lunes, 20 de enero de 2014

MENTIRAS QUE MATAN

A vuelo de pájaro, anoto varios ejemplos de las patrañas neoliberales: 
1) las armas de destrucción masiva en Irak que anunció Bush no existían. Pero esa excusa le sirvió para invadirlo militarmente y convertirlo en una satrapía de Halliburton.
2) "Si hubiera dicho la verdad, la gente no me votaba". Menem, que terminó el trabajo de la dictadura cívicomilitar. 
3) Los 10 kilómetros anuales de subte que prometió Macri. Pero nadie puede negar las bicisendas, que hacen el tránsito imposible en las estrechas calles del centro.  
4) La convertibilidad de Cavallo, que hizo creer en un peso equivalente a un dólar que aquí no se emitía, y terminó en una monstruosa deuda de 160 mil millones de dólares. Muchos compañeros todavía no entienden que la computadora que compraron barata con pesos argentinos en los '90 tiene un equivalente exacto en dólares de la deuda externa
5) Los 1000 días de María Julia Alsogaray para dejar el Riachuelo como una perfumada pileta de natación.
6) los apocalipsis que anuncia periódicamente Lilita cada vez que las encuestas la invisibilizan.
7) Las reservas que "perforaron el piso de 30.000 millones de U$S". Cuando en los gobiernos de Menem y De La Rúa habían "perforado el piso de los 10.000 millones", nadie abrió la boca. 
Las recetas neoliberales son los nuevos espejitos de colores que nos obsequian los imperios. Muchos se emboban con ellos. Diría que el embobamiento es directamente proporcional a la exposición de la víctima a los medios, sobre todo a TN. En estos espejitos, las promesas mentirosas no importan, lo importante es prometer mucho: salariazos, armas químicas, catástrofes inminentes, etc. 
Es bueno exponerse un rato al relato de CNN para advertir en qué quiere el imperio que nos fijemos, sacando la mirada de lo importante.
Y como la verdadera política es la "desmemoria", hoy podemos prometer que cada cual podrá elegir la empresa telefónica que le brinde servicios y mañana prometer la estatización monopólica. Aunque los verdaderos monopolios y oligopólis son de ellos mismos, los que prometen. Y en general los que prometen cambios, lo hacen solamente porque quieren abandonar un negocio que ya no les resulta rentable.
Hay un movimiento profundo en todo esto, que consiste en dejar en el pasado al sujeto crítico, hijo de la Modernidad. La sociedad de consumo alienta al "niño consumidor" desmemoriado, con toda la crueldad e individualismo que suelen tener los niños. 
Quizás por eso, desde hace un tiempo no me produce ningún placer criticar esta o aquella medida de gobierno, como le sucede a muchos, por ejemplo los que hacen papelones en 678.
Como la Presidenta, soy de extracción peronista y por eso creo en el kirchnerismo, que es de alguna manera el único peronismo posible en esta época y en este mundo, muy distinto del de los 40 y del de 1973. El poder está mucho más concentrado y la sociedad es en cierta medida una sociedad de niños consumidores más vulnerables que antes a las promesas fáciles.

El sujeto crítico no es la única especie en extinción. Lo es también el empresario industrial que generó las burguesías nacionales en Europa y el obrero concienzudo que produjo la sociedad industrial.
Lo verdaderamente importante es aumentar los márgenes de autonomía en una época donde ésta parece una quimera y todas las condiciones juegan en contra. 
Que es lo que intenta hacer este gobierno con avances y retrocesos, porque el neoliberalismo en boga alienta la desaparición de los estados nacionales. Y así les va a Grecia, España, Portugal, Irlanda, Islandia... Y el poder de los grupos económicos ha superado las propias barreras constitucionales("los actos privados de los hombres..." etc.) porque se proponen ganarse la voluntad de las personas luego de avanzar sobre su razón, el gran centro de la Modernidad.
¿O acaso se cree, infantilmente, que esta gestión alimenta a propósito el 40 o 50% de trabajo en negro que castiga principalmente a los jóvenes? ¿O que se puede reducir con facilidad a 0 con el presente del sistema capitalista?
Así, por ejemplo, fue la eventual lectora M.M. la que me alertó sobre el error garrafal que cometí cuando pedía que la AUH se conviertiera en Ley y dejara de ser un decreto presdencial. Con un cambio radical de política económica y un Congreso en contra, es fácil neutralizar la tal ley y convertir la AUH en un chiste. Y el objetivo no es eternizarla sino convertir a quienes la cobran en trabajadores en blanco. 
Uno debe ser en cierto modo comprensivo con esos niños consumidores que critican (pobrecitos) a los que cobran AUH mientras ellos se desloman, etc....
Son víctimas fáciles de las promesas fáciles. Siempre, mejor que prometer es realizar.
"Realizar" no se refiere al show sino a las efectividades conducentes. Vean la película "Wag the dog" y no crean que por el tono grotesco que le imprimió su director Barry Levinson, esas cosas no suceden, Así se maneja el mundo actual, una continua fábrica de ilusiones o fantasías.
El neoliberalismo es una burbuja,



2 comentarios:

Anónimo dijo...

"... cuando pedía que la AUH se conviertiera en Ley y dejara de ser un decreto presIdencial." La AUH es un Decreto de necesidad y urgencia APROBADO por el Congreso. O sea, ES UNA LEY.

Anónimo dijo...

Por Julio Burdman Una extraña combinación de previsibilidad e incertidumbre impera hoy en la política argentina. Comencemos por la segunda. Cristina Fernández de Kirchner, que retorna paulatinamente a la actividad tras una cirugía, deberá enfrentar una serie de desajustes económicos (inflación, fuga de dólares, falta de financiamiento externo, etc.) en la segunda mitad de un mandato sin reelección. Muchos economistas y formadores de opinión pública, dentro y fuera del país, creen que no podrá lidiar con esos problemas y pronostican una crisis generalizada.

La periodista Mary Anastasia O'Grady, en el diario The Wall Street Journal, habla de un posible "descenso al caos total" y Fareed Zakaria, editor de la revista Time y conductor de la cadena CNN, fue más lejos aún, y sostuvo entre otras cosas que Argentina está "camino a convertirse en un estado fallido como Venezuela". Pocas semanas antes The Economist Intelligence Unit, el think tank de la revista homónima británica, publicó un ranking que ubicaba a la Argentina entre los países con mayor riesgo de convulsión social del mundo, al mismo nivel que Siria o Egipto.

Todas estas predicciones, que describen un país rumbo al abismo más catastrófico, no caen en saco vacío porque los argentinos tienen una memoria plástica de las tres grandes crisis financieras que tuvieron lugar entre 1981 y 2001. Este componente psicosocial refuerza la expectativa pesimista: a los riesgos macroeconómicos objetivos, se suma una muy extendida creencia, sin fundamento real, de que periódicamente ("cada diez años") la Argentina sufre un colapso. Y que eso, por alguna razón mágica, seguirá siendo así por siempre. La incertidumbre, así, surge de no conocer cómo evolucionarán algunas variables críticas, y de un fatalismo de la inestabilidad.

Lo curioso, es que esta presunción de inestabilidad convive, en esta oportunidad, con una idea de continuidad: que "el kirchnerismo se debilita pero el próximo presidente será peronista" es una idea contradictoria pero muy difundida en Buenos Aires.

Archivo del blog