lunes, 9 de mayo de 2011

Mediciones que no mienten, por Adrián D'Amore

Leemos aquí:

A fines de 2008, mi barrio estaba empapelado con los afiches de La elegida y el elegidor, el libro de Jorge Asís editado por Planeta que se pretendía sostén intelectual de la teoría del doble comando.
Un año después, le tocó el turno a El dueño, en el que Luis Majul explicaba cómo Néstor Kirchner se transformó en el presidente más rico, poderoso y vengativo de la Argentina a fuerza de chanchullos incontables. Peleando algunas carapantallas, pero menos, estaba Radiografía de mi país, en el que Oscar González Oro narraba la Argentina que le dolía.
Hace un año exactamente, a caballo de la trifulca política por el uso de reservas del BCRA para pagar deuda, Planeta saturó las paredes de San Cristóbal y Constitución con el bodoque de Martín Redrado. Su pretenciosa bajada (“Un límite al poder absoluto”) daba un poco de pena mientras por delante miles de personas desfilaban por San Juan hacia la 9 de Julio para participar de los multitudinarios festejos del Bicentenario.
En marzo de este año, el circuito de carteleras que Planeta parece rentar por mi barrio insistió tímidamente un par de semanas con el último del ingenioso Asís: El kirchnerismo póstumo. Pero desde abril cambió el paisaje rotundamente. Los afiches de El flaco y del manual con las zonceras de Aníbal Fernández monopolizan (qué fea palabra) la vía pública.
¿Cooptación editorial del kirchnerismo apátrida? Nah… ¿Fingido ejercicio de alcahuetería? Tampoco. Los libros de Feinmann y del jefe de gabinete de ministros son los más vendidos de la editorial Planeta.
Nadie debe asombrarse de que los empresarios traten de ofrecer los productos que la gente quiere (o parece querer) adquirir. Y que en esta carrera no distingan banderías ni políticas ni culturales ni ideológicas.
Lo que parece cada día más claro es que mientras muchos cacarean para la tribuna, a la hora de la caja (como diría Asís) toman nota, agachan la cabeza y enfilan para el lado que sopla el viento.
Y, les guste más o menos, estas mediciones confirman con la fuerza incontrastable del bolsillo lo mismo que la mayoría de las encuestas, sean truchas o verdaderas.
Cristina 2011.

Archivo del blog