jueves, 8 de julio de 2010

¿A usted le parece, que un valiente caiga a manos de un cagón?

El 1° de diciembre de 1967 fueron abatidos dos peligrosos delincuentes en un amplio operativo desplegado por la Policía Federal: Isidro Velázquez y Vicente Gauna. Sucedió en Machagai, Chaco, en el nordeste argentino, a la vera de la ruta 16, en una zona de obrajes madereros y algodonales, junto al Impenetrable.
A Roberto Carri, amigo y compañero



Pudo haber sido otro compás de la eterna contradanza de policías y ladrones, pero algo lo diferenciaba: a Velázquez se le atribuían cualidades sobrehumanas que infinidad de testigos jurarían haber constatado. En sus correrías solía tener el apoyo de la población más humilde, y sus víctimas eran personajes odiados por su condición social y económica.
Velázquez recompensaba monetariamente esa solidaridad, y eso fue interpretado por algunos como una suerte de redistribución violenta de la riqueza, la de un Robin Hood del siglo XX.
Su captura se había convertido en una obsesión para Guillermo Borda, entonces ministro de Interior, y para la Sociedad Rural del Chaco, que puso precio a su cabeza: dos millones de pesos para acabar con los secuestros de ganaderos y consignatarios, los robos a mano armada y los asaltos a bancos y acopiadores de cereales. Sin embargo, no se sabe de que haya existido alguna delación, o dato confidencial, tendientes a cobrar la recompensa.
Velázquez parecía conocer todos los secretos, aparecía tan sorpresivamente como se esfumaba y había adquirido cierto dominio sobre las mentes de los milicos de la policía provincial.
El objetivo del gobierno es político: terminar con el apoyo y la protección que recibía de la gente del lugar, cuando la doctrina de la seguridad nacional señalaba el peligro de que hubiera grupos armados disimulados entre la población.
Comenta el diario La Razón del 3 de diciembre de 1967: “el halo de leyenda que rodeaba a estos salteadores de la selva, como a los bandoleros de todos los países y de todas las épocas, los hacía acreedores del afecto y la simpatía de las poblaciones campesinas, que en no pocas oportunidades recibieron los beneficios de sus manos, sobre todo entre la gente más pobre. La gente de campo los ampara en su vida errante, de eternos prófugos de la justicia, los ayuda en la procura de abastecimientos y en oportunidades los oculta o les facilita los medios para ocultarse”.
Ángel Persoglia, uno de los productores rurales raptado a principios de ese año, declaró que le había sorprendido “la corrección del bandolero”, agregando: “se despidió de mí diciendo que ya era tarde para cambiar de vida”.
“Vivo o Muerto”, señalaban los carteles pegados en todo el territorio chaqueño por el gobierno, y que solían amanecer arrancados o enchastrados con leyendas tales como: “Isidro Velázquez no se entregará”.

Quién fue

Las primeras noticias sobre Velázquez son de enero de 1952, por el hurto de unas rejas de arado. Los hermanos Isidro y Claudio Velázquez se defendieron argumentando que el dueño, un tal Cuéllar, les debía dinero y ellos habían pretendido cobrarse de esa manera. Fue inútil: se los detuvo y envió a Resistencia.
En mayo, Isidro quedó en libertad pero a Claudio le comprobaron otras raterías y lo condenaron a cuatro años de reclusión.
Luego Isidro se radicó en Colonia Elisa, donde obtuvo un lote de terreno para cultivar algodón y, casoriado, tuvo cuatro hijas. Con ellas, y miembro de la cooperadora escolar del único establecimiento primario del pueblo, no parecía candidato a un destino relevante.
Un año mayor que Claudio, los hermanos eran dos paisanos delgados, de estatura mediana, nacidos en Corrientes del matrimonio de Feliciano Velázquez y Tomasa Ortiz, que habían emigrado al Chaco en busca de trabajo. Radicados en La Verde, se dedicaron a changuear en obrajes y algodonales. Los chicos se hicieron baqueanos del monte donde solían marisquear, esto es, vivir de la caza de animales silvestres: corzuelas, liebres, gallinetas, nutrias, carpinchos, etc., costumbre ancestral de la zona que aún se conserva.
Cuando volvió Claudio después de purgar la condena, los vecinos recuerdan que la policía comenzó a acosarlos, acusándolos de todos los delitos que se cometían en la zona.
A Claudio le gustaba el juego y, no obstante tener mujer e hijos, su presencia era habitual de las bailantas y prostíbulos de la zona, donde se lucía compadreando con un poncho colorado.
En 1958, Isidro fue procesado por marisquear en el campo de un vecino. Al ser detenido la policía maltrata a su madre.
Es acusado de un hurto menor en el 61, y en el interrogatorio en la comisaría de Colonia Elisa sufre una violenta paliza. En un descuido, logra fugarse, y junto a su hermano, se interna en el monte.
Los testigos de la huída sostienen que Isidro repite que está decidido a no dejarse prender nuevamente.
En 1962 se los identificó robando un almacén en Lapachito: el propietario se resistió y mataron al hijo del dueño y a un vecino.
Cometieron otras fechorías por la zona y aunque se enfrentaron a tiros con la policía, no pudieron ser detenidos.

Claudio era desafiante

En mayo de 1963 llega a un almacén en Costa Gaycurú acompañado por un muchacho. Después de asaltar al dueño del boliche, ambos se quedan a beber, y ya picados por la ginebra, dan gritos desafiando a la policía. Dos agentes logran sorprenderlo -Claudio estaba escuchando radio en el local, completamente borracho- y los bajan a tiros.
Al principio se creyó que los muertos eran los dos Velázquez, una noticia impactante para los vecinos, pero luego la investigación policial constató que el acompañante de Claudio era un tal Vega, otro proscrito de Colonia Elisa.
Isidro se esfumó después de la caída de Claudio, y algunos sostienen que está escondido en Formosa. Reaparecería luego en la banda del Chiflón Gauna. No se sabe que tras huir al monte se haya preocupado por el bienestar de su familia.

