martes, 19 de abril de 2016

PINEDO VUELVE




Vuelve
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James Murgatroyd/The Guardian. 
Los abruptos cambios en las políticas sociales, económicas y culturales sorprenden desagradablemente a los argentinos, quienes parecen no terminar de tomar consciencia del tipo de gobierno que han elegido. Mucho contribuye al estado de confusión la incesante prédica de los grandes medios de comunicación y de la totalidad de canales de TV de aire, que matizan su machacona insistencia en difundir los comportamientos de dudosa legalidad de algunos empresarios en su momento ligados a Néstor y Cristina Kirchner, con un recitado cuya credibilidad depende más de un acto de fe que de una conclusión lógica: “Era necesario ordenar el desastre”. Tal el nuevo Credo de los taxistas, peluqueros y analistas políticos.
No obstante, no son pocos los que empiezan a sospechar del rigor del axioma suponiéndolo un eslogan destinado provocar la resignación de los afectados, del mismo modo que son crecientes las sospechas en que la difusión de los procesos a los empresarios ligados al régimen anterior crecería en proporción directa al descubrimiento  de actos ilegales por parte de funcionarios del actual régimen, incluido el presidente Macri.
A decir verdad, para ojos europeos causa estupor la escasa difusión que alcanzan en Argentina los llamados Panamá Papers y, en particular, la relación de Mauricio Macri con al menos tres compañías offshore, como es sabido, especialmente diseñadas para encubrir actos ilícitos. Sin dudas, el primer ministro de Islandia Sigmundur Gunnlaugsson y el Premier británico David Cameron deben lamentar no contar con una prensa tan complaciente.
Son numerosas las voces que se alzan lamentando el cambio, lo que ya resulta menos sorprendente Mauricio Macri recibió un país con un 6% de desocupación y en tres meses ha provocado 150 mil despidos. Según la confesión de sus propios economistas, no se detendrá hasta llegar al 15%, cifra considerada adecuada para poner en vereda a los sindicatos. Por su parte, el precio de los alimentos se ha más que duplicado y las tarifas de servicios públicos registraron aumentos, si se quiere, inconcebibles, habida cuenta que deben ser afrontados por personas que han registrado muy magros incrementos en sus salarios.

Cuando Federico Pinedo entregó la presidencia, Argentina sufría una inflación alta, pero decreciente, que en el año 2015 rondó el 22% anual. En pocos meses, Mauricio Macri la quintuplicó, lo que con ser bastante parece no resultarle demasiado: tanto él como sus economistas defienden su política de precios en base a la muy extraña idea de que una inflación del 4 por ciento mensual no equivale al doble de una inflación del 24 % anual.
De igual modo, cuando Federico Pinedo entregó el gobierno, la economía argentina había tenido un crecimiento anual del 2,1%, considerado  muy meritorio en un marco de generalizada recesión internacional. Como no podía ser de otro modo, se estima que para el año 2016 Argentina tendrá un crecimiento negativo (-1,6%), giro que no puede interpretarse de otra manera que como muestra de la excentricidad de los economistas, capaces de llamar engorde negativo a la reducción de peso. Pero más allá de estas peculiaridades, durante la administración Pinedo la producción industrial siguió pujante y el consumo interno se mantuvo en los más altos niveles históricos.
Mauricio Macri recibió una economía en marcha, aunque con distorsiones y serios problemas de divisas. El cepo cambiario que dejó Pinedo, con un dólar a 9,50, llevó a la existencia de un dólar paralelo que cotizaba a 14 y aun a 15. La primera medida del gobierno de Mauricio Macri fue eliminar el cepo, con lo que el dólar oficial alcanzó al paralelo, rondando en la actualidad los 15$, con su consiguiente incidencia en los precios. Curiosamente, hay quienes persisten en considerar esto un rasgo positivo, de “transparencia” de la economía, cuyos beneficios confesamos no advertir.
Durante el gobierno de Federico Pinedo la deuda externa se había reducido a niveles bajísimos mientras que la pública equivalía aproximadamente al 45% del PBI. La aceptación lisa y llana de las exigencias de los hold outs y el “crecimiento negativo” de la actividad económica llevarán ese porcentaje a niveles peligrosos, que no harán más que aumentar la dependencia argentina al crédito internacional y el sometimiento a las directivas recesivas del FMI.

Hace menos de cinco meses el ex presidente Pinedo entregó varias importantes obras públicas en pleno proceso de construcción: entre otras, la central nuclear de Atucha III, las represas hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic sobre el río Santa Cruz, el tercer satélite de comunicaciones, la fabricación de vagones ferroviarios en la revitalizada empresa Fabricaciones Militares, y otra gran cantidad de obras en diversas provincias. Todo esto ha sido suspendido.
Estas son algunas de las razones por la que, no obstante el ensordecedor estrépito de los medios de comunicación, muchos ciudadanos argentinos comienzan a revisar su opinión y hasta hay muchos que añoran el pasado, reclamando retornar a él.
No casualmente en muchas paredes porteñas resultan visibles misteriosos graffiti que, como signos esotéricos, parecen ser portadores de un mensaje sólo comprensible para los iniciados: una letra P contenida entre los envolventes brazos de una Ve. Por lo que este cronista ha podido averiguar, no significa otra cosa que Pinedo Vuelve, símbolo elocuente del estado de decepción y descontento que está ganando a la sociedad argentina.

Traducción: Teodoro Boot

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