miércoles, 7 de julio de 2010

A FAVOR DE LA DISCRIMINACIÓN

Si fuéramos a creer en los títulos de los medios, la sociedad argentina está profundamente dividida entre quienes están a favor o en contra del matrimonio homosexual. Nada más lejos de la realidad.
Para ser sinceros, lo primero que se debe lograr en el país es la igualdad de derechos civiles. Eso, para empezar y sin discusiones.

En otro de mis blogs, subí hace un tiempo algunas consideraciones sobre la discriminación porque me sorprende el rumbo que está tomando el mundo.
Según algunas visiones extremas, todo adjetivo calificativo sería potencialmente discriminatorio. Cayetano Santos Godino (1896-1944), por ejemplo, era llamado El Petiso Orejudo. Doble discriminación. Se dirá que el epíteto provino de la policía, que es donde se esconden los pliegues más retrógrados de la cultura.
El tipo fue, para quienes no tienen idea de la cuestión, un famoso asesino serial, famoso mucho antes de que fuéramos inundados de películas norteamericanas sobre asesinos seriales. Y además era muy, muy feo, como se aprecia en la foto.
-¡Atención! Si sostiene que era feo, está discriminando- me alerta mi mitad postmoderna.
-Pero atiendamé, era realmente feo el pobrecito...
-¿Pobrecito, dice? Eso también es discriminatorio.
Esta es una rueda sin fin desde que Foucault, por ser discriminado, nos rompió la cabeza deconstruyendo la normalidad, la salud y otras características propias de la cultura judeo cristiana capitalista industrial.
Para no meterme en honduras, reproduzco abajo el post original. Como toda escritura es provisoria, le he corregido unos cuantos errores ortográficos pero la idea es más o menos la misma.
Lo que en otros términos significa:
- No aprendiste nada.
Bué. Decíamos ayer:

Si la lucha contra la discriminación se convierte en política pública, es necesario volver a señalar que la mitad de las letras de los tangos discrimina a las mujeres.
No resulta suficiente argumentar que es la música nacional urbana por excelencia, que nos identifica en todo el mundo, que hay tangos antológicos; que es un placer escucharlo, bailarlo y verlo bailar; y que el Zorzal Criollo cada día canta mejor, sin olvidar que los zorzales son aves naturales de Europa.
Los tangos son, además, otro motivo de discusión con nuestros hermanos orientales. Bastante tenemos con las pasteras como para seguir son eso de que Gardel nació en Tacuarembó, cuando todo el mundo sabe que fue en Toulouse, Francia.


Es que, si de discriminación se trata, la fama del tango es puro cuento.
En efecto, la mujer es, para esa mitad de las letras de tango puestas en observación, un ser inferior; generalmente tortuoso, voluble, amoral, carente de ideales, materialista, prosaico y utilitario.
Las que matan la ilusión suelen provocar todo tipo de violencia a su alrededor. Por caso, la que naturalmente producen los celos, tanto entre ellas como contra algún competidor inoportuno.
Tienen las armas necesarias para hundir al sexo opuesto en la más vil bajeza. Pueden provocar suicidios por desesperación, y por ellas, muchos varones han terminado en prisión.
Son capaces de destruir hogares por un solitario e irracional momento de pachanga.


Tienen reacciones disparatadas. Hemos visto conductoras que doblan en una esquina a 60 km por hora sin poner la luz de giro. Y que preguntadas, demuestran desconocimientos básicos tales como no saber dónde está el motor de automóvil.
Ciertas mujeres, lo demuestra la historia, han provocado guerras sangrientas. Si Helena no hubiera tenido las costumbres promiscuas que tuvo, no tendríamos noticias de Ulises, de Homero, y Thomas Moro no habría escrito Utopía.
Las letras de tango puestas en cuestión también ensalzan a la madre, considerada el modelo opuesto de las mujeres discriminadas, lo que implica una doble discriminación.


Esta visión idealizada de la madre ha obligado a muchos varones a gastar largas horas en análisis; a elegir mal a sus parejas, provocando la multiplicación de los divorcios y el deambular de hijos abandonados; y a tener que recorrer consultorios médicos por problemas de erección o tamaño, cuando no de una elección insólita del objeto de deseo.
La madre enseña al varoncito a discriminar. Es cuando, entre risitas burlonas, extiende el índice y, señalándolo, suele nombrar en diminutivo al órgano distintivo del varón: pitulín, pitito, etc. Para ella el hijo anciano seguirá siendo el nene, impidiendo que madure afectivamente. Esa sacralización discrimina a las novias tontas, a las esposas rebeldes y al hijo que nunca será un adulto
Sin embargo, el carácter discriminatorio del tango no se observa solamente en las letras. Dado que la música es un arte abstracto, no es posible encontrar segregación en las armonías del Salgan ni en los fraseos de Troilo, salvo que se crea, como se creía antes, que el uso de tonos mayores es masculino, y los tonos menores quedan para el sexo débil.
Pero como baile, es otra cosa.
Bailar tango es una costumbre que se ha impuesto en todo el mundo como mezcla de sexo virtual, turismo y práctica física saludable. Es una especie de pilates con música fuertemente acompasada.


Miles de damas de todo el mundo viajan anualmente a Buenos Aires para aprender a bailarlo.
Lo que introduce el tema de la histeria masculina, aunque eso parezca una contradicción en término. Vemos cuál es la estrategia de la milonga:
El bailarín saca a bailar a la dama A con intención de que la dama B le preste atención, aunque en realidad su interés radica en una dama C que por el momento se come las uñas porque el bailarín no le presta atención. A altas horas de la madrugada, el bailarín abandonará la milonga con D.
Las otras, las que se quedaron de a pie, tendrán todo el derecho de sentirse injustamente discriminadas.
Lo realmente incomprensible es que esas damas extranjeras vuelvan a sus países como quien tocó el cielo con las manos, con las mejillas encendidas, luego de vivir una experiencia inolvidable.

5 comentarios:

Eva Row dijo...

Excelente!!!

Jorge Devincenzi dijo...

Agradecido, Eva.
Luego de postear, un lector anónimo me envió el siguiente comentario a la casilla de gmail: "si usted se cita a sí mismo, es un presuntuoso".
Tiene razón e intentaré enmendar la falta.
Respecto al tango bailado, equipararlo con el pilates es una broma macabra, teniendo en cuenta su intenso erotismo.
Los temas de la discriminación, así como el de la multiculturalidad, deben ser intensamente debatidos. No vaya a ser que nos manden gato x liebre

DudaDesnuda dijo...

El tango como el fulbo es un sentimiento. Confieso que intenté aprender a bailarlo pero fracasé. La mujer debe seguir al hombre me decía el profe, dejarse llevar, entregarse, me seguía diciendo y, no. Colgué los tacos y decidí que el tango no es para mí.

Besos y chismes

Nota: psí. Soy la Silvia Fernández W. del FB.

Jorge Devincenzi dijo...

Es el problema de la mujer hoy en día, con tanta revolución y reivindicación feminista: dejarse por un lado y llevar por otro, o ambos..

DudaDesnuda dijo...

Palabras de S. De Beauvoir, vestidas para la ocasión:

"El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres."

Besos problemáticos

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