sábado, 20 de noviembre de 2010

EL VALOR DE LA MONEDA EN LA HISTORIA NACIONAL

Escuchamos a Mario Wainfeld opinando, reciencito y en radio Nacional, sobre la actitud de los empresarios argentinos en la reunión de la UIA: "Nos va muy bien, nunca nos fue tan bien, pero estamos contra esta concepción de la economía".
Uno no sabe si reirse o qué. Se trata de las cúpulas, claro. Presuminos que en la base empresaria se piensa distinto, pero no nos consta, e incluso conocemos casos que ratifican esas opiniones.
Los empresarios locales siguen creyendo en el valor de la renta por sobre la producción. ¿Cambiarán con el tiempo? ¿La realidad transformará sus concepciones liberales, que van contra sus intereses?
Tendrán que desaparecer payasos como Cristiano Ratazzi...
Las fantasías empresarias, y de algún sector medio, contrastan con una política económica tendiente a fortalecer un país normal. Sin embargo, esa antigualla llamada teoría monetarista ha dejado una huella tan profunda dentro de las clases dirigentes locales, que todos presentan como novedoso lo que no es más que un resabio de los fisiócratas del siglo XVIII y quienes creían que la única renta proviene de la tierra.

Hace unos meses, subimos un post dedicado al economista Mariano Fragueiro.
Hoy copio unas líneas de la Historia de la Confederación Argentina de Adolfo Saldías (1849-1914) de quien no podrá decirse que escribía para el choripan y la coca rosistas.
Cuenta Saldías sobre la situación económica de la Confederación a pesar de los dos bloqueos de Gran Bretaña y Francia (bastardillas en el original, negritas nuestras):





El grueso de la deuda bajo el gobierno de Rozas lo constituían las sucesivas emisiones de billetes de moneda de papel; y digo moneda de papel, porque esos billetes no tenían la garantía de ser convertidos en moneda de curso reconocido. Sólo rezaba en ellos que la Provincia los reconocía por tantos pesos. Y sin embargo, eran papel moneda.; lo fueron cerca de medio siglo en Buenos Aires, que no tenía otro medio circulante ni otro signo representativo de los valores. Este hecho único, que no pudo mantenerse en Francia, donde un asignado de 100 francos llegó a valer 13 céntimos, ni menos en Inglaterra y en Austria desde que se le quitó al billete de Banco la garantía de convertibilidad, debió, pues, llamar justamente la atención de los economistas que todavía en 1870 estudiaban los medios de mejorar la crisis monetaria en Austria, en Rusia y en Italia. Flores Estrada, entre otros, lo presentó como el fenómeno típico de las evoluciones monetarias; y el doctor Alberdi en su Sistema Económico y Rentístico lo estudió a través de las diversas épocas de su desarrollo. Pero lo que explicó el primero por no conocer todos los antecedentes, y el segundo estudiadamente, fue la causa productora de ese fenómeno curioso.
Ambos llegaron a concordar en que la población de Buenos Aires se había connaturalizado de tal manera con el billete del banco de la Provincia, que convirtió en realidad una ficción, imaginándose que esas tirillas de papel eran oro que se llevaba en el bolsillo; y que el hábito, el consenso unánime, era una garantía tan fuerte como la que podía dar un encaje metálico para convertir los billetes en circulación. Esto es exacto. Ese consenso unánime ha existido, robusteciendo de una manera incontrastable el mote de que la Provincia reconocía esos billetes como equivalentes de tantos pesos; que esa era la única garantía que tenían. Pero este consenso, esta especie de de conciencia formada respecto de lo que realmente no existe, no se formó ni pudo formarse en un día. Fue la obra de veinte años: el resultado de la confianza ilimitada en la administración de Rozas...

Y todo esto, agregamos nosotros, a pesar de la prédica disolvente de la minoría unitaria, de las Carrió, Bullrich, Duhalde de entonces.

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