jueves, 5 de mayo de 2011

EL SUBTE PARA NO PARA


La ciudad de Buenos Aires no termina de darnos sorpresas. No porque Macri se haya bajado, que eso era previsible. Hace unos minutos, se levantó un paro de los subterráneos metropolitanos anunciado por los medios como una catástrofe que aumentaría nuestra inefable sensación de inseguridad y malestar artificiosamente plantados por esos mismos medios.
La suspensión del servicio duraba 3 ó 4 horas, pero apenas hubo una demora de minutos. El motivo: argumentaron que la empresa había cedido a un reclamo de la UTA por un aumento salarial concedido y pagado.
El responsable de la medida de fuerza es Néstor Segovia, titular de un sindicato relacionado con el MST, el mismo MST que participó junto a Hugo Biolcati y Mario Llambías en la chirinada ruralista contra la resolución 125. Mayor alienación (dicho esto en términos marxistas y psiquiátricos) imposible.
Los trabajadores del subte tienen todo el derecho de armar un sindicato, si es que no lo tienen.
Los trabajadores del subte tienen todo el derecho de manifestar que la UTA no los representa cabalmente.
Sin embargo, parece que la UTA sigue teniendo presencia entre los trabajadores, y que Segovia no representa a la mayoría del plantel de ese medio de transporte.
Es posible que la conducción de la UTA sea una burocracia sindical corrupta.
Todo es posible, pero lo más probable es que a la empresa Metrovías le resulte más fácil negociar con dos sindicatos en lugar de uno solo.
Lo peor es que esta nueva realidad, la de la división de los trabajadores (división, porque repito que el sindicato de Segovia no representa a la mayoría) pasa por moderna, progresista y "potencialmente revolucionaria en función de las condiciones objetivas en el que determinados trabajadores con consciencia de clase luchan contra otros trabajadores que carecen de tal consciencia".
Curioso equívoco éste, el de que el propio Micheli sea considerado un representante de sindicatos progresistas que en lugar de unir a los trabajadores, los divide.

En La Nación de hoy, Carlos Pagni destila veneno

Leemos en La Nación de este 5 de mayo de 2010 esta nota desopilante:


