miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Todo Negativo o Todo Negocio?

Leemos en revista Veintitres: 

Por Fernanda Vallejos


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¿Todo Negativo? Lo que se dice y lo que se oculta:

La inflación está “desbocada”, afirman, a diestra y siniestra, políticos y economistas de la oposición, cuyos ecos resuenan persistentemente en boca de los voceros mediáticos de los grandes jugadores económicos, formadores de precios, que se frotan las manos frente a la convalidación de expectativas que se busca generar, invisibilizando, de un lado, su responsabilidad en el proceso de remarcación de precios y allanando el camino, del otro, para futuras subas que permitirían mejorar su ya elevada rentabilidad. Sin embargo, cuando vamos a los datos –y no solamente el IPC nacional, sino también el que mide la ciudad de Buenos Aires, de signo político opositor al gobierno nacional– observamos una tendencia declinante en la evolución de la inflación que difícilmente puede abonar la hipótesis de una inflación, supuestamente, fuera de control. 

En franca contradicción con esa misma tendencia decreciente, mientras la mayoría abona la hipótesis de una inflación anual del 40%, Federico Sturzenegger llegó a afirmar que “la inflación está llegando al 50% anual”. De nuevo, los datos lo desmienten: la proyección que surge de los datos que brinda el IPC de la ciudad que conduce su jefe político arroja que la inflación anual sería del 34%, o incluso menor de continuar la tendencia a la baja del índice inflacionario. No obstante, hay argumentos estadísticos para sostener que la inflación de la ciudad de Buenos Aires no puede considerarse representativa de todo el territorio nacional, debido a la diferente composición de las canastas de consumo basada en las preferencias de las personas que se fundamentan en niveles de ingresos superiores en la ciudad con respecto al resto del país, de la mano con la menor ponderación del rubro alimentos en el caso de la ciudad. 

Pero vayamos a un análisis pormenorizado, para sustentar lo que acabamos de afirmar. Sostiene el doctor Alejandro Rofman en el artículo “Los índices de precios al consumidor en el segundo semestre de 2014”, contenido en el boletín de coyuntura económica de agosto “La Argentina que viene” recientemente publicado por el Foro del Pensamiento Económico para el Proyecto Nacional: “Los índices de precios al consumidor han experimentado en los primeros meses del año variaciones mensuales que han ido de mayor a menor, reflejando el impacto inicial de la devaluación de enero de más del 20%, que se fue amortiguando con el paso de los meses. Para analizar este fenómeno y formular algunas hipótesis acerca del comportamiento futuro hemos escogido dos series de índices de precios al consumidor (IPC), a saber: 1) El IPC a nivel nacional (...) Se ajusta a los patrones internacionales en la materia e incluye los datos de 520 bienes y servicios consumidos por una familia tipo promedio de toda la población encuestada. Así, se relevan en varias rondas de recolección de información los precios de la canasta de bienes y servicios escogidos en 13.000 locales de expendio al consumidor... 

La encuesta en forma de muestra representativa del conjunto de los productos seleccionados se realiza en 146 localidades (de 5.000 y más habitantes) de todo el país, distribuidas en seis regiones, donde en cada una de ellas se adopta el criterio de obtener precios referidos a 470 productos que son comunes a todas las regiones y otros 50 que se vinculan con consumos específicos de cada región. 2) El IPC de la ciudad de Buenos Aires, que corresponde a una canasta de bienes y servicios consumida por una familia tipo residente dentro de los límites de la ciudad, preparada a partir de la última Encuesta de Consumo de hogares efectuada diez años antes. El muestreo respectivo es representativo de todos los consumos medios que se efectúan por familias ubicadas dentro de los perímetros de la ciudad de Buenos Aires y también se ajusta a los patrones metodológicos internacionalmente adoptados”. 

Para el caso del IPC Nacional Urbano, las variaciones porcentuales con respecto al mes anterior, de enero a junio (último dato al momento de realizar el informe) fueron los siguientes: 3,7, 3,4, 2,6, 1,8, 1,4, 1,3. Para el caso del IPC de la ciudad de Buenos Aires esas variaciones se ubicaron, de enero a junio, en: 4,8, 4,4, 3,6, 3,1, 2,3, 2,3.

En base al análisis comparativo de ambas series, puede observarse que los valores obtenidos para el índice mensual de la ciudad de Buenos Aires son siempre superiores a los que se presentan para el total del país. A ese respecto señala el informe que “es factible que la brecha entre un dato y el otro se deba a la ponderación más acentuada de servicios sofisticados (como el gasto en medicina prepaga o en consumos reservados a sectores de medios y altos ingresos como el turismo). Es de hacer notar que el ingreso promedio de cada habitante de la ciudad de Buenos Aires es por lo menos el triple mayor que el promedio nacional, lo que puede incidir en el tipo de consumo, donde los cambios de precios no tienen mecanismos de regulación estatal (como el turismo) o sean motivo de consumo por segmentos de elevado ingreso que no reparan en el costo sino en la calidad del servicio (medicina prepaga, taxis)”. 

