La
relación entre Greenpeace y la Royal Dutch Shell ha quedado probada.
El
reino de Holanda, propietario mayoritario de la Royal Dutch Shell, a la que se
conoce como Shell a secas, ha reiterado airadamente su reclamo, esta vez ante
el Tribunal del Mar: los activistas de esa ong detenidos en Moscú deben ser
liberados de inmediato.
Ese
tribunal internacional, recordemos, dio la razón a la Argentina en el diferendo
por los fondos-buitre cuando la fragata Libertad quedó injustamente embargada
en un puerto africano. Los medios de comunicación concentrados (Clarín, pero
sobre todo La Nación, tribuna de doctrina mitrista) opinan mucho sobre Cristina
y el gobierno nacional pero se abstienen de mencionar esta relación entre el
reino holandés y la ong Greenpeace.
Máxima
Zorreguieta, reina consorte de Holanda, es hija del que fuera secretario de Agricultura
de la dictadura cívicomilitar y responsable de algunas desapariciones.
Para
acceder a ese cargo honorífico, Máxima ha tenido que suscribir un contrato con
el reino holandés para ocultar a su padre, entre otras exigencias desopilantes.
Por demás, los dos últimos príncipes consorte de Holanda fueron activos
admiradores de Hitler, y uno de ellos, Bernardo, tuvo que renunciar luego de un
escándalo por corrupción y envíos clandestinos de armas.
Clarín
y la tribuna de doctrina mitrista se ocuparon exclusivamente del glamour
asociado con la anterior nacionalidad de Máxima (porque tuvo que renunciar a la
argentina), y estalló en frenesí cuando un jesuita argentino que usaba la línea
A del subte macrista a $ 3,50 fue nombrado Papa. Retrospectivamente, Menem
tenía razón: la Argentina forma parte del primer mundo.
Como
Greenpeace.
Existen
en la Argentina unas diez mil ong. No están obligadas a hacer públicos sus
balances, ni el método de elección de sus autoridades, ni siquiera quién o
quiénes las integran. En otras palabras, no existe control público de sus
actividades.
Las ong
nacieron y se multiplicaron con el auge de las doctrinas neoliberales y forman
parte del legado ideológico de Milton Friedman y los Chicago boys quienes, recordemos, diseñaron la política económica
de Martínez de Hoz primero, del ala liberal del alfonsinismo después, y
apoyaron con fervor global a Menem y Cavallo hasta que todo estalló en 2001. Pero no por eso las
ong entraron en crisis: crecieron y se multiplicaron porque son un soporte
accesible del lavado de dinero a escala global.
Su
control público es otra de las deudas de la democracia, aunque marcha bien
atrás de otras cuestiones más acuciantes.
No
podemos negar que, como Máxima Zorraguieta, Greenpeace tiene cierto glamour
primermundista.
Sus activistas se lucen en los medios con un despliegue de
costosos equipos, y en verdad se puede decir que su única actividad consiste en actuar para los medios. Su lucha
contra la energía nuclear contrasta con su silencio total por la contaminación derivada
del uso del petróleo, que es el gran motor de la economía capitalista.
Para
Greenpeace, la refinería de Shell en Dock Sud no contamina. Pero algo habrán hecho: esa refinería se trasladó desarmada desde Holanda cuando el gobierno de ese reino le prohibió continuar con su actividad contaminante. Como bonus track, el presidente de Shell Argentina, Juan José Aranguren, es un antikirchnerista furioso y se podría arriesgar que accede con gusto a financiar a opositores de todo color y pelaje.
Los reclamos de Greenpeace por la biodiversidad sólo pueden tener eco en los ingenuos y hacen
recordar la idea del buen salvaje de Rousseau. El paradigma de la Modernidad es
ajeno a toda biodiversidad, salvo que volvamos al estado natural y nos
convirtamos en pueblos recolectores.
Aunque habría mucho para decir sobre la
depredación del sistema capitalista, no se entiende cómo
se alimentaría a 6 o 7 mil millones de habitantes de la Tierra si el sistema de
producción tuviera un ilusorio retorno a la vida natural.
Se
puede decir que como la batalla contra la biodiversidad se perdió cuando se
plantó la primera parcela de trigo, maíz o cebada, mil ochocientos años atrás, en la
vida premium de Greenpeace sobramos 4
o 5 mil millones de personas.
Eso es lo que oculta el señor Villalonga y sus
activistas fotogénicos.
3 comentarios:
Esto coincide con el penúltimo párrafo:
http://es.wikipedia.org/wiki/Georgia_Guidestones
Puedo dar fe de que no copié nada de la Wiki
En realidad si el verdadero nudo del debate es "grinpis" recordemos que no consideró importante que Macri reventara los árboles de la 9 de julio para hacer el "metrobondi"
Publicar un comentario