Moyano y Scioli, en la mira de Cristina



Carlos Pagni
LA NACION

Jueves 05 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Hugo Moyano y Daniel Scioli aparecen, inevitables, cuando Cristina Kirchner sueña con vivir en Olivos por otros cuatro años. Ellos representaron hasta ahora las dos vigas maestras del edificio oficial: el sindicalismo ortodoxo y la maquinaria bonaerense. Pero la Presidenta programa para ambos un fuerte recorte de poder. Es una maniobra delicada, porque obliga a mover piezas desde ahora, cuando Moyano y Scioli son factores decisivos del resultado electoral. Aun así, el reloj comenzó a correr.
El plan para el líder de los camioneros es, por el momento, menos dramático que el que teme su esposa, la empresaria Liliana Zulet, en sus pesadillas judiciales. Consiste, apenas, en relevarlo de la CGT. La señora de Kirchner cree que el reemplazante ideal es Gerardo Martínez, el secretario general de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra). Martínez tendrá una hora estelar dentro de un mes. Como integrante del board de la Organización Internacional del Trabajo será el anfitrión principal de la Presidenta en Ginebra. Al hablar ante el plenario, ella aprovechará para dar alguna señal de su antigua predilección por Martínez.
La autopresentación de Moyano como "feo, sucio y malo" habría hecho sonreír a Néstor Kirchner. Pero a su viuda le resulta intolerable. Si bien Martínez no es un "cuadro técnico universitario" -criterio que confiesa la señora de Kirchner para la selección de personal-, es mucho más sofisticado que Moyano, lo que facilita su adaptación a la estética que pretende el kirchnerismo desde la muerte de su fundador. Martínez es, además, un dialoguista extremo, con una red infinita de relaciones políticas y empresariales. Ese estilo tal vez sea conveniente para una etapa en la que "la relojería del modelo necesita ser ayudada", como dijo la Presidenta.
Para conocer cómo sería el reemplazo de Moyano hay que usar el microscopio. En la Justicia se viene librando una guerra por el control del Sindicato de Empleados de Comercio. Allí Armando Cavalieri resiste el avasallamiento de Moyano, quien pretende entronizar en su lugar a Oscar Nieva. En la mira de Moyano están los delegados mercantiles al congreso de la CGT. Son tan numerosos que, sin ellos, es difícil buscar la reelección. De allí que la Casa Rosada estuviera tan atenta a que los jueces no favorecieran a Moyano en ese avance. El protector de Cavalieri es Carlos Zannini.
Moyano nunca controló las asambleas que lo designaron secretario general. Si viene ocupando esa butaca es porque Néstor Kirchner y, sobre todo, Julio De Vido, presionaron a los demás sindicalistas para que, sobreponiéndose a la antipatía que le profesan, votaran al prepotente camionero. ¿Qué sucedería si esas gestiones quedaran suspendidas? Los empleados de comercio (Cavalieri), los obreros de la construcción (Martínez), los trabajadores rurales (Gerónimo Venegas) y los empleados públicos (Andrés Rodríguez) podrían reunir los congresales suficientes para consagrar a un nuevo líder. Es lo que piensan hacer durante los primeros 100 días del nuevo gobierno, aun cuando la Presidenta no consiga la reelección. Por esa razón, para el camionero es crucial ganar la batalla contra Cavalieri.
Encuentro en Seúl
El proceso contra Moyano comenzó hace varios meses. A mediados del último noviembre, Cristina Kirchner viajó a Seúl y mantuvo una entrevista reservada con dos miembros de su comitiva: el sindicalista Martínez y el empresario José Ignacio de Mendiguren. En ese encuentro se habló de la caída de Moyano y del encumbramiento de Mendiguren a la UIA, que acaba de consumarse. Mendiguren tiene una buena relación con el camionero, razón por la cual llamó más la atención que, horas después de asumir su cargo, dijera que "Moyano ha alcanzado demasiado poder". Es lo que creen el empresariado, la oposición, el resto del sindicalismo y, sobre todo, el Gobierno.
En la intriga hay más protagonistas. Con su viejo amigo Martínez en la CGT, Carlos Tomada quedaría liberado de la incesante acechanza de Héctor Recalde para defenestrarlo del Ministerio de Trabajo -siempre que no gane las elecciones porteñas-. Recalde es el cerebro de la embestida judicial contra Cavalieri. Quienes conocen la biografía de ambos saben qué significa el enfrentamiento.
La remoción de Moyano y el avance de Martínez es el espejo del duelo de Zannini y De Vido en el gabinete nacional. Detrás del secretario legal y técnico se encolumnan Nilda Garré, Juan Manuel Abal Medina y Carlos Kunkel. De Vido fue, hasta ahora, el administrador de la alianza de la Casa Rosada y la CGT. Amado Boudou disfruta de esa sociedad, sobre todo en su campaña porteña, conducida por Alejandro Amor, un hombre de Moyano.
...... y etc, etc.

Las principales notas de tapa de Clarín:


y también

Moyano inauguró con el dueño de Covelia una planta en Merlo

miércoles, 4 de mayo de 2011

Exclusivo: la verdadera muerte de Obama Bin Laden

Muy divertida esta entrada de los Ludditas:

