Es probable que a la leyenda la haya hecho rodar el historiador
antiperonista Félix Luna:
“Hoy
he escrito a Farrell pidriéndole acelere mi retiro: en cuanto salgo nos casamos y
nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos.”, escribió el
coronel Perón a Evita desde el Hospital Militar a minutos de la jornada
histórica del miércoles 17 de octubre de 1945.
El domingo 14, Perón le había enviado una
carta a su amigo el coronel Mercante... “Le
encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me
preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo”.
Ante la Plaza colmada que reclamaba por su
presencia, Perón recuerda (en una
retrospectiva con más aire socarrón que histórico, porque bien le hubiera cabido el apelativo de "zorro" si este no hubiese estado ya ocupado) ) que dudó unos instantes
antes de salir al mítico balcón “porque
no sabía que decir”.
Sus dudas, sin embargo, fueron uno de sus muchos rasgos de humor.
Porque dijo mucho.
Antes de recluirse en el Hospital Militar (antes había estado detenido en Martín García, una mácula por ser un área de la Marina), Perón había acumulado, con su proyecto nacional encima, los cargos de secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación.
Porque dijo mucho.
Antes de recluirse en el Hospital Militar (antes había estado detenido en Martín García, una mácula por ser un área de la Marina), Perón había acumulado, con su proyecto nacional encima, los cargos de secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación.
El Líder sospechaba, quizás con razón, que
sus mensajes eran interceptados y se propuso desorientar al enemigo, que desde
el año anterior, impulsado por el secretario de Estado Cordel Hull y el
empresario petrolero Spruille Braden, lo combatían por no alinearse servilmente
a la estrategia de EEUU. Lo acusaban de ser “pronazi”.
Uso la sorpresa, una de las patas de su estrategia.
Uso la sorpresa, una de las patas de su estrategia.
Y así se produjo el 17 de octubre de 1945. Para
siempre.
Félix Luna, acaso sin quererlo, contribuyó a
construir el mito del “evitismo”. Entre sus "Mujeres Argentinas", Eva Perón no
existe. Probablemente, a Ariel Ramírez y a Luna les hubieran cabido el 4161. O cuanto menos, ser mal recibido por parte de su mercado.
En sus antípodas, Norberto Galasso ha afirmado, sin medias tintas: “el evitismo es la forma superior del gorilismo”.
En principio, sin ser tan categórico, no
existe una prueba documental que certifique la participación de Evita como
motor, agitadora, impulsora central de ese miércoles 17. En esa época la
comunicación era boca a boca. Y ella, por otra parte, no era todavía la Abanderada de los Humildes.
Sin embargo, poner a Perón a un lado
significa negar la vigencia de la doctrina, y su propia inexistencia,
reduciendo esos años a un solo aspecto de la actividad de la Abanderada de los
Humildes, aunque la solidaridad produjera el mismo odio por parte de los
fusiladores: en medio de una epidemia de poliomielitis, rompían a hachazos los
pulmotores a los que se les había adosado la placa de la Fundación Eva Perón.
El antiperonismo
cruzaba y cruza a toda la sociedad: se sobredimensionaron los crímenes de la AAA
pero durante muchos años se invisibilizaron los bombardeos del 16 de junio de
1955, los fusilamientos ilegales de 1956. Y dos décadas mas tarde los
argentinos fuimos derechos y humanos.
Hoy, se han olvidado las muertes dudosas durante el gobierno de Alfonsín y la
supervivencia, en ese renacimiento de la democracia, de represores en el Estado
(hoy juzgados o condenados). Era suficiente recitar el preámbulo de la
Constitución antes que poner a la Argentina en el rumbo de una Nación en
marcha.
A la vez, hoy
puede verse a la distancia que el triunfo del jactancioso Luder no hubiera
significado que cicatrizaran las profundas heridas de la dictadura
cívicomilitar. No por nada la repetitiva lectura de ese preámbulo desembocó en
el Pacto de Olivos y el neoliberalismo menemista. Compleja la Argentina y
complejo el devenir de los poderes reales. APEGE no existe pero algunos de sus
integrantes sobreviven, reciclados. No hace mucho me crucé con Osvaldo Cornide en pleno centro.
Volviendo al tema,
no me siento capaz de acompañar a Galasso porque percibo mayor gorilismo en
personajes nefastos como el capitán Manrique, el capitán Gandhi, otros cientos.
Aunque también es cierto que el evitismo
significa la virtual inexistencia del peronismo mismo y es difundida por los
que se resistieron a reconocer que la dictadura fue algo más que militar: las
cúpulas militares antiperonistas fueron sólo correas de trasmisión del cambio
de modelo económico por parte de un sector civil del poder real que, como hoy
Macri, lo máximo que está dispuesto a otorgar es el voto calificado, el de ellos.
LA PATRIA ES EL HOGAR
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