miércoles, 24 de agosto de 2011

En Libia no está dicha la última palabra



Ayer, todos los medios daban como hecho que Gadafi había caído, acaso suicidado o fusilado.
La corresponsal de la CNN en "espagnol", munida de un casco y con un notorio guardaespaldas a su lado que portaba ametralladora, trasmitía (muy nerviosa) desde la entrada del famoso bunker del tirano con un fondo de disparos que contrastaba con la pantalla: cientos de personas iban y venían, algunas de ellos llevando a cuestas los frutos del saqueo: sillas, equipos de aire acondicionado, un jarrón. ¿O eran recuerdos de una vida mejor? Nadie molestaba a la reportera embebed, esa curiosa manera de denominar a quienes trasmiten lo que desean los altos mandos militares.
Pasando a Telesur, el enviado transmitía desde un hotel donde la prensa estaba sitiada.
En el piso de la CNN, la conductora Janiot no podía ocultar su entusiasmo, estado de ánimo que se fue apagando de a poco en el trascurso del día. Un columnista de la CNN recordó a la audiencia que el petróleo libio es tan abundante que  basta un pequeño pozo para extraerlo. "Puede sacarse a un dólar el barril", dijo. Barril de petróleo liviano que se cotiza a 120 dólares en el mercado.
¿Entonces Gadafi no seguiría el camino de Mussolini? ¿Las pantallas no mostrarán por ahora su cadáver colgando de una viga?
La misma señal luego reprodujo un largo monólogo del titular de la oposición libia. Si se lo escuchó atentamente, ni ellos mismos se creen la victoria. Pero eso sí, fue claro cuando pidió que la OTAN libere los primeros mil millones de dólares incautados al Estado Libio, "para pagar prótesis a los mutilados de guerra", dijo.
Otra vez será, Patricia. O al menos no será por ahora. Lo que sigue, una nota de Robert Fisk, que nunca fue pro-Gadafi, Aparece en Página 12 de hoy.


Potentados y tiranos


 Por Robert Fisk *
Los potentados y tiranos árabes sobrevivientes pasaron otra noche de insomnio. ¿En cuánto tiempo los liberadores de Trípoli se metamorfosearán en los liberadores de Damasco y Alepo y Homs? ¿O de Amman? ¿O de Jerusalén? ¿O de Bahrein o Riad? No es lo mismo, claro.
La primavera-verano-otoño árabe no sólo demostró que las viejas fronteras coloniales permanecen invioladas –espantoso tributo al imperialismo, supongo–, sino también que cada revolución tiene características propias. Ya lo dijo Saif Khadafi al principio de su propia caída: “Libia no es Túnez... será una guerra civil. Habrá baño de sangre en las calles”. Y así fue.
Miremos en la bola de cristal. Libia será una superpotencia de Medio Oriente –a menos que impongamos una ocupación económica como precio del bombardeo liberador de la OTAN– y menos africana, más árabe ahora que la obsesión de Khadafi con Africa central y austral ha desaparecido. Puede que infecte a Argelia y Marruecos con sus libertades. Los Estados del Golfo estarán felices –hasta cierto punto–, pues la mayoría consideraba a Khadafi mentalmente inestable y maligno. Pero destronar tiranos árabes es un juego peligroso cuando gobernantes árabes no electos se unen a él. ¿Quién recuerda ahora la guerra de 1977, cuando Anuar Sadat mandó sus bombarderos a pulverizar las bases aéreas de Khadafi, las mismas que la OTAN ha estado atacando en los meses pasados, luego que Israel advirtió al presidente egipcio que Khadafi planeaba asesinarlo? Sin embargo, la dictadura de Khadafi sobrevivió a Sadat 30 años.
Como todos los demás, Libia sufrió el cáncer del mundo árabe: la corrupción financiera... y moral. ¿Será diferente el porvenir? Hemos pasado demasiado tiempo ensalzando el valor de los combatientes por la libertad de Libia en sus recorridos por el desierto, y demasiado poco examinando la naturaleza de la bestia, el pegajoso Consejo Nacional de Transición (sic), cuyo supuesto líder, Mustafa Abdul Jalil, ha sido incapaz de explicar por qué sus camaradas –y tal vez él mismo– maquinaron el asesinato del comandante de su propio ejército el mes pasado. Ya Occidente ofrece lecciones de democracia a la Nueva Libia, aconsejando con indulgencia a sus líderes no electos cómo evitar el caos que causamos a los iraquíes cuando los liberamos hace ocho años. ¿Quién recibirá los sobornos en el nuevo régimen –democrático o no– cuando esté instalado?
Y así como todos los nuevos regímenes contienen personajes oscuros del pasado –tanto la Alemania de Adenauer como el Irak de Maliki–, Libia tendrá que hacer espacio a las tribus de los Khadafi. Las escenas del lunes en la Plaza Verde fueron dolorosamente similares a la frenética adoración exhibida en ese mismo lugar por Khadafi hace apenas unas semanas. Evoquemos, pues, el día en que un asistente preguntó a De Gaulle si las multitudes que lo aclamaban tras la liberación de Francia, en 1944, eran tan grandes como las que aplaudían a Pétain unas semanas antes. Se dice que De Gaulle respondió: “Ils sont les mêmes”: son las mismas.
No todas. ¿En cuánto tiempo el mundo llamará a la puerta del supuestamente moribundo Abdulbaset al Megrahi, autor del bombazo en Lockerbie –si en realidad él cometió ese crimen–, para descubrir el secreto de su longevidad y de sus actividades encubiertas en el régimen de Khadafi? ¿En cuánto tiempo los liberadores de Trípoli echarán mano a los archivos de los ministerios del Petróleo y de Relaciones Exteriores de Khadafi para averiguar los secretos de los idilios de Blair-Sarkozy-Berlusconi con el autor del Libro Verde? ¿O se les adelantarán los espías británicos o franceses?
¿Y cuánto tiempo pasará, debemos preguntar, antes de que el pueblo europeo exija saber por qué, si la OTAN ha tenido tanto éxito en Libia –como ahora aseguran Cameron y sus amigos–, no se puede usar contra las legiones de Assad en Siria, tomando a Chipre como base de lanzamiento de aviones, y devastar los 8 mil tanques y vehículos blindados que tienen sitiadas las ciudades de ese país? O debemos poner atención en los vecinos: Israel tiene la esperanza secreta (como de modo vergonzante la tuvo con Egipto) de que el dictador sobreviva, se convierta en su amigo y firme un acuerdo de paz definitivo sobre el Golán.
Israel, que ha sido tan sesgado e inmaduro en su respuesta al despertar árabe, tiene mucho que ponderar. ¿Por qué sus gobernantes no expresaron beneplácito con la revolución egipcia, abriendo los brazos a un pueblo que mostró que deseaba esa democracia de la que Tel Aviv tanto alardea, en vez de matar a cinco soldados egipcios en el más reciente tiroteo en Gaza?
Ben Alí y Mubarak se han ido; Saleh está más o menos fuera; Khadafi ha sido derrocado, Assad está en peligro, Abdalá de Jordania aún enfrenta a opositores, la minoritaria monarquía sunnita bahreiní se aferra en forma suicida a la esperanza de gobernar hasta la eternidad. Todos estos son sucesos de enorme importancia histórica a los que los israelíes han respondido con una especie de pasmada y hostil apatía. En el momento en que podría afirmar que sus vecinos árabes sólo buscan las libertades que sus ciudadanos ya poseen –que existe una hermandad democrática capaz de trascender las fronteras–, Israel calla, construye más colonias en tierra árabe y continúa deslegitimándose mientras acusa al mundo de intentar destruirlo.
En una hora tan crítica no es posible olvidar al imperio otomano. En la cúspide de su poder, se podía viajar de Marruecos a Constantinopla sin documentos migratorios. Si hubiera libertad en Siria y Jordania podríamos ir de Argelia a Turquía y de allí a Europa sin necesidad de visa. ¡El imperio otomano renacido! Excepto los árabes, claro: tengan por seguro que ellos sí seguirán necesitando visa.
Aún no llegamos allí. ¿Cuánto tiempo falta para que los chiítas de Bahrein y las desfallecientes masas sauditas, sentados encima de tanta riqueza pregunten por qué no pueden controlar sus propios países y presionen para derrocar a los petimetres que los gobiernan? Con qué semblante sombrío ha de haber escuchado Maher Assad, hermano de Bashar y comandante de la infame Cuarta Brigada siria, la última llamada telefónica de Al Jazeera a Mohammed Khadafi. Nos faltó sabiduría y previsión, lamentó Mohammed ante el mundo antes que el fuego de las armas le cortara la voz. ¡Están en la casa! Y luego: ¡Dios es grande! Y la línea murió.
Todo líder árabe no electo –o cualquier líder musulmán electo vía fraude– habrá reflexionado en esa voz. La sabiduría es sin duda una cualidad muy ausente en Medio Oriente; la previsión, una habilidad que los árabes y Occidente han desdeñado. Oriente y Occidente –si es posible hacer una división tan cruda– han perdido la capacidad de pensar en el porvenir. Las próximas 24 horas es todo lo que les importa. ¿Habrá protestas mañana en Hama? ¿Qué dirá Obama en el horario estelar de televisión? ¿Qué le dirá Cameron al mundo?
Las teorías del efecto dominó son un fraude. La primavera árabe durará años. Más vale que pensemos en ello. No hay un fin de la historia.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