Bin Laden Muerto Telesur


Era domingo a la noche y Bin Laden había terminado de ver “Cricket Para Todos”, en el campeonato Clausura Alí Jinnah. Estaba aliviado porque ya no tenía que soportar la publicidad oficial que a cada rato promocionaba los 135 años del nacimiento del gran descolonizador, cuando se acordó del programa que le había recomendado su amigo Thudor Popovich, que ese día lo había llamado para que grabara un spot pidiéndole a la cadena de canales Al Jazzera que incluya en su grilla a Telesur.
Apenas unas horas antes de que Baraka Obama saliera en cadena mundial para anunciar que su Ejército de Liberación Democrática se había cargado al mismísimo líder de Al Qaeda, éste se encontraba en su casona pakistaní, recontra hinchado las pelotas porque ya había empezado el programa “Dossier”, en la señal venezolana Telesur, y todavía no lograba sintonizarlo con su televisor HD de 85 pulgadas que sacó en 50 cuotas, en Hammad Garcharino, para el mundial de fútbol del año pasado.
Los minutos pasaban y Bin Laden seguía pidiéndole a uno de sus soldados que apuntara bien la antena hacia el sudoeste y la budinera al noreste. “Ya lo voy a agarrar al ferretero ese que me chamuyó con que iba a poder ver todos los canales del mundo con esa garcha de antena”, dijo Osama malhumorado, mientras comía las torrejitas de arroz que le había preparado una de sus jermus. Pero no había caso, era más fácil sintonizar el Venus Al Jazzera que mirar la señal venezolana.
En un arrebato de bronca, Osama hizo volar por los aires la fuente con torrejitas y se calzó al hombro una ametralladora que sacó de entre los almohadones del sillón. “A ver, che, bajate de ahí y quedate al lado de la tele mirando si agarra la señal”, le dijo Bil Laden a su soldado, que bajó temeroso por la escalera. Cuando llegó frente a su líder, éste le asestó un castañazo en el pañuelo envuelto que llevaba en su cabeza. Osama acomodó en la espalda la ametralladora, subió la escalera, se trepó por el techo, y miró el cielo estrellado de la noche pakistaní.
Ahí estaba, colgado del caño que sostenía la antena universal, pelando los cables con uno de sus cuchillos, cuando un detector satelital de barbas terroristas del imperio yanqui descubrió que había dado con el paradero de su ex aliado, y fue cuestión de segundos para que un avión caza no tripulado diera con su objetivo. Esa fue la última vez que Bin Laden intentó corregir el curso, no ya de la Historia con mayúscula, sino de una señal televisiva. Lo demás es historia, con minúscula, conocida.

martes, 3 de mayo de 2011

Las enfermedades prexistentes según Swiss Medical

El lobbyista Claudio Belocopitt, titular de Swiss Medical Group S.A., sigue opinando sobre las enfermedades prexistentes como si de chupetines se tratara.
Algunos sostienen que ya no debe discutirse el Consenso de Washington (como por ejemplo algunos comentaristas de Artepolítica) pero lo cierto es que la OMC, Organización Mundial de Comercio, determinó que la salud y la educación deberían ser consideradas mercancías, y como tales, sujetas a las normas comerciales de intercambio internacional. Y en ese orden, la regulación estatal es uno de los argumentos del demonio. No podría ser de otra manera, si se toma las opiniones de Jeremy Bentham, Von Hayek y Milton Friedman como Verdades Reveladas.

Al ser consideradas así, es lógico que Belocopitt discuta con los mismos argumentos de un quiosquero, el modo de realizar una operación a corazón abierto con o sin subsidios del Estado. Su opinión, volcada en el programa que dirige el Gato Silvestre, fue mas o menos así: no toquen los honorarios médicos, que los pague el Estado. Lo vemos aquí en esa tarea.

No es la primera vez que un carnicero profesional llega a niveles de decisión en la Argentina. El primer ejemplo que se me ocurre, entre los profesionales, es el caso del "doctor" Avelino Porto, que de dueño de un negocio de expendio de carnes y menudencias pasó a regentear un colegio, y luego ese colegio devino en Universidad en una época de la que no querríamos acordarnos.
Hubo sí, y todos los sabemos, carniceros vocacionales: Camps, Echecolaz, etc.
Belocopitt pertenece a esa burguesía depredadora y parasitaria que en la Argentina muchas veces se pretendió tomar como "nacional". Busca una sola cosa: que el Estado le subsidie la actual tasa de ganancias. ¿Cuál es el riesgo empresario de Swiss Medical, teniendo la vaca atada?
De todos modos, el entrevistado no se parece tanto a Echecolaz como al Soldado Chamamé.

