Según el actual jefe de gabinete, el ministro Aranguren es “un lujo” para el gobierno. Eso, luego de
que ese lujo fuera el responsable del
más monumental tarifazo que recuerde la historia del país. Pero la opinión
pública no hubo tiempo de analizarlo, porque casi de inmediato se produjo el extravagante
suceso del monasterio.
El tipo no estaba en sus cabales (o sea, estaba loco), antes
y después de improvisar una escena donde lo exageró un poco. Aún aceptando el
mito clarinetista de la ruta del dinero K, todo suena muy estúpido, que es
donde mayor repercusión tiene lo mediático: cobertura de TN asegurada por
largas horas que, se sabe, es donde los monasterios se multiplican en imágenes hasta
ese infinito acotado que son las 24 de transmisión ininterrumpida por TN.
Blandiendo una ametralladora calibre 22, hasta tuvo tiempo de manifestar a los grito que “he robado
para ustedes” con la esperanza, suponemos, de que alguien comprendiera que las
actitudes demenciales nos abarcan a todos y tienden aunque no lo advirtamos al
bien común, donde robar ha dejado de ser un delito bíblico.
Se desconoce si el acusado in fraganti tuvo que aguardar mucho
tiempo la llegada de los cronistas de tevé para decir esas barbaridades propias
del socialismo del siglo XXI. Ni si él mismo los llamó. Lo único seguro es que
el descubrimiento de billetes y monedas húmedas debía tener mucha prensa para
que la opinión pública dejara de tener la mirada puesta sobre Aranguren y la
asociara con las últimas facturas impagas de electricidad y gas.
Un distribuidor de pollos lo escuchó y llamó al 911, lo que
suena poco creible. Para los monasterios de clausura y los pollos eviscerados no
suelen recurrir a semejantes confesiones.
Los K son incorregibles y recurren a los métodos más
extravagantes para ocultar dinero producto de la corrupción: el día menos
pensado descubriremos que los propios cimientos de la Casa Rosada o la Catedral
Metropolitana ocultan tesoros semejantes, o a Macri reduciendo a astillas el
sillón presidencial. Ya lo insinuaron Mirta Legrand y Lilita: ¿que esconde el
ataúd de Néstor Kirchner?
Pero volvamos a Aranguren, para que ese lujo no se
desvanezca.
Que el lujo sea
accionista del grupo Royal Dutch Shell no es delito.
Que el lujo sea
accionista de Shell y compre gas a la Shell de Chile no es delito.
El lujo decidió
dejar de comprar gas boliviano a 3 dólares el millón de BTU para adquirirlo a 7
dólares a la sucursal de Shell en Chile. Como el lujo es accionista de Shell y Chile no tiene gas, es probable que
Chile lo haya triangulado desde Bolivia. Alguien se embolsó la diferencia.
Que la destilería y planta de coque de Shell al sur de la
ciudad de Buenos Aires hayan sido prohibidas en Holanda por envenenar el medio
ambiente (tras lo cual fueron desarmadas, trasladadas en barco y reinstaladas
en su actual emplazamiento en Dock Sud, a 4 km del Centro porteño) nunca fue
delito.
El accionista mayoritario de la Royal Dutch Shell es el
reino de Holanda. Para que Máxima pudiera casarse con el rey de Holanda, tuvo
que renunciar a la nacionalidad argentina y firmar un contrato. ¿Saben por qué?
Porque su padre está imputado en la desaparición de personas durante la
dictadura.
Macri volvió a elogiarlo, más tarde, indicando que las críticas son injustas.
Macri volvió a elogiarlo, más tarde, indicando que las críticas son injustas.