Vicente Gauna

La ruta 16 es una recta paralela a las vías del hoy abandonado F.C. Belgrano, el de trocha angosta, que atraviesa en dirección sudeste-nordeste el Chaco desde Resistencia hasta las zonas boscosas de Salta y el río Juramento, rasando el extremo norte de Santiago del Estero.
El camino fue abierto por las avanzadas militares dirigidas por el subcomandante Fontana, que a principios del siglo XX pacificaron a los pueblos indígenas, estableciendo allí la frontera agropecuaria. Detrás de Fontana llegó el sistema de producción capitalista: obrajes madereros, caña de azúcar y refinerías, algodonales. En 1964 se producen a lo largo de la ruta varios hechos delictivos caracterizados por una violencia excesiva.
Según la investigación de la policía provincial, sus protagonistas son cuatro o cinco sujetos dirigidos por Juan Vicente Gauna, alias “Chiflón”, un correntino nacido en Empedrado en enero del 42. Es notable la ferocidad con que actúan, rematando a balazos a sus víctimas aun después de haber obtenido el botín que pretendían.
Un viajante de comercio que hace el circuito Resistencia - Charata recibe dos balazos en la cabeza a cambio de unos pesos.
Años más tarde, cuando los hechos se suelden y confundan con la leyenda, se intentará oponer a ambos protagonistas: Gauna es cruel e inflexible, y no elige sus víctimas, que pueden ser tanto pobres hacheros como hacendados.
Velázquez, en cambio, es un hombre común arrastrado fuera de la ley por alguna injusticia pasada, y lucha en desventaja contra su destino. Al contrario de Gauna, sólo roba a gente adinerada y paga generosamente el poder moverse con libertad entre el pobrerío.
Algunos han exagerado esta cualidad de robar a los ricos para repartir entre los pobres.
Lo cierto es que Isidro no realizaba ningún proselitismo o reivindicación: sólo pagaba protección, y lo hacía con generosidad.

Gauna y Velázquez

Viejos militantes de la Resistencia Peronista relatan que Gauna tuvo tratos con Carlos Caride, un miembro de la FAP y luego de Montoneros, que caería en un enfrentamiento armado durante la década del 70.
Protagonista de hechos resonantes que le conferían, a los ojos de la juventud de entonces, un perfil de héroe, Caride era conocido por ser un partidario de la lucha armada, un “fierrero” que se entrevistó con Gauna por algún contrabando de armas desde el Paraguay, para planificar en conjunto algún secuestro resonante, o lo que es menos probable, intentado comprometerlo en la fantasía de abrir un foco guerrillero en el Chaco.
A fines de 1964, son secuestrados en Zapallar Carlos y Gabino Zimermann, productores forestales de General San Martín.
Ya para entonces, Isidro era conocido como “El Vengador” por los vecinos, quienes celebraron su vuelta: la carta donde se exige rescate por los Zimermann lleva su firma, Isidro Velázquez.
En la fantasía popular, algunos dicen que no es Isidro sino Claudio, o su alma en pena; otros, que está vengando al pueblo por sus desventuras.
Con el secuestro de los Zimermann se inicia el accionar conjunto. Pero hay dos cambios: el primero se convierte en líder del grupo, y ya no se ataca a los pobres.
Otros hechos que se les atribuyen: en 1966, asalto en La Verde. Asalto en Laguna Blanca, donde muere el dueño del comercio mayorista, un tal Panzardi.
Un comisario provincial comentará años después: “Velázquez, con segundo grado aprobado, tenía la rapidez de un guazuncho y la inteligencia de un zorro”.

Gobierna el Chaco en ese entonces el escribano Deolindo Felipe Bitel (PJ), y al país el médico Arturo Illia, cordobés nacido en Pergamino, que había llegado a la Casa Rosada con el 25% de los votos y la proscripción del peronismo.
Mas tarde senador y candidato a vicepresidente, Bitel pertenecía a esa corriente conservadora, muy arraigada en las provincias argentinas de economía agraria, denominada “neoperonismo”, y que combina patrones de estancia, dueños de vidas y hacienda, y folklore justicialista.
El Chaco es una provincia extremadamente pobre, cuya producción se limita hoy -y en ese entonces- casi exclusivamente al cultivo del algodón, soja, y la explotación forestal, esta última en franca retirada. Según cifras oficiales del Indec, el 51,7% de la población del nordeste argentino (2 millones de personas) vive actualmente con menos de 120 pesos mensuales. Para la CTA, la pobreza es mayor.

Velázquez menospreciaba a sus perseguidores.

Solía enviar mensajes humorísticos a la policía y en unos cuadernos les hacía dibujos, como los de las historietas. En uno de ellos se burlaba del jefe policial que pedía refuerzos a un teniente coronel para prenderlos; y en otro escribía con una trabajosa letra de imprenta acerca del ofrecimiento de ayuda de algunos policías de Corrientes: “Acéptenles, para que engorden los mosquitos chaqueños. Nosotros no peligramos ni aunque se vengan todos los correntinos”.
Llevaba encima varios de esos cuadernos ilustrados cuando fue abatido por la policía.

También asaltan la casa del intendente de Laguna Limpia y luego de robarle, lo matan.
Una patrulla de la policía provincial -que ya tiene 800 efectivos afectados a la búsqueda- sale a perseguirlos por el monte. Los rodean en la zona de General Obligado, cerca de Cote Lai. El agente Juan Ramón Mierez le apunta a Isidro con su arma pero antes que pueda gatillar, recibe un tiro en el pecho y cae muerto.
Ahora firman sus pedidos de rescate como “Velázquez y Gauna, los vengadores”.

