Esto acaba de decir Domingo Cavallo, el que estatizó la deuda de las grandes empresas, el que creó la perversa fantasía de la convertibilidad. Veamos entonces cuál es esa solución que tendría Macri.
Cuando no
tenía necesidad de capturar gente indecisa
para una elección y estaba representando el “cambio”, suelto de lengua en el elemental
léxico que maneja, Macri destacó su admiración por el brigadier (R) Cacciatore,
intendente de Buenos Aires, ciudad que todavía no era “autónoma”. Es decir, delegado
de las autoridades nacionales, o más precisamente de la Fuerza Aérea. Dijo
muchas otras cosas, pero centrémonos en este personaje nefasto.
Nombrado
por el genocida Videla, volvió del exilio en Uruguay como capitán pasado a retiro
por el peronismo. Había sido piloto de uno de los aviones que ametrallaron y
bombardearon la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 produciendo casi 400
civiles asesinados bajo la consigna MATEN A PERON.
Al asumir,
comenzó distintas reformas autoritarias en la estructura municipal, reformas
que se mantienen intactas aunque hayan cambiado las formas y personajes. Así,
por ejemplo, el titular de la Agencia Gubernamental de Control (ex Inspección
General) es un mayor retirado, veterano de la guerra de Malvinas, carapintada, hijo
de un general que comenzó a ser notorio como interventor de la CGT en 1955
(cuando desapareció el cadáver de Eva Perón) y posteriormente ocupó diverrsos
cargos en la época de la proscripción peronista y la dictadura cívicomilitar.
Macri
tiene un estilo distinto al de Cacciatore. Aquel, el de aquella intendencia, era
un reducto semi-militarizado de la Fuerza Aérea. Este es el modelo del
ultraliberalismo sin control, funcional y subordinado a las grandes empresas, de
menosprecio de lo público, o mejor, de virtual privatización de lo público en
favor de los poderosos, los adinerados, etc. Ambos estilos conviven porque
defienden los mismos intereses aunque ahora los “fierros” no son los
uniformados.
Son
verdaderos sinvergüenzas apoyados en la desmemoria y el disciplinamiento social.
La gente, su gente, es un colectivo amorfo que ni siquiera tiene rango de
persona. La gestión significa contentar a la gente con vidrios de colores,
escondiendo (pero a la vez operando sobre) a los que ni siquiera llegan a la
categoría de gente, a los desechables. Además, Cavallo le devuelve asi el favor a Macri porque estatizó la deuda externa de Caciatore correspondiente a AUSA e Interama.
Macri es la
restauración conservadora que ha enamorado al 34% de la población. A una
población que añora en parte al menemismo, en parte a la tablita cambiaria, una
población que ha olvidado el 2001, o lo entendió mal, o no valora lo realizado
desde 2003, o no cree que el Estado deba existir o entrometerse en su actividad
privada. En todo esto tienen centralidad los medios de comunicación
hegemónicos, teniendo en cuenta que el poder político es todavía una parte, sólo una parte, del poder
real. Hay condiciones objetivas y subjetivas que determinan ese “todavía”. Esta
caracterización será lenguaje anacrónico, antiguo, pero vigente en cuanto a la
cosa en sí, una cosa en sí que se va transformando sin controlar todas las
variables.
El gran
peligro que se abre ahora es que se
quiere crear una falsa sensación de descontrol. El kirchnerismo deberá
ampliar su base social, sea cual fuere lo que cada uno opine sobre Scioli.
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