El título de la columna de hoy firmada por Marianito
Grondona en La Nación ("Como dijo Temístocles: pega pero escucha") me recordó de inmediato un grosero grafiti propio de los baños públicos.
Las reglas de publicación o la autocensura me impiden
mencionarla en toda su extensión, pero escribo su comienzo y que la fantasía
del lector haga el resto: “Como dijo
Aristóteles y reafirmó Platón, por mas que la sacudas...” o algo por el estilo.
El desconocido autor del grafiti al parecer no tenía la
posibilidad de guglear rápidamente las biografías de los dos pensadores griegos
como para advertir la incongruencia cronológica, o bien había reprobado
historia de la filosofía. De todos modos, convengamos que, comparado con otros grafitis
que andan por ahi, éste tiene, por la mención de ambos filósofos, un aire
culturoso del que, por ejemplo, carecen los piropos de los camioneros.
Esta vuelta, Grondona elige a Temístocles: pega, pero escucha. Como se sabe, las
citas sirven tanto para un lavado como para un fregado: usted puede decir “alea
jacta est” (la suerte está echada) en cualquier ocasión, y en todos los casos
pasará por culto o al menos como un tipo de cuidado.
El Temístocles de Grondona parece decirle a Cristina que
debe escuchar o, contrario sensu, que no escucha.
Luego, el autor se entretiene
en la definición de escuchar, “prestar atención a lo que oímos”, pero omite
referirse a la calidad del escuchador ya que toda escucha es básicamente una
subjetividad. Así, por ejemplo, si le confieso a un amigo neurólogo que mis
deudas bancarias serán un dolor de cabeza por un tiempo, seguramente me
aconsejará hacerme una ecografía para despejar cualquier duda sobre tumor
cerebral, acv o aneurisma.
Mas luego, Marianito se refiere a un país “normal” como condición ajena a la
Argentina, y eso me recordó que Néstor Kirchner, al asumir, llamó precisamente
a construir un país normal.
Confieso que el llamado del ex-presidente me
entusiasmó, pero mucho, porque Argentina no era en 2003, y no lo venía siendo
desde décadas atrás, un país normal donde su gente pensaba y elegía en función
de sus intereses sino de los que los jodían. Y cito como ejemplo a Tulio Halperín Donghi: "...
curiosamente, la Argentina del menemismo logró ser una sociedad excluyente, que
terminó por ser defendida aun por buena parte de los excluidos. Sin dudas ése
fue parte del secreto del éxito del menemismo".
No se si Cristina escucha o no escucha, pero es imposible
dejar de mencionar "Quien quiera oír
que oiga, quien quiera seguir que siga, mi empresa es alta y clara mi divisa, mi
causa es la causa del pueblo, y mi bandera la bandera de la Patria"
(Perón).
Para Grondona, la “normalidad” consiste en volver a la
república mitrista donde las apelaciones a la inclusión, a un papel del Estado
volcado a la gente real, a un auténtico gobierno del pueblo, sean anomalías.
Sospecho que esa apelación a lo normal también es pura carne podrida de
seudofilósofos porque refiere a un Néstor frente al cual la figura de Cristina
se empequeñece, coincidiendo con Hugo Moyano. El hipertexto de Grondona es:
este es un gobierno originalmente legítimo (reconoce el 54%, y a continuación
teoriza que ese porcentaje ha bajado abruptamente) pero, ahora por no escuchar,
por ejercitar la sordera, está desbarrancando a la ilegitimidad.
Es decir, el mismo pensamiento que tenía en febrero de 1976,
cuando eso mismo escribía en “Confirmado” junto a Carlos Floria sobre el
porcentaje que había elegido a Perón.
El hábito de Marianito por las citas giegas o latinas,
además de evocar el grafiti escrito en los mingitorios, recuerda a un hoy olvidado
profesor de filosofía antigua que, sin ostentación de citas eruditas, fue un
pilar de las cátedras nacionales antes de 1973. Me refiero a Conrado Eggers
Lan, autor entre otros de “Cristianismo, marxismo y revolución social”, “Cristianismo
y nueva ideología”, “El problema de la metodología del desarrollo” en
Desarrollo y desarrollismo, “Violencia y estructuras”, “Izquierda, peronismo y
socialismo nacional”, Peronismo y liberación nacional” y “La ciencia en el
proceso de liberación”, además de decenas de trabajos sobre Platón, Aristóteles,
Homero y los sofistas, en cstellano y alemán, con un saber muy distante del
redactor del comunicado 150.
Eggers Lan es otro de los pensadores malditos que el país “normal”
(el de Grondona, no el de Néstor) no tolera.
Porque como escribió el
desconocido maestro de una escuela de Los Amores, al norte de Santa Fé, estos
tipos como Grondona “pueden matar al país”. ¿Quiénes son los que no escuchan? Los que no quieren bajarse de sus privilegios.
Pega, pero escucha.
2 comentarios:
No sea pacato, che:
Lo dijo Aristóteles y lo confirmó Platón:
la última gota siempre va al pantalón.
El único problema de tan sabia -y por demás comprobada- aseveración... es que Aristóteles vivió un siglo después que Platón, por lo tanto debió recurrirse a algún otro filósofo previo al que reafirmó la tesis y no a uno posterior.
Una cuestión más exacta, e igualmente certera y comprobada, es, por ejemplo:
Se dijo en Cremona
y se comprobó en Calcuta:
Mariano Grondona
es un grandísimo hijo de puta.
A eso me refiero con la incongruencia cronológica
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