Por Artemio López
La lección que deja Brasil, como las prácticas electorales triunfantes del conjunto de las experiencias popular-democráticas latinoamericanas abiertas la década pasada , es que en esta instancia del desarrollo de los proyectos nacionales y de cara a su continuidad luego de más de 10 años de gestión, la alternativa electoral más eficaz es polarizar. Bien lejos del cambio moderado o la continuidad con cambios (?) que proponen muchos analistas y medios opositores - sean o no oficialistas- , en Brasil pero también en nuestro país.
Fue nuevamente Lula el que en la campaña de segunda vuelta ocupó el centro de la escena electoral, recordando que frente al proyecto encarnado por Dilma se alzaba su antagónico que proponía el retorno al pasado neoliberal, la falta de empleo, de educación, la ausencia de políticas sociales.
Dos proyectos muy diferentes en disputa, uno para minorías, ordenado por
el FMI, el otro para las mayorías populares, soberano y por el cual
Brasil es respetado internacionalmente. Claro y sencillo el mensaje de
Lula exhortaba a elegir entre dos modelos opuestos, al tiempo que
advertía que Brasil no puede retroceder.
Este mensaje del líder del PT, finalmente resultó el que logró resolver
exitosamente la estricta segunda vuelta y encaminar al PT a su cuarto
turno de gobierno.
Analizados en su clivaje social, los modelos que confrontan obviamente
también se polarizan y son los sectores populares, los nordestinos más
vulnerables en la escala social el plexo del acompañamiento electoral al
PT ,como también lo son del FPV en nuestro país los habitantes de los
cordones urbanos de los grandes aglomerados, y los segmentos bajos y
medios bajos del NEA y el NOA.
Así las cosas los candidatos deben ser funcionales a esa polarización política y social, bien lejos de representar la ilusión de competir por el "voto moderado", "voto independiente" o su versión encuestológica mundana, luchar por el votos de "los indecisos", que normalmente son los segmentos medios urbanos que constituyen la "opinión pública-da" , o sea la clase media editorializada por los medios.
Sucede en el continente y en Argentina de manera notable, que luego de
décadas de predominio neoliberal y de gestión de gobierno reducida a
mera administración de una agenda común con matices entre "ofertas
electorales diversas", en la década ha vuelto la política a escena y
con ella el conflicto inexorable, producto de la afectación de intereses
poderosos y muchas veces contrapuestos al interés de las mayorías
populares, que los gobiernos democráticos se empeñan en representar.
Se sacude entonces en las elecciones regionales al conjunto de la
sociedad y su sistema de preferencias y los candidatos deben estar a la
altura. Es inútil insistir en que no suceda lo que pasa más allá de
nuestras voluntades, ya está todo inventado. Polarizar es la estrategia adecuada y los candidatos deben ser capaces de representarla. Se puede ganar, se puede perder, no se puede hacer como que la tensión no sucede. Pasa!
No hay marketing político que puede atenuar esta tensión social y
política y en las recientes elecciones en Brasil quedó demostrado de
manera transparente : Más allá de los semiólogos y el cotillón electoral
2.0, fue nuevamente Lula y su enorme liderazgo el que tensó la campaña
de segunda vuelta al límite.
Polarizar entonces es el camino a seguir, que para novedades, los
clásicos: Lula en Brasil el liderazgo más fuerte, artífice del triunfo
de Dilma y Cristina entre nosotros que sigue siendo la política electoralmente más potente de La Argentina, lejos del resto de oficialistas y opositores.
Se trata de dos dirigentes centrales en las experiencias de gobiernos
popular - democráticos iniciados en la región la pasada década, que encarnan
en sus liderazgos las propiedades de unir pero también dividir a la
sociedad en proporciones política y socialmente nítidas y electoralmente
hasta hoy, muy exitosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario