domingo, 17 de noviembre de 2013

Rossi: Argentina en el centro del planisferio

Bajo el título “Un mapa no alcanza para cambiar nuestra realidad”, el Clarín del 12 de noviembre pasado se despacha contra el ministro de Defensa Agustín Rossi quien, sostiene la autora de la nota, una geógrafa, presentó (Rossi, no la geógrafa) “un mapa planisferio… que tiene la particularidad de ubicar a la Argentina en el centro del mundo”.

Antes de entrar en la curiosa nota, en la que la geógrafa se esmera describiendo con minuciosidad la llamada proyección Mercator del mundo, otra vez Clarín demuestra que es un negocio antes que un medio de comunicación, y que lo que estuvo en juego en estos cuatro años no fue la libertad de expresión sino la libertad de comercio. 
No es tanto que “mienta” como que publica todo bajo el signo de la sagrada libertad de comercio, y según esta óptica, cualquiera puede escribir cualquier cosa (esa es la línea editorial) mientras no ponga en duda las libertades absolutas consagradas en el actual texto constitucional vigente, heredero del de 1860.
Algún día desaparecerán los dinosaurios, pero la publicidad de los grupos económicos concentrados, en forma de avisos o notas pagas, esa, esa no va a desaparecer.
Como geógrafa, decíamos, la autora reluce describiendo la proyección Mercator, con lo cual al fin nos desayunamos: es nomás una geógrafa, es decir, no sabe nada de historia.
Hace unas cuantas décadas, los autores del pensamiento nacional proponían dibujar el planisferio como quien lo imagina invertido, o con la Argentina en el centro y no en ese confín de “abajo”, ampliada o reducida según la proyección de la Tierra. 
Por suerte, conocemos geógrafos (digámoslo con todas las palabras) menos animales que esta autora de Clarín que desde su estrechez se anima a criticar la visión del Chivo Rossi, política y no geográfica. 
Colocar a Argentina en el centro del mapa no se refiere a alentar chauvinismos ni egolatría alguna: es un ejercicio para atreverse a pensar “desde lo nuestro” y no desde las perspectivas eurocéntricas con que se afirmó nuestra educación elemental y superior.
Ese ejercicio incluye preguntarse por qué el “pensamiento” o la razón se generan en el Norte. Preguntarse, sólo preguntarse.
¿Por qué estamos allí abajo perdidos en cualquier planisferio, mientras brillan en el centro Norteamérica y los países de Europa Occidental?
No es solo una convención geográfica o una concesión al dibujo: es un modo de pensar-se tributarios materiales y simbólicos de ese centro donde se generó “la razón”, fuente de la Modernidad. 
Y sabemos que antes de Hitler, antes de Durán Barba, ya un eurocéntrico como Napoleón,  a fines del siglo XVIII y principios del XIX, imponía a palos esa “razón” en Egipto y en Haití e inauguraba la era de las matanzas industrializadas aunque fuera con Paulina Bonaparte desnuda en la proa del buque insignia y el almirante Leclerc, su marido por entonces, dirigiendo las tropas de exterminio en Haití.
Haití fue el primer país latinoamericano en reconocer a las Provincias Unidas del Río de la Plata, y un ignoto rey de una de las islas de la Polinesia, de nombre Kameaeha o algo así, el primero fuera de América y gracias a los oficios de Hipólito Bouchard, comandante de la goleta “La Argentina”. 
Bouchard fue luego despojado de todo por el almirante Cochrane y sus restos, los del lord inglés, reposan en la exclusiva catedral de Westminster, pero esa es otra historia. Que Bachelet sea la próxima presidente de Chile no debe hacer olvidar la influencia que Cochrane y el imperio británico tuvieron sobre ese país, en especial sobre la dictadura de Pinochet; ni que Chile fue donde por primera vez se aplicaron, con el pinochetismo, las recetas neoliberales de Mont Pelerin y los Chicago boys. Y su influencia continúa.  
El exterminio de estilo francés lo trajo aquí el general Alcides López Aufranc. Educado en la exclusiva academia militar de Saint Cyr, López Aufranc fue vicepresidente y luego presidente de Acindar, a la que llegó invitado por José Alfredo Martínez de Hoz, y jefe del Estado Mayor del Ejército hasta el 24 de marzo de 1973.
Llegó aquí tardíamente acaso porque los ingleses hacen culto de la hipocresía. Pero las tropas británicas y norteamericanas lo adoptaron cuando descubrieron las maravillas que podían hacerse exterminando a opositores, simpatizantes, adherentes, amigos y familiares de todos ellos.
Que fue lo que sucedió aquí, y por eso el ministro Rossi invita a ver la Argentina desde otro lugar. No, por ejemplo, creyendo que el dólar es la única moneda viable.

Claro que un mapa no alcanza para cambiar nuestra realidad. Se necesitan patriotas dispuestos a hacerlo: los que escriben en Clarín no están entre ellos. 

1 comentario:

Moscón dijo...

Ni los de clarín ni los rosqueros del 25 de mayo de 1810.
Patria mal parida, pero mi patria.

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