe porque está en la realidad de la lucha de clases, aunque no sepa qué es la lucha de clases que la mayor parte de la izquierda predica en los fermentarios y talleres de formación con las ventanas cerradas a lo que ocurre en la calle.

¿Puede ser que no me entiendas? Y no te confundas, te lo digo otra vez. Yo no te digo que te hagas kirchnerista. Te digo solamente que no se es izquierda cuando se califica a todos los demás de ser lo mismo, burgueses, echando fuegos de artificio que ilusiona a los adolescentes. Se es izquierda en la acción política concreta y aquí, en América Latina, con años de dependencia y expoliación, cuando aparecen gobiernos con vocación popular - quizás vos digas burgueses disfrazados de populismo - yo no pido que abandones tu organización y te incorpores, a ellos, sino que te pongas al lado. No al lado de la derecha y en contra de ese gobierno. Te lo dijo Lenin, Altamira: “golpear juntos, marchar separados”.

“Junto” con las mayorías populares, aunque las direcciones políticas no sean todo lo que vos quisieras. Y “separados”, es decir, manteniendo la independencia ideológica, política y organizativa, pero jamás serle funcional a la derecha. No, mi viejo.

Porque entonces vas entrando en un juego en que puede caer sobre vos la responsabilidad de lo que ocurra a militantes que son víctimas de enfrentamientos como los que hemos visto, heridos o muertos para que en definitiva no se haga la revolución, sino para que la derecha llegue al poder y persiga a los pocos que te queden.

Hace pocos días lo dijo Rafael Correa, con respecto a su intento de darle una salida popular al Ecuador, protestando porque una “izquierda”, a la que llamó “boba”, se complace en atacarlo haciéndole el juego a la derecha. Lo mismo dice Hugo Chávez respecto a furibundos ex guerrilleros que se le oponen haciéndole el juego a los dueños de la televisión y los grandes grupos económicos de Venezuela. ¿No bastan acaso las fotos del lanzamiento de la candidatura de Duhalde, con el macrista Ritondo y la procesista Pando, obras maestras del terror? Son ellos los que acechan, los que quieren volver, los que quieren otros treinta mil desaparecidos, entre los cuales caerán también muchos de los tuyos. Y no podés hacerle el juego. No podés crear condiciones para que los diarios digan “el P.O. en Avellaneda y el duhaldismo y el macrismo en la Plaza Constitución, operaron contra el gobierno y provocaron incidentes”. No, mi viejo, no podés. Sería un error gravísimo y en política, ya lo sabés, un grave error es peor que un crimen.

Porque en estos países los movimientos nacionales y populares jugaron un papel importante, aunque hayan sido inorgánicos, tumultuosos, “oro y barro”, “abismos y cumbres”, como decía Jauretche, pero en el balance final expresaron avances populares, tanto Yrigoyen como Perón.

A veces, los periodistas dicen que en la Argentina no hay izquierda real ¡Y claro!, si grupos semejantes al tuyo confundieron a Biolcati con Mao Tsé Tung y a Llambías con Trotsky y se colocaron alrededor de “la mesa de enlace agropecuario” enfrentando al gobierno junto a las señoras “bien” del Barrio Norte y los grandes sojeros. En esa ocasión, vos estuviste mejor que ellos, pero no bien. No apoyaste a los ganaderos, pero dijiste que eran luchas interbuguresas. Entonces, decime, ¿toda la historia argentina son luchas interburguesas que no deben importarle a los trabajadores? Yrigoyen derrocado por los conservadores, Perón enfrentando a Braden y luego derrocado y desterrado, Moreno envenenado y San Martín enfrentado a Rivadavia y Sarmiento festejando el degüello del Chacho Peñaloza. Una historia de luchas, sangre y muerte. Y si eso no es lucha de clases, ¿las clases dónde están? ¿Todos son lo mismo, burgueses y todos los enfrentamientos, bombardeos, fusilamientos, etc., son luchas interburguesas? Si pensamos eso, mejor será que nos dediquemos a la pintura abstracta o a aprender a tocar el violín que con eso no jodemos a nadie. Y esperemos que algún día, allá lejos, cuando aparezca otro cordobazo, pero con una vanguardia iluminada, ortodoxamente formada en nuestras academias de socialismo revolucionario, volvamos quizás a la política, pero podría ocurrir entonces que los trabajadores ya hayan forjado sus dirigentes, algunos socialdemócratas, otras burocratizados, otros “fierreros”, qué se yo, pero que no reconozcan a quienes durante toda la historia argentina no incidieron para nada y sacaron el 1% de los votos por sostener que millones de argentinos imbéciles se peleaban por diferencias “burguesas” y no por el socialismo .

