El principio de "autodeterminación de los pueblos” es un
concepto del siglo XX, como lo son “genocidio” o “derechos humanos”.
Desde el imperio romano al persa y al zarista, pasando por el
napoleónico o el victoriano, a nadie se le ocurrió pensar que los pueblos
conquistados tuvieran un tal derecho de autodeterminarse.
En el siglo XIX, y hacia atrás en la historia, todos los derechos eran humanos porque solo los seres humanos eran sujetos de derecho. El siglo XX asistió a la incorporación del derecho al voto para la mujer, que hasta entonces era considerada una suerte de ser inferior e incapaz de razonar. Y finalmente, el término “genocidio” fue acuñado en 1944 por un polaco, Raphael Lemkin, para intentar definir, para poner en palabras, la extrema monstruosidad de la “solución final”, el exterminio industrializado del nazismo.
En el siglo XIX, y hacia atrás en la historia, todos los derechos eran humanos porque solo los seres humanos eran sujetos de derecho. El siglo XX asistió a la incorporación del derecho al voto para la mujer, que hasta entonces era considerada una suerte de ser inferior e incapaz de razonar. Y finalmente, el término “genocidio” fue acuñado en 1944 por un polaco, Raphael Lemkin, para intentar definir, para poner en palabras, la extrema monstruosidad de la “solución final”, el exterminio industrializado del nazismo.
Si se cree que la incorporación de estos conceptos está relacionada con el progreso general de la justicia, debería preguntarse por qué Puerto Rico carece de tal derecho, o por qué no se invocó la autodeterminación cuando fue eliminado el coronel Muhamad Gadaffi. O por qué Cuba padece un bloqueo total a pesar de la autodeterminación de los cubanos por seguir en el rumbo trazado por Fidel.
La “autodeterminación” fe un concepto sacado de la galera
por el presidente (de EEUU) Woodrow Wilson para solucionar el vacío que en
Europa había dejado la desaparición de los imperios austrohúngaro, ruso (por la
revolución bolchevique alentada por Alemania) y turco.
Dice Eric Hobsbawm: “(Una de las consecuencias del tratado
de Versalles) fue que el principio fundamental que guiaba en Europa la
restructuración del mapa era la creación de estados nacionales étnico-lingüísticos
según el principio de que las naciones tenían derecho a la autodeterminación”.
Pero atención: este principio inmaculado, para Wilson, sólo
se refería a Europa. En América Latina, Asia y África, sobre todo en la
primera, como la doctrina Monroe tenía un contenido distinto al enseñado en los
ámbitos escolares, la “autodeterminación” era remplazada por la diplomacia de
las cañoneras o la política del garrote.
Concluye Hobsbawm: “el resultado de este intento fue
realmente desastroso, como lo atestigua la Europa del decenio de 1990 (por
ejemplo, la guerra entre Serbia, Croacia, Montenegro y Bosnia; la agitación
secesionista en Eslovaquia, de los estados bálticos –Lituania, Letonia, Estonia-,
Moldavia, etc.). Respecto de la autodeterminación y la creación de nuevas
naciones, subraya que sin embargo "la reorganización del Próximo Oriente se
realizó según principios imperialistas convencionales“la (es decir, no corrió la “autodeterminación”)
–reparto entre Francia y Gran Bretaña- excepto en el caso de Palestina, donde
el gobierno británico, anhelando contar con el apoyo de la comunidad judía
internacional, había prometido, no sin imprudencia y ambigüedad, establecer una
patria nacional para los judíos”.
Esa suerte de “autodeterminación” unilateral produjo de
inmediato el desplazamiento de 1.200.000 palestinos que se convirtieron al
status de “refugiados”. Y desde entonces, unos y otros, con un decisivo
desbalance militar, se masacran mutuamente.
En este orden, se produjo la patinada del canciller
uruguayo, el señor Almagro, quien manifestó que el intento de bloqueo comercial
a las Malvinas propuesto por Argentina violaba los derechos humanos.
Sólo le falta al desorientado ministro de relaciones exteriores
que alerte sobre un posible genocidio.
Eso demuestra una vez más que el Foreign Office pudo adivinar el futuro cuando creó la Banda Oriental como estado tapón aliado de la Rubia Albión. Creer que el derecho a comerciar (de los empresarios orientales) forma parte de los derechos humanos es hacer de este concepto un chicle, cuando tiene un sentido bien preciso.
Eso demuestra una vez más que el Foreign Office pudo adivinar el futuro cuando creó la Banda Oriental como estado tapón aliado de la Rubia Albión. Creer que el derecho a comerciar (de los empresarios orientales) forma parte de los derechos humanos es hacer de este concepto un chicle, cuando tiene un sentido bien preciso.
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