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lunes, 2 de mayo de 2011

Sabato, el faro moral

Excepcional aporte de Teodoro Boot que ilustramos con una foto del fallecido escritor de los Santos Lugares en su clásica postura: dudando, angustiado, ante el mármol. ¿Crudo o cocido? ¿me cambio o voy así? ¿pato o gallareta? ¿le digo que sí o que no?, preguntas que ya le hiciera Estragon a Vladimir, y sin tanto palabrerío. Ya Sartre había afirmado que "el infierno son los otros": ¿para qué más?    










¡Dónde iremos a parar!

Se apagó el faro moral de los argentinos
Teodoro Boot

Hubo quien varias veces temió que resurgiera del ostracismo al que lo había condenado el peso de los años, pero eran muchos, excesivos, porque nadie puede vivir indemne un siglo. Ni el mal, dicen.

Quería decir, y me distraje, que nadie puede vivir cien años sin sufrir un grave deterioro físico y mental, aunque Dios nos libre de que en su caso haya sido también moral: hablamos, justamente, del faro moral que iluminó por décadas nuestras tristes vidas, estragadas por las pasiones, las luchas, desencuentros y confrontaciones, así como por la carcajada soez y depravada de las almas bajas, la burla, la copla cachadora o agraviante, la crispación, en suma.
Tuvo la desgracia de habitar el planeta Tierra, lleno de seres humanos, malvados, mezquinos, avariciosos y contaminantes. Y de todo este inmenso planeta lleno de miseria y ruindad vino a caer justo acá, donde todo es peor. Pero nuestro, como él.
Fue el suyo un destino aciago, que lo agobió de angustia y desasosiego, de hondo sufrimiento por todas y cada una de las cosas y las gentes.
Sufrió mucho, inmensamente. Sufrió tanto que vivió hasta los cien años. Imagínense.

Quiso el Creador, en su infinita aunque admitamos que muy ocasional misericordia, que en la última década nos dejara sin su voz, solos, sin su amarga advertencia, sin su ejemplificador reproche, sin su atento señalamiento, sin su mirada alerta y avinagrada, sin su incurable hipocondría, sin su palabra señera y anacrónica, siempre a destiempo…¿o acaso demasiado oportuna, siempre a tiempo?
Debe ser según se mire, porque algún sentido de la oportunidad ha de haber en eso de lanzar anatemas sobre asuntos irremediables, por pasados, si tan buenos resultados le dio.

Véase qué curioso, hablamos del segundo escritor argentino más conocido por los argentinos. O acaso hasta del primero, ya que el renombre de Borges es más internacional. Además, Borges era tan antipático.
De todos modos, de hacerse una encuesta entre los argentinos sobre cuál sería el mejor escritor argentino, probablemente ocupara el segundo lugar porque, ya es sabido, antipático y todo, Borges era un genio. Lo dicen en el mundo.
Si, en cambio, la encuesta fuera entre críticos o escritores, muy probablemente su lugar sería muy otro, muy por detrás de al menos medio centenar de sus contemporáneos.
Tampoco puede decirse que haya sido un escritor muy leído, aunque tal vez sí muy comprado. Y no por falta de méritos, no porque los tuviera sino porque no viene al caso juzgarlos. Es que no hay mucho suyo para leer, excepción hecha de los ensayos, tediosos como corresponde a los ensayos, pero menos filosóficos que neurasténicos. Es decir, que son tediosos no por ensayos sino por tediosos, a no ser que a uno se desviva por conocer las angustias que devoraban el alma de ese desdichado, extremadamente conciente de ser apenas un flato en el infinito universo. Pero no un flato cualquiera, sino un flato muy importante. Un flato moral.

Escribió tres novelas, de las cuales una gozó en su momento de gran popularidad. Es una novela rara, no por experimental, porque no contiene ningún experimento más que el de incorporar en el medio, pero no en el exacto medio, en la mitad, sino en el medio a la bartola, un relato que carece de la menor relación con el resto. Y eso ya se ha visto desde antiguo en las antologías y en los volúmenes de cuentos, aunque debe admitirse que nunca se ha usado en forma tan osada para llenar páginas.
Usted se preguntará: “¿Y para qué quería llenar páginas este hombre?”.
No debe hacerse esa clase de preguntas a un escritor.

