miércoles, 20 de julio de 2016

LA MASACRE DE NAPALPÍ Y LOS RADICALES



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El lamentable papel que tiene hoy el radicalismo refleja una claudicación total y se entronca con la tradición alvearista que tendrÁ su continuación en el balbinismo, gorilismo puro. Lo que sigue, un antecedente poco conocido de lo peor del alvearismo que sirve para completar su rol histórico.

El 19 de julio de 1924, unos 700 indígenas fueron cercados por la policía en el Chaco Quienes no murieron baleados, fueron degollados. Habían protestado por la explotación a la que eran sometidos. Recién ahora (2014) se puso en marcha una investigación.







Por Darío Aranda (Página 12 julio 2014)

Fue una de las mayores masacres argentinas del siglo XX. Al menos 700 víctimas, incluidas mujeres, ancianos y niños. Quienes no murieron por las balas policiales, fueron degollados con machetes y hachas. El motivo de la represión fue la negativa a ser mano de obra esclava, denunciar maltratos y, también, el ser indígenas. La orden fue política; el motivo, económico (el avance algodonero y la necesidad de brazos para la cosecha), y los ejecutores fueron la policía y grandes terratenientes. Sucedió en Chaco, hace noventa años, y hoy los pueblos indígenas conmemoran la matanza que se conoce como “Masacre de Napalpí”. El crimen aún sigue impune. “Es crucial analizar la masacre de Napalpí en el marco de un proceso social genocida que sigue teniendo consecuencias sobre los pueblos originarios”, afirmó Marcelo Musante, integrante de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena.

En 1922, el radical Marcelo T. de Alvear había reemplazado en la presidencia a Hipólito Yrigoyen. El Territorio Nacional del Chaco ya se perfilaba como el primer productor nacional de algodón. La superficie sembrada en Chaco era de 100 hectáreas en 1895. Para 1920 había crecido exponencialmente: 50 mil hectáreas.

La Reducción Aborigen de Napalpí (a 120 kilómetros de Resistencia) era un espacio de sometimiento donde los indígenas eran obligados a trabajar en condiciones de semiesclavitud. Los maltratos eran frecuentes y no tenían los mismos derechos que el resto de la población.

En julio de 1924, los indígenas qom y mocoví se declararon en huelga. Denunciaban los maltratos y la explotación de los terratenientes. Y planeaban marchar a los ingenios azucareros de Salta y Jujuy. Pero el gobernador Fernando Centeno les prohibió abandonar Chaco y, ante la persistencia indígena, ordenó la represión. El argumento oficial fue una supuesta “sublevación” indígena.

El 19 de julio a la mañana, 130 policías y civiles (enviados por grandes estancieros) rodearon a los grupos en huelga y dispararon con rifles durante 45 minutos. Mataron a hombres y mujeres, ancianos y niños. “El ataque terminó en una matanza, en la más horrenda masacre. Los heridos fueron degollados, algunos colgados”, relata el libro Napalpí, la herida abierta, del periodista Vidal Mario.

Un mes después de la matanza, el 29 de agosto, el ex director de la reducción Enrique Lynch Arribálzaga escribió una carta al Congreso nacional: “La matanza de indígenas continúa en Napalpí y sus alrededores. Parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan servir de testigos”.

La prensa de la época repitió el discurso del gobierno u omitió el hecho. Pero hubo excepciones. El periódico Heraldo del Norte denunció: “Sin que los inocentes indígenas realizaran un solo disparo, los atacantes hicieron repetidas descargas de disparos en medio del pánico de los indios, más mujeres y niños que hombres. Se produjo la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad”. El corresponsal del diario La Razón escribió en julio de 1924: “Muchas hectáreas de tierra en flor están en poder de los pobres indios; quitarles esas tierras es la ilusión que muchos desean en secreto”.




El sociólogo Marcelo Musante, de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, se especializa en el proceso represivo de Chaco. Explica que Napalpí fue parte de un sistema de reducciones estatales implementado en Chaco y Formosa, suerte de campos de concentración para poblaciones originarias donde se ejercían acciones de control y dominación. “La discusión pública debe preguntarse por qué el funcionamiento estatal, cuando refiere a pueblos indígenas, promueve recurrentemente acciones represivas. Ejemplos claros son la feroz represión ocurrida en Pampa del Indio (Chaco) a inicios de este año, lo que ocurre en la comunidad qom La Primavera (Formosa) o en Santiago del Estero.”

