miércoles, 13 de julio de 2011

¡El kirchnerismo no se rinde, ni aunque vengan degollando!

Como solía decir el sabio General, para hacer una tortilla siempre hace falta romper unos cuantos huevos.
Que esto luego endurezca las arterias, es otro cantar.
Como se aprecia en la receta pegada más abajo, digamos entre paréntesis, uno puede ser analfabeto, tener una página de internet, y encima publicar recetas. 



Tortilla de patatasReceta Tortilla de patatas 
(Tortilla española)





Ingredientes:

recetas


  • 8 huevos
  • 1/2 kilo de papas
Pasos Receta:
Paso 1: Lavar y cortar las papas en laminas finas. Una vez puesto el aceite a calentar se echan las papas, añadiendo un poco de sal y se fríen.
Truco: Si la tortilla gusta con las papas más desechas puede ir desaciéndosela con la rasera mientras se mueve. Cuando se vean doradas se apartan y es importante que escurran el aceite en un colador o en un plato con papel absorbente.


Paso 2: Se baten los huevos con un poco de sal y una vez batidos se añaden las papas, mezclándolas bien con el huevo batido.


Paso 3: Se prepara de nuevo la sartén en el fuego con dos cucharadas pequeñas de aceite que cubran una lamina del fondo de la sartén. Se echa la mezcla del huevo y las papas.
 Truco: mover agitando la sartén con habilidad para que no se pegue la tortilla. Cuando se perciba que está cuajada se pone una tapadera encima y se da la vuelta a la tortilla (es fácil, solo hay que hacerlo con seguridad). Se le puede dar vueltas hasta que quede dorada por ambos lados según el gusto... Y ya está nuestra tortilla de papas.

martes, 12 de julio de 2011

Faltó política, no campaña

Por Teodoro Boot / Pájaro Rojo

Llueven las críticas sobre la campaña de Filmus y muchas veces sobre Filmus mismo. Insólitamente, en muchos casos por parte de gente que abogaba por su candidatura. La campaña tendrá sus problemas y Filmus sus características personales que no lo hacen muy carismático, pero nadie que esté cuerdo puede pretender que en una campaña electoral se llene el vacío de por lo menos cuatro años de ausencia de política kirchnerista en la capital. Porque el kirchnerismo no existió en la ciudad, y aún en el poder legislativo, un lugar importante de disputa, debate y orientación del abundante y desorientado activismo kirchnerista.

Imperdonablemente, tampoco existió el Estado nacional, que pretende actuar en Buenos Aires como con cualquier provincia sin darse cuenta de que, para sus necesidades objetivas, Buenos Aires es autosuficiente y no depende  siquiera de la coparticipación, porque no coparticipa. Y sin tomar en cuenta tampoco que está en manos de un político opositor que pretende, muy deficientemente gracias a dios, usar el gobierno de la ciudad como base de poder y vidriera para la creación de una fuerza nacional. Agradezcamos también que la impericia, el sistema de negocios y la ausencia de una estructura política medianamente coherente, le impidiera dejar la candidatura en manos de un colaborador o colaboradora y participar de la campaña nacional como candidato a presidente, porque ahí, agarrate.

En síntesis, que el Estado nacional pretendió actuar en la ciudad a través de las estructuras del Estado municipal, en vez de pasar por encima al gobierno porteño y actuar directamente en el territorio federal, porque aunque los porteños no lo entiendan (especialmente Pino, que en su debacle resulta que ahora se nos hizo mitrista), Buenos Aires sigue siendo territorio de toda la nación, no de los vecinos de Buenos Aires. Entiendo que mis vecinos elijan a su intendente y también que le digan "jefe de gobierno", pero aún así sigue siendo un intendente, no un gobernador. Si lo fuera deberíamos prepararnos para otra revolución. De 1874 o de 1880.

En fin, que en vez de actuar directamente, con estructuras y presupuesto propio, con agentes y operadores propios en el ámbito de la ciudad, para crear una política efectiva , una organización y una conducción política del distrito, el Estado nacional se dedicó a polemizar con Macri, la militancia a hacer agitación y pelotudeces, y ahora a culpar de ese vacío político a sus publicistas y candidatos, que -dicho sea de paso- en los últimos años estuvieron olímpicamente ausentes de la problemática política, social e institucional de la ciudad.

Esto, respecto a la campaña. Resta la paradoja de que el principal argumento electoral de Macri es la buena marcha de la economía nacional. Y el hecho de que si no saca más del 50 por ciento de los votos en primera vuelta, es sólo porque su gobierno fue desastroso.

El cuadro "ideológico" o cultural del votante medio de Buenos Aires es común al de la cada vez más extensa zona "pampeana" o, mejor dicho, cerealera. Y la mayor parte de los gobernadores no se diferencian esencialmente de Macri, sino sólo cosméticamente: Macri es apenas más brutal. Y se opone directamente a la casi totalidad de las políticas nacionales, a diferencia de Binner o Schiaretti, que se oponen sólo a las más importantes.

