miércoles, 2 de abril de 2014

CAYO CASIO LONGINOS

 Escribe: Abelardo Santiago

Cayo Casio Longinos, centurión romano completamente miope, debe su celebridad al modesto pero imprescindible papel cumplido en la Pasión de Cristo: todo lo que hizo fue asegurarse de que Jesús estaba muerto. 
Careciendo de espejo o estetoscopio, le clavó la lanza en el pecho, haciendo brotar de la herida sangre y agua, que resbalaron por su lanza.
 

El apóstol Mateo (Mateo 27: 50-56) lo relata así: “Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dio el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, y la tierra tembló, y las piedras se hendieron; y abriéronse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido se levantaron. Y el centurión, y los que estaban con él, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, diciendo: ‘Verdaderamente, Éste era el Hijo de Dios’”.
Más allá de su declaración, lo importante es que luego de asesinar
al Señor, Longinos se llevó a los ojos la mano manchada de sangre y de inmediato obtuvo una visión 20/20, y aun más, ya que no sólo empezó a ver con nitidez las cosas de la tierra sino también las del Cielo. Naturalmente, se hizo cristiano y se retiró a vivir en Capadocia, donde su vida y su visión ejemplares convirtieron a muchos a la Fe verdadera, hasta que cayó en manos de los paganos, que lo llevaron a juicio. 
Al rehusarse a ofrecer sacrificio, se le quebrantaron todos los dientes y le fue cortada la lengua, no obstante lo cual, siguió hablando. 
Si bien no fueron registradas sus palabras, luego de que con un hacha redujera a fragmentos los ídolos paganos, con otra hacha le cortaron la cabeza. Su lanza fue encontrada por santa Helena, madre del emperador Constantino, y resultó ser un talismán muy poderoso para el propio Constantino así como para Carlos Martel, Carlo Magno y el emperador Federico Barbarroja. Según la tradición, todos los que la habían poseído llevaron a cabo guerras victoriosas. 
Dícese que fueron esas cualidades místicas las que en el museo Hofburg llamaron la atención de un artista plástico fracasado de nombre Adolf Hitler. Esa tarde de 1909, el delgado y zarparrastroso artista se detuvo como hipnotizado ante un objeto pequeño: los restos del extremo de una lanza sin filo oxidada y ennegrecida por el tiempo.
“Supe de inmediato, escribió (Hitler 28: 63-65), que aquel día era el momento más importante de mi vida. Sin embargo no podía adivinar por qué un símbolo cristiano me causaba semejante impresión. Me quede muy quieto durante unos minutos contemplando la lanza y me olvidé completamente del lugar en el que me encontraba”.
Se encontraba en Viena y acababa de ser rechazado en la Academia de Bellas Artes.
Patrono de los herreros, el nombre de Longinos resulta de gran eficacia ante dolencias oculares y es útil para restañar la sangre de heridas leves.


Nota: la frustración de Hitler está bien descripta en las novelas del escritor norteamericano Kurt Vonnegut (así como nosotros tenemos a nuestro Manuel Ugarte, también los yanquis tienen sus escritores malditos) por ejemplo en "Matadero 5", que se desarrolla justo durante el bombardeo inglés a Dresden, donde murieron más de 30.000 civiles.

martes, 1 de abril de 2014

¿DÓNDE ESTÁ ESE BURGUÉS "NACIONAL" QUE NO LO PUEDO ENCONTRAR?