Juan Chico es qom, nacido y criado en el lugar de la matanza (hoy llamado Colonia Aborigen). Escribió (junto a Mario Fernández) el libro Napalpí. La voz de la sangre. Recordó que las comunidades siguen peleando para que el lugar se vuelva a llamar Napalpí, detalló que los asesinados fueron al menos 700 personas (mucho más de los 200 que mencionan los diarios de la época) y valorizó que en Chaco se hable cada día más de la masacre de indígenas. También trazó un paralelo al presente: “Argentina ha avanzado mucho respecto de los derechos humanos, pero pareciera que los indígenas tenemos derechos humanos de segunda, parte de la sociedad nos sigue considerando inferiores y nuestro genocidio sigue invisibilizado”.


En 2008, el gobierno de Chaco pidió públicamente perdón por la matanza y entregó una vivienda a la sobreviviente Melitona Enrique. Hoy a las 18 habrá un acto conmemorativo en el lugar de la matanza. Será interno de los pueblos qom y mocoví, recordarán a las víctimas y volverán a exigir justicia. A noventa años de la masacre, el crimen permanece impune.


domingo, 17 de julio de 2016

LA ÑATA CONTRA EL VIDRIO




Está soñando que es un virrey sudamericano. Sueña con ingresar a la Rural en una galera arrastrada por cuatro caballos (¿o son cuatro hombres de tez oscura?). Luce la banda presidencial y lleva el bastón de mando en la derecha. Cerrada ovación. ¿Viste hasta dónde puede llegar el badulaque, papá? ¿Vishte?
Un general cuyo nombre no logra recordar (sí que oculta su labio leporino con un grueso bigote) había sido el último en hacer su entrada al lugar con los mismos medios también había sido aplaudido por muchos. Pero para él fue una cerrada ovación de cientos, miles de personas. Mirta Legrand en un primer plano gritando: los ricos no piden permiso haciendo bocina con la boca. Como los sueños no tienen lógica temporal, ahora está en el Cardenal Newman y sufre las burlas de sus compañeros con apellidos patricios, a veces, las menos, mas pobres que un sapo. Hijo de un albañil con plata, le gritan. ¿Vieron dónde llegó el hijo de un albañil rico? Luego serán sus amigos.
Hasta aquí.

Abre los ojos y alguien lo invita a decir unas palabras. Improvisa, risueño. “Debemos consumir menos gas, hay que abrigarse”. Luego cae en la cuenta que él y su esposa están en remera y en patas. La pequeña hija gatea, desnuda. Los concurrentes, y luego él mismo, coinciden en una carcajada. Ésta por encima de la ley como todos los reyes, él y quienes lo secundan. Nada de retenciones al agro y audiencias públicas.
La mayoría circunstancial está encantada de que próximamente hasta el chino más sucio tendrá en góndola fideos italianos, quesos suizos, espumantes franceses, etc. con denominación de origen. Esto les hará imaginar puerilmente que así se ingresa, que somos el Primer Mundo.
Menemismo recargado.
¡Pero qué Primer Mundo! ¡Pavada de modelo, Niza incluida, y que lejos quedó De Gaulle! Pero bueno, De Gaulle también tuvo su Argelia.
¡Al fin podremos consumir a precios accesibles champaña y roquefort, y dejaremos atrás los quesos azules y el vino espumante mendocino! Como ya hemos dicho, mientras en el período anterior Argentina tenía unas 600 restricciones arancelarias y para-arancelarias (proteccionistas), los países del mundo desarrollado imponen entre 4 y 5.000. Las denominaciones de origen son infranqueables. Aquí marchamos hacia un país abierto al mundo. Mauricio sabe mucho de cemento rápido pero poco de precios de dumping, materia que no se enseña en la UCA.
Esto vuelve a favorecer lo peor de nosotros, que es lo que el macrismo propicia. Como el menemismo otrora pero sin ese aire comprador (pasitos de baile, etc.).
La frase de Macri fue más o menos así: convertiremos el granero del mundo en el supermercado del mundo. No se sabe si es una de sus habituales salidas de cadena o una frase de campaña, o ambas a la vez.
En la vida real, el despacho y venta de vinos finos de Mendoza se redujo un 12% en 6 meses y la producción industrial se contrajo. La inflación cero quedó para otra oportunidad (como la pobreza cero).
Aquí todo se reduce a reprimarizar la economía y destruir de raíz la etapa de sustitución de importaciones que comenzó en 1945 y se retomó con Kirchner, para hacer un paneo rápido de la historia argentina.
Producción de granos. Vistas a la distancia, las retenciones móviles eran útiles si los grandes productores no tuvieran capacidad como para esconder lo producido. Cuando Néstor estaba vivo, la soja costaba unos 600 dólares en Chicago, ahora no pasa de 300 y pico. La estupidez de vivir de los commodities, como en el virreinato.
La plata de Potosí.
El granero del mundo: siglo XX Cambalache problemático y febril.
La ñata contra el vidrio.


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