domingo, 4 de julio de 2010

PEPINO EL 82

El circo y el 82% móvil para jubilados



La historia del teatro nos dice que Pepino el 88 fue uno de los payasos del circo itinerante de los Hermanos Podestá. El espectáculo tenía cualidades típicamente argentinas, diferenciales, digamos, diferentes de lo que serían hoy un Holiday on Ice o un Cirque du Soleil o The Buffalo Bill Show, donde terminó sus días el gran Toro Sentado, Sitting Bull, pasada gloria de los sioux, y que tiene aquí mayor prensa (está más instalado) que digamos, un Yanquetruz o un Painé o un Pincén.
Y eso que Pincén fue un bravo entre los bravos, arrastrado por las callecitas de Buenos Aires encerrado en una jaula, los muy maulas.
Hormiga Negra, o Isidro Velázquez (cuya historia puede leerse aquí o mejor, aquí, de mi autoría) tampoco se han instalado. Para no hablar del mendocino Bairoletto.
Virtudes de la cultura colonizada que le dicen. Y, ahora lo pienso, parte quizás de la pacatería educativa que dio la ley 1420: nada de enseñar vida de bandoleros argentinos a los educandos argentinos, palomitas blancas, para que no se malacostumbren al vicio, las malas compañías, el mal ejemplo. Juan Moreira, otro desacatao.
Con las rutinas propias del circo, los Hermanos Podestá hacían teatro, improvisaban situaciones en tono cómico o de sainete. De las que se anotaron algunas leyendas y que en esta ocasión, brevemente, me le atreveré a la leyenda de la leyenda.
Fue así, y si no fue, ahora mismo lo hago creíble:
Una de las rutinas de Pepino el 88 relata, en una versión libre de los textos de Eduardo Gutiérrez, algún episodio de la vida de Hormiga Negra, como por ejemplo aquel que narra su final a manos de una partida policial. El mismo final de todos los bandidos: Bairoletto, Velázquez, Gauna, Mate Cosido, Moreira...
Y bué. Resulta entonces que la rutina se repite en cada función, pero una de ellas no terminará con el habitual aplauso. Es cuando se incorpora un hombre en la platea y, bufoso (revólver) en mano, grita:
- ¡Mentira! Hormiga Negra no murió. ¡Soy yo y vengo a reparar esa mentira!- seguida de tiros al techo de la carpa, gritos y/o desmayos femeninos y posterior desbande.
El tipo viene a reparar una ofensa, en la línea del cuento de Borges sobre el sargento Cruz.

Pareciera que la embestida opositora (el combo 82% más baja de retenciones) viene también a reparar una ofensa, la de las bajas jubilaciones. Pero eso del  82 POR CIENTO MÓVIL es absolutamente apócrifo, como lo explica Zaiat aquí y Verbitsky aquí, de modo que no abundaré en lo ya dicho.
El único hecho cierto es que se necesitan cuatro trabajadores aportantes en blanco para definir el nivel jubilatorio, y aquí nos llegamos a dos.
Pudimos haberlo hecho en el pasado, cuando la desocupación era del 6 % REAL, pero los que gobernaron entonces optaron por desfinanciar las cajas jubilatorias, tomando todo ese cash como jugosos aportes a la tesorería, y con eso no solo las quebraron: construyeron el argumento para que en los roaring ninety's los Neustadt, Marianito Grondona y Adelina D'Alesio vendieran el buzón de las AFJP.
Entiéndase bien: los jubilados merecen el 82% y más. Pero en ese mismo orden de merecimientos, aquí deberíamos tener los mismos niveles salariales de EEUU o Alemania. Argentina merecería ser campeón mundial de fútbol y yo quisiera tener veinte años. La chancha, los veinte, y la máquina de hacer chorizos.


Que esto pueda estar sucediendo, tiene varias explicaciones. Una de ellas es interior al propio kirchnerismo. En un post reciente, de minutos nomás, el amigo Eze Meler menciona las épicas austeras de esta época. Y Artemio López describe los tres peronismos electorales.
Claro que una cosa es hacer política y otra, comentar la política. El comentarismo ha eclosionado estos días, entendiendo que las jugadas de la selección, o el tratamiento que le dan a Maradona los medios concentrados, constituyen el centro de la batalla cultural. Como si aquí se jugara la contradicción principal y la propia ideología. ¿De qué ideología me hablan?
(Concedo incluso que mentar "la contradicción principal" puede sonar como referencia cavernícola, pero eso no significa que no exista).
No en vano, todo el mundo se exprime el coco en el poroteo, viendo como se puede aportar un puntito aquí, otro puntito allá, y un camino largo que baja y se pierde.
No hay épicas o epopeyas austeras, una contradicción en término. No se puede construir una épica con dos superávits gemelos y unas reservas en el Banco Central. Por más que sean de 50 mil millones de dólares. A nadie le va a hervir la sangre por defender el nivel de reservas. Argumento que escuché del senador Eric Calcagno antes de las elecciones de junio. 
Los economistas, por más nacionales que sean, no son los sujetos ideales para crear épicas nacionales. El peronismo no volverá a enamorar mejorando la atención informática del Anses. Ni se volverá a enamorar con 6.7.8.
Por eso, no nos asombremos de la falacia opositora que se alimenta y se instala en nuestra propia mediocridad, falencias o déficits.
- ¡Mentira! Hormiga Negra no murió. ¡Soy yo y vengo a reparar esa mentira!

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