domingo, 21 de agosto de 2011

Uy!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Sobre los plasmas baratos

Con el título "El capitalismo avanzado cede la posta al emergente", Clarín publica hoy una nota de Jorge Castro, lobista de la embajada norteamericana también conocida como La Casa, ex-trotskista de la Cuarta Internacional con activismo en la vieja sede de la Facultad de Filosofía y Letras en la avenida Independencia y mas tarde menemista de paladar negro en una parábola sin desperdicio.

La frase interesante de Castro es ésta, la que cierra el artículo:
"......hay un tercer factor más importante que el bajo crecimiento del mundo avanzado y el auge del emergente . Es el pleno despliegue del círculo virtuoso de aumento de la productividad y transformación tecnológica , que provoca la convergencia de movilidad (telefonía celular), redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) y plataforma global de computación con eje en Internet (cloud computing), cuyo resultado, en tren de aceleración, es una verdadera explosión de crecimiento e innovación en el mundo entero. Quizá, por primera vez en la historia, ha surgido un sistema verdaderamente global , en el que ha desaparecido la noción de “centro y periferia”. Es un privilegio vivir en esta época".


Castro se siente cómodo frecuentando el lenguaje neomarxista. Nada nuevo en la historia argentina, si recordamos que a mediados de los años 50 del siglo pasado, Rogelio Frigerio (que había militado en el dinosáurico PC argentino) con el mismo lenguaje, llegó a la doble conclusión de que era primordial desarrollar la industria pesada, y que eso únicamente se podía lograr con capitales externos porque la tasa de inversión local era insuficiente.
(Alguien dijo que quien ha militado alguna vez en el PC es pecé toda su vida, como cumpliendo con un sacerdocio con el determinismo histórico, una idea que puede explicar tanto los procesos políticos como las historias personales. Se perfeccionaba la dependencia: Otro tiene el poder de explicarnos qué nos sucede y cómo podemos remediarlo).
En la misma época, Raúl Presbich había elaborado un proyecto para "reinsertar a la Argentina en el mundo" (¿suena familiar?) asumido como propio por la Revolución Libertadora, que Arturo Jauretche denunciaría publicando "Plan Prebisch: retorno al Coloniaje".
La reinsersión, en el sentido más brutal del término, significó que Argentina se incorporara a los acuerdos de Bretton Woods (FMI), que se abrieran las puertas a los capitales especulativos internacionales y que se creara el "Club  de París" para que los gobiernos centrales financiaran la clausura del ciclo peronista con el doble cerrojo de una democracia proscriptiva (decreto 4161) y un férreo control militar (Plan Conintes) de la sociedad, la famosa "seguridad" en términos actuales. 
La idea de que se debe recurrir a los capitales externos porque el ahorro local es insuficiente supone no tocar el poder económico-social interno, es decir, aceptar que gobiernen realmente los verdaderos factores de poder y contentarse con gestionar la dependencia. 
Comparar con lo que sucede en nuestro país desde 2003.


El autor asigna a EEUU el rol de motor y controlante mundial de la innovación tecnológica en los rubros pintados con color verde en el párrafo citado. En "Hegemonía y Contrahegemonía para otro mundo posible", el sociólogo brasileño Emir Sader señala que el poder imperial, del Centro, se asienta en tres patas: el control universal del aparato comunicacional, la amenaza del poder militar y la capacidad prácticamente infinita de innovación tecnológica
Sader ha escrito también que es un error frecuente creer que la crisis actual lleva al fin del neoliberalismo y de la hegemonía norteamericana porque:
 O maior equivoco desta visão é considerar que um modelo ou uma hegemonia ou um sistema social se termina sem que seja derrubado e/ou substituído por outro. Conforme o Sul do mundo ou outro bloco alternativo proponha alternativas e seja capaz de as construir. O neoliberalismo não terminou, se tempera com graus de apoio estatal. 
Se refiere, claro está, a la astronómica inyección estatal de emisión monetaria al sistema bancario de EEUU y Europa, lo que sugiere que el rol de los Estados tiene particularidades propias de la ubicación en el mundo real y que "la cuestión nacional" (escuchen, izquierdosos y progres) de ninguna manera está agotada.
Castro, lobista de La Casa, esconde el rastro porque la existencia de un centro y una periferia no ha desaparecido: en realidad se ha transformado, se ha perfeccionado, se ha diversificado y deslocalizado sin que por eso haya limitado su capacidad de dominio. 
Por eso, que importante ese acto de votar. 
Sería un ejercicio interesante analizar con esta perspectiva la cuestión de los créditos blandos para adquirir plasmas (argumento de la derrota en las PASO) respecto de la nueva ley de medios audiovisuales y el papel de contador Magnetto como líder microeconómico del poder concentrado, las módicas cuentas del almacenero adornadas o camufladas con los paradigmas del poder mundial. 
Estos tipos son sus personeros, gendarmes, cipayos, representantes, gerentes, voceros, virreyes, los que nos interpretan el mundo para que durmamos en paz, amén.
   
  

viernes, 19 de agosto de 2011

Biolcati y Páez, estetas y moralistas


Estetas y moralistas
por Teodoro Boot



Es extraño ver a los mismos que se indignaron por el comentario de Fito Páez respecto a las elecciones porteñas, silbando distraídos a raíz de las declaraciones de Hugo Biolcatti. Y viceversa, porque parece que hoy Biolcatti tiene una formación gorila y desprecia el voto popular, pero Fito Páez no, aunque diga lo mismo. Debe ser que hablan de dos diferentes votos populares, o de dos pueblos distintos o de dos vaya uno a saber qué.
Quedan claras, sí, las diferentes motivaciones de ambos catones: Fito Páez es rosarino, anomalía geográfico-existencial que vuelve perfectamente comprensible la repugnancia que le provocan los porteños, todos los porteños. 
Pero suele ocurrir que un santafesino, un cordobés, un entrerriano obligado a habitar en Buenos Aires deba necesariamente recurrir a algún subterfugio demagógico para seguir relacionándose con el vecindario sin necesidad de andar agarrándose a trompadas a cada rato, desde que apenas sale de su casa hasta cuando se sube a un colectivo, donde algún tipo torvo y malencarado pudiera increparlo:
–¿Así que ahora yo te doy asco?
–No, vos no –responderá el precavido crítico–. Los de la otra mitad.
Lo de Biocatti tiene un matiz levemente distinto. Es lógico: no se trata de un artista, que se relaciona con el mundo circundante a través de los sentidos y así como Fito asegura que la mitad de los porteños tiene mal sabor, Antonio Birabent bien puede sugerir que algunos son azul cobalto con reflejos tornasolados mientras otros tienen olor a dulce de leche. Biolcatti, en cambio, es un intelectual, un esteticista, una suerte de Romero Brest agrario, un Marcel Proust de la producción láctea, un Oscar Wilde en 4x4: queda claro que no mira el programa de Tinelli y si lo apuran, tal vez hasta le dé asco. 
El mismo Tinelli, que no se afeita, o la muñeca inflable que pasa por ser Graciela Alfano o el bochornoso coreógrafo disfrazado de murguero montevideano. O hasta las bailarinas, que gustos hay para todo. No se sabe qué, pero algo le debe dar asco, razón por la que un plasma le parece un objeto fútil, carente del menor sentido y utilidad práctica.