Revista Gente n° 111, del 7 de septiembre de 1967, entrevista a un policía provincial:
- ¿Cree que lo van a apresar a Velázquez?
- No. Es imposible. Él tiene el payé, y estoy seguro que por más que le tiremos, las balas no le van a entrar. Ustedes saben que el agente Mierez vació su pistola y no hubo caso. Después Velázquez, con un solo disparo, le atravesó el corazón.
- ¿Si se encuentra frente a frente con los bandoleros, que hace?
- Por más que quisiera hacer algo, no podría, pues él nos paraliza con sólo mirarnos.

Por la coincidencia de que también se llamara Mierez un capataz de La Forestal que abatieron las bandas de Mate Cosido y Juan Bairoletto en la década del 30, crece una corriente de simpatía religiosa entre el pueblo, el payé, la protección divina, y los uniformados provinciales no escapan a esa influencia. Un anciano de Resistencia lo explicó así: “ese Gauna es el mismo que las tropas nacionales degollaron en 1906”.

Cacería

En quechua, Chaco significa “tierra de cacería”, y así se la denominaba en la época del dominio incaico. Según cuenta Gracilaso de la Vega, el Inca dirigía personalmente una gran batida anual con miles de soldados y cazadores a través de una zona fitogeográfica de más de 675.000 km² que abarca las actuales provincias argentinas de Santa Fe, Salta, Formosa, Chaco y Santiago del Estero, sur de la república del Paraguay y este de Bolivia.
El Imperio se abastecía de pieles, lanas y carnes y reafirmaba cada año su dominio sobre los pueblos seminómadas de la región: abipones, mocovíes, chulupíes, guaycurús, chorotes, tobas, pilagá, vilelas y matacos. No siempre alcanzaría esa meta, como lo comprobarán los mismos españoles más tarde: Juan de Ayolas murió a manos de una partida belicosa del pueblo carcará.
En la rigurosa estratificación social incaica, la lana de llama se distribuía entre el pueblo; las de alpaca y vicuña, más suaves, se reservaban para la familia real. De aquel gran bosque sólo quedan hoy algunos retazos cuadriculados por algodonales, establecimientos madereros, desiertos y vinales.
La mayor parte de la selva fue comida por la explotación irracional de la madera: para el carbón que alimentaba los ferrocarriles ingleses y el tanino con el que se curtían los cueros argentinos.
El principal enemigo del poblador chaqueño es el vinal, el impenetrable, el avance irresistible de la selva. El gobierno argentino continuó la tradición de la cacería: primero contra los pueblos aborígenes, a quienes diezmó por exterminio y enfermedad. Después fue la súper explotación de los obrajes.

Ahora es otra la cacería: la de Isidro Velázquez.

Diario La Nación del 4 de setiembre de 1968:

“En inspecciones efectuadas por funcionarios del gobierno a centros de trabajo instalados en la región del Chaco santiagueño, especialmente en establecimientos dedicados a la explotación de productos forestales, se han comprobado, según la información oficial suministrada al respecto, graves transgresiones a normas legales que amparan la actividad del trabajador rural, particularmente en los tradicionales negocios surgidos durante el otrora auge de la industria taninera, vulgarmente conocidos con el nombre de proveedurías... Pese a la evolución alcanzada en este aspecto se advierten aún prácticas que se creían desterradas para siempre, que lesionan el patrimonio moral, espiritual y material del ser humano, puesto que algunas firmas siguen burlando impunemente disposiciones de la ley, pagando con vales el trabajo de sus obreros. Estos documentos que se entregan como pago al hachero, sólo pueden ser negociados en la misma firma que los emite, lo que significa que por las manos del trabajador jamás pasa dinero en efectivo alguno”.

El Vengador

Gobierna el país un general llamado Juan Carlos Onganía, que acabó con la democracia proscriptiva en junio de 1966 e impuso algo peor. Los políticos, incluyendo el neoperonista Bitel, se han ido a su casa o colaboran con la administración militar que promete quedarse cien años.
Onganía llega disfrazado de dictador sobre una carroza descubierta, arrastrada por cuatro caballos negros, a la inauguración de la exposición rural de 1966: se cree un ser providencial, especie que la historia argentina criará y reproducirá.
Muy lejos de Buenos Aires, un personaje hosco, arma en mano, ordena al borde de la ruta:

- ¡Vos quedate allí y avisá si viene algún camión!
El paisano obedece, lleno de miedo. Su servicio será generosamente pagado.

En una escena similar, el mismo personaje irrumpe de noche en un rancho.
- ¡Sírvanme comida - ordena - y prepárenme un lugar para dormir!
El puestero obedece. A la mañana siguiente, el desconocido se ha retirado sin saludar ni agradecer, dejando sobre la mesa un fajo de billetes, muchos más de los que el paisano haya imaginado nunca.

Ciertas o no, las anécdotas se repiten, multiplican y adornan con nuevos detalles.

Lo que conocieron a Isidro aseguran que llevaba siempre un pañuelo anudado en los cuatro vértices, y que el rectángulo de tela le señalaba con exactitud cuál era el rumbo de donde venía la partida policial.
Afirman también que, a punto de ser apresado, podía desaparecer o se convertía en animal.
Un agente de la policía provincial mencionó que estando a pocos metros de Velázquez, éste se desvaneció tras un matorral. Al transponerlo, el policía se encuentra con una vaca que, vuelta, lo miraba fijamente.
La policía rodea el lugar donde será entregado el bolso que contiene el rescate de los hacendados Giussano, pero al acercarse el bolso se ha esfumado.
Cuando se producen simultáneamente distintos asaltos a mano armada en localidades alejadas entre sí, todos les son atribuidos a la banda.
Dicen que lo paralizó al agente Ángel Pelozo, de la comisaría de La Verde, en el paraje Rancho Juana, cercano al pueblo de La Eduvigis. Fue poco después de las 10 de la mañana, en octubre de 1966: Pelozo había sido uno de sus más firmes perseguidores, y pagó con su vida.
En marzo de 1967 la mala suerte de la policía provincial se confirmó una vez más: el cabo Pedro Vence, de Quitilipi, volvía hacia Presidencia de la Plaza, luego de participar en un patrullaje en búsqueda de la banda.
Vence viajaba de favor en un camión que chocó violentamente contra otro vehículo detenido en la ruta, sin luces. El suboficial murió instantáneamente y el pueblo señaló en silencio: “Ha sido El Vengador”.
Con la policía provincial paralizada, en el ministerio del Interior con sede en Buenos Aires se consideró que había llegado el momento de intervenir.
Se ordena al capitán Aurelio Acuña, del ejército, que viaje a Resistencia al frente de medio centenar de federales. Al llegar, Acuña pone en marcha el Operativo “Silencio”, rebautizado por el pueblo chaqueño como operativo “Fracaso”.