De las tres novelas, además de la famosa, por rara o por la separata sobre ciegos que contiene, una es directamente ilegible y la otra, la más breve, es la mejor, seguramente por carecer de pretensiones, lo que la vuelve una rareza en nuestra literatura y, muy especialmente, en nuestro escritor.
Pero la famosa, de mirarse con ínfulas de sociólogo, sicólogo o parasicólogo de masas, permitiría adentrarse en el alma o el lugar común de una época, una clase y un país, y esa sería la dicotomía entre el norte y el sur, la tragedia y la esperanza, la violencia y la paz, la controversia y la comunión, el pasado y el futuro. 
Así, el norte es el pasado, la carga de la Historia, la tragedia, la violencia de la larga y cruenta retirada de Lavalle hacia Bolivia con Oribe pisándole los talones. 
Y el sur, la esperanza, la paz y comunión entre argentinos, el futuro en que se zambullen en su huida del presente los atribulados personajes de esa historia, ese futuro, ese mítico paraje en que todo está por hacerse. Y muy especialmente, la patria ahogada en sangre por las antinomias, que surgirá pura, radiante, templada en los rigores del clima y otras boberías por el estilo, muy acorde con otra pavada de época: la civilización es hija del frío, mientras los trópicos sólo pueden engendrar molicie y barbarie.
Sería en el frío, en el duro sur que tanto se parece al duro norte germánico y anglosajón, donde se plasmaría la nueva Argentina, la Argentina sin pasado y libre de pasiones facciosas, la Argentina de la revista Gente en sus albores, el ensueño corporativo de la inminente gesta regeneradora de Onganía. 

Es notable ver, ya decididamente atrapados por la parasicología de masas, cómo una clase social, cómo los escritores emblemáticos de una clase o una ideología que había ahogado en sangre al país que tanto amaba y tanto despreciaba, que en nombre de la libertad había amordazado y proscripto a su pueblo, que había restablecido la pena de muerte y los asesinatos como modo de dirimir las disputas políticas, cómo esa clase renegaba del pasado, de la historia, de la memoria para proponer un futuro límpido y libre de los ajustes de cuentas.
Porque de eso se trata, aunque resulta más palpable, más claro, tal vez por la diferente envergadura de los autores, en La guerra del cerdo, novela que para entenderse en toda su dimensión histórica y anticipatoria, debería leerse al revés: no son los hijos los que matarán a sus padres sino los padres quienes acabarán con sus hijos.
Pero semejante barbaridad es excesiva para nuestro hombre, lo sumiría en la angustia, como casi cualquier cosa, pero más. No puede permitírselo, porque al fin de cuentas, no expresa el inconciente de la clase dirigente sino la de su claque, siempre inocente, siempre moralista, siempre ausente y siempre cómplice ¿necesaria? No, indispensable.

¿Pero de dónde la fama, el prestigio, la autoridad moral de este escritor que no ha escrito mucho y no muy bueno, al menos, no sobresaliente?
De sus arrepentimientos. De su compulsión a los sistemáticos y ruidosos arrepentimientos.
Véase: precoz y becado científico, renuncia a la ciencia y se va al campo, pero no a trabajar, como cualquier hijo de vecino, sino a redimirse, a regenerarse y a escribir. 
Y escribe y al final publica un libro, una colección de ensayos en los que denuncia a la ciencia, su aparente objetividad y nos alerta sobre los procesos de deshumanización en las sociedades tecnológicas.
Sabe de lo que habla: ha sido científico.

Pero en su dura y torturada marcha hacia el pensamiento libre, de comunista que era, miembro del Partido Comunista, secretario general de la Federación Juvenil Comunista, renuncia al comunismo, al partido y a la juventud comunista y le hace una dura autocrítica, pública y ruidosamente.
Sabe de lo que habla: ha sido comunista.