No hay ningún motivo, entonces por el que Hugo Biolcatti pueda aspirar a votar a Cristina Fernández, cuyos seguidores se reclutan entre los fans de Tinelli que tienen plasma y entre los que aspiran a tenerlo, que al fin de cuenta de eso se trata el estado de bienestar, que todos podamos ver a Tinelli en alta definición mientras Hugo Biolcatti, enfrascado en un anuario de La Chacra moja la vainilla en un enorme vaso de leche.
Distinto sería si el gobierno repartiera vacas, pero no: reparte plasmas, que ocupan menos lugar, no ensucian el living y, aunque no se ordeñen, son aptos para que en su superficie bailen medio en pelotas las insólitas modelos y vedettes que, cual moderno Charles Atlas, el popular conductor televisivo ha convertido en portentosas atletas y acróbatas de riesgo. Las pocas que salgan vivas y sin lesiones permanentes o incapacitantes tienen el futuro asegurado en Fuerza Bruta, Circ du Soleil o el cuerpo de marines de los Estados Unidos.
Hugo Biolcatti está para otra cosa, para el debate estético y la amonestación ética y, como fruto del parto de una Elisa Carrió preñada de consuno por Monner Sans y Marcos Aguinis, bufa, relincha y muge que “la oposición le presentó a la sociedad su cara más desagradable, fruto de una ingeniería electoral con objetivos egoístas y personalistas”.
La afirmación es inquietante y destituyente, ahora hasta de la oposición, y amenazacon provocar una respuesta de trescientas páginas en cuerpo 9 de Carta Abierta, además de las indignadas demandas judiciales de los involucrados: ni Ricardo Alfonsín, ni Eduardo Duhalde ni Hermes Binner ni Jorge Altamira tienen otra cara que la que Dios les dio, y si a Biolcatti le resultan desagradables, que mire para otro lado. 
Después de la criminal claudicación de Florencia Peña, probablemente encuentre consuelo e inspiración en Victoria Donda, Moria Casán o Liliana Salazar.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Adiós al compañero Turi Perié


Lo conocí a Hugo antes o durante el "cordobazo". Ambos eramos amigos de Marta Quiles, una piba hermosa que entonces militaba en el Integrismo de la Universidad Nacional del Nordeste. Fue en la pensión estudiantil que habitaban, una casona de la capital correntina donde compartimos mates, arroz, ginebra y sueños de cambio radical. Yo había viajado a Corrientes y Chaco en ocasión de un congreso o encuentro, no recuerdo bien, donde tuve oportunidad de escuchar por primera vez las andanzas de Isidro Velázquez, El Vengador, cuya vida he relatado en este blog con el título ¿A usted le parece, que un valiente caiga a manos de un cagón?
Turi militó en Montoneros y por lo que me han dicho, fue muy amigo de Néstor Kirchner y hasta ayer mismo era un sólido apoyo del cambio iniciado en 2003. Sufrió prisión en varias oportunidades, y escapó de una de ellas como en las películas, abandonando la celda mediante un par de sábanas anudadas. Luego de aquella pensión correntina, lo volví a ver en Buenos Aires, donde yo aporreaba una Lexicon 80 con las escenas de Hablemos a calzón quitado, una obra teatral de mi amigo Guillermo Gentile que haría época. Afuera, en las calles, la dictadura de Onganía se replegaba con esa violencia de arriba que generaría la otra violencia, la de abajo, la legítima.
La poesía que compuso Marta sigue siendo popular en el nordeste. Creo que una de sus letras ganó un premio en Cosquín (su Cantata Chaqueña o quizás la canción que pego abajo). Por varios años, nuestro único contacto fue la correspondencia, que ella solía componer en verso. Y por ella luchamos denodadamente como mosqueteros Dardo Dorronzoro y el que esto escibe. Dardo era un notable poeta, de ideas anarquistas o algo así, y herrero por demás. Fue asesinado por las fuerzas represivas en 1976.

De Marta escribió el psiquiatra y novelista Alejandro Maciel
"Marta confundía con algunas poses de femme fatale para ocultar la tremenda capacidad que desplegaba en su modo de compromiso social entendido como bandera de ideas, y no como proselitismo politiquero. Marta ha sido uno de los seres más generosos y desprendidos que la vida me deparó conocer. Había nacido y vivido en San Luis del Palmar, escribía poesía popular pero no por ello superficial, la de describir florcitas y arenales. La poesía de Marta calaba en subterráneo; quien no conozca la Corrientes postergada, la del bajo Pujol, la de los pueblos abandonados, jamás comprenderá una sola letra de lo que escribió. Ella misma era su poesía, nunca percibí un gesto de malicia ni picardía miserable, tan abundante en el ghetto literario, en ninguna de sus conductas. Llevaba la alegría puesta como una indumentaria, naturalmente, sin alardes".

En varias ocasiones imaginé que lo buscaba al Turi en el Congreso para recordar aquellos tiempos, pero se acabó el tiempo.





martes, 16 de agosto de 2011

Otro notable análisis de lo sucedido el domingo


A todas las interpretaciones, re-intepretaciones y autocríticas que inundan el país a la fecha, sumo una exégesis o glosa que no hará historia en el seno de Carta Abierta aunque ya se ha abierto, por méritos propios, un lugar en el pelotón de los análisis lúcidos, que es lo que viene faltando en las ciencias sociales desde que perdieron su objeto de estudio. Ya lo dijo Ovidio y lo reafirmó Platón: no llorés como mina lo que no supistes defender como mujer
 

Aplastante triunfo del remiserismo en las elecciones primarias



Muchos son los motivos que al parecer explicarían la terrible rompida de tuje que tuvo el remiserismo sobre el taximetrismo, y ni que hablar sobre el colectivismo. Pero si bien hoy todo el mundo sale a decir que era obvio que más de la mitad del electorado iba a elegir la opción del remís para trasladarse hasta el lugar de la votación, teniendo en cuenta la estabilidad económica de las personas y boludeces por el estilo, la única que se había animado una semana antes a cantar la justa y proyectar que más del 50 % de los votantes elegirían esta opción, como sucedió, fue nuestra encuestadora de cabecera, María Laura Excel, que preveía un repunte importante del remiserismo y la caída en picada del taximetrismo, superando inclusive a los números más esperanzadores del jogguinista Artemiópolis.

Uno de los mayores aciertos del remiserismo fue madrugarle los votantes al taximetrismo con el trabajo de hormiga que venían haciendo sus choferes desde dos meses antes de las elecciones, cuando llevaban sus pasajeros al shoping, o cuando los traían de alguna casa de electrodomésticos con una tele nueva, los remiseros se las arreglaban para sacar el tema de las elecciones y comentarles que vayan reservando los coches por anticipado porque en el día se iba a complicar.

Asimismo cabe destacar la performance del remiserismo en todos los districtos del país, salvo en la República Separatista de San Luis, donde las naves espaciales se llevaron el 70% del total de trasladados. Además el remiserismo ganó en tierras del taximetrismo como en Vicente Lopez y San Isidro que años atrás les fueron adversas, y se quedó con el primer lugar en la provincia de Santa Fe donde el motociclismo tiene gran llegada entre la gente.

