martes, 22 de noviembre de 2011

El kirchnerismo es un peronismo

Algunos se sienten cómodos definiendo, poniendo cada cosa en su cajita. Toda definición es un recorte, aunque se exprese como interrogante: ¿el kirchnerismo es superador del peronismo o es el peronismo del siglo XXI?
La realidad suele escaparle a las definiciones. Las caracterizaciones de otra época sobre qué es o fue el peronismo (frente de clases, movimiento policlasista, bonapartismo) no fueron capaces de aprehender su naturaleza profunda y su permanencia a través del tiempo, aunque esa huella estuviera frente a los ojos de los que necesitaban pensar en término de definiciones, y que –por su formación cultural- fueran ciegos a esa evidencia.
Hay también quienes creen que el peronismo como movimiento orgánico cuya razón de ser es la construcción de la Nación Argentina se acabó cuando murió su creador y conductor, y que verdaderamente son las realidades efectivas, no el rótulo, lo que interesa sostener.
La respuesta a esta cuestión puede darla un ejemplo histórico.
Convengamos que el 3 de febrero de 1852 fue derrotado el proyecto federal que en 1810 había encarnado José Gervasio de Artigas y con ello se afirmó la patria chica de Bartolomé Mitre, el puerto, la neocolonia de Su Majestad Británica y el pacto Roca-Runciman del siglo XX. El yrigoyenismo primero, y el peronismo después, intentaron retomar aquella línea nacional y popular depuesta en Caseros. 
Si somos capaces de escapar a las explicaciones escolares sobre Rosas y su tiempo (donde encontramos lejanos como profundos lazos con las visiones que ha tenido el marxismo colonizado sobre lo nacional, al que apenas escaparon Jorge Abelardo Ramos, Pomer, Galasso y un reducido puñado de intelectuales invisibilizados por el sistema cultural), podríamos admitir que, a pesar de su modo inflexible de conducir el gobierno, Rosas defendió el proyecto federal y lo llevó a su máximo desarrollo de acuerdo a las condiciones objetivas (¡!) de una Confederación Argentina cercada desde afuera y adentro.
Esto permite explicar el levantamiento de Chacho Peñaloza, que en la historia oficial pasó (con intención) por federal cuando fue unitario y antirosista (Antonio Terzaga, en su “Historia de Roca”, establece claras diferencias entre federales del puerto y del interior, unitarios del puerto y del interior).
Que federales como el escritor José Hernández terminaran militando en el naciente roquismo (¡no se lo vaya a acusar de cómplice de genocidio!).
Que López Jordán y Felipe Varela expresaran un federalismo tardío, asociado en el caso del catamarqueño (Unión Americana) con el viejo proyecto de Bolívar.
Y que haya habido federales luchando junto a los radicales en la revolución de 1905, cincuenta y tres años después de Caseros y de la derrota del proyecto de país realmente federal, nacional y popular que encarnara el artiguismo.
(En 1905, los radicales se rebelaron contra el fraude electoral y la proscripción, que volverían a manifestarse en la Década Infame y luego de 1955. El autonomismo oligárquico en el poder no solo reprimió a los radicales sino al incipiente movimiento obrero. El Partido Socialista aconsejó a sus afiliados “mantenerse alejados de esas rencillas”).   
En la construcción de esta interesante experiencia denominada kirchnerismo, confluyen muchos peronistas, empezando por su propia conductora. Qué es ese peronismo tiene tantas respuestas como peronistas lo expresen: me limito a considerarlo, por un lado, un modo particular de pensar y sentir a la Argentina (“la Patria es el hogar”, afirmó Perón en 1973); y por otro, a la convicción de que no son ni las opiniones ni la controversia ideológica sino el poder lo que permite hacer efectiva la realidad efectiva que debemos a Perón.
Esto permite explicar qué diferencia, por ejemplo, a los “poderosos” gremios aglutinados en la CGT de las experiencias “alternativistas” como el sindicato de los empleados de Metrovías. Más allá de aquello que permitió que conductores de formaciones ferroviarias subterráneas formaran parte del sindicato que agrupa a los conductores de colectivos (UTA), la lógica de esa visión “alternativista” de la organización sindical autorizaría la existencia de un sindicato por cada línea de subterráneos con el argumento de que no es lo mismo circular bajo la avenida Rivadavia que bajo la avenida Corrientes, ideológicamente explicado, eso sí, en la lucha “contra la burocracia sindical”. Tal atomización tiene un solo beneficiario: la parte patronal. Confróntese con lo que sucede en la actividad de camioneros y su avance sobre la rama denominada logística, capturada en los ’90 por el sindicato de comercio en una época de crecimiento del sector servicios que convirtió a Cavallieri en el zar de todas las tareas que no fueran estrictamente agropecuarias o industriales.
Es cierto que en esa misma época, el Consenso de Washington posibilitó que los sindicatos (y los sindicalistas) avanzaran en actividades empresariales. ¿Pero lo vamos a analizar como un tema moral?
Mientras los gremios y los gremialistas invertían el dinero de sus cotizantes en obras sociales, prepagas, etc., algunos empresarios industriales vendían sus establecimientos a empresas extranjeras y se dedicaban a la compra de caballos de carrera o a vivir degustando margaritas en Cozumel acompañados por una modelo mediática.
Dejemos de usar el doble rasero para entender el kirchnerismo. En un repo que puede leerse aquí, Sandra Russo dice haber escuchado a Néstor Kirchner que este colectivo puede ser conducido hoy por el kirchnerismo desde el peronismo, pero dentro de uno o dos mandatos puede estar conducido por (Martín) Sabbatella, depende cómo evolucione cada liderazgo.
No recuerdo haber escuchado algo semejante, y sin entrar en la discusión sobre la condición auditiva de cada escuchador, cabe la posibilidad de que cada uno oiga lo que quiere oír.
No es esta una cuestión de liderazgo. Eso de “quien quiera oír que oiga” es más profundo de lo que parece a primera oída.

2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

El kirchnerismo es el peronismo del siglo 21 ...
si analizamos todas y cada una de las medidas del gobierno kirchnerista es la respuesta concreta a el momento histórico en que surge siguiendo fielmente NO UN PROGRAMA,sino las convicciones centrales de las famosas tres banderas SOBERANIA POPULAR, INDEPENDENCIA ECONOMICA Y JUSTICIA SOCIAL.Que habian sido arrojadas a la basura no solo por Menem y compañia sino por gran parte de la conduccion justicialista desde el 82 en adelante,que muchas gobernaciones dieron vergüerza ajena.
Y digo esto,porque si analizamos todas y cada una de las medidas llevadas adelante por los gobiernos de Nestor y Cristina no se mueven ni un centimetro de aquellas convicciones fundacionales.
Y es superador en el sentido que va mucho mas alla que la dirigencia peronista que he citado anteriormente,incluyendo no solo a gobernadores que aun subsisten sino a algunas conducciones sindicales que eran expresion de los empresarios.
Tambien el Kircbnerismo,tomo banderas que el peronismo inicial no habia tomado, como algunas cuestiones de igualdad y tambien de respeto a la oposicion, cuestion que hay que decirlo con todas las letras el primer peronismo no fue muy prolijo que digamos como asi tambien cierto culto a la personalidad criticado por Jaurteche y los forjistas con toda razon.
En resumen, el kircherismo como dije antes, es la respuesta del peronismo fundacional, a los problemas del siglo 21

Jorge Devincenzi dijo...

Comparto. Las tres banderas, y hacia la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación. Saludos

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