martes, 27 de julio de 2010

MARIANO FRAGUEIRO Y NÉSTOR KICHNER (2)

Algunas coincidencias entre el pensamiento de Mariano Fragueiro, primer economista argentino, y la concepción que Kirchner tiene sobre la economía. 
Los textos citados fueron escritos en 1852.


Escuché varias veces una anécdota sobre Néstor Kirchner que suena más o menos así (desconozco u olvidé quién era el interlocutor): a mediados de los '90, Domingo Felipe Cavallo vuelve a convocar a los gobernadores en el auditorio del Consejo Federal de Inversiones (CFI) ubicado en San Martín y la cortada Tres Sargentos y los impone de las nuevas decisiones que requieren acatamiento total.
Luego de la exposición del iracundo ministro, que pretendía bajar violentamente el déficit provincial porque ese era uno de los términos del monitoreo del FMI, el gobernador de Santa Cruz salió puteando del salón y airado, dijo a su interlocutor:
- ¡No puede ser! ¡Otra vez cagaron a las provincias! Me vuelvo a Gallegos, a estudiar economía!

Se refería a la economía política, a la historia de la economía o a ambas, por cuanto, lo sabemos, su fortuna se inició en los negocios financieros.
"La Economía Argentina" de Aldo Ferrer, trabajo imprescindible, lo llevó a Fragueiro, economista de la Confederación cuando esta se enfrentaba al puerto de Buenos Aires, entre 1852 y 1863.


Todas las ventajas que la deuda pública puede procurar al Gobierno que la contrae, desaparecen si las rentas se pagan en el exterior... El dinero que el Erario reparte en pago de las rentas, circula en el país y activa la producción, mientras que el que se envía fuera para pagar la renta exterior no hace ese bien, y causa efectos contrarios. Para evitar tales inconvenientes, la Confederación Argentina debe procurar por todos los medios imaginables traer al interior la deuda exterior que tiene en Inglaterra (se refiere al préstamo de la Baring Brothers), recurriendo a falta de otros arbitrios, al reembolso de la deuda, aunque esto costará muchos esfuerzos.

Luego, Fraguerio se aboca a un análisis minucioso de la deuda y a las distintas alternativas que se abren a fin de defender el interés nacional pero que a la vez resulten atractivas para los acreedores. Cita las deudas de Chile y Perú y el problema de los intereses caídos, que en esos países son capitalizados con un 3% de interés por sobre la renta pagada al capital.

Así, se paga y se atiende solamente el deber contraído. Necesitamos algo más: después de pagar, deseamos abolir la amortización, no constituir nueva renta de 3 por ciento, y sobre todo, permutar la deuda exterior por los fondos públicos interiores, que es el único fondo consolidado. 







La época actual exige que los gobiernos presidan el movimiento industrial de los pueblos, por el intermedio del crédito público. El gobierno debe ejercer su parte en la industria, dando una dirección activa a los capitales sociales, y aplicándolos a los objetos públicos que más demande la industria general de la Nación. Para obtener tales fines tiene el gobierno en el crédito público el mayor poder industrial; falta tan solo organizar y administrar este poderoso elemento de la riqueza pública.

(Continuará)

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