domingo, 23 de marzo de 2014

¿BURGUESÍA NACIONAL?

A Doni.


En vísperas de otro Día de la Memoria (que me encontrará en Plaza Mayo, hasta que el cuerpo aguante), recordé la frase de la lectora M. quien, en su tono habitual y mientras cambiábamos opiniones con otros compañeros sobre el papel de Gelbard en los '70, me espetó: "¿Que entendés vos por burgués?"
Gelbard fue un burgués.
¿Fue un burgúes nacional?
En este punto nos adentramos en cuestiones mas vastas, y bastas, que tienen que ver por un lado con la Modernidad, y por otro con Europa y la burguesía como grandes dadores de significaciones o sentido universal. 
Es (o fue) lo que hay. 
La segunda cuestón se abre en abanico, ya que pone en juego el colonialismo cultural que nos atraviesa desde que Bernardino de la Trinidad González Rivadavia y Rivadavia comenzó a tener influencia sobre la política local fundando el Partido Unitario. 
En realidad, la burguesía local (si nos atenemos a esa significación eurocéntrica) no llegó a calificar como  "nacional". Norberto Galasso, en solo tres páginas de su Historia de la Argentina no ahorra epítetos para denostarla: raquítica, inconsistente, débil, timorata, etc., pero no obstante ello sigue denominándola "nacional".
En la página 308 de su "Historia de la Argentina" sostiene: "cometeriamos un grave error si estableciéramos una analogía entre el capitalismo tal cual se desarrolló en los países centrales en épocas pasadas y este capitalismo nacional que vivió esa Argentina durante el gobierno peronista". Esa es, para mi, una fuerte inconsistencia de Galasso y la izquierda nacional, que se completa cuando, citando a Hernández Arregui, señala que hay bonapartismos reaccionarios (como el de Napoleón III) y progresistas, como el de Perón. Poco antes de ser asesinado por la AAA, Silvio Frondizi seguía definiendo al peronismo como "bonapartista".
Porque seguimos analizando con las significaciones europeas, que no se limitan por cierto al análisis hhistórico. desde Viena, Sigmund Freud intentó demostrar en varias de sus obras (El malestar..., Moisés y la religión..., Tótem y Tabú) la universalidad de lo edípico con discutibles generalizaciones antropológicas.
Ni Perón en el pasado; ni Néstor ni Cristina en el presente, dan o dieron por hecho la existencia de "burguesía nacional" en Argentina. Por el contrario, apelaron y apelan a los burgueses para que se convirtan en nacionales. Y si hoy nos vamos a llevar por la política mediática, esos burgueses son un hato de fulleros, jugadores de póker y casinos, narcos vip, etc.
Durante el primer gobierno peronista no se produjo nada parecido a lo que sucedió en Europa con el surgimiento de las burguesías nacionales y la conformación de las Naciones centrales. Una explicación es que "llegamos tarde" a ese desarrollo,  sostenida en el pasado por varios intelectuales ligados al imperialismo (Rostow, etc. y también por los seguidores de las teorías de la dependencia). 
La cuestón esencial es que la Argentina cumplió en esa etapa (como antes y después) el papel de proveedor de materias primas en su carácter de semi-colonia dependiente, en el sistema de dominio mundial de las burguesías nacionales y eurocéntricas. Como casi todos los países de Sudamérica, todos ellos formalmente organizados con sus instituciones políticas.  
Es decir, Argentina fue la contracara de esa Modernidad. Formaba parte de ella pero no para desarrollarse industrialmente bajo la feroz conducción de la burguesía nacional sino para alimentar a los obreros europeos que desde las primeras décadas del siglo XX comenzaron a participar de las ganancias, acabando con la socialdemocracia.
Por eso, las clases dominantes añoran el "granero del mundo" que fuimos, donde "sobraban" varios millones de habitantes. Lo dijo el presidente de la Sociedad Rural Faustino Fano en los '60 cuando eramos 25 millones: "La Argentina funcionaría bien con 10 millones de habitantes". Ellos siguen pensando (y actuando) lo mismo hoy en día. Biocati y Marianito alguna vez lo confesaron.
Me recueda una polémica que sostuve hace unos 4 años con un ginecólogo "puesto a político" (entrecomillado porque funcionaba como Padre Eterno, intentando unir el aceite con el vinagre y porque algunas mujeres, incluso las militantes, sienten una extraña delectación por los ginecólogos) que en un documento (recurso trajinado en los 70) mencionaba, sin conocer un pomo de la historia del peronismo, el papel de una "poderosa burguesía nacional" durante esa época.  Pero ya no tiene importancia: la burguesía "nacional" argentina faltó a la cita en el 55 y en las dos décadas siguientes.
No existió tal burguesía. Las burguesías se hicieron nacionales en Europa a costa de un proletariado al que se obligaba a jornadas de trabajo de 16 horas, incluso a mujeres y niños. Por eso apareció el socialismo utópico, la Primera Internacional, la Segunda Internacional, la Tercera Internacional, el marxismo.
De haber existido aquí esa burguesía, habría impedido el golpe de 1955. No por altruismo: sólo para defender sus intereses.
El peronismo no se apoyó en la burguesía: se basó en el rol central del Estado. Agua y Energía, Gas del Estado, Entel, Afne, Elma, Inder, YPF, Encotel, Ferrocarriles, Banco Central nacionalizado, nacionalización de depósitos bancarios, IAPI, Vialidad Nacional, Elevadores de Granos, Comisión de Energía Atómica, Administración de Puertos, Somisa, YCF, usinas hidroeéctricas (en reemplazo del carbón inglés), DINIE, IAME, fabricación de aviones, motos, autos, motores, barcos, tractores. 
Todo ello estatal, mientras los "burgueses" se contentaban con la industria liviana: los Di Tella son la mejor metáfora de esa burguesía nacional. Comenzaron fabricando heladeras y luego autos con licencia británica, y terminaron ofreciendo ositos de peluche a los malvinenses y enseñando pilates mediante un franchising.