Sabemos, desde la Izquierda Nacional, que no es fácil ese “golpear juntos” y marchar separados. Inclusive hago autocrítica cuando Ramos se presentó con candidatura propia el 11 de marzo del ‘73 porque sostenía que era lo mismo Cámpora que los radicales y los candidatos del gobierno militar. Fue un grave error. Y ni qué hablar del apoyo a Menem. Por eso muchos izquierdistas nacionales se colocan a distancia de la historia de Ramos. Pero esta corriente ha sostenido, en general, la única posición correcta de acompañar a todos los movimientos nacionales de América Latina, desde una perspectiva independiente y colocarse claramente frente al enemigo común que, como se sabe, es el imperialismo y los traidores nativos.

Desde esa perspectiva coincidimos en la valoración del peronismo con Cooke, Hernández Arregui, Puiggrós, Walsh y tantos otros, pero insistiendo que era más correcto jugar por afuera y no intentar forjar la izquierda desde adentro. Pero lo que no dudábamos, en la relación con ellos, fue que los trabajadores estaban haciendo su experiencia y debía acompañárselos y enfrentar al enemigo principal.

Ahora la polémica sigue con motivo de las posiciones del P.O. Y te lo repito: ni oposición implacable al movimiento nacional, como la tuya, ni seguidismo. Pero la tuya puede ser más peligrosa. Porque la derecha sabe hoy que pierde en primera vuelta y va a provocar conflictos durante todo el 2011. Y ustedes no pueden estar ahí. ¡Ni cerquita! ¿Entendés?

Haceme caso, Altamira, pensalo. A la noche. En el silencio de la medianoche, pensá en los pibes que podés arriesgar y hacerlos jugar de modo funcional a la derecha. No se trata de hacerle asco a poner el cuerpo, pero sólo cuando políticamente tiene sentido el peligro que se corre. Mártires porque sí, no benefician a nadie sino que enlutan y suman desgracias a las que ya hemos sufrido. Pensá en la derecha que acecha, pensá qué pasaría si se hunde este gobierno. Vos y yo ya estamos más cerca del arpa que de la guitarra y entonces, seguí el consejo de Julián Centeya: en “el finirla, está la salvada”. Ahí uno se puede redimir de viejos pecados. Todavía estás a tiempo y entonces, te lo digo de nuevo, no se trata de hacerte kirchnerista, sino de colocarte críticamente pero acompañando al pueblo en su experiencia. Nacional, popular. Y te lo digo en nombre de los Estados Unidos Socialistas de América Latina sobre los que profetizó Trotsky en 1940, por aquello que, como sabés, lo llevó a apoyar las nacionalizaciones petroleras de Lázaro Cárdenas y que en el fondo, era su teoría de la revolución permanente y aquello otro del frente único antiimperialista que junto con Lenin presentaron en 1922 a los congresos de la III Internacional. Frente único antiimperialista con obreros, muchos obreros y también con estudiantes de la pequeña burguesía y otros oprimidos, pero en estrecha vinculación con el nivel de conciencia política de la mayoría, en ese momento histórico ¿Verdad que te acordás?