Eso sí, tuvo el mérito de no ser peronista sino opositor al oscuro demagogo filofascista que no sólo halagó a las masas sino que supo despertar sus peores pasiones. Entre ellas el resentimiento que, en el caso argentino, se acumula desde el indio, el gaucho, el gringo, el inmigrante y el trabajador moderno, hasta conformar el germen peronista, el principal resentido.
Textualmente lo dijo, con esas exactas palabras y la profundidad que le era proverbial, en “El otro rostro del peronismo”, que viene a ser, aunque usted lo lea y no lo crea, un escrito reparador, un escrito reivindicador de lo bueno del peronismo, un escrito objetivo… de cuando el gobierno peronista ya no existía y los peronistas estaban en cafúa. Eso sí, no todos. Un poco porque eran muchos y otro porque se habían exilado o, unos cuantos, habían sido fusilados.
Usted puede leer el opúsculo de adelante para atrás y de atrás para adelante y no encontrará ninguna explicación, ninguna causa, ninguna razón que explique el resentimiento del indio, del gaucho, del gringo, del inmigrante y etcétera  Será que eran locos, esperando la llegada del loco mayor, el loco demagógico y filantrópico, el gran resentido hijo de puta.
Perdón, “natural”.

Usted advertirá: acá no se arrepintió. Y se equivoca: esto también es un ruidoso arrepentimiento, porque aunque usted no lo crea, en esa regurgitación de agravios creyó, muy sinceramente, estar haciendo una reivindicación del peronismo y hasta fue el primero de los antiperonistas en recuperar, resaltar la figura, el mensaje y la importancia de Eva Perón. Tanto, que podría decirse que fue casi el precursor del “evitismo”, el inventor del truco de ensalzar al muerto, que ya no jode a nadie, para denostar al vivo, el verdaderamente peligroso.
¿Pero de qué se está arrepintiendo y con tanto ruido como para publicar un escrito en el que ensalza nada menos que a Eva Perón?
De ser director interventor, director de facto, de la revista Mundo Argentino, cargo al que renunció con una estruendosa carta abierta a su hasta ese momento admirado Pedro Eugenio Aramburu en la que denuncia las torturas a que eran sometidos los presos políticos peronistas.
Sabe de lo que habla: ha sido gorila.

Poco después, apenas Arturo Frondizi asumió la presidencia, fue designado al frente de laDirección de Relaciones Culturales en el Ministerio de Relaciones Exteriores, a la que renunció al año siguiente disconforme con el gobierno.
Nadie supo ni sabrá jamás el nombre de quien ocupa la Dirección de Relaciones Culturales de la Cancillería, y como nadie sabe quién es, a nadie le importa si renuncia o no renuncia. Es más, ni se entera. Por mí, por usted, por millones de compatriotas, el director de Relaciones Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores podría haber sido y seguir siendo el mismo desde 1810, de manera que, para renunciar, a un director de Relaciones Culturales de la Cancillería le alcanza con cerrar la puerta de su despacho y dejarle la llave al ordenanza. 
Ysi a nadie le importa lo que haya hecho y ni siquiera se enteró que estaba, a nadie le importaría que se fuera. Ni por qué, puesto que tampoco nadie explicó para qué estaba.
Pero nuestro hombre, que además de culo inquieto es lengua suelta y rápido para la autocrítica, ¿no va y le hace la autocrítica a Frondizi?
¡Lo único que le faltaba a Frondizi era que también el director de Relaciones Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores le fuera con planteos!

