Según la ley,
debía convocar una audiencia pública anterior al tarifazo. No lo hizo.
Es accionista
de la Royal Dutch Shell con sede en Holanda (para decirlo de otra manera, está en
ambos lados del mostrador).
Éticamente, no
debió aceptar el cargo de ministro de Energía. ¿Pero qué es la ética? ¿La ética
de quién?
Con el
gobierno anterior, el gas faltante se adquiría a Bolivia a 3 dólares el millón de btu.
Aranguren decidió comprárselo a una subsidiaria chilena de Shell a 7 dólares.
Entretanto, la producción de petróleo y gas boliviano está estatizada.
Quizás mañana
nos enteremos que también es súbdito holandés, con lo cual un ministro del
gobierno argentino reportaría a la reina Máxima y a su real marido.
Una
curiosidad idiomática: en idioma holandés (una variante de alemán), dutch
significa holandés y deustch significa alemán.
¿Para que
más? El tarifazo es más que suficiente.
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