domingo, 12 de mayo de 2013

Santa Cruz, la Isla del Tesoro


Robert L. Stevenson es un escritor imprescindible. 
Muchos conocimos "La Isla del Tesoro", el relato mas famoso de Stevenson, en su versión original o en alguna de sus muchas adaptaciones sinópticas. 
El joven Jim, el capitán Silver, la posada El Almirante Bembow nos era familiares, pero ha surgido algo nuevo y desconcertante: al parecer, la verdadera Isla del Tesoro está ubicada en Santa Cruz, una provincia del sur de la Argentina. 
Curiosamente, Santa Cruz está muy lejos de donde se negocia el muy abundante dinero proveniente de la soja que habilita todo tipo de trapisondas ilegales para evadir el pago de retenciones. Y también está muy lejos del Estado de Delaware, paraíso fiscal en el que el grupo Clarín abrió no menos de once empresas no menos ilegales.
En Santa Cruz se ha encontrado el tesoro del capitán Flint, el pirata más mentado de La Tortuga: y Néstor Kirchner lo ha desenterrado.




Según las noticias que publican Clarín y La Nación, el personaje de hoy es Daniel Muñoz (ex secretario privado según el primero, o simple valijero para el segundo) del fallecido Néstor Kirchner.
Las fotos lo muestran petiso, gordito y seductor. 
¿Qué tendrá el petiso?
Para La Nación, en la actualidad Muñoz administra sus empresas sin apremios ilega..., perdón, judiciales.
Los redactores de Clarín lo consideran levemente distinto: casi sin descanso, el secretario privado o simple valijero, hacía el circuito aéreo Buenos Aires-Santa Cruz-Buenos Aires tomándose apenas el tiempo necesario como para que el avión reposte combustible porque de no ser así, claro, el aparato se precipitaría a tierra. No sabemos si el intermediario cambiaba su ropa interior y comía.
Estamos, como se ve, en el terreno de la pura creación literaria de lo real donde Clarín se lleva el primer premio: el petiso, gordito y seductor Muñoz viajaba en aviones que alguna vez habían usado o usarían en el futuro Juan Navarro, los hermanos Juliá, Antonini Wilson y hasta el propio Yabrán o su hijo. Incluso un lector que haya padecido un ACV advertirá enseguida que el petiso, gordito y seductor Muñoz estaba en el centro del comercio ilegal de casi cualquier cosa, y como el dinero no paga traidores, el fallecido Néstor Kirchner tenía tratos habituales con los nombrados Juliá, Navarro, Yabrán, Antonini, y posiblemente con Alí Babá, Alberto Olmedo y François Chiappe,   hechos de los cuales nadie puede dar fe. Claro que, por ejemplo, cuando Néstor era gobernador de Santa Cruz, los Juliá iban a la escuela primaria, jugaban al metegol y no estaban en condiciones de obtener brevet de piloto especializado en contrabando de sustancias prohibidas.
Como dato de color, sabemos también que el petiso, gordito y seductor Muñoz (o acaso el ignoto piloto que transportaba las valijas con dinero en efectivo) se tomaba siempre un vaso de whisky entre vuelo y vuelo: nunca una gaseosa, vino o agua mineral, pero el detalle peca de incompleto: ¿whisky de malta o bourbon? Es de suma importancia saberlo: puede dar una pista sobre el origen de los fondos ilegales y los verdaderos mandantes de la maniobra, Que no se mencionara el té de jazmín o la vodka Stolichnaya elimina a algunos probables contendientes internacionales. ¿Langley o Westminster? ¿CIA o MI-5? Por demás, un solo vaso no mata a nadie.
La crónica de Clarín es desopilante. Al parecer los fondos ilegales llegaban a bordo de un Clío, y cuando eso sucedía “todos se hacían los distraídos”, distracción que no les impedía contar cuántas valijas llegaban, cuál era su tamaño, cuánto dinero podían llevar y que  moneda se trasladaba en cada viaje (euros, dólares, yens, etc.).

Clarín lo relata así (en lenguaje de señas):
“¿Qué valijas llevaba Muñoz?, quiso saber Clarín. Con sus manos, el piloto describió una valija de unos 80 centímetros de alto.
Llevaba una o dos valijas (1).
Cada una cargaba 10 a 15 millones, en billetes de 500 euros (2).
Con ese sistema, a partir de 2007 mandaron 3.000 millones, disparó. Una cuenta rápida da un total de 100 viajes, es decir, 25 por año”.
Menos mal que el piloto no era mudo.
Se compró, según la información del desconocido piloto o la fantasía desbordada del periodista, probablemente Wiñesky padre o hijo, un avión de 15 plazas para transportar dinero negro que se convertía luego en blanco, todo eso en Santa Cruz. ¿Cuántos aviones de 15 plazas se necesitarían para blanquear el dinero negro de otras zonas del país con mayor movimiento económico o turístico, tales como Córdoba, Buenos Aires, Mendoza, Mar del Plata, Pinamar, etc. para no citar las islas Gaiman, Bahamas y el Estado de Delaware?
Y más abajo: “Casi nunca se hacía manifiesto de equipaje” (un registro que deja constancia por escrito del equipaje que transporta cada avión), reveló el piloto. El dato es clave para la investigación judicial, que deberá buscar otras pruebas.
“La mayoría de las empresas para esa época no hacían el manifiesto porque no había obligación de hacerlo”, confirmó ayer el representante de una importante firma de taxis aéreo. La situación cambió, parcialmente, tras el escándalo de los hermanos Juliá.
Ah, bueno, no es que casi nunca se hacía manifiesto de equipaje sino que no se hacía porque no era obligatorio.
¿Y qué tienen que ver, nuevamente, los hermanos Juliá en todo esto? Más arriba se sugiere, estando los Juliá de por medio (y hasta el hijo de Yabrán, porque revivir al padre sonaba demasiado estrambótico) que eran millones de euros lo que se transportaba, pero bien podría tratarse de droga, ropa interior erótica, o películas XXX. En fin, cualquier cosa ilegal tratándose de los hermanos Juliá. No me vengan con el cuento de la geopolítica, o el del Gran Juego, o cualquier otra tontería semejante.
En suma, señores: nada. Nada de nada.
Sólo un tal Muñoz o Murioz, petiso, gordito y seductor.
(1) En lenguaje de señas
(2) Si no se hacía manifiesto de cargas, cómo se sabía lo que llevaba? Se le decía al piloto: "andá tranki, no agarres ningún pozo ni pares en el camino que llevás 15 millones en billetes de 500 euros"

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