sábado, 15 de diciembre de 2012

INSEGURIDAD EN CONNECTICUT, USA


Instruirse en una escuela estadounidense es cada vez más inseguro. 
A tal punto que no falta, allá, quienes opinan que directores y maestros deben concurrir armados y que las blancas palomitas se sometan diariamente a un detector de metales. 
Unas pocas voces cuestionan esto último: los israelíes son famosos por haber desarrollado armas de guerra de polímero, indetectables.
La opinión pública estadounidense no sale de su asombro: la masacre se produjo en un pueblo con ingresos superiores a 90.000 dólares y donde el 93,7% de la población es de raza blanca.
Nadie ha hecho nada en EEUU para revertir la tristeza de los niños ricos, ni siquiera Obama.
Desconocemos la metodología empleada allá en el norte para establecer a qué raza pertenece cada uno, pero viendo los tiempos que corren, lo más probable es que se tome en cuenta la percepción que cada uno tiene sobre el asunto; y no la del encuestador, que siempre es subjetiva.
Aquí abajo, por ejemplo, una típica familia wasp (white, anglosaxon, protestant) posa para el censista antes de entrar a un shopping:


La masacre se produjo en Connecticut, sede de la universidad de Yale, de perfil conservador, y uno de los Estados Originarios de la gran nación del norte. 
Desde esas tierras, al principio de los tiempos, se desplazaron grandes multitudes de vaqueros (cowboys) hacia el oeste, quienes después de un duro batallar contra las inclemencias del tiempo y la geografía arisca descubrieron que las fértiles praderas del continente estaban milagrosamente vacías. Y las ocuparon.
Y no solo eso: desde esos once estados originarios, la civilización se esparció al mundo entero.
Por eso, Sarmiento trajo maestros norteamericanos, para civilizarnos.
Si se confirma que el tirador se llamaba Lanza (aunque bien es posible que algunas de las víctimas haya caído por el fuego amigo), se habrá comprobado nuevamente que las razas inferiores (latinos, chicanos, árabes) son potencialmente peligrosas. Su apellido evoca formas primitivas de violencia, poco comparables con lo que ha hecho el ejército de EEUU con los pobladores de Irak y Afganistán, entre otros.
Lanza portaba armas de puño y un fusil de asalto.
Los estadounidenses pueden usar armas libremente gracias a la Segunda Enmienda, que expresa: A well regulated militia being necessary to the security of a free State, the right of the People to keep and bear arms shall not be infringed (Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido). 
Cortito y al pie. Nadie se pregunta qué es eso de "milicias", como no se pregunta por qué Turquía pertenece a la OTAN y no tiene nada que ver con el Atlántico Norte (esto lo decía Jauretche).
Anclada en la historia de la colonización del continente y las exageraciones del absolutismo religioso en Inglaterra, esta enmienda constitucional parte de la idea de que los ciudadanos norteamericanos deben armarse y usar las armas para protegerse de los malos gobiernos.
Los gobiernos de EEUU suelen ser buenos, lo que lleva a los ciudadanos norteamericanos a usar las armas contra otros gobiernos que consideran malos, o en otras palabras, a volcar su agresividad allende las fronteras. Habida cuenta del puritanismo que constituye su consciencia nacional, el Mal siempre está afuera, es el otro. Eso dicen. Por ejemplo, el “Eje del Mal”.
Claro que hay excepciones, como la matanza en Connecticut. Pero los medios de comunicación argentinos no la toman como grave síntoma de inseguridad. 
Es que EEUU sigue siendo un país seguro para los dólares evadidos, para los fondos buitre y para el lavado de dinero. 
Y no es lo mismo que te mate un wasp con ingresos de 90.000 dólares a que te asalte un negro de mierda de Aldo Bonzi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La cultura norteamericana, discutible y criticable como realmente es, nos ha colonizado desde hace más 70 años, cuando Gardel se hizo famoso a través de sus películas rodadas en EEHH.
Así como caímos bajo la fascinación de las imágenes del 11 de setiembre de 2001, repetidas hasta la histeria, con cada nueva demostración de salvajismo primermundista, en este caso otra vez de carácter doméstico, los clips con los pobres pibes, sus padres y su presidente "con el corazón desvastado" nos hacen olvidar de los miles de muertes de otros pibes de Medio Oriente. Allí también son masacrados indiscriminadamente y, para peor, por aviones robot, el colmo de la crueldad tecnológica desvergonzada.

Pero de eso, de eso NO SE HABLA.

Saludos
Tilo, 71 años

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