Desde un punto de vista ideológico, no hay mayores diferencias entre Macri y Scioli, Binner, De la Sota, Juez, Capitanich, Urtubey, Das Neves, Verna, Marín o Gioja. Lo que hay es una mayor o menor dependencia del Estado nacional y una construcción política más o menos acabada, que en todos los casos se basa en tres pilares: los sectores muy marginados, la clase media baja y la clase dirigente. Según las provincias, con parte de los sectores marginales y de los sectores medios, más la clase trabajadora, y  porciones de la clase dirigente, alcanza para que un conservadurismo popular venza a una derecha desembozada. En Buenos Aires no, porque la "base popular" de la ciudad es la clase media baja, profundamente reaccionaria, cipaya y xenófoba, y la influencia de la clase trabajadora organizada es ínfima. Hoy por hoy, aunque eso se verá en un análisis pormenorizado en los próximos días, el grueso del voto kirchnerista en la ciudad se recluta en los sectores medios medios, no en los medios bajos.

El voto duro de Macri, que es altísimo porque ronda el 30%, es un voto ideológico: los tipos están de acuerdo con todas las cosas que nosotros le criticamos al PRO, y repito que a nivel nacional el porcentaje de ese voto ideológico es también muy alto. Ahí la pelea es de otra naturaleza, de una naturaleza no electoral ni publicitaria, pero cuya base o punto de partida es derrotar a Macri políticamente y quitarle la voluntad de pelea. Pero ese sería apenas el punto de partida.

Luego, hay una batalla cultural, aunque a algunos sociólogos no les guste el término. También hay una batalla de hechos, de mostrar en los hechos por qué es necesario un buen sistema público de salud, cosa imposible de demostrar si el sistema de salud pública es secundario en relación a la medicina prepaga y al sistema de obras sociales. No se trata de mejorar los hospitales sino de transformar el sistema nacional de salud, de organizarlo según principios peronistas, aquellos de Ramón Carrillo, o si se quiere, nacionales y populares. Lo mismo vale para la educación, donde no se trata sólo de un presupuesto escaso.

Observo lo que está haciendo Nilda Garré y es de lo que estoy hablando: en los hechos la concepción del kirchnerismo respecto a la seguridad, en todos sus aspectos, debe ser superior y más efectiva que la de la derecha. Sino, puro jarabe de pico "progresista", fenómeno para tranquilizar las conciencias pero cuya inoperancia y duplicidad moral se da en que quienes hablan de la seguridad organizada según la vigencia de los derechos humanos viven en los mejores casos en barrios de la clase media porteña, en departamentos con seguridad privada, y no en Lugano o Soldati, se atienden en prepagas y no en el hospital público, y en muchas ocasiones se dan casos en que los hijos de funcionarios, dirigentes ¡y hasta sindicalistas docentes! se llenan la boca con la educación pública mientras mandan a sus hijos a escuelas privadas.

Lo que significa que en estos rubros la política y las propuestas electorales kirchneristas son un fraude, son sanata. Y la gente no es boluda, y en última instancia, todos quieren vivir como viven los legisladores y funcionarios del partido que sea, por lo que no hay que ver ninguna rareza en que voten al crápula que les promete que podrán vivir como él y no al santurrón que les dice que vivir como vive él... es reaccionario y antipopular.

¿Por qué al mismo tiempo muchas de las personas que votaron y votarán por Macri lo harán también por Cristina? Porque la economía anda bien, porque hay plata y prosperidad y porque es evidente que tanto Néstor como Cristina fueron buenos gobernantes, excepcionalmente buenos en comparación con los que los antecedieron y con lo que serían quienes se les oponen. De manera que toda esa gente le perdona a Cristina sus excentricidades, como la ley de medios, el matrimonio igualitario y la defensa de los derechos humanos.

En síntesis, que esa clase de voto cruzado entre Macri y Cristina no debería parecernos "raro" ni sorprendernos en lo más mínimo: se trata de asuntos y de esferas muy diferentes. Y aunque estén íntimamente relacionadas, el cóctel que se arma en los baleros entre la ideología neoliberal y las bondades materiales debidas a una política económica nacionalista y populista es demasiado gordo para ser manejado según los escasos y aberrantes conceptos con que el ciudadano medio cuenta.

En síntesis: es un asunto de política, no de campañas.

lunes, 11 de julio de 2011

Segunda vuelta

RECETA DE OMELETE DE JAMÓN Y QUESO.

Como ingredientes, usaremos 2 huevos, unos 50 gramos de queso de máquina, dos fetas de jamón cocido o paleta, una cucharadita de perejil picado (puede ser el deshidratado), una cucharada de manteca o dos cucharadas de queso crema.
Aceite de granola u oliva extra virgen, 2 cucharadas.
Sal y pimienta a gusto.

Preparación
- Mezclar los huevos sin batir, hasta que formen una preparación homogénea.
- Pasar los huevos por un colador.
- Agregarles la manteca derretida o queso crema.
- Incorporar el perejil a la preparación y salpimentar.
- Cortar el queso en cubitos y picar el jamón cocido.
- Calentar una sartén de teflon.
- Poner el aceite, y cuando tome temperatura agregar los huevos.
- Cuando el huevo empiece a coagular, bajar el fuego y poner el jamón y el queso en el centro y hacia un lado para poder luego plegar el omelette.
- Doblar el omelette de jamón y queso al medio o en tres.
- Darlo vuelta con una espátula. Debe quedar dorado por fuera y algo jugoso por dentro.

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