En su programa
humorístico de hoy por radio Mitre, el cómico Marcelo Mongobardi se mofó de la
visita de Cristina a la tumba de Napoleón. Hay varias razones para compartir la
actividad de la Presidente.
Hay razones protocolares.
Todo mandatario extranjero que visita Argentina incluye entre sus actividades
un homenaje al mausoleo de San Martín. Lo preocupante es que visitara el
horrible monumento a Rivadavia en Plaza Once. En Francia, Napoleón representa
la nacionalidad francesa.
Hasta su acceso al Consulado,
los franceses influenciados por el Antiguo Régimen (porque todos somos hijos de
nuestra época) no tenían una noción precisa de lo que significaba Francia como
nación: si era un idioma, un grupo de dialectos, una cocina regional, un modo
de vestirse, etc.
En rigor, Napoleón impuso
los principios de la Modernidad y pretendió extenderlos a toda Europa. Se le
opuso la Santa Alianza monárquica (liderada de hecho por Gran Bretaña) que
terminó derrotándolo en Waterloo, pero con el tiempo también esas naciones se
integraron a la misma Modernidad cuando en cada uno de ellos se impusieron sus
burguesías nacionales, cada uno a su manera.
La iniciativa de Napoleón
modeló, desde principio del siglo XIX, las relaciones jurídicas del mundo
occidental mediante la codificación de las leyes. Muchas cuestiones que hoy nos
parecen naturales también son su obra personal: la numeración consecutiva de
las viviendas partiendo de un mismo punto, como por ejemplo, al este y al oeste
de la avenida Rivadavia en Buenos Aires. O la construcción de plazas y avenidas
siguiendo una cuadrícula. Y otras tantas. Su influencia se extiende a la
música: a partir de su época, el concierto y la composición sinfónicas reemplazaron
a la música de cámara, y seguramente, si hubiera existido el cine, también
habría sido el creador de los filmes con grandes movimientos de masas, típicos
del Hollywood de postguerra, como los de Cecil B. DeMille.
Esto no significa su
reivindicación desde los intereses históricos argentinos: Napoleón extendió la
libertad, igualdad y fraternidad en Europa, pero se las negó a Haití, primera
república independiente de Sudamérica porque para él, América eran las colonias
y él, un eurocéntrico.
La crónica histórica ha
recogido la imagen de su veleidosa hermana Paulina paseándose desnuda por la
cubierta del buque insignia de la flota francesa, conducida por el general Leclerc, que ahogó en sangre la
sublevación de Haití, parte de la antigua isla La Española (que se completa hoy
con República Dominicana). Canova la eternizó.
Y como ésta no es una crónica, me abstendré de
relatar otros acontecimientos de no menor importancia, como su derrota estrepitosa
en la invasión a Rusia, error que el nazismo repitió. O su fracaso al intentar
invadir España, que desató la oleada de revoluciones americanas.
Para Europa, qué duda
cabe, América siguen siendo las colonias, mas allá de que hagan agua sus
recetas neoliberales. Lo importante parece ser la desarticulación de los
respectivos Estados de Bienestar a favor del dominio de “los mercados”, y la
división internacional del trabajo continúa vigente aunque hoy en día la
concentración y la deslocalización sean los signos dominantes de las
multinacionales.
Hay otra poderosa razón para la visita de Cristina a París: probablemente
Francia nos apoye en las negociaciones con el Club de París que integra, una
deuda de 9.500 millones de dólares (intereses mas intereses mas intereses) que
este gobierno no adquirió, originada en la nacionalización de las empresas del
grupo DINIE luego de 1955, continuó con la estatización fraudulenta de la
Compañía Ítalo de Electricidad y se completó con la compra de armamentos (abandonados
en las islas) durante la insensata guerra de Malvinas. Pero ningún gobierno se
animó, por impracticable, a plantear su ilegitimidad.
Un cacho de cultura nunca
viene mal, aunque el lector A.R. prefiera los arrabales musicales de Onda Vaga
antes que a Marta Argerich interpretando el tercer concierto de Rachmaninoff.
Y el título, hoy, es decididamente demagógico.
5 comentarios:
De ser francés, cualquier buen peronista, sería bonapartista.
Saludos
Udi, no le de de comer a los troscos.
El oyente de Radio Mitre realmente atenta contra su mínima integridad mental.
Cabe recordar que en el pasado, el término "bonapartista" tenía un contenido de oigen marxista que expresaba cierta crítica al peronismo
Jorge: los peronistas somos bonapartistas, aún sin saberlo, como el burgués gentilhombre de Moliere que hablaba en prosa.
Y en cuánto a la categorización de "bonapartista", derivada del "18 Brumario", remite a Luis, el sobrino del Gran Corso. hallazgo conceptual de Marx que le permite a los troskos argentos saldar cualquier discusión sin necesidad de buscar argumentos, recurren al dogma...y chau !!!
Salute, Daniel, nos vemos en lo del Diablo (si DP se digna a responder)
MUY ACERTADO . ADHIERO A SUS PALABRAS. ABRAZO.
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