Onganía, ya es sabido, alentó las expectativas de todos, excepto la de algunos pocos sindicalistas recalcitrantes, jóvenes peronistas tumultuosos, comunistas, trotskistas y castrocomunista. Si hasta Perón, que venía a ser la bestia negra de cuanto gobierno hubiera habido, apenas si pudo invitar a desensillar hasta que el panorama estuviera más claro.
Qué era lo que tenía que aclarar, visto desde hoy, queda muy confuso. Si la serenidad, la discreción, la fuerza sin alarde, la firmeza sin prepotencia manifestadas por Onganía en sus primeros actos prevalecía, íbamos a poder, al fin, levantar una gran nación.
Lo dijo él, no yo. Si al fin de cuentas es ése el oscuro eje argumental de su novela rara, sólo que en vez de marchar hacia el sur en nuestra huida del pasado, de la tragedia, la lucha y los enfrentamientos, prevalecía la fuerza sin alarde y la firmeza sin prepotencia de las Fuerzas Armadas encarnadas en un caudillo providencial que decretaba, con la debida discreción, el fin de las antinomias, la farsa de la democracia. Imagínense que aun con la proscripción de los resentidos la Cámara de Diputados era “una farsa en la que nadie cree”.
Ya era tiempo o destiempo de venir y hacerle la autocrítica a la democracia, no cuando podía hacerse algo por la democracia sino cuando había sido reemplazada por la fuerza sin alardes. Y no en la intimidad, no en la frustrante, amarga y solitaria sensación de haber contribuido a ensangrentar el país inútilmente en nombre de la democracia, sino a los gritos, públicamente, porque la culpa no era de él sino de la democracia, que no lo merecía.

Fuerza sin alardes, firmeza sin prepotencia habrá también sido la de Jorge Rafael Videla, jefe del golpe militar que acabó con el turbulento y corrupto gobierno de los resentidos de siempre: almorzó con él en compañía de Jorge Luis Borges, Leonardo Castellani y Esteban Ratti, que no es insulto ni anatema sino el nombre del entonces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Sade.
Fue una conversación amable y distendida sobre la cultura en general, temas espirituales, culturales, históricos, en los que imperó un altísimo grado de comprensión y respeto mutuo. Sépase que “en ningún momento el diálogo descendió a la polémica literaria o ideológica”.
Tan sólo Castellani, un cura que debía ser medio resentido y bastante impresentable, tuvo el mal gusto de reclamar la aparición con vida, cuando era tiempo, del escritor Haroldo Conti, quien una semana atrás había sido secuestrado por un grupo de tareas de las Fuerzas sin Alardes.

Pero a la dictadura también le iba a tocar el turno de caer bajo sus rayos fulminantes, y esta vez con mucho más ruido que nunca, a tenor de los horrores que demoró siete años en señalar, cuando no se estaba a tiempo de remediar nada, y también a tono con la envergadura moral que a esa altura había alcanzado el personaje. Podría haber sido su despedida triunfal y de algún modo lo fue, ya que a partir de entonces entró en el reino de los cielos, del que nunca más salió.
Nunca Más, de eso hablamos. Del informe presentado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que tuvo a bien presidir y cuyo prólogo escribió, produciendo una de las más sensacionales aportaciones a la ciencia de la patafísica: la teoría de los dos demonios.
El horror de lo escuchado había sido de tal envergadura que era imposible recurrir al eficaz remedio del perdono a tutti. ¿Cómo hacer entonces para dejar a salvo, en el limbo de la ingenuidad y el paraíso de la angelical ignorancia a la misma sociedad que había sido testigo, promotora y encubridora de ese horror? ¿Cómo dejar a salvo su propia indiferencia ante el destino de tortura y muerte al que su preocupación por la cultura en general, la plática amable y distendida, y su silencio habían condenado a Haroldo Conti?. Y a tantos otros, tantísimos sobre cuyos cadáveres y cuyos padecimientos daba el último paso para encaramarse en lo más alto del prestigio moral.
Era una vez más la apelación a la ingenuidad y a la ignorancia, la comprensión y el respeto mutuo, el debate distendido, el rechazo a las antinomias, a la polémica, a la lucha, a la confrontación, a la resistencia. Son otros, son ellos, son el pasado quienes nos han ensangrentado debido a su intemperancia y fanatismo, son los demonios que se combaten entre sí ante la sorprendida, azorada mirada de todos nosotros. Él en primera fila.
Es de nuevo el recurso de su novela rara, el rechazo de la propia realidad y la propia historia y la huida hacia ninguna parte pero disfrazada de hazaña, de proeza, de auténtica gesta. Moral, eso sí, que no duele.