Te lo digo yo, que soy, como decía Scalabrini y salvando las distancias, “uno cualquiera que sabe que es uno cualquiera”. No sea cosa que esta conversación la tengamos que continuar en el 2012, los dos en cana o en el exilio. Y preparate entonces, porque, en ese caso, te lo voy a reprochar todos los días, implacablemente, como esa gota de la canilla que persiste y molesta empecinadamente en la madrugada, te lo voy a repetir una y mil veces, haciéndote corresponsable de la desgracia argentina, si aquellos que vos sabés volvieran, aprovechando los errores de una izquierda que todavía no se enteró que El Che puteaba desde Guatemala contra “esos mierdas de aviadores” que bombardearon a su propio pueblo aquel trágico 16 de junio de 1955.

Sólo puedo agregarte que hay momentos en la vida de los hombres que lo mejor que pueden ofrecer a su pueblo es una profunda autocrítica y un replanteo de posiciones erróneas. Ahí se juega su profunda adhesión al mundo nuevo que predican y por el cual dicen que están luchando. Pensalo.
Un saludo.

Buenos Aires, 5 de enero de 2011
Norberto Galasso

martes, 4 de enero de 2011

Fuertes críticas de Marcelo Sain a la política de seguridad



Leemos en LapoliticaOnline:

Marcelo Saín fue parte de la renovación peronista en la década del ochenta junto a Juan Pablo Cafiero, quien luego lo convocaría para ser viceministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Corría el año 2002 cuando asumió y Luís Genoud dejaba el cargo en medio de la crisis desatada por el asesinato de Kosteki y Santillán.
Doctor en ciencia sociales, investiga desde hace años con herramientas de la sociología y la ciencia política a la institución policial y su vínculo con la política en Argentina. Uno de sus últimos trabajos fue “El Leviatán Azul” que ahonda en los pactos entre las fuerzas policiales y el poder político.
Aunque actualmente está vinculado al espacio de Martín Sabbatella, aliado al gobierno nacional, Saín no se calla sus críticas contra el kirchnerismo. “Al principio yo era el mimado de ellos, el tipo que estaban formando para ser ministro de seguridad, pero después en el gobierno te dejan sólo y bancatela. Y así fue, soporté embates y quilombos”.
Después de casi cinco años como interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, su renuncia a fines de 2009 causó cierto recelo entre los kirchneristas de paladar negro. “Cuando renuncié, muchos en el gobierno lo vieron como una displicencia terrible. Yo terminé ese ciclo en la gestión pública y volví a la universidad, a la vida académica: así de simple. Pero parece que eso es algo que a los obsecuentes les cuesta mucho entender”.


-¿Cree que la creación del ministerio de seguridad es una medida ad hoc o parte de una estrategia premeditada?

-La creación del ministerio es resultado de la emergencia, de una lectura de los acontecimientos de Villa Soldati que pusieron en evidencia la inviabilidad del esquema que venía marcando a fuego durante siete años al kirchnerismo. Ese esquema fue otorgarle la gestión de la seguridad publica a las cúpulas policiales. Eso es algo que padecí yo también en la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Al delegarnos el manejo de la seguridad, pudimos contar con autonomía y discrecionalidad para armar un esquema y un modelo nuevo en las antípodas de la Policía Federal.
Esta vez el gobierno ha leído que el problema era muy serio. El hecho puntual que lo desencadenó fue saber que la policía estaba fraguando las pericias realizadas tras los dos primeras muertes en el Parque Indoamericano. Le estaban haciendo creer al gobierno que se trató de armas tumberas disparadas sectores enfrentados entre los ocupantes. El juez comenzó a esclarecer en la causa que los disparos venían de la Federal y que la línea de mando en la comisaría de la zona estaba cortada. Ese fue el detonante.

-¿Los tiempos de la gestión de Nilda Garré estarán marcados por las elecciones presidenciales del año próximo?

