martes, 8 de junio de 2010

El avistaje de ballenas en Pto Madryn comenzó con un accidente

Todos los años, puntualmente el 6 de junio, las ballenas francas se reúnen al abrigo de la península de Valdez para iniciar su período de apareamiento.

Son muchos los interrogantes que abre ese ciclo tan esperado por hoteleros, cantineros, compañías de aviación y fotógrafos de Puerto Madryn:
¿Que secreto mandato de la naturaleza las lleva a concurrir el 6 de junio y no, pongamos, antes del comienzo del ciclo escolar a fin de que puedan convertirse en una inopinada fuente de educación sexual in situ? ¿Cuál es su noción del tiempo, de las horas y los minutos, por no decir de los segundos?
¿Por qué, siendo el apareamiento algo tan placentero incluso para las ballenas, no escogen un clima cálido como el de isla Margarita, Angra o Punta Cana, en lugar de las gélidas aguas del golfo San Jorge?
¿Hay acaso un costado masoquista, una decisión de ir al sur y al frío, en esa decisión de la manada?
Sea como fuere, cada 6 de junio, los golfos de San Jorge y San Matías se convierten en lugares peligrosos.
No por las pacíficas ballenas francas, que comienzan a pizpearse mutuamente con la natural inocencia de los cetáceos, sino por las embarcaciones cargadas de voyeurs que -armados hasta los dientes con cámaras digitales y grabadores de sonido a distancia- merodean los actos sexuales en una prueba más de que la intimidad ya vale poco en este mundo dominado por el capitalismo financiero y los multimedios.
Sea como fuere, el canal Discovery o el programa de ecología que conduce Sergio Elguezábal en TN pronto responderá todas esas preguntas.
La noticia no es esa, de todos modos, y adelantándonos a Clarín ponemos en conocimiento de los lectores que en la tarde de ayer se produjo un accidente protagonizado, si vale el término, por la lancha "Don Sixto IV".
Confundida al parecer con una ballena hembra, la embarcación -con casco de acero y botada hace 35 años en Escocia- fue duramente acosada por un grupo de machos poco dispuestos al diálogo o a hallar consensos.
Del acoso, que duró varias horas, se pasó a los hechos: el macho más atrevido se arrojó sobre la lancha con la peor de las intenciones produciendo su rápido hundimiento -el de la lancha- en las frías aguas del golfo.
Pudimos fotografiar la escena desde otra embarcación que navegaba a una milla de distancia, y confirmamos que no hubo víctimas entre los tripulantes del barco atacado, quienes fotografiaban a las ballenas y también se fotografiaban unos a otros en una muestra cabal de los tiempos que vivimos.
No sabemos, eso sí, que sucedió con la ballena hembra cuyas facciones parecieron recordar al "Don Sixto IV", que ya reposa en el lecho del mar para solaz de futuros equìvocos.

1 comentario:

León Stofenmacher dijo...

Sería como si un hombre se encamase con una moto jajaja

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