Es hazaña, en efecto, verdadera hazaña la de construir un prestigio en base a la reiteración incesante de los mismos errores, a la observación a destiempo, al silencio siempre cómplice, a la palabra cuando es impune, al anatema tardío disfrazado de autocrítica. Son ellos, son los otros. Nosotros siempre nos enteramos tarde, no nos dimos cuenta ocupados en otras cosas. Somos inocentes, buenos, individualistas, autosuficientes y éticos; damos cátedras de moral.
Pero se ha apagado al fin.
Se ha apagado el faro moral que nos iluminaba, aunque queda su luz, tenue, difumada, sin claroscuros, como corresponde, pero eterna, como el aire, el agua y la bosta de las palomas.

AL QAEDA INCENDIA TRENES DE TBA

C5N (Nuestro canal preferido) informa que miembros de Al Qaeda incendiaron trenes de TBA en las estaciones Ciudadela, Ramos Mejía y Morón.
En una de las fotos que subimos puede verse la cara sonriente de Bin Laden haciendo pito catalán, aunque es cierto que ese rostro que nadie en el mundo puede jactarse de desconocer, aparece un poco desdibujado por las llamas y el humo. Los vagones deberían estar construidos con productos incombustibles.
¿Entonces la CNN miente, y no es cierto que su cuerpo, el de Osama, desapareció y acaso fue arrojado al mar?
¿Y si fue arrojado al mar, entonces no fue ultimado en una zona montañosa y árida de Pakistán?
¿Y nuevamente, Aníbal Fernández va a acusar a Pino Solanas de los incendios?
¿No habrá sido la muerte de Osama un efecto no deseado de la feroz interna de Proyecto Sur?

A Bin Laden muerto, Gadaffi puesto

Según la CNN, habría muerto Osama Bin Laden, líder de Al AQaeda, el grupo adiestrado por la CIA durante la invasión soviética a Afganistán. Pero además, la familia saudí a la que pertenecía el muerto, estaba asociada con George Bush en el negocio del petróleo.
Gadaffi denunció, durante la primera semana de la rebelión, que grupos de Al Qaeda estaban dirigiendo la rebelión contra el gobierno libio. La televisión comenzó mostrando pacíficos ciudadanos que protestaban (si "ciudadano" es una categoría que incluye al mundo islámico, y creo que no) y que se habían aglutinado mediante el facebook, pero enseguida esos jóvenes revoltosos comenzaron a agitar AK-47 y en la siguiente semana ya poseían tanques de última generación, lanzacohetes y cazabombardeos supersónicos, lo que demuestra cuánto se puede aprender en facebook.
Otro detalle revelador del carácter de la rebelión libia fue que los sediciosos enarbolaban la vieja bandera colonial, la de ese régimen corrupto que Gadaffi alguna vez derrocó.
Desde entonces, EEUU y la OTAN, en una nueva Coalición de la Libertad como la que asoló a Irak, viene bombardeando rigurosamente el territorio libio. Afirman hacerlo para defender a los rebeldes, aunque cada tanto, decenas de ellos mueren por los misiles de los libertadores.
En las últimas horas, se informó que un hijo y tres nietos de Gadaffi fueron víctimas de un ataque aéreo enfilado a matar al líder libio.
Tengo para mí que EEUU desechó a Bin Laden por obsoleto y lo cambió por su nuevo enemigo mediático: el sanguinario, corrupto, psicótico, Muhamad el Gadaffi, a quien se describe (la CNN) como una caricatura de lo que fue.

domingo, 1 de mayo de 2011

BEATIFICACIÓN



En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, un joven de las juventudes hitlerianas apuntaba con su fusil a un polaco que andaba por ahi, mendigando un mendrugo.
Entonces bajó del Cielo un ángel y le dijo al oído:
 - No lo hagas.
 - ¿Por qué no? -respondió el nazi- Es sólo un polaco.
- Ese hombre está destinado a ser Papa —le explicó el ángel.
- ¿Y eso a mí qué? -se impacientó el joven asesino.
- Que tú vas a sucederlo en el cargo —dijo el ángel, y desapareció.

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