-Habrá que ver qué se propone, lo que hemos visto hasta ahora es que no emprendió el camino adecuado, que hubiera sido la intervención civil sobre la cúpula de la Policía Federal. Eso hubiera garantizado que el poder político se apropie de cuatro cosas fundamentales para conducir y domesticar una estructura policial: la estructura de pases y ascensos, el sistema operacional de inteligencia y desarrollo logístico, la ejecución presupuestaria para controlar los cheques y presupuestos de la institución y el sistema de control interno que hoy es ficcional porque lo maneja la propia cúpula, entonces se investiga sólo lo que la cúpula quiere. Esa última razón explica por qué la Policía Federal sólo tuvo 33 sumarios en todo el año pasado por infracciones graves.
Para comparar: el sistema de control de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que es el único que es externo, tuvo 50 sumarios por faltas graves en dos meses de vida. Eso ya muestra que el control del sistema real de auditorias es el un elemento clave para controlar la institución.

-¿Pero remover a toda la cúpula no fue encaminar la institución hacia una “normalización”?

Tal vez, pero no se optó por el camino de la intervención, se fue a un camino de “normalización edulcorada”: se fueron un decena de comisarios y asume un hombre de la estructura de la conducción anterior. El ex director general de orden público, Enrique Capdevila, bajo cuya conducción estuvieron antes todas las unidades de infantería y caballería. Esas fuerzas protagonizaron desalojos violentísimos, con denuncias de violaciones a los derechos humanos, torturas y de incluso el uso de picanas en algunos casos. Hay que ver los informes de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad para dar cuenta de esos hechos. No están poniendo a ningún outsider sino a un persona del núcleo duro, cuyo principal antecedente es su vínculo directo con el secretario legal y técnico (Carlos Zanini).

-¿Piensa que se actuó así por miedo a romper con el autogobierno de policía?

-Yo creo que si. Es el temor a que haya una suerte de desestabilización por parte de la Federal en el marco de la campaña electoral 2011. Si bien todo indicaría que Cristina va a ser reelecta y desde Nuevo Encuentro apoyamos esa opción, ese temor es el temor histórico. De todos modos, creo que el núcleo duro del kirchnerismo comulga con ese modelo delegativo: es lo que han hecho en Santa Cruz durante la década que gobernaron. Se trata de una concepción. Es también el ideario que talla a la derecha argentina pero lamentablemente es el modelo del kirchnerismo también. No es sólo que tienen miedo a una contestación mafiosa de la corporación.

-Néstor Kirchner había intentado introducir cambios en un primer momento.

-Si, el primer año de gestión de Kirchner hubo todo un ensayo bajo el ministerio de Gustavo Béliz de apropiarse de los circuitos de conducción pero que rápidamente fue abandonado cuando la Federal mostró los dientes con una seguidilla de asaltos en Palermo, que convencieron al Kirchner de llegar a un acuerdo tácito para que haya una suerte de pax y de no injerencia del gobierno nacional en los asuntos de la propia corporación. A cambio, Kirchner logró que la Federal desarrolle apropiadamente su política de no reprimir las propuestas sociales.

-¿Cuál diría que es la política, si es que tiene alguna, del progresismo en materia de seguridad?

-El progresismo no es una etiqueta universal. Hay sectores progresistas en materia de derechos humanos que en materia de seguridad publica tienen una visión conservadora. Del centro a la derecha todos están pidiendo responder con palos. Y habrá una actitud de esos sectores para fogonear eso, tratar de esmerilar la legitimidad de Cristina a través de esos conflictos. Pero también hay una serie de desinteligencias del oficialismo que alimentan eso.

-¿Fueron los propios errores del gobierno los que dieron el margen para que resurja el discurso de la mano dura?

-Seguro. El desconocimiento de la situación social en el Parque Indoamericano, de la problemática de tierra y vivienda, o la no resolución del asesinato de Mariano Ferreyra. Ahí están los vacíos que deja el gobierno que terminan siendo llenados por la derecha macrista o duhaldista, o por la estupidez del Partido Obrero.

-¿El progresismo no quiere, no sabe o no puede tener políticas eficaces en materia de seguridad?

