martes, 30 de abril de 2013

SALUD MENTAL: LOS DESNUDOS Y LOS MUERTOS

El gobierno de la ciudad no esperaba resistencia por parte de trabajadores del Borda, enfermos y profesionales. Por eso, porque no esperaba resistencia ninguna, envió 400 efectivos provistos con escopetas calibre 12/70 y automáticas calibre 9 mm, todas ellas con balas envainadas en metal. 
Para reprimir dentro de un hospital. Neuropsiquiátrico.

Escribe: Pablo E. Chacón/Télam
La feroz represión en el Hospital Borda contra médicos, periodistas y activistas tiene por detrás siniestros personajes y una pasión inmobiliaria de Macri y sus socios que parece no tener fin.

La gestión de Macri agoniza no por sus contradicciones (que no tiene) sino por su falta de capacidad y de escrúpulos. Se apaga el fuego fatuo del Pro, la derecha sin botas que encanta a los caceroleros e impotentes intelectuales. La pasión inmobiliaria de Macri (y de su socio en las sombras, Nicolás Caputo) parece no tener fin. Después de detener activistas, patotear periodistas, matonear indigentes, quejarse en cámara al lado de su vicejefa de gobierno, María Eugenia Vidal, una ex militante de Ricardo López Murphy, jugó de víctima en un terreno que conoce, justificando el accionar de esa policía criada en los laboratorios del Fino Palacios.

El Jefe de Gobierno, acompañado por su vice jefa y por Horacio Rodríguez Larreta, insistió luego del desastre en reclamar los terrenos de los hospitales psiquiátricos Borda y Moyano para, con cualquier excusa, seguir haciendo caja. Pero acaso debiera recordar que hace un par de años, cuando intentó constituirse con la primera seccional de la policía en el Parque Sarmiento, no tuvo suerte. La entonces jueza Gabriela Seijas le impidió el inicio de una obra que nunca retomó. Así las cosas, la pulsión vigilante de la administración Pro, que tanto aprecian sus votantes y otros oportunistas, se demora por mucho presupuesto que se desvíe desde educación y salud, o se obtenga de manera espuria con multas de tránsito. En aquella oportunidad pretendía construir una escuela modelo para policías. La casita todavía corre la misma suerte que el imaginario centro cívico que el Jefe de Gobierno pretende construir en el terreno fiscal que ocupan los neuropsiquiátricos comunales.

La gestión de Macri agoniza también por la soberbia del cualunque, digna de su historia personal: entrampado por peronistas y radicales (como Cristian Ritondo, Miguel Angel Toma, Enrique Nosiglia y Darío Richarte) aliados a su jefe de gabinete, el verdadero mandamás, ideólogo de la UCEP, promotor del policía Palacios, Ciro James, Abel Parentini, Esteban Bullrich, Guillermo Montenegro y por su subordinado, el policía Horacio Jiménez, responsable directo de la represión en los talleres del Borda.
Rodríguez Larreta decidió el nombramiento de un empresario tabacalero en el directorio del Hospital Garrahan; también impulsó, al frente del Moyano, la designación de Alberto Monchablón Espinoza, un psiquiatra involucrado desde diciembre de 2005 en una causa por firmar la certificación de protocolos –sin autorización judicial- para experimentar con drogas no autorizadas en internas de ese mismo hospital.

El ex ministro de Salud Pro, Jorge Lemus, aquellos días ni siquiera fue consultado. Pero quién sí habló es el radical Néstor Pérez Baliño, un cardiólogo muy cercano a Nosiglia, quien defendió a Monchablón Espinoza. Dijo que el psiquiatra (acusado también de comandar una red de prostitución dentro del Moyano), estaba sobreseído en la primera causa. De la otra no dijo nada. Pero las cosas no son tan claras. El estado judicial de Monchablón es confuso. La causa que negó Pérez Baliño sigue su trámite en el juzgado de Ariel Lijo -probablemente hasta que prescriba-. Quien la sostiene es una empleada del hospital, enfermera e hija de una de las víctimas, según informó a Télam una fuente inobjetable.

Pérez Baliño se instaló a fines del año pasado en el despacho de la dirección del Borda por orden de Macri y de Vidal, "para ayudar al director (Ricardo Picasso) en el seguimiento" de un nuevo plan de infraestructura, según informó él mismo al personal. El matutino Página/12 dice que "el plan de modernización de infraestructura del hospital que presentó Pérez Baliño propone que en dos años se complete la red de gas, se amplíen los baños en las salas laterales del salón central y se mejore la calidad de la comida para los pacientes. El texto, además, niega que su subsecretaria esté asociada a construcción alguna de un centro cívico, proyecto anunciado por Macri, que busca edificar una nueva sede para la jefatura de gobierno y cinco ministerios". Sin embargo, después del anuncio, Pérez Baliño fue obligado a retirarse del edificio por un grupo de trabajadores. Su estatuto es el de persona no grata.

Si fuera solo eso. Pero hay más. Para armar este combo, la intelligentsia Pro nombró como director de Salud Mental a Gregorio Alcaín, quien dos años atrás implementó la medida sellada por Lemus: el cese en sus funciones de Rubén Slipak, director del Centro de Salud Ameghino (restituido de inmediato); de Roberto Yunes, del Tobar García; y de Jorge Cafferata, del Moyano, esposo, además, de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont.

Slipak, antes de su destitución de facto y restitución de jure, fue titular del Ameghino durante siete años. Su reputación es impecable. En el acto de desagravio estuvo acompañado por el entonces secretario general de ATE Capital, Ricardo Arrechea, representante de la resistencia a las medidas modernizadoras del Pro.

Alcaín tiene el honor de haber ascendido de médico clínico suplente a guardaespaldas de Néstor Marchant, el Fino Palacios de la salud mental, capo di tutti capi del Moyano durante 22 años hasta su expulsión, en diciembre de 2005, a causa de los episodios hechos públicos en ese momento, que incluían el uso compulsivo de camisas de fuerza, prohibidas desde 1968. Marchant probaba, Monchablón firmaba y Alcaín hacía de campana. Y los laboratorios farmacéuticos pagaban. Hasta que el esquema saltó por los aires.

El entonces secretario de Salud de la comuna, Donato Spaccavento, renunció. Y Jorge Telerman, intendente suplente, no dijo esta boca es mía. Pero, se sabe, lo reprimido retorna. Así, Alcaín en el ejecutivo y Monchablón apadrinado por Larreta, Macri y Vidal son prueba más que contundente.

Pérez Baliño, entretanto, cobra más de 5500 pesos por mes en una secretaría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, saltándose la normativa que impide ser funcionario público y tener cargos políticos rentados. La silla que ocupa en la UBA no es académica sino política. Se suponen elegidos para renovar la política de salud mental metropolitana y esta semana quedó demostrado cómo lo conciben posible: con el poder represivo de la policía metropolitana detrás.









A su derecha, un policía de proximidad de la Metropolitana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La nota de Chacon es interesante porque es como "una mirada desde el interior del neuropsiquiátrico"...

Anónimo dijo...

La bandera de Venezuela que ilustra el blog NO es la oficial de la República Bolivariana.

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