Dijo un camionero que alguna vez lo llevó por algunos kilómetros: “Velázquez era bueno y se confió, no debió confiar en gente de la ciudad”.

La ametrallada

Según relata Hugo Chumbita, “Isidro se había relacionado con un cartero de Machagai, Ruperto Aguilar, y a través de él con otro empleado de correo, Alberto Cejas. Éste y su esposa Laura Marianovich, preceptora del colegio secundario, lo llevaron en su automóvil Fiat 1500 algunas veces y él les pagaba por sus servicios.
La policía había marcado la numeración del dinero del rescate de los últimos secuestros, lo cual permitió descubrir a Aguilar y obligarlo a colaborar. En ausencia de Cejas, indujeron también a su esposa a tender una trampa a los bandidos. Éstos se escondían en el campo, por Quitilipi, cerca de una reserva toba de la que recibían ayuda. Todo se preparó para el 1 de diciembre de 1967. Al caer la noche, decenas de hombres armados esperaban bajo un pequeño puente de la ruta provincial 9 el paso del automóvil”.
Algunos sostienen que la Marianovich tuvo con Isidro una relación sentimental. Ella lo negará siempre: explica que le tiene compasión, que lo entiende y que a veces lo ha refugiado.
La banda, entretanto, estba planeando el golpe maestro: asaltar la sucursal del Banco Nación en Resistencia.

Con la complicidad de los medios de comunicación, el equipo policial que ha llegado de Buenos Aires informa sobre distintos atracos simultáneos en distintos pueblos, atribuidos todos a la banda de Velázquez y Gauna, buscando que el perseguido baje la guardia, que lo pierda su omnipotencia, de modo de usar la mitología popular en su contra.
Detenida por la Policía Federal, la maestra se resiste a hablar. Se le promete no ser juzgada como cómplice y sobre todo, le aseguran que se brindará al bandolero un juicio justo.
Pasan minutos, horas.
Ella termina cediendo (al fin y al cabo le han prometido que la vida de Velázquez será respetada), y confiesa qué camino tomarán desde la población toba hacia Resistencia, rumbo al edificio del Banco de la Nación Argentina.
Se puede conjeturar que, al escuchar los falsos informes trasmitidos por radio, Velázquez y Gauna deben haber creído que tenían allanada su ruta hacia el objetivo.
Se arma la emboscada “en el paraje Pampa Bandera, distrito Machagai...”, como será escrito en el informe policial.
Cuatro de las cinco personas que viajan en el auto, incluyendo el propio Gauna, caen acribillados.




Ambos bandos utilizan armas largas. Una treintena de policías gatillaron más de quinientas veces sus revólveres, fusiles y metralletas.
A pesar de todo, Velázquez logra abrir una de las puertas del vehículo y se interna unos metros en la picada del monte.
Quizás es presa de su propio mito: al volverse para gritar su sapukay, el grito de guerra de los guaraníes, una bala se le incrusta en la cabeza luego de cargarse al agente Medina.
Algunos sostienen que en su huída se ha topado con otro agente que, presa de miedo, se había bajado los pantalones para orinar, y que Isidro literalmente choca con él.
¿A usted le parece, que un valiente caiga a manos de un cagón?- sostuvo un vecino.
Según cuenta Chumbita, “Aguilar conducía y detuvo el motor mediante un dispositivo instalado al efecto en el vehículo para cortar la electricidad, simulando un percance. La mujer bajó a ponerse a salvo, e Isidro se dio cuenta.
- ¡Caímos!- habría dicho.
Gauna fue acribillado en el asiento trasero.

Diario La Razón del 3 de diciembre de 1967:

“los efectivos policiales prepararon desde hace tiempo las diversas tramperas entre los sectores más populares de la población, precisamente donde los bandoleros gozaban de más simpatía y prestigio”.Revista Así, edición del 14 de diciembre de 1967: “Desde la época de Mate Cosido no se registraba un hecho policial de tanta repercusión popular en el Chaco. Por eso se explica que millares de personas desfilaran en Machagai, donde permanecieron ante los restos de ambos delincuentes, que terminaron siendo sepultados. Velázquez y Gauna cayeron en su ley, pero jugándose con arrojo cuando ya habían comprendido que el final estaba cercano”. “La gente es ingrata, insidiosa y difícil de entender. Ahora que cazamos a Velázquez están en contra de la policía”. Declaraciones a la Revista Así, enero 1968, del comisario Pujol, jefe del operativo, en enero de 1968).

El diario porteño La Razón titula en primera plana el día siguiente del suceso: “LA MUERTE DE VELÁZQUEZ PROVOCÓ EN EL CHACO UN FORMIDABLE IMPACTO EMOCIONAL”.

El árbol a cuyo pie cayó Isidro Velázquez se convirtió en centro de peregrinación de la gente humilde. El gobernador militar ordenó talarlo, reducirlo a astillas y quemar los restos.

A pesar de ello, el pueblo humilde no dejó de concurrir, llevando como amuleto un poco de ceniza. Ese polvillo negro se guarda con fervor religioso: alguna vez fue el árbol bajo cuya copa murió el héroe.

