Cavallo augura una inflación anual del 70%. El coro estable
de aves negras (Espert, Artana, Melconian, Nielsen) repite que hay que pagar a
los buitres lo que reclaman. El gobierno nacional enfrenta el mayor hostigamiento
de su gestión, ahora con el apoyo desembozado del Imperio.
En ocasiones, no se sabe si ese acoso se originó aquí o
allá; o si, como creemos, nació aquí para ser funcional al poder trasnacional y
que éste aplauda a sus lacayos.
La mediática jueza Sandra Arroyo Salgado, esposa del fiscal
Nisman e integrante –ambos- de la corporación judicial, imputó en 2012 por
espionaje ilegal al columnista de La Nación Carlos Pagni (que no oculta su
predilección por el procesado Mauricio Macri para la próxima vuelta electoral) junto
con el Tata Yofre, el general (RE) Raimundes, Roberto García, Edgardo Majardo o
Edgar Mainhard y el titular del Seprim Víctor Alderete. La causa no ha tenido
movimientos apreciables desde entonces porque pega en el centro del poder antinacional
y los jueces son muy sensibles a estas movidas. El fiscal pidió el
procesamiento del grupo pero la jueza “pisó” la causa.
El imputado Carlos Pagni, en una breve nota editorial, chicanea
a Axel Kicillof: le endilga simular ser keynesiano pero desconocer a su mentor.
Kicillof no es Keynes, ni Argentina es la Gran Bretaña de 1945, estragada por
las bombas V2 y la falta de alimentos.
Keynes, sobre todo, no elaboró una doctrina general y eterna
de la economía que pueda tomarse como una Biblia (o por el Corán, escrito por el propio Alá, y por lo tanto irrefutable) sino una solución para los
problemas británicos de aquel entonces. La economía no es una ciencia exacta, y
menos todavía una religión inmutable aunque los liberales suelan tomarla así (cuando
les conviene). Ni siquiera las religiones son inmutables: lo que alguna vez fue
dogma oficial hoy puede ser herejía y viceversa.
Escondiéndose detrás del economista Andrés Velasco (sin
aclarar que es un liberal chileno) Pagni corrige a Kicillof endilgándole ser un
mal alumno de Keynes. Lo último que nos faltaba, después de los augurios del
procesado Cavallo, era que los columnistas de La Nación, que abominan de
Keynes, se conviertan en sus exégetas.
Escribe Pagni: “Keynes sostenía que la demanda no debe ser
inferior a la oferta. Pero tampoco superarla, porque se desata la inflación”.
En la Inglaterra de 1945, la demanda permitió reconstruir el aparato productivo
y la capacidad instalada. En la Argentina de 2014, los empresarios no están muy
dispuestos a aumentar su capacidad instalada, con lo cual las continuas señales
de aumento de demanda global por medidas estatales no tienen su correlato del
lado de la producción. Muchos empresarios siguen prefiriendo apostar a la
especulación.
Esto nos llevaría directamente a la eventual existencia de
una eventual burguesía nacional. Pero cuando Argentina se organizó como país,
las burguesías nacionales según el modelo eurocéntrico ya habían hecho sus
revoluciones, de modo tal que es preferible salir de ese laberinto, “por arriba”,
como aconsejaba Marechal.
A continuación, Pagni –siempre escudado tras el chileno
Velasco, educado en Yale y Harvard- le recuerda a Kicillof que para Keynes no
todas las crisis son provocadas por las expectativas.
En Argentina, las “expectativas” (de algunos sectores
sociales) consisten en mantener la moneda atada al dólar. Y si es posible,
valorizarse con alguna medida especulativa como la recientemente denunciada
contra el supermercado Coto. La tablita cambiaria y la convertibilidad han
hecho escuela.
Al contrario, Keynes luchó abiertamente por valorizar su
propia moneda, la libra esterlina.
Y concluye Pagni “... y que en las economías frágiles no hay
optimismo que las sostenga” (a tales expectativas”). En Página 12 de hoy,
Alfredo Sayat explica con gran sencillez qué diferencia a una economía frágil
de otra sólida:
“La Argentina no debe quedar como una nación puramente
agropecuaria, porque sí ese sector pueda alimentar a una población diez veces
mayor, no es capaz de brindar empleo a los 45 millones de habitantes. Es
preciso tener actividades productivas que transformen la materia prima y crear
nuevos tipos de servicios, para dar ocupación a todos, hacer funcionar y
ampliar al mercado interno e introducir nuevos productos en el sector externo”.
Previsiblemente, el imputado Pagni cree lo contrario: que una economía sólida
es la que instauró Martínez de Hoz en 1976.
Y así nos fue.
El escenario aterrador que sugiere el imputado Carlos Pagni (que
no oculta su predilección por el procesado Mauricio Macri para la próxima
vuelta electoral) es desmentido por el consultor Artemio López:
“Hay toda una campaña diseñada a crear un escenario
apocalíptico, en términos socioeconómicos, que no se verifica en la realidad .
Los indicadores duros de actividad industrial, actualización de planes
sociales, jubilaciones, paritarias, salario mínimo, muestran que, si bien hay
problemas puntuales localizados, sobre los que el Gobierno debe intervenir, la
crisis no es generalizada, por ejemplo si se analiza el estimador de la
actividad industrial interanual, todos los sectores crecen. La excepción son el
sector automotor, que tiene problemas, y por otra parte la construcción, que
marca una caída interanual no muy importante. Por ello, hay que analizar sector
por sector y ser menos apocalíptico en el diagnóstico general".
La crisis en la industria automotriz está sobredimensionada.
TN titula que esa actividad soporta un 20% de
suspensiones, aunque en la bajada aclara que el 20% de los empleados sufre 2
horas de suspensión, que es muy distinto a tener las máquinas paradas. Esa
actividad está globalizada, y nuestra crisis es resultado de la caída de la
actividad en Brasil, que a su vez es un reflejo de la caída de la actividad en China
que a su vez... Para el imputado Pagni sería preferible importar autos, como lo que importaba el procesado Macri de Uruguay.
En este minué, La Nación es una verdadera tribuna de doctrina
neoliberal que hoy titula a primera página con una foto de Donnelley: “se
consolida el éxodo del país de firmas extranjeras”, acaso procesado por el
traductor de google pero de cualquier modo en un pésimo castellano.
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