Hasta el clima ayudó al remiserismo que dos días antes de las elecciones había embarrado la provincia de Buenos Aires, el distrito con mayor electores del país, con la cantidad de lluvia y granizo que había caído sobre las calles de tierra en las que el taximetrismo apenas rasguñó el 11 % de los votantes. Entre otros de los aciertos hay que destacar que el remiserismo cargó gente en cualquier lado, ya sea caminos de ripio en el campo, como asfalto en las áreas metropolitanas, a diferencia del taximetrismo que si los votantes no estaban del lado derecho de la vereda no abrían la puerta.

Por su parte, aunque en el taximetrismo se hagan los distraídos, y miren pa’ acá y pa’ allá en las encrucijadas, respeten todos los semáforos y coman el sanguche de pebete en la estación de servicio comentando la goleada de Boca sobre Unión, lo cierto es que en estas elecciones se durmieron en los laureles, confiando en la historia de su movimiento, y se quedaron con el apenas 12, 17 % de los votantes.

En cuanto al colectivismo, que estuvo disputándole el segundo lugar al taximetrismo, viene en claro descenso si se tiene en cuenta que ni en su distrito donde juega de local, en Lomas de La Lata, pudo ganar, y sólo llevó a nivel nacional al 12,15 % de los votantes más conservadores que dicen querer viajar seguros, y les parece que el remiserismo está arruinando la Argentina con sus precios populistas.

El movimiento que pegó el batacazo fue sin duda el motociclismo, que llegó al 10,26 % de los votantes, y que obtuvo el respaldo de los jóvenes que quieren portarse mal, y que salieron en sus motos el último domingo patiando los perros que querían cacharle las piernas cuando aceleraban y hacían un ruido bárbaro con el caño de escape. También es loable la elección que hicieron las naves espaciales que alcanzaron el 8,17 % de votantes en el país, con una fuerte presencia en las provincias cuyanas y un gran espaldarazo en la provincia de Córdoba, predominando en Capilla del Monte.

El gran gran perdedor de esta elección fue sin duda el caminatismo, que en otras elecciones presidenciales había salido segundo, en estas primarias se quedaron con el 3,24 % de indignados que suelen elegir este medio considerando que el remiserismo siempre cobra de más, que el taximetrismo tiene el relojito arreglado, y que el colectivismo hace negocio con las monedas.

En cuanto al biciclismo, que anduvo mendigando de lo lindo electores en universidades estatales y furgones de trenes del conurbano, superó el mínimo requerido para presentarse en las elecciones generales de octubre con un 2,48 % de votantes que eligieron este medio para llegar hasta la escuela que les tocaba votar. 

Altamira, el héroe de las primarias

La verdadera noticia de estas elecciones primarias fue la performance de Jorge Altamira, que es Wermus, quien quedó apenas a 49 puntos del ganador.
El lunes, Nelson Castro, por radio Mitre, dejó claro que no comparte este punto de vista. Se sabe, todos los puntos de vista son horizontalmente aceptables por igual, y ese es el secreto de la democracia. Para el doctor Castro, la noticia de la semana no fue el resultado de las primarias sino el hallazgo de un nuevo tratamiento para combatir la esclerosis múltiple.
La esclerosis múltiple es una enfermedad destructiva que suele atacar el sistema nervioso pero también las ideas de los grupos dominantes. En Argentina, esas ideas están esclerotizadas desde hace tiempo pero no terminan de morir.
El columnista principal del doctor Nelson Castro, especialista en enfermedades presidenciales, es el economista Ismael Bermúdez, que por una de esas cosas raras que tiene la vida, también es Wermus. O sea, ni Altamira es Altamira, ni Bermúdez es Bermúdez.
Entretanto, ¿Castro será efectivamente Castro?
El Partido Obrero o PO, núcleo del triunfo de la ultraizquierda argentina (que todavía sigue discutiendo si el triunfo militar del general Giap sobre el ejército norteamericano fue resultado de la aplicación del socialismo en un solo país o del internacionalismo proletario) se apresta a hegemonizar toda la oferta ultraprogre del país.
Altamira sueña con poner diputados y senadores en toda la geografía argentina: ya ha advertido que Marcelo Ramal quiere para sí la presidencia de la Comisión de Economía de Diputados y Néstor Bitrola la de Deportes. Este último ha hecho una campaña notable en el hasta ahora exclusivo deporte de los reyes, el Polo. Claro, el Polo Obrero.
Según noticias de último momento, ya se está organizando un soviet obrero para combatir todas las formas de burocracia que sostengan la ideología del patrón peronista.
Como se sabe, el peronismo desvió a los proletarios de la auténtica ideología revolucionaria, que es la que sustenta Altamira. Informantes de este blog nos confirman que el intelectual Altamira suele pasar sus mañanas consumiendo chocolate con churros en La Giralda, armado habitualmente de un ejemplar del día del Financial Times, que es donde dialécticamente podemos analizar la verdadera ideología del tipo.
La izquierda ha encontrado a su líder.











miércoles, 10 de agosto de 2011

Duhalde tiene lo que hay que tener


La hormiguita-ocaña


El peronismo original decretó la muerte civil de las corrientes socialistas nativas, importadas por los inmigrantes. La historia es larga, habrá que hacerla en otra oportunidad, pero esa muerte fue marcada por las efectividades conducentes, frase de don Hipólito Yrigoyen, y por las realidades efectivas de que da cuenta la marcha. Alfredo Palacios había sido el autor de algunas leyes sociales, letra muerta, luego Américo Ghioldi fue comando civil y aplaudió los fusilamientos de José L. Suárez. Para otro momento dejaremos también el cambio ideológico de unos pocos socialistas más lúcidos frente a sus colegas gorilas. Y sin embargo, el socialismo, casi como moda, siguió y sigue viviendo su muerte anticipada. Ocaña es un buen ejemplo. Reconozco que vi con buenos ojos el nombramiento de la hormiguita en el PAMI: detrás teníamos a Alderete, a Cecilia Felgueras, a Rodriguez Larreta, a Matilde Sbatetz de Manzano, de mal en peor. No se si es cuestión de pura estupidez o falta de rigor intelectual o ambas a la vez, o quizás simple pensamiento colonizado que viene a ser lo mismo. Me resuena en una libre asociación el slogan de campaña de Carrió: "la transparencia genera desarrollo económico". ¿Es concebible un mayor nivel de imbecilidad? Pego abajo la nota de hoy de Horacio Verbitsky: 

Por Horacio Verbitsky
Algunas afirmaciones de la presidente en el libro La Presidenta han dado lugar a réplicas, sobre las que puedo hablar con conocimiento de causa. Conocí a Graciela Ocaña cuando la joven diputada analizaba formas transparentes de financiación de los partidos políticos junto con Juan Manuel Abal Medina (h), Nilda Garré y el licenciado Carlos Alvarez; la vi con frecuencia cuando colaboraba con Elisa Carrió en la investigación sobre lavado de dinero y seguí con interés cómo cumplió la ímproba tarea de adecentar el PAMI que le encomendó Néstor Kirchner. Por eso me resulta incomprensible que pueda integrar el armado político de Francisco de Narváez. El rol de honesta en las peores compañías tapa de fango sus mejores aristas. La línea ascendente, del peronismo de San Justo al primer Frepaso, al primer ARI y al kirchnerismo se quiebra en forma abrupta. En pocas palabras: de investigadora de Gaith Pharaon a correligionaria de González Fraga, su vida política se convierte en una letra de tango. ¿Acaso ignora la contadora Ocaña que todos los bienes del candidato del Peornismo Opositor están inhibidos por la Justicia, hasta cubrir 87,3 millones de pesos, porque no pudo justificar ante la AFIP un incremento patrimonial del 900 por ciento con fondos provenientes de misteriosos fideicomisos? Del mismo modo, es asombroso que Ricardo Alfonsín, cuya ética republicana tiene un límite en Raúl Zaffaroni, se muestre sonriente del bracete con “Francisco” y llegue a decirle “Creo en vos”. Pero, sobre todo, es impactante la visita de Ocaña a la redacción del diario Clarín. Con sus rulos reprimidos de un planchazo y la expresión ausente de quien es víctima de un secuestro, narró allí un supuesto diálogo con Cristina, en marzo de 2009, cuando la presidente habría intercedido por el sindicalista bancario Juan Zanola. Como una niña pudorosa, Ocaña explica que dejó pasar dos años y medio para contarlo porque le daba vergüenza. Qué curiosa protección habrá sido esa, clamó la hija de Zanola, que sus padres llevan ya dos años presos, a disposición de un juez al que, sin embargo, se considera sensible a la voluntad oficial. Aparte de este hecho indesmentible, un recuerdo personal: Ocaña me contó que fue Alberto Fernández y no Cristina quien se opuso a que denunciara al superintendente de Servicios de Salud y recaudador de campaña Héctor Capaccioli.

On y off

Alberto respondió por una doble vía a las pocas frases que Cristina le dedicó. En un artículo con su firma se deshizo en elogios a Kirchner y lo contrastó con CFK, a quien denigró como nunca nadie. Pero en declaraciones off the record a los columnistas políticos de Clarín y de La Nación fue impiadoso con el ex presidente. Según Fernández, la mañana del 17 de julio de 2008, luego del voto del Senado contra la resolución 125, Kirchner instó a su esposa a dejar la presidencia, y fue el jefe de Gabinete quien le hizo cambiar de idea. El mediodía de aquel jueves, mientras almorzaba con Nilda Garré, recibí un llamado de Alberto Fernández. Me dijo algo parecido a lo que cuenta ahora y me pidió que tratara de disuadir a Cristina para que no hiciera esa locura. Hice el llamado y dejé el mensaje. Recibí la respuesta el sábado 19. Impresionado por el relato de Alberto, le transmití a Cristina el mismo mensaje de solidaridad y aliento que consta en mis columnas y en mis actividades públicas de aquella época, como la movilización callejera a la Plaza del Congreso. También ella me dijo algo similar a lo que cuenta ahora: que nunca pensó en renunciar, que se sentía con fuerza para capear todos los temporales e ir más allá de lo que pudiera preverse, que sabía quién era quién y que no la harían claudicar. Su tono era triste, severo y decidido. Pocos días después, Fernández le anticipó a la edición electrónica de Clarín la renuncia a la Jefatura de Gabinete que aún no conocían Cristina y Néstor. “Si no hacía eso, lo hubieran presentado como que me echaron, igual que a Javier de Urquiza”, se justificó ante mi extrañeza por su procedimiento tan desconsiderado con la presidente, que pasaba por su peor momento. Mucho después, cuando le pregunté a Cristina por qué había designado para sucederlo a Sergio Massa, me contestó que ante la maniobra de Fernández no tuvo tiempo de pensarlo dos veces. No me convenció, pero entiendo la urgencia con que a veces debe actuar un liderazgo político.

El tiro del final

Releo ahora mi columna del domingo 20 de julio de 2008: “El tema de discusión al día siguiente de la derrota en el Senado fue si es posible gobernar la Argentina cuando se ha perdido la mayoría en el Congreso y se afilan las hachas de la guerra para cobrar las audacias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en muy diversos campos. Un argumento postuló que de ahora en más sólo sería posible seguir acumulando derrotas o resignarse al rol de facilitador institucional de los intereses económicos más poderosos, y que mejor sería apurar el desenlace para ahorrarse esas opciones vergonzosas. Ya nada será igual, se regocijan las cámaras patronales, los políticos de la oposición y los medios que los acompañan como la sombra al cuerpo. El argumento opuesto replica que, como le pasó a Lula en Brasil, sólo se ha perdido una votación, por un margen muy estrecho. Ni la legitimidad institucional ni la fortaleza política del gobierno habrían sido afectadas. A este razonamiento se suman otros, de ética y de conveniencia: abandonar el gobierno y la presidencia partidaria desencadenaría una crisis institucional muy negativa para el país y desampararía a las personas y los sectores que, dentro y fuera del PJ, se jugaron por el proyecto kirchnerista. Además, si la derecha se hiciera cargo del gobierno recibiría una sólida situación económica y favorables condiciones internacionales. Esto le permitiría capitalizar los logros de la gestión actual, controlar la inflación con un típico ajuste del neoliberalismo sobre los más débiles y cargar en la cuenta de Kirchner y CFK los problemas que subsistieran”. Me parece que este texto contemporáneo de los hechos resuelve la contradicción entre los dos relatos. Allí donde no hay documentos, la historia se reconstruye a partir de las versiones contrapuestas de los protagonistas. Si en la conmoción de aquellas horas tremendas es normal que se hayan analizado distintas hipótesis, con dramatismo pero también con racionalidad, no es verosímil que haya sido Alberto quien recondujera a Cristina del desmayo al combate. La peripecia posterior de cada uno disipa cualquier duda. Mientras Alberto nutrió las fantasías de Scioli, Urtubey, Clarín, Techint y Gerardo Martínez sobre un poskirchnerismo antes de tiempo, Cristina ha recorrido con voluntad inflexible el curso de acción que me anticipó aquel sábado 19 y que ha puesto al país al reparo de las tempestades que llegan del Norte. La furia insultante de Alberto se desató por la referencia de Cristina a su vínculo con Clarín. Pero no hacía falta que lo dijera la presidente, porque lo saben hasta los dos jueces de la Corte Suprema a quienes el ex ministro abruma con sus alegatos informales a favor del Grupo en las causas pendientes. Estas descargas de Alberto y Graciela suenan a intentos de última hora por impedir lo inexorable, cuando se abran las urnas, este domingo.

sábado, 6 de agosto de 2011

El secreto del presidente Piñera para lograr una educación de excelencia

Las encuestas dicen que la popularidad de Sebastián Piñera ha caído estrepitosamente, pero no es que ahora interesen más que cuando era el más popular de los candidatos según las encuestas.
Ganó, y ganó como aquí han ganado Macri o Del Sel. La antipólítica atrae a "la gente", y no es que ese concepto inasible ("la gente") sea una creación del neoliberalismo. Aquí es muy escuchado en el más rancio progresismo: Aníbal Ibarra dice representar a un sector de esa gente, por ejemplo.
Sebastián Piñera, con su equipo de pinochetistas en el gobierno, cree que la educación es un bien transable, una mercadería. Esa definición fue inaugurada por la Organización Mundial de Comercio (OMC o WTO) dominada por EEUU en la década de los 80. Gracias a la prédica constante de la OMC o WTO, no solo la educación sino también la salud, son considerados universalmente bienes transables. Y se fue un poco más allá: aunque "la gente" lo desconoce, no solo la educación y la salud son considerados bienes transables y no servicios públicos: el propio aire atmosférico ingresó a la categoría de mercancía durante las conferencias internacionales de La Haya y Kioto.
 "La gente" que vota a Macri desconoce que existe un mercado de aire puro, y que sus bonos (los bonos verdes) se cotizan.
"La gente" que vota a Macri desconoce que en Chile son muy populares las escuelas boucher o voucher y las escuelas charter, un invento ideado en EEUU para privatizar paulatinamente la educación. Las idea es así: usted es el Estado y financia a las empresas pero no se mete en sus contenidos ni en su organización. Sólo se fija en su eficiencia. ¿Y quiénes son más eficientes? Los que en la carrera salieron antes, los privilegiados sociales. Como consecuencia de ello, en pocos años, unas pocas escuelas (la de los sectores pudientes) tienen educación de excelencia con fondos públicos y muchas otras (las situadas en la base de la pirámide) proveen una educación espantosa.
Pero todos los alumnos y sus familias son deudores al Estado de los fondos que este invirtió, y claro, los sectores altos pueden pagar y los bajos no.
Ese modelo fue publicitado aquí por el señor Narodovsky, actualmente procesado por escuchas telefónicas en la ciudad de Buenos Aires por cuenta y orden de Mauricio Macri. En un futuro post será interesante escribir sobre su ex esposa, la licenciada en comunicación Silvina Gvirtz, hermana del productor de 678, que pasa por especialista en educación. Tiempo al tiempo.
El citado Narodovsky hizo su carrera en Campinhas (Brasil) y luego en la Universidad de Quilmes, donde es recordado por sus correrías pedagógicas tras alumnas jóvenes y agraciadas. De allí pasó a la Universidad Di Tella, que es donde se adiestra a los cuadros del macrismo.
El plan educativo de Sebastián Pïñera consiste en transformar las escuelas en esto:

   ¡Viva Chile, mierda!

viernes, 5 de agosto de 2011

El sentido común dominante

Atacado por una fiaca incurable, pego abajo un texto que escribí hace unos años y que, con ayuda, encontré en los archivos de la Revista Zoom. Me lo pídió el amigo Omar Quiroga para redactar un monólogo que será emitido por radio o televisión. Al releerlo, descubrí que poco y nada ha cambiado desde entonces, y que con alguna actualización (mas la corrección de errores que antes habían pasado desapercibidos) sigue tan vigente como en 2007. EL título original era "El malestar como síntoma". A este, ni siquiera título le hace falta:



Humoristas, anfitrionas de almuerzos televisivos, animadores de bailes del caño, presentadores radiales, políticos profesionales, actrices con domicilio en Miami y taxistas de la ciudad de Buenos Aires –lo que la historiografía liberal denominaría “la parte respetable de la sociedad”– coinciden: ya no se soporta a Cristina. 
Y sin embargo, misteriosamente, la Presidenta marcha, lejos, al frente de las encuestas. ¿Será porque es la única certeza o porque así se manipulan mejor los odios irracionales de los sectores medios?
Son comparsa, pero pasan por formadores de opinión. En rigor, la verdadera opinión se define en otros ámbitos: en las redacciones, vasallas de otros negocios que consiguieron con oscuros recursos.  
La parte respetable de la sociedad, esos sectores medios, clama por un acto mágico que diluya al kirchnerismo en el aire, pero –grave problema– no aparece un Houdini al que aplaudir con ese entusiasmo frívolo que preanuncia rápidas decepciones: nadie puede creer seriamente que un humorista –cuyo éxito está basado en una grosería inalterable- avance más allá de lo que consiguió electoralmente, menos de lo que parece; ni que un empresario tres veces procesado se convierta en el Berlusconi de un país “emergente”. 
No es que esa parte respetable milite una determinada doctrina partidaria, que vaya detrás de alguna patriada o se sienta parte de algún colectivo excepto el del consumo: comparten apenas una mezcolanza de opiniones de corte autoritario, librempresistas, progresistas y retrógradas a la vez, fácilmente rebatibles pero siempre letales, una ensalada de ratis, buchones y tipos de éxito.
Los sectores medios se sintieron primero seducidos y (luego) abandonados por el gobierno, por eso el malestar hoy es el síntoma.
Los sectores medios están atacados por el síndrome del “nunca antes” y –apostando a su eventual sentido común – continúan atrincherados en sus viviendas. "Todo lo malo que en la vida me ha pasado ha sido por salir de casa", dijo Blas Pascal en el siglo XVII. "Mucha gente perdió la costumbre de salir de su casa”, opina Eduardo Anguita respecto de la crisis de comienzos de 2001 en “La clase media. Seducida y abandonada”. Los observados claman: “Las calles han sido ganadas por la delincuencia”
Hay que reapropiarse de las calles, dicen porque algo del discurso progresista les llega, caóticamente, y luego contratan seguridad privada, recurren al delivery y se conectan con el mundo por internet.
Para el analista Ricardo Rouvier, lo que hace síntoma en la calle es cierta crisis estructural no resuelta del todo.
Para estos sectores se roba como nunca antes; la inseguridad y el delito han llegado a extremos inauditos, y nunca hubo tanto ensañamiento de los chicos delincuentes, nunca. Aunque algunas evidencias perfectamente demostradas señalan que la situación no es tan grave, sin duda, la clase media no escucha, es ciega y sorda y sobre todo, desmemoriada.
Afirma un taxista: “Los Kirchner se han quedado con toda la Patagonia”, no 
Richard Gere, Matt Damon, Ted Turner, Luciano Benetton o Douglas Tompkins, sino “los Kirchner”. Que la Presidenta haya decidido enviar al Congreso un proyecto de ley para impedir la extranjerización de la tierra, y que ese proyecto esté congelado por decisión de la oposición que simula clamar por la misma extranjerización de la tierra, se pierde entre tanta información.
Ni siquiera corre el “roban pero hacen” que desculpabilizaba a Menem, el “hacen” de un cómodo e ilusorio dólar barato que se convertiría en una monstruosa e impagable deuda externa que pesará sobre nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos. Nuestros, es decir, también los de ellos. 
Escribió Rolando Hanglin en una nota periodística: “El señor González (probablemente una caracterización de el mismo autor) está espantado por los homicidios, asaltos y violaciones que cometen muchachitos de 12, 13 y 14 años. Considera que se les debe dar un castigo igual al de los mayores, ya que sus crímenes son propios de adultos”. Expresiones que se expenden entre estos sectores: códigos eran los de antes, el ladrón era un “señor” ladrón. Los chicos sólo robaban caramelos, en cambio hoy quieren tu vida y abusar de tu hija además de tu celular último modelo y tus zapatillas de marca.
¿Que cambió, entre otras cosas? Que antes, las cárceles de la Nación debían ser “... sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos (art. 18 de la Constitución Nacional)”. Ahora siguen sosteniendo (los taxistas o los candidatos) que deben ser “Grandes, espaciosas, civilizadas”... pero eso es lo de menos. Lo que verdaderamente importa es que sean “seguras, en el sentido que los criminales no puedan escapar hasta que hayan purgado sus condenas, que en delitos graves (asalto con armas, homicidio, violación) deberían ser de por vida”, la vida según Hanglin.
El malestar se ha apoderado de nosotros, o mejor, de ellos: hay malestar estomacal, por estos días, por exceso informático e informativo, por esas agotadoras doce horas de trabajo, por cortes de calles y avenidas que entorpecen el tránsito, porque la ropa de temporada está cara, por la inflación, por la lucha contra el tabaco... El malestar –“desazón, incomodidad indefinible”, según lo define la Real Academia– se ha apropiado de las campañas mediáticas. La exposición diaria a la televisión en la que se machaca decenas de veces sobre el malestar y los malestares, genera al cabo de una jornada un auténtico fastidio, impreciso, como las neurosis y angustias de los adolescentes, esos monstruos difusos, ambiguos y oceánicos, aunque no hayan oído jamás de las disputas entre Thénon, Blejer y Politzer.
Esta parte “respetable de la sociedad” sufre melancolía crónica y lo expresa dramatizando el síntoma. Buenos Aires parece Beirut en lo peor de la guerra.
Escuchan sirenas imaginarias, imaginarios enfrentamientos entre bandos, a balazos, pero son reales el tránsito caótico y los excluidos guarecidos bajo las autopistas y se concluye: “Macri no puede porque el gobierno nacional no lo deja”.
No se trata de un cierto “Malestar de la cultura”, no pretendamos tanto. Hay nostalgia por un orden fantasmático donde todo estaba en su lugar y existía una autoridad y una fuerza, no la del Yedi que eso sería otro cantar, sino la de la violencia estatal ilegal, actualmente la UCEP.
Para el filántropo colombiano, el policía debe volver a ser ese tal “amigazo”. Que se lo digan a los padres de Ariel Domínguez, asesinado de un certero disparo en la cabeza cuando cruzaba la avenida Paseo Colón.
Y nuevamente Hanglin, uno de esos constructores del sentido común dominante, comparando al fraile Aldao y al general Roca con el comisario Meneses, con el Malevo Ferreira y con el condenado Patti. Olvida mencionar en su recorrida de Billiken sobre la historia nacional al austriaco y napoleónico coronel Rauch, quien se dedicaba a degollar ranqueles en Sierra de La Ventana (sobre todo mujeres y niños, para matar el mal de raíz) hasta que fue desollado por el cacique Arbolito en Las Vizcacheras. El hippie añoso exige: “Un Policía de mano dura”, con mayúscula, en otras palabras, la vuelta de los Rauch.
Escribe Hanglin, uno de los tantos constructores del sentido común dominante: “el derecho de huelga no debería existir para los gremios de estricto servicio público, como los docentes, los transportistas, los médicos, los policías, enfermeras”. Terminemos con los reclamos sociales de una vez, los movimientos sociales son la nueva forma de la guerrilla subversiva. El hippie viejo opina: “Cuando ve que el Estado se propone urbanizar las miserables barriadas, otorgando a cada ocupante el título de propiedad de una casa que no compró, siente el gusto de la bilis en la garganta. Todo vale. Todo cuesta. Todo se paga. ¿Cómo puede haber propietarios que no compraron lo suyo? Al señor González le parece injusto: piensa que equivale a alentar la usurpación, masiva y por la fuerza, de casas y tierras”. Letra para Macri, para el “parque” Indoamericano.
El malestar es palpable porque los sectores medios no están de acuerdo con el planteo distributivo de este gobierno, un gobierno que en los primeros tiempos de 2003 los mimó bastante, lo que lleva a preguntarnos una vez más lo difícil que es consolidar consensos con gente que no está dispuesta a ello, o que mas bien pretende que quienes carecen de mayorías electorales impongan sus propios intereses al resto. Es claro que no se puede conformar a todos en aras del mal denominado bien común porque la unificación de intereses no existe ni conformar a todos se puede.  
El irremediable equívoco del bien común, una construcción de la Iglesia medieval que cierto hegelianismo reivindica, se cuela por derecha pero también por izquierda. Para hacer una tortilla, se deben romper unos cuantos huevos. Existe todavía cierta izquierda para la cual la receta es invariable, estemos en Moscú, en Aldo Bonzi o en Alfa de Centauro: “Palacios (Alfredo) fue el autor de las leyes sociales”. ¡Pero cómo no! La “caracterización del peronismo” fue una de las causas, no la única, de la eterna fragmentación cariocinética de la izquierda local, y eso tuvo influencia en la constitución de la ideología de los sectores medios. Como las distintas “interpretaciones” de origen marxista, habilitaba distintas cosmogonías; al bajar a lo particular, ésto denominado Argentina, las visiones terminaban siendo irreconciliables por razones ajenas a su génesis.
En la visión más clásica y caritativa, el “error” de Perón y el peronismo habría consistido en hacer de todo trabajador un individuo de clase media con acceso a la vivienda propia, auto, salud, cultura, educación, etc., algo que se alejaba poco y nada de la utopía fordista. Se concluía –siempre en esa visión benigna, porque había peores– que eso convertía a los peronistas en reformistas irremediables, alejándolos de la Palabra Revelada, el materialismo histórico, la conciencia proletaria. El peronismo no llegaba a clasificar siquiera como menchevique, pero en el propio bando, el de ellos, se daba por hecho que la Unión Soviética construía el socialismo cuando no solo no tenia proletariado industrial: hasta de burguesía nacional carecía.
Para algunos el peronismo fue fascista, para otros reformista, o bonapartista, y para muchos, algo incomprensible, una especie de dictadura caribeña al estilo “Bananas” de Woody Allen. Pero lo cierto hoy en día es que la vida política argentina, en términos de poder, es nada más y nada menos que una lucha interna al peronismo por su propio sentido, ser fiel o renegar de su razón histórica. 
Los sectores medios, la parte principal de la sociedad, comparten el “sentido común” y la ideología de los sectores dominantes pero no se identifican entre sí por homogeneidad de ingresos sino por una determinada mirada sobre sí mismos, donde “los sectores más bajos de la escala social, que son ahora internalizados como los de afuera”, no merecen ser atendidos en el hospital público porteño.
No es la primera vez que los sectores medios están cruzados por tal mezcla de nostalgia, angustia y malestar.
Historiando el tango, Blas Matamoro percibe algo parecido en los inmigrantes derrotados por el sueño perdido de hacer la América. El “Viejo Ciego”, de Piana y Castillo, está “lleno de pena, lleno de esplín”, y a su muerte, “los curdas jubilados, sin falsos sentimientos, con una canzoneta (le) harán el funeral”. Pero aquello, las letras de Cátulo y el decarismo, era un malestar expresado en lo estético, sin estas consecuencias.
El actual se refiere a la pertenencia al Primer Mundo no solo en términos simbólicos (que eso ya lo tienen) sino sobre todo materiales, tras la fugaz fantasía menemista de una Argentina a imagen y semejanza del Centro que no existe, en realidad el memento mori de una burguesía nacional que tampoco existe.
Los sectores medios quizás adviertan estar viviendo el duelo, pero pretenden tomar la copa hasta la última gota, aunque con ello se nos vaya el país.
 