A pesar de la vigilancia en el lugar, aparecen flores y otros tributos en un pequeño nicho cercano al lugar donde corrió la sangre de los bandoleros.

También depositaban flores naturales o de plástico, y todo tipo de ofrendas sobre la tumba en el cementerio de Machagai.

El gobierno militar decidió sepultar el cuerpo en otro cementerio, quizás fuera de la provincia.

“Ya no está Isidro Velázquez / la brigada lo ha alcanzado / y junto a Vicente Gauna / hay dos sueños sepultados” (“El último sapukay”, de Oscar Valles, chamamé cuya difusión fue prohibida durante la dictadura argentina de 1966-1973).

Ese mismo año se instituyó el 1° de diciembre como “Día de la policía provincial”. Todavía se celebra.

Post scriptum

Las andanzas de Isidro Velázquez fueron cantadas en “El último sapukai”, de Oscar Valles; “El puente de la traición”, de Cardozo y Domínguez Agüero, “La ratonera”, de Raúl Barboza; y “Bandidos rurales”, de Gieco y Chumbita.
Los hechos fueron relatados por Roberto Carri en “Isidro Velázquez - Formas prerrevolucionarias de la violencia”, Buenos Aires, Sudestada, 1968, con una segunda edición publicada recientemente por Colihue; y en Luis Bruschtein, “El fugitivo de Pampa Bandera. Historia de Isidro Velázquez” en Crisis n° 62, Buenos Aires, julio de 1988. Y por Hugo Chumnbita.
El bandolerismo social fue encarado por la literatura argentina en el tradicional Martín Fierro, y por Eduardo Gutiérrez en las biografías noveladas de Juan Moreira y Hormiga Negra.
También se atribuyen poderes sobrenaturales, curaciones y apariciones mágicas a otros delincuentes y perseguidos: los mendocinos Juan Francisco Cubillos y Juan Bautista Bairoletto; el sanjuanino José Dolores Córdoba: el tucumano Manco Bazán Frías; el correntino Francisco López; el catamarqueño Julián Baquisay; Antonio Mamerto Gil Núñez, el gauchito Gil; Aparicio Altamirano, Olegario Álvarez, “el gaucho Lega”; la sanjuanina Martina Chapanai; Juan Cuello; el Gato Moro; Brunel, el Tigre de Quequén; Santos Guayama; el tucumano Segundo David Peralta, alias Mate Cosido; Argamonte; el paraguayo Pelayo Alarcón, que actuó en Salta.



La noche que ande Argamonte / tiene que ser noche negra / por si lo vienen siguiendo / y le brillan las espuelas. / Argamonte por el monte / pasa despacio a caballo / los lazos de su memoria / al aire van cuatreriando. / El gaucho se anda escapando / no desensille / no vaya que andando el vino / me lo acuchillen.

MATRIMONIO HOMOSEXUAL, EN EL SENADO, A CARA DE PERRO

Ayer, en "A Dos Voces”, debatieron Liliana Negre de Alonso, Adriana Bortolozzi, Samuel Cabanchik y Vilma Ibarra. Aunque cada uno, a su manera, explicó con claridad su postura, me quedó la sospecha de que no será fácil la votación en el Senado y que no vendría mal estar preparados para una derrota. Quizás la senadora por Chaco no esté en sus cabales.
No por ser derrotista quien esto escribe, sino lo contrario. No siempre la derrota deja enseñanzas, se sabe.
Cada uno de nosotros escucha -en su entorno- voces favorables al matrimonio homosexual. Pero corremos el riesgo de creer que eso refleja la opinión del conjunto de la sociedad. El matrimonio homosexual es una reivindicación de un sector minoritario, cultural y progresista, pero no debe perderse esa perspectiva: que es la demanda de una minoría cultural.
El grueso de la sociedad oscila entre la discriminación, el prejuicio y el reconocimiento a regañadientes de un derecho, donde la influencia “moral” de la Santa Madre Iglesia (y de las iglesias evangélicas) es fuerte, tanto como la del sistema educativo que no ha sufrido cambios dramáticos en los últimos tiempos.




El punto de partida para entender, me parece, es que este gobierno ha tomado medidas “progresistas” como no se veía en muchas décadas en Argentina. Eso está en su haber.
Lo que no lo está es que la sociedad no ha acompañado esa transformación.
Por cierto, tampoco podemos hablar de una sociedad única (el Pueblo) sino de muchas sociedades o grupos sociales.
Los sectores medios apoyaron a Kirchner porque mantuvieron su lugar en la pirámide, pero se enfrentaron violentamente con el gobierno cuando osó tocar la renta extraordinaria de la tierra. En ese momento afloró todo el gorilismo que todavía lo recorre, y en el que la influencia de las instituciones religiosas y educativas, así como el complejo mediático-cultural, son decisivas. Así como el neoliberalismo está seriamente cuestionado a nivel estructural por las crisis bancarias pero subsiste como ideología dominante, algunos sectores medios siguen atravesados por el mítico granero del mundo y otras alucinaciones como la convertibilidad, el deme dos y los viajes baratos a Miami, y un gorilismo que les viene de la cuna.
El divorcio entre el progresismo del gobierno, puesto entre comillas, y una sociedad retrógrada, comenzó a revertirse, curiosamente, con el fenómeno 6-7-8.
Pero el público de ese programa también es una minoría, progresista y necesaria para la alianza social que intenta el kirchnerismo. Necesaria pero no suficiente. Si lo fuera, no estaríamos especulando minuto a minuto sobre cuánto sacaría el candidato del FPV en primera o segunda vuelta, con porcentajes que rondan el 30%. Es decir, hay una cuestión no resuelta de construcción de mayorías.
En este sentido, no viene mal recordar que también fue una alianza social nefasta lo que permitió la llegada de Menem al poder, alianza que hoy de alguna manera intentan revivir el PJ de Duhalde y el macri-cobismo.
A los sectores medios, mientras se les de la oportunidad de reconocerse en el shopping, todo bien.

miércoles, 7 de julio de 2010

La polémica Sadous - Atanasof y el secreto

El uso de cámaras ocultas ha revolucionado las libertades de prensa y expresión. Ya no dependemos de grupos, medios e intermediarios.
En exclusiva, las explicaciones del diputado Alberto Atanasof, del conservadurismo populachero, sobre el secreto que debe imperar en el caso Sadous.


