martes, 20 de septiembre de 2011

Luis Moreno Ocampo, el fatuo

Habitualmente trasmitimos en cadena con Pájaro Rojo. O en otras palabras, nos robamos notas amigablemente. En este caso, una de Miriam Lewin sobre el rol del lamentable Luis Moreno Ocampo, aparecida en Tiempo Argentino. Pego a continuación un comentario pertinente del propio Juan Salinas.



SNAP en La Haya

Publicado el 20 de Septiembre de 2011

Denunciar el abuso sexual es para las víctimas un camino pleno de obstáculos. Los abusadores son por lo general personas que gozan de prestigio social y ocupan un lugar en el que supuestamente ofician de protectores de los niños. Un lugar de poder sobre ellos. Cuando los denunciantes son menores, pertenecen a una familia que profesa la fe católica y el victimario es un sacerdote, los impedimentos son todavía mayores. Muchas veces las víctimas padecen durante largos años en silencio, convencidos de que sus propios padres los castigarán si se atreven a alzar la voz contra un referente espiritual. En mi rol de periodista, he visto llorar a hombres adultos recordando abusos que sufrieron de niños, conmovidos. No se trata de una cuestión cultural: he visto marcas indelebles en las vidas de personas en la Argentina, en México y en los Estados Unidos. Salvo excepciones, el rol de la Iglesia como institución ha sido el de preocuparse más por los malos pastores que por los corderos indefensos. En nuestro pais, funcionaba hasta hace poco una residencia donde eran alojados curas abusadores para seguir un tratamiento de pocos meses y luego ser trasladados a otra diócesis donde, por lo general, reincidían. Es el caso del sacerdote Napoleón Sasso, que cumple condena por abusar de niñas en un comedor parroquial en Pilar. Julio Grassi aún está en libertad, tiene contacto con niños y a pesar de su condena, la jerarquía eclesiástica no lo ha separado de la institución. La saludable iniciativa de SNAP (Red de Supervivientes de Personas Abusadas por Sacerdotes, por sus iniciales en inglés) no tendrá probablemente acogida en la Corte Penal Internacional. El Vaticano es uno de los estados que no reconoce su jurisdicción. Y aunque eso no es un obstáculo insalvable, hay que recordar que el fiscal Luis Moreno Ocampo fue abogado defensor del cura Grassi y en su estrategia defensista armó una causa por extorsión para ensuciar a su víctima.  
Escribió Salinas: Interesantísima nota de Miriam Lewin. No sólo Moreno Ocampo defendió al depravado de Grassi ensuciando a sus víctimas sin que su estudio jurídico defendió también a un famoso flautista que abusaba de sus propios hijos y era parte de una grupo de abusadores seriales.
Moreno Ocampo, el temerario que acusó sin pruebas a Muamar Gadafi de distribuir afrodisíacos tipo Viagra entre sus tropas y ordenarles violar a las propias mujeres libias (algo que le hubiera resultado absurdo hasta en la película más descabellada de James Bond) es el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) gracias al apoyo de los Estados Unidos (que como El Vaticano, China, Rusia e Israel no integran la CPI ni reconocen su jurisdicción) y está destruyendo, carcomiendo desde adentro, la posibilidad de existencia de una justicia universal que alcance también a los poderosos. JS

1 comentario:

Daniel dijo...

Ese asqueroso fue vecino mio en una época.

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