jueves, 4 de agosto de 2011

La cuestión de la seguridad en la comuna 5, ciudad de Buenos Aires

El Ministerio de Seguridad lanzó el Plan Nacional de Participación Comunitaria en Seguridad que consiste, entre otras acciones, en la creación de foros barriales que actuarán como mediadores entre los vecinos y el Estado, aptos para detectar picos de inseguridad y zonas o situaciones de inseguridad, relación con las fuerzas policiales, etc.
El problema de la inseguridad puede ser abordado con los mismos parámetros de la campaña electoral y está relacionado con una eventual incomprensión del ciudadano respecto de las medidas de gobierno nacional. El Frente para la Victoria toma como bandera la defensa del hospital público, pero resulta que la mayoría de los ciudadanos de la capital federal no los usa, o lo usa sólo en emergencias, o no lo pisa porque "está lleno de gente del GBA". Ya en la propia dictadura, Cacciatore intentó impedir que vecinos del área metropolitana se atendieran en hospitales de la ciudad y Macri, aunque lo encubre con bellas palabras, se propone lo mismo, obstaculizando al máximo el libre acceso de esos vecinos a los hospitales públicos.
Todas las estadísticas señalan que Argentina no es un país más inseguro que otros similares (por ejemplo, no nos podríamos comparar con Uganda) e incluso es mucho más seguro del que es considerado modélico, los Estados Unidos. Pero es inútil repetirlo, porque unos minutos de exposición a la televisión dan cuenta de una sensación insoportable de inseguridad que haría de Buenos Aires una ciudad a merced de la delincuencia, como un bombardeado Beirut sudamericano.
No vamos a extendernos sobre la multicausalidad de la inseguridad, sino a cómo se implementa ese Plan de Participación Ciudadana en un caso específico, y cómo incide en él la distancia que suele haber entre el militante y las agrupaciones políticas, por un lado, respecto del ciudadano común por otro.
Sè de la existencia de dos iniciativas distintas en materia de inseguridad en la comuna 5: la primera que largó ya funciona. ¿Pero cómo funciona? La iniciativa arrancó con una charla impecable de la doctora Arriola y con la presencia mayoritaria de militantes barriales y algunos vecinos. Como esa iniciativa coincidió con la campaña electoral, se la consideró como parte de esta, es decir como una iniciativa del gobierno nacional, o lo que es lo mismo, del Frente para la Victoria que entonces confrontaba con Macri. Cuando todavía los militantes, que son quienes deben impulsar este tipo de acciones, no tenía en claro cómo funcionaría el foro, los vecinos presentes relataron determinadas experiencias de inseguridad donde, no casualmente, los victimarios eran siempre morochos, quizás bolivianos o peruanos, y pertenencientes a las capas bajas de la sociedad. El aluvión zoológico, como quien diría.
En ese orden, el foro de seguridad puede convertirse en una eficiente herramienta del macrismo para cuestionar la política nacional en materia de seguridad, cuando acciones disuasivas como el saturamiento de la zona sur de la ciudad ya están demostrando su efectividad.
La incorporación de militantes, abogados progresistas, defensores de los derechos humanos, etc., al foro no cambiará esta impronta.
La otra experiencia es sobre todo superestructural. Para amenguar el peso de esta clase de vecinos, sabemos cuáles, se convoca a otro foro con la presencia de distintas personalidades que asegurarán un determinado sesgo discursivo proclive al gobierno. Los vecinos, apabullados por tanto discurso académico, preferirán no participar.
Son dos maneras de desperdiciar una buena iniciativa.
La respuesta es simple, porque debemos usar nuevamente el sentido común: hay que ir a buscar en el barrio a los vecinos que nos están de acuerdo con las visiones represivas de la seguridad, animarlos a participar.