El papel del Estado, además, se completó con un fuerte impulso del capitalismo privado nacional mediante distintas leyes y el Banco Industrial, luego Banade, cuyos archivos se incendiaron intencionalmente en los 90 desapareciendo constancias de los principales deudores. Esta política permitió o provocó que los "burgueses nacionales" se endeudaran fuertemente con el Estado pero no para repartir las ganancias sino para enriquecerse individualmente.
Un caso paradigmático es el de Acindar. Perteneció originalmente al Grupo Bemberg, que había jurado odio eterno a Evita. 
Antes de tener la denominación actual eran Acevedo y Shaw S.A., ambos con fuertes vínculos con la Iglesia y clásicos "dueños de la Argentina". 
Al separarse y luego asociarse con el grupo Aragón constituyeron Acindar, que en 1973 tenía casi un 20% de sus acciones caucionadas por el Banade. Ese porcentaje se incrementó al 40% a fines de la fallida experiencia peronista de 1973, y Gelbard proyectaba integrarla a la Corporación de Empresas Nacionales.
Durante la dictadura, Acindar y Techint logaron constituir un duopolio sin competencia. En los 90, ambas se apropiaron de SOMISA mediante una maniobra que alguna vez relaté, con apoyo de Menem y Triaca, cuyo hijo, por supuesto, es hoy militante del PRO. 
Luego de absorber toda la competencia en aceros aletados y alambres, la Acindar de los Acevedo se desnacionalizó primero en favor de un consorcio formado por Belgo Mineira (Brasil), Arbed (Luxemburgo), Aceralia (España) y Usinor (Francia), y hoy pertenece a la multinacional AcelorMittal.  
Y como otros burgueses "nacionales", los Acevedo se dedican al negocio financiero depositando sus dólares en el exterior. 
Martínez de Hoz pasó de la presidencia de Acindar al ministerio de Economía de la dictadura. En "El burgués maldito", María Seoane sugiere que la jugada de Gelbard de incluir a Acindar en la CEN tenía por objetivo quedarse con ella.
Galasso acierta cuando sostiene que durante el primer gobierno peronista, la burguesía argentina "faltó a la cita de la historia por tres razones: a) su debilidad material.. b) su cobardía congénita que le hace impensable disputar la conducción de lo público al patriciado al cual íntimamente envidia... c) su colonialismo ideológico, producto de su subordinación a los medios de difusión oligárquicos. Gelbard, por otra parte, ya integraba el primer peronismo, no obstante sus años juveniles en el PC y sus comienzos como vendedor ambulante de telas.
Se dice que Perón le señaló a Cámpora que designara a Gelbard en Economía. Habida cuenta de lo que vino después, fuera o no fuera "nacional", no lo veo como un error de Perón.
Lo ideal suele ser enemigo de lo bueno.
y Gelbard es lo que teníamos a mano.
      

2 comentarios:

Jorge Devincenzi dijo...

No se me ocurrió agotar todo lo que fue el peronismo. Sin duda, fue mucho mas que lo que señalo. La constitución y su artículo 40, por ejemplo, o los derechos sociales, o el carácter social de la propiedad...

Anónimo dijo...

José Ber Gelbard, siendo Ministro de Economía de Perón, era al mismo tiempo afiliado secreto al Partido Comunista Argentino. No a espaldas del PCA sino con el consentimiento de los altos dirigentes del mismo. Me imagino que da para mucho estudio la relación Perón-PCA de esa época.

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