La dictadura de 1976-1983 fue cívicomillitar. 
Si bien por ahora se discute la responsabilidad jurídica de unos pocos civiles, no fueron civiles aislados los que colaboraron con la dictadura militar sino sectores sociales del poder tradicional que se proponían acabar con las políticas keynesianas llevadas adelante por el peronismo, el modelo de industrialización por substitución de importaciones, y definir un nuevo rol del Estado, que en aquel entonces se definió como subsidiario. Curiosamente, ese rol subsidiario había sido definido por la Iglesia en la encíclica Populorum Progressio del papa Paulo VI.
En otros términos, borrar al peronismo de la memoria de los argentinos. Lo logró en cierta medida, y Menem completó la tarea. Los sectores sociales medios habían defeccionado rápidamente en 1955; en los '70 aportaron a sus hijos politizados  para intentar la fantasía de la lucha armada; y 40 años de desmemoria, exclusión y disciplinamiento fueron suficientes como para que hoy, esos mismos sectores medios añoren otra fantasía no menos mortífera: la tablita cambiaria y la convertibilidad, que vienen a ser lo mismo, abominando de los "negros" que no trabajan y cobran subsidios estatales.
Cada cual tiene la obligación de poner distancia con la historia, y analizar los hechos con suficiente perspectiva.
A su vez, el capitalismo se ha concentrado y trasnacionalizado hasta límites que no imaginábamos diez o  veinte años atrás. La producción industrial, por el desarrollo tecnológico, ha dejado de ser un problema y hoy, mediante la desterritorialización, las multinacionales buscan un costo laboral tan bajo como sea posible.
En estas condiciones, el rol del Estado es crucial para encarar el aumento de la demanda global. 
Keynes no había "descubierto la pólvora" con sus propuestas: lo cierto es que su obra tenía por fin simplemente lograr "la grandeza del reino de Inglaterra y la felicidad de su pueblo" cuando la burguesía nacional inglesa había acumulado lo suficiente como para inundar todo el planeta. En ese esquema, y por la división internacional del trabajo, a los países de Sudamérica se les había impuesto el papel de proveedores de materias primas (estaño, cacao, trigo, café, soja, plata, salitre, cobre, petróleo, etc.), y esa división incidía decisivamente en la imposibilidad de que se formaran aquí "burguesías nacionales" salvo que los gobiernos encararan, como lo hizo Perón y como se intenta ahora, procesos autónomos de industrialización sustitutiva.
Por eso, no es errado proponer que se encare el tema de la "responsabilidad civil" de la dictadura como una cuestión multidisciplinaria.
Los sectores civiles que apoyaron a la dictadura con frecuencia cometieron "excesos" por la impunidad que el poder les concedía. Tal es el caso de Blaquier y el Ingenio Ledesma. Pero fuera de ellos, nadie duda de la comisión de delitos de lesa humanidad en gran escala:
Esa impunidad civil (como se vio en la estatización traudulenta de la Compañía Ítalo de Electricidad) era tal que la dictadura no necesitó leyes nuevas para obtener sus fines porque, desde Rivadavia, el Estado estaba organizado para servir a los sectores dominantes. Este último caso, el de la Ítalo, lo he analizado en detalle en otras oportunidades, y tuve la satisfacción de que mi investigación aportara a la causa seguida contra Martínez de Hoz, Juan Alemann y otros donde la Secetaría de Derechos Humanos se presentó como querellante.
Por otra parte, si al actual Código Penal se suma la responsabilidad jurídica de las empresas que colaboraron con la dictadura, estaríamos en presencia de un avance sin precedentes en Sudamérica. Así sucede en Europa con la responsabilidad de las grandes empresas con el nazismo.
La mirada multidisciplinaria permite entender de otro modo lo que sucedió. Para tomar un ejemplo entre otros, y a fin de fortalecer la decisión jurídica sobre esta complicidad civil, es interesante profundizar sobre las contradicciones internas a la dictadura. En varios casos que pueden tomarse como paradigmáticos, las FFAA (de las que no se podía sospechar ninguna afinidad peronista) se opusieron (llegando en algunos casos a "desaparecer" funcionarios) a la privatización o cierre de empresas privadas que el equipo de Joe pretendía liquidar sin dilaciones. En general, esas empresas tenían parte de sus paquetes accionarios en manos del Banade (cuyos archivos, como dije, fueron "desaparecidos" por incendio intencional) y si las FFAA se opusieron, no fue por motivos patrióticos sino por que las intervenciones militares signficaban poder en un momento en que sus cúpulas se lo habían dividido, 33% para cada una. Así sucedió con Papel Prensa, Somisa, Cía Ítalo de Electricidad, SIAM-SIAT, Banco de Hurlingham, etc., donde hay constancias fehacientes de esa oposición. Por caso, quitarle a la Marina el poder en Papel Prensa o la Ítalo equivalía a restarle algo de ese 33%; quitarle el Banco de Hurlingham, parte del grupo Graiver, al Ejército, lo mismo. En muchos casos, como sucedió con Papel Prensa, los marinos actuantes dejaron escrita su disconformidad con el curso de los acontecimientos y eso ha servido para fortalecer la causa judicial: sin duda, Massera tenía en miras otros objetivos que entregarlo a Clarín y La Nación, probablemente adjudicársela a sí mismo.
En este juego, la burguesía "nacional" brillaba por su ausencia. En Europa, por el contrario, ellas asumieron la dirección total de la política económica.
Encarando este análisis, creí encontrar en Alberto Grimoldi a un típico representante de esa burguesía. La firma Grimoldi fue "salvada" por distintos regímenes de promoción y rehabilitación del Estado desde 1965, y al comenzar la dictadura un 25% (176.000 acciones) de su capital accionario estaba en manos del Banade. 

Después de marzo de 1976, sus acciones caucionadas fueron rematadas, pero no se presentaron oferentes. Luego, Grimoldi las adquirió a muy bajo precio
Además, Grimoldi fue Secretario de Comercio Exterior de la dictadura. Su CV en ingles informa que fue "Advisory Board of Ford Motor Company Argentina, a multinational automotive company; Vice Chairman of Banco Privado de Inversiones, Undersecretary of Foreign Trade, Undersecretary of Economics and Labor, Secretary of Industry and a member of the board of the Central Bank of Argentina", etc.
Hoy, la marca "Grimoldi" desapareció. Su firma fabrica y comercializa Kickers, Timberland, American Pie, Ladybug, Hush Puppies y otras.
Además, forma parte de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) junto a Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Clarín), Cristiano Ratazzi (Fiat), Miguel Acevedo (Aceitera Gral Deheza), Gustavo Groocopatel (Los Grobo), Federico Braun (La Anónima), y otros.
Según sus dichos, Grimoldi cree que se debe dolarizar la economía.

Archivo del blog