LO QUE SE JUEGA

Las noticias, (verdaderas, falsas o tergiversadas) se suceden con tanta rapidez que pareciera imposible analizarlas, entenderlas y seguir adelante. El último misil arrojado lleva al doctor Zaffaroni en su cabeza explosiva. Mañana será otro, y luego otro más, cada vez más potentes y destructivos.
El objetivo es desmoralizar, vencer las voluntad del enemigo, que venimos a ser nosotros.
Los hechos contribuyen. ¿Qué hemos hecho mal para semejantes resultados electorales en Santa Fe o en la ciudad de Buenos Aires? ¿Preferiríamos un triunfo improbable en Córdoba, aliados con De la Sota? ¿En qué nos equivocamos? ¿Será la hora de que nos llamemos a silencio, de que nos recluyamos para cultivar nuestros peores aspectos, derrotados?
Aunque las denominaciones partidarias y confusiones de todo tipo (una de ellas, el desconcierto producto de la ausencia de una auténtica formación) tapen la cuestión de fondo, esa cuestión es una sola: lo que se está jugando en la actualidad es el sentido del peronismo. Y anoto la primera confusión (nuestra): este gobierno nacional ha producido cambios notables en Argentina. Inesperados, si se quiere. Pero esos cambios revolucionarios (y escribo "revolucionarios" con toda intención, como para que nadie nos corra por izquierda) no se han reflejado en la sociedad, una sociedad que en cierta medida tiene todavía presente la huella traumática del menemismo. 
Esto pone en primer plano el tema de los "principios". ¿Qué son los principios aislados de la realidad real? ¿Está mal que el vecino de Villa Soldati quiera vivir como Macri, con una 4x4 y una confortable vivienda en el country El Carmel? 
¿Sostener los eventuales principios significa acaso empobrecernos solidaria e igualitariamente?
Criticamos amargamente a la sociedad por no comprender los cambios revolucionarios producidos por este gobierno. O al gobierno por no saber trasmitir, comunicar esos cambios. ¿Pero dónde están los militantes? Como sabemos, existe una fantasía llamada "autocrítica" (con su sucedáneo, la catarsis freudiana) que consiste en desculpabilizarse por el error para luego volver a cometerlo una y otra vez, pero sin culpa, eso sí. Sin pecado concebida.
A todos los efectos del título de este post, me fui para el lado de los tomates. Pero confío en que se sepa comprender el subtexto.
No se trata, si lo que se juega es el sentido del peronismo, de cuántas "patas peronistas" aportan votos a distintas versiones del enemigo. No se si se percibió que a horas de su triunfo, Macri anunció la creación de un ministerio de Gobierno al frente del cual pondrá a un ladero de Massita. 
Se trata de que el peronismo (que no es un partido, sino la expresión política-ideológica de un determinado estadio histórico de la sociedad nacional) dirime ahora mismo, en las primarias de agosto, en las generales de octubre y en lo que hará estos próximos cuatro años, si es fiel a su propia historia o si la traiciona. Se pregunta Norberto Galasso: "¿El peronismo se continúa en el kirchnerismo? ¿El kirchnerismo es lo mejor del peronismo que ha resurgido después de la debacle del peronismo del menemismo?".
Algo muy profundo se expresa cuando alguien, cualquiera, afirmó alguna vez: "yo no hago política, soy peronista".
En otras palabras, la lucha política de hoy puede ser vista como una desmesurada interna peronista. Por lo tanto (aunque sienta auténtica vergüenza ajena por citar a Ortega y Gasset): "argentinos (militantes), a las cosas".
  








   




  







miércoles, 3 de agosto de 2011

SOLICITADA EN SOLIDARIDAD CON EL DOCTOR RAÚL ZAFFARONI

Solicitada

Las personas y organizaciones que suscribimos queremos manifestar nuestra solidaridad con el profesor y juez Eugenio Raúl Zaffaroni y repudiar enérgicamente la campaña sucia que intenta dañar no sólo su persona, sino las conquistas jurídicas en beneficio de la población que se consiguieron en la Corte Suprema.
Si un logro es reconocido por todos, es el cambio que significó el ingreso del juez Zaffaroni en el máximo tribunal del Poder Judicial. Se revalorizaron los derechos humanos que habían sido degradados por la Corte anterior: los de las víctimas de crímenes de lesa humanidad; de los trabajadores; de jubilados; del ciudadano frente a la autoridad cuando su conducta no afecta a terceros; y la de todos aquellos que son tratados con crueldad por el poder punitivo.
Lo que escribió en sus sentencias judiciales lo enseñó durante décadas en universidades del país, de América Latina y de Europa. De allí su reconocimiento académico internacional.
Por ello el ataque contra Zaffaroni es un ataque contra valores y prácticas que trascienden su persona y que pertenecen a la mayoría del pueblo argentino y a las tradiciones humanistas en general.

martes, 2 de agosto de 2011

El papel del Estado en la concentración económica



Leemos en Tiempo Argentino:


La confesión

Publicado el 2 de Agosto de 2011

La publicación del libro  de la periodista Graciela Mochkofsky viene a confirmar lo que la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación afirmó desde el principio: que la Junta Militar decidió que fueran Clarín, La Nación y La Razón quienes se apoderaran de la empresa Papel Prensa. Hasta ahora, y pese al cúmulo de pruebas que se fueron aportando desde que Rafael Ianover se presentó en la Secretaría a contar lo que sucedió en 1976, Magnetto, Mitre y compañía se mantuvieron en sus trece, afirmando que los diarios decidieron aceptar la oferta formulada por el Grupo Graiver, y que su participación terminó con la firma del convenio del 2 de noviembre de 1976 en las oficinas de La Nación. A lo sumo, en la audiencia celebrada ante la Sala III de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, los abogados de Clarín y La Nación llegaron a admitir que, de haber algún delito en la compra de Papel Prensa, hubiera sido una extorsión y que, por ser este un delito común, la causa estaba prescripta.
Pero ahora, en las páginas 73 a 75 del libro de Mochkofsky, aparecen las confesiones de dos de los protagonistas principales del hecho.
José Rogelio Villarreal, quien fuera secretario general de la Presidencia durante la dictadura de Videla, reconoció, en dos entrevistas realizadas en abril de 1998 y en mayo de 2002 –y de las cuales la autora conserva las cintas–, que fue la Junta Militar la que decidió que Clarín, La Nación y La Razón se apoderaran de Papel Prensa, sin que existiera la oferta de los Graiver. El militar dijo que fue él, personalmente, quien se ocupó de hablar con Magnetto, “Bartolito” Mitre y Patricio Peralta Ramos, para que se hicieran cargo de la empresa, ofreciéndoles créditos oficiales, participación y avales del Estado. Esta confesión, lisa y llana, fue avalada por el propio Patricio Peralta Ramos, en otra entrevista de 2002.
 Estos datos, que revelan el acuerdo delictivo de la Junta genocida con los diarios, fueron presentados al juez federal Daniel Rafecas, quien tiene a su cargo la causa desde la incompetencia decretada por la justicia de La Plata. Será este magistrado el que ahora deba convocar a prestar declaración indagatoria a Magnetto, Mitre y sus cómplices, para que la trama de amenazas, secuestros, tortura y muerte reciba la sanción correspondiente. Será justicia.

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