No obstante, el dato más significativo que surge del análisis tiene que ver con la tendencia claramente declinante que presentan ambas series, donde –en los dos casos– se parte de “un dato inicial elevado (enero y febrero) pero decreciente en el tiempo, llegando al cierre del semestre con el índice de junio que (tanto a nivel nacional como de la ciudad) es menor a la mitad que el valor inicial del año”. La tendencia declinante es más pronunciada en el índice nacional que en el porteño, lo cual, sugiere el informe, puede deberse a “la mayor ponderación de alimentos en la canasta tipo de todo el país que en la de la ciudad de Buenos Aires. Esta observación parece ratificarse por el dato que consignan ambos institutos de estadística en el sentido de que la reducción de junio con respecto a mayo del rubro de alimentos es muy inferior (menos de la mitad) para uno y otro relevamiento que el dato global”.

Si se anualizan los índices del primer semestre, el correspondiente a la ciudad de Buenos Aires llegaría al 42% y el nacional al 30%. Sin embargo, la tendencia observada a la caída del índice que muestran ambas series a lo largo del año obliga a formular una hipótesis más realista. El informe del doctor Rofman propone un escenario donde para el tramo julio-diciembre persiste el valor de los meses mayo a junio. En el caso nacional, toma un valor de 1,4% mensual. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, el aumento medio mensual que surge es de 2,3%. “En ambos casos con una firme estabilidad temporal”, afirma. En base a ese ejercicio, con “la hipótesis de que estos índices más recientes se van a mantener en el resto del año (esto supone que ningún factor externo o interno surja, que los altere)”, el dato global estimado de inflación para 2014, en el caso de la ciudad de Buenos Aires, sería de 34%, aproximadamente, y del 24% en el caso de la Nación.

El informe fue elaborado entre julio y agosto, con datos hasta junio, por lo que podemos poner a prueba sus conclusiones en función de los nuevos datos disponibles. En el caso del IPC Nacional Urbano, los valores para los meses de julio y agosto fueron: 1,4 y 1,3, respectivamente. Para el caso de la ciudad, los datos disponibles de julio, agosto y septiembre fueron: 2,2, 2,3, 2,2. Para ambas series queda firmemente sustentada la hipótesis de estabilidad temporal de las variaciones mensuales, lo cual refuerza las conclusiones.

Ahora, siguiendo el análisis de Rofman, si tomamos el periodo abril 2014-marzo 2015, para definir una tendencia “normal”, no afectada por ningún acontecimiento externo que desnaturalice la evolución tendencial, el resultado es muy interesante. Dando continuidad a la hipótesis de que la evolución de los precios se mantiene como en el segundo trimestre, el dato global para abril 2014-marzo 2015 llega a un valor en torno al 29%, con los datos del instituto estadístico porteño. Si se adoptan las series del INDEC para todo el país, el resultado en doce meses, luego de la estabilización en torno al 1,5% del segundo semestre, daría un valor anual hipotético del 19%. Tal como señala Rofman, “el IPC a nivel nacional es más representativo de las características sociales del conjunto del país por afuera de la ciudad de Buenos Aires”, por lo que “aparece como el más probable”. El corolario de esta estimación es significativo: en los dos casos, los incrementos en la inflación se ubican por debajo de todos los convenios colectivos de trabajo suscriptos entre abril y julio de este año. 

El doctor Rofman concluye que “estas consideraciones precedentes hablan a las claras de la necesidad de seguir controlando la expansión de los precios a fin de que se encuadren en las tendencias exhibidas recientemente. Y, sobre todo, al control de precios de los alimentos que son los que se dispararon en una primera instancia pero que en el trimestre más cercano evolucionaron a menos de la mitad del incremento de los dos IPC, con el consiguiente efecto benéfico sobre el ingreso y los consumos de los sectores populares. La expansión del Programa de Precios Cuidados a los comercios de cercanía y la ampliación de ferias y mercados populares es, más que nunca, una necesidad imperiosa”.

En esa dirección parece ir el gobierno nacional, tras la ampliación con 62 nuevos productos de la canasta de referencia del Programa Precios Cuidados, con un precio 9% inferior al que se venía ofreciendo en góndola antes de su incorporación al programa. También con la ratificación de una férrea política cambiaria a cargo de la autoridad monetaria, para poner freno a quienes buscaban forzar una devaluación brusca, con sus impactos regresivos, tal como se vio los primeros meses de este año. La pregunta que se sigue, entonces, es: ¿a dónde apunta el conjunto del arco opositor cuando rechaza los instrumentos de control estatal sobre los monopolios y oligopolios formadores de precios que generan fuertes distorsiones en la economía en contra del bolsillo de trabajadores y consumidores y aun de nuestros empresarios nacionales pequeños y medianos? ¿O cuando critican el rol regulador del BCRA? 

¿Qué intereses defienden cuando instalan expectativas inflacionarias que no se corresponden con las mediciones que ellos mismos hacen y que convalidan potenciales aumentos de precios? Son preguntas que todos los argentinos deberíamos respondernos. Sobre todo los que vivimos de nuestro trabajo y necesitamos un Estado presente balanceando la cancha en favor de las mayorías.

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