A FAVOR DE LA DISCRIMINACIÓN

Si fuéramos a creer en los títulos de los medios, la sociedad argentina está profundamente dividida entre quienes están a favor o en contra del matrimonio homosexual. Nada más lejos de la realidad.
Para ser sinceros, lo primero que se debe lograr en el país es la igualdad de derechos civiles. Eso, para empezar y sin discusiones.

En otro de mis blogs, subí hace un tiempo algunas consideraciones sobre la discriminación porque me sorprende el rumbo que está tomando el mundo.
Según algunas visiones extremas, todo adjetivo calificativo sería potencialmente discriminatorio. Cayetano Santos Godino (1896-1944), por ejemplo, era llamado El Petiso Orejudo. Doble discriminación. Se dirá que el epíteto provino de la policía, que es donde se esconden los pliegues más retrógrados de la cultura.
El tipo fue, para quienes no tienen idea de la cuestión, un famoso asesino serial, famoso mucho antes de que fuéramos inundados de películas norteamericanas sobre asesinos seriales. Y además era muy, muy feo, como se aprecia en la foto.
-¡Atención! Si sostiene que era feo, está discriminando- me alerta mi mitad postmoderna.
-Pero atiendamé, era realmente feo el pobrecito...
-¿Pobrecito, dice? Eso también es discriminatorio.
Esta es una rueda sin fin desde que Foucault, por ser discriminado, nos rompió la cabeza deconstruyendo la normalidad, la salud y otras características propias de la cultura judeo cristiana capitalista industrial.
Para no meterme en honduras, reproduzco abajo el post original. Como toda escritura es provisoria, le he corregido unos cuantos errores ortográficos pero la idea es más o menos la misma.
Lo que en otros términos significa:
- No aprendiste nada.
Bué. Decíamos ayer:

Si la lucha contra la discriminación se convierte en política pública, es necesario volver a señalar que la mitad de las letras de los tangos discrimina a las mujeres.
No resulta suficiente argumentar que es la música nacional urbana por excelencia, que nos identifica en todo el mundo, que hay tangos antológicos; que es un placer escucharlo, bailarlo y verlo bailar; y que el Zorzal Criollo cada día canta mejor, sin olvidar que los zorzales son aves naturales de Europa.
Los tangos son, además, otro motivo de discusión con nuestros hermanos orientales. Bastante tenemos con las pasteras como para seguir son eso de que Gardel nació en Tacuarembó, cuando todo el mundo sabe que fue en Toulouse, Francia.


Es que, si de discriminación se trata, la fama del tango es puro cuento.
En efecto, la mujer es, para esa mitad de las letras de tango puestas en observación, un ser inferior; generalmente tortuoso, voluble, amoral, carente de ideales, materialista, prosaico y utilitario.
Las que matan la ilusión suelen provocar todo tipo de violencia a su alrededor. Por caso, la que naturalmente producen los celos, tanto entre ellas como contra algún competidor inoportuno.
Tienen las armas necesarias para hundir al sexo opuesto en la más vil bajeza. Pueden provocar suicidios por desesperación, y por ellas, muchos varones han terminado en prisión.
Son capaces de destruir hogares por un solitario e irracional momento de pachanga.


Tienen reacciones disparatadas. Hemos visto conductoras que doblan en una esquina a 60 km por hora sin poner la luz de giro. Y que preguntadas, demuestran desconocimientos básicos tales como no saber dónde está el motor de automóvil.
Ciertas mujeres, lo demuestra la historia, han provocado guerras sangrientas. Si Helena no hubiera tenido las costumbres promiscuas que tuvo, no tendríamos noticias de Ulises, de Homero, y Thomas Moro no habría escrito Utopía.
Las letras de tango puestas en cuestión también ensalzan a la madre, considerada el modelo opuesto de las mujeres discriminadas, lo que implica una doble discriminación.


Esta visión idealizada de la madre ha obligado a muchos varones a gastar largas horas en análisis; a elegir mal a sus parejas, provocando la multiplicación de los divorcios y el deambular de hijos abandonados; y a tener que recorrer consultorios médicos por problemas de erección o tamaño, cuando no de una elección insólita del objeto de deseo.
La madre enseña al varoncito a discriminar. Es cuando, entre risitas burlonas, extiende el índice y, señalándolo, suele nombrar en diminutivo al órgano distintivo del varón: pitulín, pitito, etc. Para ella el hijo anciano seguirá siendo el nene, impidiendo que madure afectivamente. Esa sacralización discrimina a las novias tontas, a las esposas rebeldes y al hijo que nunca será un adulto
Sin embargo, el carácter discriminatorio del tango no se observa solamente en las letras. Dado que la música es un arte abstracto, no es posible encontrar segregación en las armonías del Salgan ni en los fraseos de Troilo, salvo que se crea, como se creía antes, que el uso de tonos mayores es masculino, y los tonos menores quedan para el sexo débil.
Pero como baile, es otra cosa.
Bailar tango es una costumbre que se ha impuesto en todo el mundo como mezcla de sexo virtual, turismo y práctica física saludable. Es una especie de pilates con música fuertemente acompasada.


Miles de damas de todo el mundo viajan anualmente a Buenos Aires para aprender a bailarlo.
Lo que introduce el tema de la histeria masculina, aunque eso parezca una contradicción en término. Vemos cuál es la estrategia de la milonga:
El bailarín saca a bailar a la dama A con intención de que la dama B le preste atención, aunque en realidad su interés radica en una dama C que por el momento se come las uñas porque el bailarín no le presta atención. A altas horas de la madrugada, el bailarín abandonará la milonga con D.
Las otras, las que se quedaron de a pie, tendrán todo el derecho de sentirse injustamente discriminadas.
Lo realmente incomprensible es que esas damas extranjeras vuelvan a sus países como quien tocó el cielo con las manos, con las mejillas encendidas, luego de vivir una experiencia inolvidable.

martes, 6 de julio de 2010

El 82% y la fin del mundo

Que los jubilados merecen el 82% es una verdad más grande que una casa. Que todos merecemos ganar los mismos salarios de Europa, también.
Pero estamos en Argentina. Sin ponerme en el lugar (o más, poniéndome enfrente de) de los que opinan que todo pasado fue mejor, es una convicción de muchos que la Argentina de hace 40 o 50 años era un país mejor, más vital, más multifacético y sobre todo más equitativo. Y hasta me atrevería a decir que más democrático.
Caímos muy hondo.
Para salir de la caída, hace falta un sujeto que movilice a la sociedad. Tampoco se sale de golpe, mágicamente, porque los sujetos históricos son necesarios para producir el cambio, y no cualquiera, sino un cambio determinado. Por lo tanto, no son invariables y cuando cumplen su fin, mueren o se convierten en otra cosa.
Esto no es un secreto para nadie.

El 82% móvil para los jubilados no es una meta imposible, como no es imposible sino más bien deseable, cualquier otra medida en la línea de una más justa distribución del ingreso.
Es irrisorio ver hoy cómo se exige al Estado: ¿se le hubiera exigido tal cosa a una AFJP? Me cuesta imaginar al directorio de la AFJP Orígenes, presidido por Roberto Alemann, recibiendo a una delegación de jubilados y explicándole que el derrame de petróleo del Caribe lamentablemente había significado una caída del 12% en el nivel de las pensiones.
Pero volvamos. Si es el Estado el que debe pagar, todo pedido de aumento debe contener necesariamente la solución al tema del origen de los fondos. De otro modo, caeríamos en el terreno de las alucinaciones.



Alucinaciones. En 1910, ante la anunciada llegada del cometa Halley, muchas personas se suicidaron. En 1938, Orson Welles trasmitió por radio La Guerra de los Mundos.
El movimiento shaker apareció en Inglaterra en 1747 dirigido por una quakera, Ann Lee. Lee viajó a EEUU (huyendo de la intolerancia religiosa) y allí se reunió con unos "camisards" de origen francés dirigidos por James Wardley. Ambos adoptaron el sexo libre como modo de adorar a Dios y comenzaron a recorrer el país. También se los ha conocido como "milenaristas".
Google traduce como "coctelera" lo shaker, pero para ser mas precisos, (shake=agitar) eran multitudes que bailaban (en el siglo XVIII) ritmos frenéticos que desmerecerían al más frenético de los bailes actuales, y no lo hacían en una plaza, en un salón, en un dance-club, en una disco, sino recorriendo el país por los caminos de entonces.
En lugar de caminar, o usar los medios de locomoción de la época, los viajeros se transportaban bailando hasta el delirio. La experiencia religiosa era una mezcla de comunismo religioso, sexo compartido y baile hasta la extenuación, aunque es difícil que todo sucediera al mismo tiempo o que hubiera energía suficiente para todo. Curiosamente, hombres y mujeres no compartían dormitorios.
Más de 20.000 personas, un número respetable para esa época, participaron del movimiento. Europa no fue ajena a estas alucinaciones colectivas, antes y después de la Reforma.

Otra alucinación, pero de los argentinos, fue la creencia de que pertenecíamos al Primer Mundo y que el peso valía igual que un dólar. El 82% a los jubilados impone una sola pregunta: quién lo paga. Como ya dijimos, hay menos de 2 trabajadores aportantes por cada jubilado, cuando se necesitan cuatro.
Y los fondos del Anses, su stock, es -salvando la distancia y la propia construcción mental- la burguesía nacional de que carece este país, donde parece que todavía estamos sometidos a los shakers.

lunes, 5 de julio de 2010

IR A LOS BIFES




"La Razón" es uno de esos diarios del Grupo Clarín que pretenden informarnos entre Medrano y Carlos Pellegrini. Está concebido según un criterio que desmenuzó el escritor, poeta y periodista Pablo Chacón (y si no lo hizo él, se lo endilgo) sobre el carácter del nuevo  periodismo: ser apenas un soporte del mensaje publicitario. Esta mañana, centralmente, nos ofrece los televisores LCD sobrantes del campeonato en primera plana.

Al llegar a Carlos Pellegrini para la combinación, uno está más informado pero no mejor. Valga el siguiente ejemplo:
En página 3, la periodista Gabriela Silvestre (gsilvestre@larazon.com.ar) nos avisa que cenar en el living del chef es la nueva tendencia fashion.
No es tan fácil cenar hoy en día. Lo fashion nos ha obligado a cambiar algunos hábitos alimenticios:
Así, en el living del chef (informa la Silvestre) no vamos a comer sino a degustar.
Y no pediremos platos, pero dependemos de pasos, a merced del chef.
La pasos propuestos son:
- fileteado de lomo empanado con dúo de ovarios de ave montados, que es como antiguamente se conocía a la milanesa a medio caballo. 
- linguine espumados al basilico del Mediterráneo con lluvia de ajo y nueces en finas láminas, que es como antes se llamaba a los fideos con pesto.
Y así.
Luis Barrionuevo, asesor gastronómico fashion, nos indica que la tendencia no para en el living.
"Lo que se viene para la próxima temporada es comer en el dormitorio del chef", señala, y afirma que en el 2011 el plato de moda entre las clases altas argentinas será la aleta de tiburón de Pinamar.
Las organizaciones ambientalistas vienen persiguiendo desde hace años a los consumidores de aletas de tiburón, sobre todo japoneses, porque los carniceros de raza amarilla atraen a los escualos con malas artes y los despojan de sus extremidades natatorias, dejándolos luego librados a su suerte y a la voluntad de los depredadores del mar.

