miércoles, 30 de enero de 2013

Máxima, reina: todos somos cholulos


Queremos creer que a determinados sectores medios locales les encanta, muchísimo, imaginarse por un rato parte (simbólica, claro, porque nadie verá un mango ni participará de la pompa real) de la Corona Holandesa de los Orange-Nassau. Eso al menos se desprende de la agenda mediática (el cholulismo de campaña) impuesta desde hace años por Clarín.
Ellos insisten en denominar “reina” a Máxima Zorreguieta Cerruti y yo insisto: será Su Alteza, así, con mayúscula, pero no reina.
Sólo hace falta pensar, un poco, no mucho porque estamos en verano y la calor adormece las neuronas.
Posemos la mirada en Gran Bretaña, por ejemplo.
Ellos tienen una reina, Isabel. ¿Pero quién es el rey? No lo hay.
La reina Isabel es hija del rey Jorge VI (a quien sucedió en 1952) y está casada con el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo.
Carlos, hijo de Isabel y de Felipe, es Príncipe de Gales, siempre con mayúscula, una denominación que por tradición señala al heredero de la Corona.
Felipe no es rey (ni lo llamamos rey sino príncipe, llegado el caso), para mayor redundar, y camina siempre un paso detrás de la reina.
Y tampoco lo será Máxima.
Aunque esta ex-argentina declare a la prensa que “Es un gran honor suceder a la actual reina”, Máxima no sucederá a nadie (sí lo hará su legítimo esposo Guillermo Alejandro de Orange-Nassau), y su tratamiento honorífico (Su Alteza, el de Máxima) regirá mientras dure su matrimonio con el futuro rey, salvo que una negociación eminentemente pecuniaria determine lo contrario.
Recordemos lo sucedido con la malograda Diana, muerta en un accidente automovilístico.
Recordemos cómo fue vapuleada en su intimidad tras su separación (no antes) del heredero Carlos, príncipe de Gales desde 1958.
Como las mentiras mediáticas se sostienen apenas por un ratito, Clarín aflojó desde ayer parte de la centralidad del tema regio, que ahora se refugia a duras penas en los otros canales de televisión que le siguen la huella. Si pueden.
Hoy es más importante la sensación térmica, y en Clarín a Máxima ya le adosan el título de “princesa”, bajándola un escalón. 
Su virtual degradación de reina a princesa duró menos de tres tapas.
Otro día les voy a contar por qué la diferencia de tratamiento entre Gales, con su príncipe, y Escocia con su ducado, un título de menor jerarquía. ¿Y qué queda para Irlanda?

Nos quedamos un poco más tranquilos: todos son rubios, incluso Su Alteza Máxima Zorreguieta, y lucen bien alimentados. Cualquiera diría que estamos frente a una típica familia argentina.

1 comentario:

Nando Bonatto dijo...

Maxima Soreteguieta, ejemplar bovino
Holando Argentino

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