-El progresismo tiene una visión totalmente maricona de la seguridad, una visión sociologizante que indica que la seguridad se va a alcanzar cuando se reforme la sociedad y mientras tanto no saben qué hacer. Deben aprender que, en democracia, si la gestión de la fuerza publica no se hace con una firme voluntad política, dentro de los parámetros democráticos y legales, lo harán las propias fuerzas corporativas que las administran de modo autoritario. El resultado es que el progresismo termina asumiendo un modelo retrogrado y conservador pero con culpa. En algunos casos prefieren no gobernar para no tratar estos temas: a todos les encanta llegar al gobierno hasta que se encuentran con que deben enfrentar estos temas y terminan haciendo lo mismo que la derecha: otorgándole el gobierno a los comisarios y rogándole a dios que ese comisario lo haga con moderación y no haga nada que afecte a sus carreras políticas. Ya lo vimos con Fabiana Ríos en Tierra del Fuego.

-Parte de la opinión pública y de los medios de comunicación critican cuando se reprime pero también cuando no se reprime. ¿Qué hacer ante ellos?

-Cuando un funcionario publico sabe lo que hace y tiene una concepción clara y responsable de lo que esta haciendo, la opinión pública es de palo, le importa un bledo. Y muy particularmente aquella que plantea salidas represivas sobre conflictos que magnifican lo mas reaccionario de la clase media, que ocultan las ilegalidades de la clase media: compran de bienes y servios en el mercado de la prostitución, las drogas y autopartes por ejemplo. Son los vacíos discursivos los que permiten la legitimidad y la resonancia del discurso de la derecha mas retrograda y represiva.

-¿Cómo analiza las primeras medidas de la ministra Nilda Garré hasta el momento?

-Veo que hay un autismo político muy fuerte, un encerramiento en el núcleo político más próximo. Ausencia de vínculos con actores que son aliados naturales de una agenda progresista como los miembros del Acuerdo para la Seguridad Democrática, una actitud que es suicida. Hay que hablar con la gente que sabe.

-¿A quiénes de refiere?

-Miré, acá hay dos equipos preparados que tienen experiencia de gestión en materia policial: el equipo de León Arslanian y mi equipo. No consultar, no tomar un café para repasar algunos temas me parece más que suicida, una actitud sencillamente estúpida.

-¿Y por qué cree que no lo llaman ni lo consultan?

-Es llamativo. Garré puede tener alguna inquina personal con Marcelo Saín, - que de hecho la tiene-, puede tener desconfianza con Arslanian o el temor de que el CELS le marque la cancha, pero es muy difícil jugar solo, tenés que consensuar con aliados. En especial cuando institucionalmente es aún tan endeble: hoy en día la asignación presupuestaria va vía jefatura de gabinete, una debilidad institucional enorme. Un pliego licitatorio de una adquisición grande y compleja no demora menos de ocho meses, eso Garre lo sabe. En un contexto así, las cúpulas más conservadoras de la Federal se deben están riendo.

-¿Cómo evalúa el despliegue de la gendarmería en algunas zonas del conurbano?

-Si lo que va a hacer gendarmería es una suerte de maniobras disuasivas en barrios peligrosos, entonces eso no va a poner en tela de juicio el dominio de la bonaerense ni su poder territorial, ni las cajas. Parece ser más de lo mismo. Además de no ser una función que deba cumplir la gendarmería. El envío de gendarmes es un despliegue mayúsculo: están movilizando a casi un tercio de la fuerza. Ese no es el rol de la gendarmería; eso es reconocer que la estructura bonaerense esta colapsada y que el gobernador es un inútil. Lo que esta diciendo implícitamente la Presidenta es: “como Daniel Scioli y su gente no da pie con bola, yo tengo que mandar gendarmes porque frente a la campaña electoral que viene me van a terminar esmerilando con el tema de la seguridad pública”. Entonces lo que está haciendo el gobierno nacional es subsidiar los errores y vacíos de Scioli en su principal bastión electoral.

Archivo del blog