Aunque la aleta de tiburón tiene propiedades afrodisíacas, pocos expertos comparten la opinión de Barrionuevo.
Por caso, las encuestas conocidas este último fin de semana tras el retorno de la selección de futbol.
Casi todos coinciden en señalar que la próxima moda será degustar el cordero patagónico en un solo paso.









 

domingo, 4 de julio de 2010

PEPINO EL 82

El circo y el 82% móvil para jubilados



La historia del teatro nos dice que Pepino el 88 fue uno de los payasos del circo itinerante de los Hermanos Podestá. El espectáculo tenía cualidades típicamente argentinas, diferenciales, digamos, diferentes de lo que serían hoy un Holiday on Ice o un Cirque du Soleil o The Buffalo Bill Show, donde terminó sus días el gran Toro Sentado, Sitting Bull, pasada gloria de los sioux, y que tiene aquí mayor prensa (está más instalado) que digamos, un Yanquetruz o un Painé o un Pincén.
Y eso que Pincén fue un bravo entre los bravos, arrastrado por las callecitas de Buenos Aires encerrado en una jaula, los muy maulas.
Hormiga Negra, o Isidro Velázquez (cuya historia puede leerse aquí o mejor, aquí, de mi autoría) tampoco se han instalado. Para no hablar del mendocino Bairoletto.
Virtudes de la cultura colonizada que le dicen. Y, ahora lo pienso, parte quizás de la pacatería educativa que dio la ley 1420: nada de enseñar vida de bandoleros argentinos a los educandos argentinos, palomitas blancas, para que no se malacostumbren al vicio, las malas compañías, el mal ejemplo. Juan Moreira, otro desacatao.
Con las rutinas propias del circo, los Hermanos Podestá hacían teatro, improvisaban situaciones en tono cómico o de sainete. De las que se anotaron algunas leyendas y que en esta ocasión, brevemente, me le atreveré a la leyenda de la leyenda.
Fue así, y si no fue, ahora mismo lo hago creíble:
Una de las rutinas de Pepino el 88 relata, en una versión libre de los textos de Eduardo Gutiérrez, algún episodio de la vida de Hormiga Negra, como por ejemplo aquel que narra su final a manos de una partida policial. El mismo final de todos los bandidos: Bairoletto, Velázquez, Gauna, Mate Cosido, Moreira...
Y bué. Resulta entonces que la rutina se repite en cada función, pero una de ellas no terminará con el habitual aplauso. Es cuando se incorpora un hombre en la platea y, bufoso (revólver) en mano, grita:
- ¡Mentira! Hormiga Negra no murió. ¡Soy yo y vengo a reparar esa mentira!- seguida de tiros al techo de la carpa, gritos y/o desmayos femeninos y posterior desbande.
El tipo viene a reparar una ofensa, en la línea del cuento de Borges sobre el sargento Cruz.

Pareciera que la embestida opositora (el combo 82% más baja de retenciones) viene también a reparar una ofensa, la de las bajas jubilaciones. Pero eso del  82 POR CIENTO MÓVIL es absolutamente apócrifo, como lo explica Zaiat aquí y Verbitsky aquí, de modo que no abundaré en lo ya dicho.
El único hecho cierto es que se necesitan cuatro trabajadores aportantes en blanco para definir el nivel jubilatorio, y aquí nos llegamos a dos.
Pudimos haberlo hecho en el pasado, cuando la desocupación era del 6 % REAL, pero los que gobernaron entonces optaron por desfinanciar las cajas jubilatorias, tomando todo ese cash como jugosos aportes a la tesorería, y con eso no solo las quebraron: construyeron el argumento para que en los roaring ninety's los Neustadt, Marianito Grondona y Adelina D'Alesio vendieran el buzón de las AFJP.
Entiéndase bien: los jubilados merecen el 82% y más. Pero en ese mismo orden de merecimientos, aquí deberíamos tener los mismos niveles salariales de EEUU o Alemania. Argentina merecería ser campeón mundial de fútbol y yo quisiera tener veinte años. La chancha, los veinte, y la máquina de hacer chorizos.


Que esto pueda estar sucediendo, tiene varias explicaciones. Una de ellas es interior al propio kirchnerismo. En un post reciente, de minutos nomás, el amigo Eze Meler menciona las épicas austeras de esta época. Y Artemio López describe los tres peronismos electorales.
Claro que una cosa es hacer política y otra, comentar la política. El comentarismo ha eclosionado estos días, entendiendo que las jugadas de la selección, o el tratamiento que le dan a Maradona los medios concentrados, constituyen el centro de la batalla cultural. Como si aquí se jugara la contradicción principal y la propia ideología. ¿De qué ideología me hablan?
(Concedo incluso que mentar "la contradicción principal" puede sonar como referencia cavernícola, pero eso no significa que no exista).
No en vano, todo el mundo se exprime el coco en el poroteo, viendo como se puede aportar un puntito aquí, otro puntito allá, y un camino largo que baja y se pierde.
No hay épicas o epopeyas austeras, una contradicción en término. No se puede construir una épica con dos superávits gemelos y unas reservas en el Banco Central. Por más que sean de 50 mil millones de dólares. A nadie le va a hervir la sangre por defender el nivel de reservas. Argumento que escuché del senador Eric Calcagno antes de las elecciones de junio. 
Los economistas, por más nacionales que sean, no son los sujetos ideales para crear épicas nacionales. El peronismo no volverá a enamorar mejorando la atención informática del Anses. Ni se volverá a enamorar con 6.7.8.
Por eso, no nos asombremos de la falacia opositora que se alimenta y se instala en nuestra propia mediocridad, falencias o déficits.
- ¡Mentira! Hormiga Negra no murió. ¡Soy yo y vengo a reparar esa mentira!

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